miércoles, 29 de junio de 2022

BLACK PHONE Violencia con sentido

Título original: The Black Phone
USA 2021 102 min.
Dirección
Scott Derrickson Guion C. Robert Cargill, Scott Derrickson y Joe Hill Fotografía Brett Jutkiewicz Música Mark Korven Intérpretes Mason Thames, Madeleine McGraw, Ethan Hawke, Jeremy Davies, E. Roger Mitchell, Troy Rudeseal, James Ransone, Miguel Cazanez Mora, Rebecca Clarke, J. Gaven Wilde, Tristan Pravong, Jacob Moran, Banks Repeta Estreno en Estados Unidos y España 24 junio 2022


Tan perturbador como la película misma es el hecho de que haya tardado tanto en estrenarse desde su puesta de largo en el Festival Fantastic de Estados Unidos en septiembre del año pasado. ¿Será quizás por el hecho de contener tanta violencia protagonizada por adolescentes? Eso nos obliga a reflexionar con responsabilidad sobre si lo que vemos en pantalla es del todo punto reprobable o es precisamente una denuncia ante una sociedad tan violenta como la norteamericana, pródiga a experimentar esa inusitada violencia estudiantil que lleva cada año a tantos niños y niñas a la tumba, víctimas de sus propios compañeros de clase.

Curtido en películas de terror como Sinister, El exorcismo de Emily Rose o Líbranos del mal, sin olvidar su debut en la quinta entrega de Hellraiser, Scott Derrickson saltó definitivamente al cine de gran presupuesto con Dr. Strange, y combina ahora las hechuras de un film importante con los horrores que han jalonado su filmografía. En este caso se trata de un asesino en serie de niños que siembra el terror y el desconcierto en un suburbio de los años setenta del pasado siglo, década que despunta como la pérdida definitiva de la denominada inocencia americana. A pesar de un punto de arranque tan recurrente, no hay apenas nada en el film que podamos tildarlo de tópico, ni se echa mano de los puntos comunes del género. Todo lo contrario, el guion rebosa originalidad desde sus propios planteamientos y a través de un desarrollo ingenioso e inteligente, aunque por el camino pague el peaje de convertir a sus jóvenes protagonistas en depredadores de sí mismos y sujetos activos de una violencia que la nación cultiva como si fuera una enfermedad contagiosa.

El trabajo de los niños es impecable, a pesar del esfuerzo físico y psicológico que se les obliga a realizar, mientras Ethan Hawke personifica a la perfección ese personaje perturbado y siniestro que funciona como motor de una vorágine de sangre y violencia dentro de un conjunto en el que todo cobra sentido, quizás para denunciar ese mal endémico que mantiene al país tan dividido. Derrickson consigue mover la cámara provocando esa inquietud imprescindible en el género, a la vez que demuestra ser un narrador consumado y efectivo. Todo funciona bien, sin efectismos baratos ni necesidad de echar mano de sustos recurrentes, solo los justos pero bien encajados. Cuenta además con un esmerado trabajo del sonido, incluida su banda sonora, con el fin de dar credibilidad a una historia que combina crímenes con fantasmas, sueño y realidad, sin que nada chirríe ni resulte demasiado convencional.

PROMESAS EN PARÍS Intenso thriller político

Título original: Les promesses
Francia 2021 98 min.
Dirección
Thomas Kruithof Guion Jean-Baptiste Delafon y Thomas Kruithof Fotografía Alex Lemarque Música Grégoire Auger Intérpretes Isabelle Huppert, Reda Kateb, Naidra Ayadi, Jean-Paul Bordes, Soufiane Guerrab, Laurent Poitrenaux, Hervé Pierre, Walid Afkir, Stefan Crepon, Vincent Garanger, Anne Loiret Estreno en el Festival de Venecia 1 septiembre 2021; en Francia 26 enero 2022; en España 24 junio 2022

A pesar de lo mucho que afecta a nuestro día a día, y lo mucho que se ha establecido en casi todas las democracias actuales, la corrupción política todavía no se ha tratado suficientemente o al menos tanto como merece. En España hace algunos años coincidieron dos títulos emblemáticos sobre el tema, El hombre de las mil caras y El reino, pero sigue siendo el cine norteamericano el que más y mejor ha retratado las miserias del poder, aunque de poco haya servido a la hora de limpiar sus cloacas. Directores como Pollack, Lumet o Pakula se empeñaron a fondo en la cuestión.

