USA 2014 149 min.
Dirección David Fincher Guión Gillian Flynn, según su propia novela Fotografía Jeff Cronenweth Música Trent Reznor y Atticus Ross Intérpretes Ben Affleck, Rosamund Pike, Neil Patrick Harris, Tyler Perry, Carrie Coon, Kim Dickens, Patrick Fugit, David Clennon, Lisa Banes, Missi Pyle, Sela Ward Estreno en España 10 octubre 2014
Me ha costado tres días enfrentarme a la escritura de la crítica de esta película, algo excepcional en mí; y es que no he alcanzado a comprender por qué se ha convertido en el fenómeno de la temporada a nivel de la crítica, por qué casi unánimemente la aclaman como una película imprescindible. Raro o rara es quien no se ha rendido incondicionalmente al nuevo trabajo de David Fincher, director que por cierto me ha interesado en tantas ocasiones como en otras no ha llegado a convencerme. Frente a la inquietud que me suscitó Seven, Zodiac me aburrió considerablemente; The Game me pareció artificiosa, mientras La red social me costó mucho seguirla pero la encontré fascinante; el remake de Millennium estuvo tan a la altura del original como El club de la lucha se me antojó francamente irritante. Como ejercicio de estilo La habitación del pánico me pareció válida, y fue El curioso caso de Benjamin Button la que encontré más compleja y redonda. Ahora este thriller lo encuentro pretencioso y muchas más cosas aún peores. Cierto que sabe crear ambientes, que se apoya en la fotografía y la música para crear inquietud y sordidez, a la par que cierto halo de modernidad que hacen sus productos estéticamente irresistibles. Pero aparte de esto, ¿qué nos cuenta Perdida? Hasta donde se puede leer, un nuevo caso de misterio en el que el denunciante acaba convirtiéndose en principal sospechoso, merced a una presión periodística amarillista y tremebunda, enésima visitación del linchamiento mediático moderno, que cuando se habla de Estados Unidos acaba siendo siempre más exagerado y ridículo que en ningún otro sitio. Varios giros de guión presuntamente ingeniosos, pero que algunos nos tragamos sin apenas entusiasmo ni sorpresa, van orientando la trama a campos supuestamente más tenebrosos y perversos, si bien acaban resultando disparatados y más bien dañinos. El espectáculo va degenerando en algo tan rancio como reaccionario y peligroso, entrando incluso en territorios de la misoginia y el puro machismo. Para cuando el clásico desequilibrio que todo lo explica y justifica entra en escena hemos constatado que aquello que se nos prometía un film apasionante es la enésima tomadura de pelo americana. Además, ¿qué hacemos nosotros asumiendo una vez más valores que nada tienen que ver con nuestra cultura? Esa sempiterna recurrencia a las pistolas, el architratado sueño americano frustrado, ya sea en forma de fracaso sentimental o crisis económica... Simple adoctrinamiento con forma de caramelo suculento de la que apenas logro celebrar que Rosamund Pike, eterna secundaria portadora de la fría y elegante belleza británica, a la que hemos visto en películas como Orgullo y prejuicio, Muere otro día, An Education y Bienvenidos al fin del mundo, haya conseguido por fin un papel principal que le brinde oportunidades de lucir su valía interpretativa.
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