viernes, 31 de mayo de 2019

LA CORRESPONSAL Un sobrio e intenso borrador de la Historia

Título original: A Private War
Reino Unido-USA 2018 110 min.
Dirección Matthew Heineman Guión Arash Amel, según el artículo “Marie Colvin’s Private War” de Marie Brenner para Vanity Fair Fotografía Robert Richardson Música H. Scott Salinas Intérpretes Rosamund Pike, Jamie Dornan, Tom Hollander, Stanley Tucci, Greg Wise, Corey Johnson, Nikki Amuka-Bird, Fady Elsayed, Faye Marsay, Raad Rawi Estreno en el festival de Toronto 7 septiembre 2018; en Estados Unidos 2 noviembre 2018; en España 31 mayo 2019

Norteamericana de nacimiento, británica de adopción, Marie Colvin fue una destacada reportera de guerra, varias veces galardonada con premios muy prestigiosos y ampliamente reconocida por su valentía y arrojo. La británica Rosamund Pike (Perdida) abandona su perfil frío y elegante para entregarse a la que es sin duda la interpretación más comprometida y sobresaliente de su carrera, quedándose injustamente a las puertas de una nominación al Oscar, probable tras la que obtuvo al Globo de Oro.
 
A las órdenes de un realizador curtido en el documental, y con la fuerza de la estilizada fotografía de Robert Richardson, habitual colaborador de prestigiosos y comprometidos cineastas como Oliver Stone, Pike aporta emoción y sentimiento a un personaje con un especial fuego interno, esa guerra privada a la que alude con más acierto y precisión su título original, con las dependencias como auténtico talón de Aquiles. Colvin se muestra alcoholizada en sus devaneos londinenses con las clases altas e intelectuales, mientras su verdadera droga constituye la necesidad de peligro y riesgo en aras a una información veraz y sincera, que revele al mundo las miserias de la guerra, las mentiras de los políticos y el sufrimiento inimaginable de la sociedad civil.
 
Una vez más el cine se erige en vehículo ideal para acercarnos emocionalmente a estas tragedias, más de lo que pueda lograrlo la televisión o el lenguaje documental. Comienza con su lesión ocular en Sri Lanka, continúa con el hallazgo de fosas comunes en Faluya (nos preguntamos por qué habiendo estado casada con un periodista de El País no se acercó también a las miserias de nuestra democracia, incapaz de paliar el dolor de miles de víctimas del franquismo) continúa con su denuncia al régimen de Saddam Hussein y termina en Homs, con las masacres de civiles perpetradas al hilo de la Primavera Árabe. Una guerra privada o interior que Colvin vive como compromiso y antesala a la historia; como ella misma asegura, con la responsabilidad de quien está escribiendo el borrador de la Historia. La fuerza de la película y de su protagonista se hace palpable de principio a fin, convirtiendo esta producción de Charlize Theron en un film necesario, por momentos irrespirable, serio, sobrio y libre de todo maniqueísmo posible.

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