Un poco de todo ello se refleja en esta intensa película de Thomas Kruithof, cuya único título hasta el momento había sido un thriller de espionaje titulado aquí Testigo. Pero esta película francesa no apunta tan alto ni es tan sofisticada como los dos ejemplos españoles señalados, y sin embargo resulta tan efectiva e inquietante como las mismas, quizás porque juega a esa ambigüedad moral que tanto nos acompaña incluso a la ciudadanía de a pie. Aquí las motivaciones de los protagonistas, una alcaldesa de una localidad en la periferia de París, su posible sucesora en el cargo y su mano derecha, ayudante fiel y comprometido, se encuentran entre la legítima defensa de los intereses de la población a la que representan, y esa ambición a menudo desmedida que acompaña el cargo y acaba haciendo a menudo sucumbir la supuesta honestidad política. No es casualidad que tanto el ayudante como la sucesora sean inmigrantes quizás de segunda o mayor generación, lo que puede interpretarse como cierta ingenuidad o virginidad en estos turbios asuntos que los regímenes presuntamente democráticos tanto se han encargado de maquillar. Pero también se deja cierta esperanza al personaje que Huppert interpreta de manera magistral, como es habitual en ella, que se mueve en la delgada línea que separa la ambición de la responsabilidad, quizás con la intención igualmente ingenua de poder conciliar ambas facetas.

Lo cierto es que Kruithof maneja con sobriedad y elegancia, además de un impecable sentido del ritmo, este apasionante e intenso thriller cuyo desenlace lo hace aún más coherente con el discurso que emprende. Junto a ella, Reda Kateb personifica con milimétrica precisión el alma que se mueve por los contornos de las altas esferas sin olvidar sus orígenes y las motivaciones que le llevaron a ejercer el cargo con una nobleza todavía inmune a corrupciones.

martes, 28 de junio de 2022

ELVIS El rey del exceso

Australia-USA 2022 159 min.
Dirección
Baz Luhrmann Guion Jeremy Doner, Sam Bromell, Baz Luhrmann y Craig Pearce Fotografía Mandy Walker Música Elliott Wheeler Intérpretes Austin Butler, Tom Hanks, Olivia DeJonge, Richard Roxburgh, Helen Thomson, David Wenham, Kelvin Harrison jr., Kodi Smit-McPhee, Dacre Montgomery, Luke Bracey Estreno en el Festival de Cannes 25 mayo 2022; en Estados Unidos y España 24 junio 2022

Nadie parece más adecuado que Baz Luhrmann para llevar a la gran pantalla la vida de Elvis Presley. Su pasión por el exceso, el brillo, el ritmo y la lentejuela así lo demuestran. La figura del legendario cantante, actor y entertainer ha sido llevada a la pantalla en muchas ocasiones. Solo un par de años después de fallecer, John Carpenter acometió la empresa para la televisión, con Kurt Russell como protagonista y Pat Hingle como el coronel Tom Parker, figura que emerge imprescindible en cada nueva adaptación de su biografía. Shelley Winters y el propio padre del protagonista, Bing Russell, asumieron los roles de sus progenitores. Más recientemente, en 2005, Jonathan Rhys Meyers se puso en la piel del homenajeado de nuevo para el medio doméstico, mientras Randy Quaid asumió el de su vampírico manager. En ambos casos y el que nos ocupa, sus responsables necesitaron más de dos horas y media para contarnos su historia. 
Pero ese no es el único exceso en la cinta del director de Moulin Rouge, que adopta su particular estilo visual y estético de un barroquismo extenuante para adentrarse fundamentalmente en esa relación que mantienen el divo y su mentor, cual Fausto y Mefistófeles que le impide al primero desarrollar su carrera como parece ser le hubiera gustado, y le arrastra a esa vorágine de excesos que malogran gran parte de sus posibilidades artísticas y sentimentales, y eso a pesar de que estamos hablando de una de las figuras más influyentes de la música y el espectáculo del pasado siglo.

