jueves, 10 de abril de 2014

NOÉ La crueldad de los fanáticos

Título original: Noah
USA 2014 138 min.
Dirección Darren Aronofsky Guión Darren Aronofsky y Ari Handel Fotografía Matthew Labatique Música Clint Mansell Intérpretes Russell Crowe, Jennifer Connelly, Ray Winstone, Emma Watson, Logan Lerman, Anthony Hopkins, Douglas Booth, Nick Nolte, Mark Margolis, Kevin Durand, Marton Csokas
Estreno en España 4 de abril de 2014

Que el realizador de películas como Pi, Réquiem por un sueño o Cisne negro se embarque en una cinta bíblica genera cuanto menos curiosidad. Y ciertamente la visión que nos brinda de un relato tan eminentemente bíblico como el del Arca de Noé no es la habitual ni previsible. En parte porque en esto del cine, como en cualquier otro negocio, para triunfar hay que ser original, y en parte porque nos estamos refiriendo a un director que, guste más o menos, no deja indiferente y siempre parece que quiera decirnos algo por encima de lo epidérmico, lo cierto es que Noé es un cuento diferente a partir de una historia religiosa mil veces abordada. Una narración que forma parte del imaginario de cualquier religión sobre la Tierra, que no es exclusiva de ese Catolicismo que se ha apropiado de nuestra Historia Antigua como si no existieran más personajes que los centenarios bíblicos. Sin ir más lejos, nada más volver del cine me encuentro en televisión con un programa de humor en el que preguntan a una serie de cómicos cuándo creen que nació el humor, y todos y todas se refieren a personajes del Antiguo Testamento para, con más o menos ingenio, trazar ese origen, como si no existiera más prehistoria que la imaginada por la religión. Aronofsky medita sobre esto y no parpadea al situar su historia en un tiempo y espacio indeterminados, entre el pasado y el futuro apocalíptico, entre la Tierra Media de Tolkien y sus monstruos y los desiertos de Mad Max. Sólo le importa hacer propaganda clara y descarada, a la par que necesaria, de un ecologismo a ultranza, en categoría vegana; al mismo tiempo se interesa por denunciar la maldad intrínseca en la naturaleza humana, aunque en este sentido parezca trazar un discurso banal e ingenuo, pero que encierra en sí mismo una mayor profundidad digna de un análisis más pormenorizado, con paradas en el fanatismo, la crueldad que genera, el papel de la mujer, aparentemente en segundo plano pero mucho más influyente y controlador de lo que parece; y todo ello en un marco plástico digital que no se esfuerza en disimular su artificio para potenciar el carácter de fantasía que ha adoptado para contarnos un relato desde siempre patrimonio de la religión. Impagable la secuencia de la evolución de la humanidad, un acercamiento ambiguo, entre lo científico y ese fenómeno durante mucho tiempo manipulado por nuestros castradores educadores eclesiásticos. Además de todo eso cuenta con un brillante reparto (Crowe y Connelly de nuevo matrimonio, trece años después de Una mente maravillosa) en el que quien más y quien menos se esfuerza en definir y mostrar sus paranoias, alucinaciones y tormentos, aunque no sé dónde se esconde Nick Nolte; y lo enmarca todo en un espectáculo de puro y eficaz entretenimiento.

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