sábado, 11 de mayo de 2019

EL BAILARÍN Esmerada aunque irregular semblanza de un gran artista

Título original: The White Crow
Reino Unido 2018 127 min.
Dirección Ralph Fiennes Guión David Hare, según el libro “Rudolf Nureyev: The Life” de Julie Kavanagh Fotografía Mike Eley Música Ilan Eshkeri Intérpretes Oleg Ivenko, Ralph Fiennes, Louis Hofmann, Adèle Exarchopoulos, Sergei Polunin, Olivier Rabourdin, Raphaël Personnaz, Chulpan Khanatova, Zach Avery Estreno en Reino Unido 22 marzo 2019; en España 1 mayo 2019

Ralph Fiennes continúa buscando su espacio como director de cine y que se le respete y considere como tal. Tras debutar adaptando a Shakespeare en Coriolanus y fijarse en Dickens para trazar un retrato humano del autor de Historia de dos ciudades en La mujer invisible, mantiene su querencia por personajes reales y carismáticos del arte universal. Esta vez le ha tocado el turno al que quizás sea considerado como bailarín más popular de todos los tiempos, con perdón para Nijinski. Nos referimos a Rudolf Nureyev, icónico protagonista de la danza clásica del siglo XX y de un notable episodio de la Guerra Fría, cuando aprovechando una gira por París y presionado por la represión que ante su rebeldía pretendía ejercer el aparato burocrático soviético, pidió asilo político y desertó de su país. En torno a este dramático y esperanzador episodio Fiennes traza su particular semblanza del artista, con ayuda del libro de Julie Kavanagh en que se basa, y de un guión al que se le habría podido exigir más teniendo en cuenta que lo firma el autor de los de Las horas y El lector.

Un retrato bien escenificado, incluso respetando las texturas fotográficas de principios de los sesenta en los que se ambienta, para entre otras cosas poder combinar imagen documental y ficticia con la mayor naturalidad que recordamos jamás en una película. Y un retrato en el que se nota que el actor y director ha puesto cariño y empeño, incluso reservándose el papel del carismático profesor de baile Aleksandr Pushkin, con todos sus diálogos hablados en ruso, ignoramos si con la pronunciación justa, aunque da perfectamente el pego. Centrado en los felices días pasados en la capital de Francia, días de descubrimiento, de paseos por el Louvre buscando la inspiración en los grandes creadores de arte, y de camaradería con gente cosmopolita y libre tan alejada del sistema popular y represor del partido, Fiennes busca a través del flashback las claves de una personalidad singular, rebelde y distinguida, en su vida gris como niño, con colores apagados y pantalla panorámica, y en sus recuerdos como alumno contestatario y en continuo desacuerdo con el diseño del plan de vida concebido para él.

Lástima que en el camino la narración sufra altibajos que hacen que el interés no siempre sea el mismo, y que algunas ráfagas de su personalidad pertenezcan más al terreno de la impostura que al de un fiel y convincente retrato psicológico. En favor de Fiennes podemos añadir que su trabajo no está por debajo de los que realizó Herbert Ross, considerado un maestro en la materia gracias a películas como Paso decisivo, en el que tenía un papel relevante Mikhail Barishnikov, o su particular revisión de la vida de Nijinsky con George de la Peña. El buen trabajo del actor y bailarín Oleg Ivenko poniendo en pie incluso sensacionales coreografías al ritmo de Minkus o Chaikóvski, y un tramo final que recupera el estilo de las cintas de acción y suspense propios de la época, contribuyen a dar calidad a este nada desdeñable film que el protagonista de El paciente inglés presentó con ocasión del Festival de Cine Europeo en nuestra ciudad, Sevilla.

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