Ausente de la gran pantalla desde 2013, cuando dirigió su particular versión de El gran Gatsby, Luhrmann adopta de nuevo su característico ritmo desenfrenado y una gran cantidad de recursos estéticos, con importante intervención de creativos gráficos, que se convierten así en el principal reclamo de una obra artística que prefiere distinguirse por sus logros estéticos más que los puramente dramáticos. La cinta se convierte así en un festín para los sentidos, en el que el habitual anacronismo musical característico de su autor adquiere también una relevancia importante, y donde los imposibles trajes del artista solo encuentran paragón en aquella extravagancia musical que dio a conocer al director, El amor está en el aire (Strictly Ballroom)De esta forma el conjunto pierde la posibilidad de indagar con más ahínco y un mayor interés en esa relación diabólica y esa caída a los infiernos a la que parece abocada, aunque por otro lado se agradece que no ponga el acento en las miserias de la estrella, por otro lado bien interpretada, aunque algo frío, por el joven Austin Butler, que después de un sinfín de secundarios desde niño, por fin salta al primer plano. Junto a él, Tom Hanks demuestra su grandeza poniéndose en la piel de un personaje malvado, tan insólito en él, y permitiendo que el mayor protagonismo publicitario recaiga en Butler, así como saturándose de maquillaje y postizos para encarnar al rollizo coronel.

Hubiésemos preferido un relato más comprometido y con mayores dosis de interés de lo acontecido durante el reinado de este emblemático personaje tan influido por quienes le circundaron, madre, manager y esposa principalmente, así como por los acontecimientos que sucedieron y que tanto tuvieron que ver con esa llamada pérdida de inocencia de la población norteamericana, incluidos los asesinatos de Kennedy, su hermano y, sobre todo, Martin Luther King, con cuya comunidad la película deja claro estuvo muy identificado el origen de Elvis Presley. Pero nos conformamos con esta excesiva y estéticamente creativa recreación de sus episodios biográficos más relevantes.

viernes, 24 de junio de 2022

GLORIOSA DESPEDIDA DE TEMPORADA DE LA SINFÓNICA

10º concierto del ciclo Gran Sinfónico de la Temporada nº 32 de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Sophie Koch, mezzosoprano. Jean-Luc Tingaud, dirección. Programa: Le tombeau de Couperin y Ciclo de canciones Shéhérazade, de Ravel; Sinfonía en mi bemol mayor Op. 20, de Chausson. Teatro de la Maestranza, jueves 23 de junio de 2022


Atrás quedó hace tiempo la propuesta inicial de acabar la presente temporada con una versión de concierto de Diálogo de carmelitas, para ser sustituido por el programa actual, asimismo patrocinado por la Academia Internacional de Música Francesa que lleva el nombre de nuestro director honorífico, Michel Plasson. Quienes se hayan quedado con morriña de escuchar la ópera de Poulenc pueden acercarse a Jerez de la Frontera precisamente este mismo fin de semana y disfrutarla con puesta en escena incluida. Después, más recientemente, ha sido precisamente Plasson quien se ha tenido que apear de este décimo concierto del ciclo Gran Sinfónico de la ROSS. En su auxilio ha acudido afortunadamente el más joven director, también francés, Jean-Luc Tingaud, quien a pesar de la sustitución de última hora, se ha debido emplear a fondo en los ensayos para haber logrado unos resultados tan gloriosos como los experimentados por el público asistente al concierto. Solo Sophie Koch, experimentada mezzosoprano también francesa aunque con ascendencia alemana, ha sobrevivido a tanto cambio – iba a formar parte del elenco de Diálogo de carmelitas como protagonista – junto a la orquesta, naturalmente. Por cierto, ha sido una muy agradable sorpresa, tanto a nivel musical como sentimental, contar de nuevo con Éric Crambes como concertino en este programa todo francés, con el consiguiente júbilo prácticamente generalizado de sus compañeros y compañeras de plantilla.

Casi desde sus inicios, raro es el año que la Sinfónica no se embarca en un programa todo francés. Precisamente eso es lo que ha acercado tanto la orquesta a sus actuales directores titular y honorífico, Soustrot y Plasson respectivamente. Una pieza muy frecuentada en este sentido ha sido La tumba de Couperin, de la que Tingaud ofreció muna versión de tempi rápidos y ágiles, que en su preludio evidenció más el vuelo de un moscardón que un discreto burbujeo, igualmente dejando constancia de la atmósfera eminentemente campestre, etérea y envolvente de la partitura. Batuta y plantilla acertaron a imprimir toda la pieza de una excelsa belleza y una elocuente melancolía, que en el minueto se tradujo en ternura y gracilidad. Sarah Roper ayudó sobre manera a trasladar este espíritu de ensoñadora belleza y profunda tristeza con sus solos de oboe, de igual forma que los metales dominaron en el rigaudon final, alcanzando ese equilibrio perfecto entre lo arcaico y lo indiscutiblemente moderno que atesora la obra.

Una voz hermosa y envolvente

La mezzo Sophie Koch imprimió vigor y seguridad a las tres piezas que conforman el ciclo Shéhérazade también del compositor vasco francés. Su voz, muy bien proyectada y de agradable y sedoso timbre, ayudó a identificar la sensualidad inherente al personaje que recita los poemas de Tristan Klingsor inspirados en el poema sinfónico de Rimsky-Korsakov que tanto impresionaron a Ravel. Koch supo combinar la generosa voluptuosidad y el lirismo sereno de la página sin caer en ningún momento en la tan temida languidez. Tingaud, que a través de su profesor Manuel Rosenthal debe conocer muy bien el universo raveliano, acompañó con mucho respeto y consideración, añadiendo sensualidad a la propuesta sin escatimar vigor en esos ascensos de intensidad emocional que procura la pieza. Así transcurrió Asia, la canción inicial, mientras las más breves La flauta encantada y El indiferente, deambularon por similares derroteros con resultados muy evocadores y proclives a la ensoñación.


El programa destiló fuerza expresiva, con pasajes rotundamente gloriosos y majestuosos en la Sinfonía de Chausson con que terminó, sin por ello caer en la brocha gorda o el simple anhelo de epatar. Puede que la ROSS haya interpretado anteriormente esta monumental obra, pero debió ser hace mucho tiempo y sinceramente no lo recordamos; sí que se han interpretado sus poemas, por eso este cambio añadía un aliciente más al programa. Chausson depositó gran parte de su efervescente personalidad en esta página que combina sus influencias de Franck y su profusa admiración por Wagner, consiguiendo con ella hacer evolucionar el sinfonismo galo, así como avanzar, aunque solo fuera por unos años, algunos de los logros y destellos de la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorák. Tingaud se hizo eco de su solemnidad regalándonos una interpretación esmerada y entusiasta, lírica y dramática en su introducción, que deviene en un impulso rítmico de renovados ánimos ya más optimistas. Luego se mostró ceremonioso en el movimiento central, casi un lamento que no desaprovecha la ocasión para emerger grande y potente, hasta acabar con un vigoroso final, con metales refulgentes e impecables, un espíritu global triunfante y una cuerda muy disciplinada en sus continuos cambios rítmicos y melódicos.
La próxima cita con nuestro buque insignia será dentro de tres semanas con esa Traviata de ¡julio!

Fotografías: Guillermo Mendo
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

jueves, 23 de junio de 2022

FERNÁNDEZ-NIETO, DESDE EL SENTIMIENTO Y EL CORAZÓN

XXXII Festival de Primavera Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Juventudes Musicales de Sevilla. Juan Carlos Fernández-Nieto, piano. Programa: Suite Española Op. 47, de Albéniz; Sonata nº 2 en Si bemol menor Op. 36, de Rachmaninov; Islamey, de Balakirev. Teatro Cajasol, miércoles 22 de junio de 2022


Ha pasado casi una década desde que tuvimos ocasión de escuchar a este pianista nacido en Salamanca y nacionalizado también estadounidense, donde ha forjado una carrera internacional de cierto prestigio y objeto de consideración. Fue en la sala Manuel García del
Teatro de la Maestranza y no parece que nos dejara entonces una huella demasiado indeleble. Está claro que desde entonces ha hecho muy bien los deberes para alcanzar el nivel observado y disfrutado en esta nueva comparecencia hispalense, algo que corrobora uno de sus últimos premios, el del Público en el concurso Paloma O’Shea que se celebró en Santander en 2018. Juan Carlos Fernández-Nieto fue el encargado de clausurar la edición número treinta y dos del Festival de Primavera de Juventudes Musicales, celebrada después de los inconvenientes de la pandemia en años anteriores, y con el Teatro Cajasol como escenario en lugar del habitual Salón de Carteles de la Real Maestranza de Caballería. Una clausura que tuvo además un sabor especial, por cuanto el presidente Arnold Collado aprovechó para hacer una semblanza de una temporada en la que se han ampliado horizontes y estrechado lazos con las principales instituciones y salas de la ciudad, y se hizo entrega de distinciones de honor a los socios más veteranos del momento, Antonio Sánchez Troncoso, Rosario Solís Moreno y Ramón Ruiz Peña, quien en su discurso de agradecimiento hizo un apasionante y emotivo recorrido por la historia de la institución y de paso de la gran música en nuestra querida Sevilla.

Un momento del acto de entrega de las distinciones de honor

El concierto de Fernández-Nieto arrancó con la Suite Española de Albéniz, de menor enjundia e influencia que la magistral Suite Iberia, pero igualmente susceptible de las lecturas más delicadas y emocionales frente a las más exaltadas y apasionadas. El pianista optó por una versión sustentada en el más suculento lirismo, refinada y estilizada, y tan paladeada que se podía advertir cada inflexión y cambio de registro, cada nota con cristalina trasparencia. Hubo puntuales desencuentros técnicos en un viaje que afrontó sin partitura, como el resto del programa. Se colaron algunas disonancias y notas estridentes o fuera de lugar, pero poca cosa comparada con el espíritu y el color con los que abordó la página, que tradujo desde el sentimiento y la comprensión, con escalas en una reposada y sensual Granada, una elegante y perfectamente ritmada Sevilla, una suave melancolía en Cádiz, una muy sincopada y decidida Asturias o una evocadora y también sensual Cuba en forma de delicada habanera.

La más popular de las grandes obras para piano solo de Rachmaninov, la Sonata nº 2, sirvió para estimular la técnica más depurada y la expresividad apasionada y frondosa del joven pianista. Adoptó para ello la versión de Vladimir Horowitz, que combina con autorización del autor la original de 1913 y la revisada en 1931, más densa pero más concentrada. En sus manos la extraordinaria pieza respiró impulso dramático, un conmovedor lirismo y un extremado virtuosismo que le permitió resolver sus intrincadas relaciones estructurales y compleja polifonía con una excelencia indiscutible. Fernández-Nieto logró una interpretación llena de tensión dramática, con un cuidado fraseo y un sentido elegante de la melodía y la armonía, lo que derivó en una versión emocionante e imaginativa de la página, vigorosa y trágica en el allegro inicial, misteriosa en el non allegro central, y agitada y majestuosa en el movimiento final, manteniendo en todo momento el equilibrio y la proporción. La muy difícil técnicamente, y no exenta de interés expresivo y emocional, Islamey de Mili Balakirev, una fantasía oriental fecunda en arpegios y escalas, sonó en manos de Fernández-Nieto impecable, agitada y arrebatada, superando sus frenéticas frases y cambios de registro con maestría, no en vano se trata del primer pianista español que la ha grabado en disco. Con este concierto descubrimos finalmente a un gran pianista, que toca desde el corazón, engancha al oyente de principio a fin y se implica emocionalmente en cada pieza que afronta.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

miércoles, 22 de junio de 2022

FLORES Y ORTEGA: LOS FRUTOS DE LA ACADEMIA

Recital de la Fundación Barenboim-Said. Nicolás Flores Bermejo, piano. Programa: Balada nº 4 Op. 52 en fa menor, de Chopin; Sonata nº 7 Op. 83 en si bemol mayor, de Prokofiev. Guillermo Ramírez Ortega, piano. Programa: Sonata nº 18 Op. 31 nº 3 en mi bemol mayor, de Beethoven; Barcarola Op. 60 en fa sostenido mayor, de Chopin; El Pelele, de Granados. Patio de la Montería del Real Alcázar de Sevilla, martes 21 de junio de 2022

Nicolás Flores Bermejo

La noche se presentó fresca, quizás demasiado, para acoger en el precioso Patio de la Montería del Alcázar sevillano el recital de dos jovencísimos pianistas arropados por la Fundación Barenboim-Said, en cuya Academia de Estudios Orquestales han cursado su último año hasta el momento. Demasiado jóvenes para en tan forzosamente corta trayectoria haber logrado ya tan suculentos frutos, el madrileño Nicolás Flores y el malagueño Guillermo Ramírez Ortega demostraron ser muy aplicados, tocando sin partitura y con las ideas bastante claras para el grado de madurez que se presume en artistas de su edad. El resultado fue una noche gozosa y entrañable, animada por una serie de piezas trascendentales del pianismo universal, de las que los intérpretes supieron al menos sacar buen provecho, con unas nada desdeñables recreaciones de las mismas bajo la siempre condicionante y atenta mirada del público convocado.

Con apenas dieciocho años, Nicolás Flores Bermejo acometió la Balada nº 4, obra maestra absoluta de Chopin, con la responsabilidad que lleva enfrentarse a una página tan difícil técnica y expresivamente. Pasó por la partitura con cierto exceso de compostura y respeto, lo que se tradujo en una falta de mayor intensidad y exaltación. La suya fue una interpretación impecable, acaso algo lenta dejando entrever su férrea arquitectura con un mayor grado de claridad, pero sin la tensión necesaria. No obstante supo dosificar con maestría sus pasajes más turbulentos con los más delicados sin que se apreciaran en exceso las costuras, con elegancia y suavidad, llegando a alcanzar en el final el virtuosismo y la bravura exigida. A la Sonata nº 7 de Prokofiev le faltó más garra y fuerza expresiva. Es cierto que la atacó con idéntica disciplina, pero toda la tragedia subyacente en tan dolorosa partitura quedó algo desdibujada frente a un mayor interés por traducirla técnicamente a la perfección. Acertó más en su fúnebre movimiento central que en los sincopados extremos que demandan más vigor y entusiasmo. A nivel de agilidad no se le puede reprochar nada, resolviendo sus cambios rápidos y sus complejas articulaciones con virtuosismo y disciplina, y sin llegar en ningún momento a aporrear el teclado como hacen muchos.

Guillermo Ramírez Ortega

Tuvimos que frotarnos los ojos para convencernos de que no habíamos viajado al pasado y estábamos viendo a aquel Eugeny Kissin jovencísimo que tanto triunfó en la década de los ochenta del siglo pasado, cuando apareció en el escenario Guillermo Ramírez, natural de San Pedro de Alcántara y de considerable parecido con el intérprete ruso. Ramírez Ortega optó por una revisión de la Sonata nº 18 de Beethoven de regusto rococó, una decisión muy insólita tratándose de un intérprete tan joven e inexperto, por muchos premios y conciertos que lleve ya a sus espaldas, como su compañero. Se nota en ambos intérpretes el aprendizaje arduo y concienzudo que habrán recibido de los prestigiosos Pérez Floristán y Edgar Nebolsin, entre otros y otras. Ramírez tuvo además la osadía de convertir el minueto central en una suerte de adagio a través del ritmo y la expresión, con lo que la pieza no quedó huérfana de ese característico movimiento lento. El resto fue ligero y jocoso, especialmente en un scherzo en el que mantuvo con firmeza el acompañamiento en staccato de la mano izquierda, con un uso moderado en todo momento del pedal, acaso buscando un toque más seco y austero en cada nota. La Barcarola de Chopin resultó fluida y hermosa aunque algo menos grácil de lo deseable, más espesa. Sus ondulaciones comenzaron con calma y fueron poco a poco alcanzando un registro más dramático y agitado. El Pelele, única de las obras de Granados inspirada directamente en un cuadro de Goya, sonó popular y colorida en las manos ágiles y comprometidas del joven pianista, dejando claro junto a su compañero los excelentes frutos que es capaz de cosechar la Academia de la Fundación Barenboim-Said, que con este acertado evento celebró el Día de la Música y su compromiso con los damnificados por la Guerra de Ucrania.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

martes, 21 de junio de 2022

SPIDERHEAD Thriller carcelario con poco futuro

USA 2022 106 min.
Dirección
Joseph Kosinski Guion Rhett Reese y Paul Wernick, según el relato corto de George Saunders Fotografía Claudio Miranda Música Joseph Trapanese Intérpretes Chris Hemsworth, Miles Teller, Jurnee Smollett, Mark Paguio, Tess Haubrich, Nathan Jones Estreno en Netflix 17 junio 2022

Algo tan habitual en el Hollywood dorado, que un director fuera capaz de realizar más de una película en un mismo año, parece hoy algo impensable. Sin embargo Joseph Kosinski ha obrado el milagro, y tras estrenar con éxito en la gran pantalla la esperada secuela de Top Gun, recala ahora también en las plataformas digitales con una nueva propuesta. Se trata de la adaptación de un relato corto publicado en The New Yorker bajo el título Escape from Spiderhead, sobre una institución carcelaria en un futuro próximo donde los presidiarios se someten a experimentos de diversa índole a cambio de disfrutar de un régimen de comodidad privilegiado a pesar de sus condenas.

Lástima que el proceso de adaptación, y su necesaria dilatación, no haya encontrado el equilibrio suficiente entre lo que cuenta y cómo lo hace. La empresa se instala en el diálogo excesivo, sin que visual ni dramáticamente llegue a infundir algo más que mera curiosidad. Como thriller no funciona, como tema no llega a cuajar, a pesar de tratarse del control y dominio de la mente humana para propósitos seguramente poco edificantes, y como artilugio de entretenimiento y diversión se queda corto.

Chris Hemsworth hace lo imposible para resultar verosímil como científico loco, pero su imponente físico no ayuda, mientras Miles Teller, habitual en el cine de Kosinski, no parece identificarse demasiado con el papel que le ha tocado interpretar. La caprichosa y fuera de tiesto selección de temas musicales vintage (Hall & Oates, Doobie Brothers, Supertramp, Herb Alpert) tampoco ayuda demasiado a dar fuelle y ritmo a la película, ni a digerir tan insignificante propuesta.

lunes, 20 de junio de 2022

APOTEÓSICO REENCUENTRO CON UN PAT METHENY ENCICLOPÉDICO

Cita en Maestranza. Pat Metheny, guitarras. Chris Fishman, teclados y piano; Joe Dyson, batería. Teatro de la Maestranza, jueves 19 de junio de 2022


No es tan mediático como los Red Hot Chili Peppers, Guns N’ Roses, ni siquiera Manuel Carrasco o Alejandro Sanz, por citar algunas de las estrellas que se han paseado estos últimos días por la capital hispalense, y sin embargo merece calificarse como una estrella más que ninguno otro, con tantas décadas de éxito y trabajo inagotable a sus espaldas, una sana obsesión por experimentar y estar continuamente transmitiendo nuevas emociones, y una agilidad y clarividencia a la hora de interpretar que no pierde ni un gramo de su aquilatado peso ni por el paso de un tiempo que en su caso parece haberse frenado en todos los sentidos. Pat Metheny volvió a Sevilla, y fue en una de las citas más esperadas de cuantas hemos podido disfrutar en la ciudad, tras las continuas cancelaciones que sufrió por efecto de la pandemia. El genial sin paliativos guitarrista nacido en Missouri y curtido en Kansas, regresó a la ciudad después del muy experimental concierto que nos brindó hace once años en este mismo escenario. Fue entonces en el marco del ciclo Grandes Intérpretes, y lo hizo ahora en el que le sustituye, Cita en Maestranza, en clara alusión a aquellos conciertos ochenteros que se celebraban en el solar que ahora ocupa este templo de la música y la danza.

Salió puntual al escenario, algo muy de agradecer que no todos ni todas las grandes de la música acostumbran a cumplir. Y lo hizo en tinieblas, destacando su envidiable y característica melena y un porte todavía juvenil tratándose de alguien próximo a los setenta, acompañado de su espectacular guitarra Pikasso, que lo mismo suena como un sitar que un bajo, un arpa o una guitarra clásica, gracias a esas cuarenta y dos cuerdas que maneja como un curtido prestidigitador. Y de la nada surgieron, como por arte de magia, sus dos jovencísimos acompañantes, Chris Fishman rodeado de una fortaleza de teclados y mesas, y Joe Dyson sacudiendo la batería como si le fuera la vida en ello. Forman parte del último proyecto en el que se ha embarcado el músico, Side-Eye New York, que precisamente da título a su último trabajo discográfico y del que extrajeron paradójicamente el tema It Starts When We Dissapear. Se trata de un programa a través del cual brinda la tan necesaria alternativa a jóvenes músicos que están empezando su carrera. La calidad del conjunto fue incuestionable en todo el concierto, alternando los solos acústicos de Metheny con las versiones más espectaculares del repertorio del artista, recorriendo títulos que fueron trascendentales en su época, muchos de ellos de aquella etapa dorada que forjó junto a Lyle Mays, fundamentalmente en los años ochenta y primeros noventa. También hubo espacio para la experimentación, con sonidos estridentes y atonales que evidenciaron el carácter sumamente ecléctico de la propuesta. Todas sus facetas juntas, como si de una enciclopedia sobre su persona se tratara.

Better Days Ahead
y Dream of the Return, del mítico Letter from Home, sonaron en nuevas y aseadas versiones, permitiendo al guitarrista lucirse en todos sus registros, con esos ensordecedores sobreagudos que caracterizan su toque cuando agarra el bajo, y esos característicos crescendi que nos dejan boquiabiertos hasta lograr la catarsis conjunta de un auditorio cada vez más entregado y entusiasmado con su aparentemente sencilla propuesta. También se recuperaron temas del álbum Still Life (Talking), como Minuano (Six Eight) o So May It Secretly Begin, además del excelente Always and Forever de Secret Story, siempre con la complicidad de dos artistas tan jóvenes y a la vez consumados, que tuvieron también su espacio para lucir en solitario sus virtuosas habilidades. Y así hasta que se destapó la sorpresa, ese Orchestrion que le acompaña en sus apariciones desde hace prácticamente una década y que el artista controla de forma tan mágica como magnética, no se acierta muy bien a saber cómo. De ahí surgen sonoridades llenas de fantasía y ritmo, sonidos puros de xilóxono, bongos o vibráfono que Metheny prefiere no sintetizar en un solo teclado y disfrutar al natural, generando una serie de sensaciones que unidas a unos discretos pero muy efectivos efectos de luz y color lograron un espectáculo bendecido por la psicodelia y el buen gusto.

En las generosas propinas pudimos disfrutar de su toque en solitario, desgranando temas encadenados entre los que pudimos apreciar ese This Is Not America que compuso para la película El juego del halcón e interpretó en su día David Bowie, o el éxito de Lennon y MacCartney And I Love Her, de su álbum de versiones What’s It All About (en referencia al clásico de Burt Bacharach Alfie). Echamos en falta algún extracto de su música para la película de David Trueba Vivir es fácil con los ojos cerrados, inexplicablemente inédita, al menos oficialmente, a pesar de ganar un Goya en 2013. Y entre las últimas veleidades del concierto, los tres nos brindaron una versión del célebre Are You Going with Me? absolutamente sobrecogedor con la complicidad de una acústica extraordinaria. En plena forma y dando lo mejor de sí mismo, así aguantó Metheny, arropado por sus jóvenes músicos, durante dos horas y media ininterrumpidas, tiempo en el que al menos el público permaneció ajeno al recuento de votos de las elecciones autonómicas.

Fotos: Guillermo Mendo
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

EL PADRE DE LA NOVIA Resultona revisión de un clásico

Título original: Father of the Bride
USA 2022 117 min.
Dirección
Gary Alazraki Guion Matt López, según la novela de Edward Streeter Fotografía Igor Jadue-Lillo Música Terence Blanchard Intérpretes Andy García, Gloria Estefan, Adria Arjona, Isabela Merced, Diego Boneta, Chloe Fineman, Rubén Rabasa, Enrique Murciano, Marta Velasco, Pedro Damián, Macarena Achaga, Laura Harring, Sean Patrick Dawson, Ana Fábrega Estreno en HBO Max 16 junio 2022


Lo habitual y más fácil cuando nos enfrentamos a la enésima revisión de un guion legendario, y más cuando se trata en clave tan alegre y con tanto sabor latino como es el caso, es despacharlo con cierto desprecio y condescendencia, no vaya a ser que nos tilden de blanditos y sentimentales. El debut en el cine americano del director mexicano Gary Alazraki, después del éxito cosechado en su país con su ópera prima Nosotros los Nobles, basado a su vez en la película de Luis Buñuel El gran calavera, es otro remake, en este caso el de la película de 1950 que tenía como protagonistas a Spencer Tracy y Elizabeth Taylor, que tuvo también una versión en 1991 con Steve Martin. Nos arriesgaremos a reconocer que de las tres esta es la que más nos ha gustado, y eso que somos incondicionales de Vincente Minnelli.

Aquella basaba su comicidad en la impotencia del padre ante la inminente pérdida de la niña de sus ojos en manos del matrimonio, a la vez que diseccionaba de forma más o menos velada el comportamiento radicalmente aburguesado de la sociedad americana. Ningún interés analítico ni mucho menos crítico informaba la intrascendente comedia que Charles Shyer firmó cuarenta años después para mayor lucimiento de Steve Martin. El ingenioso trabajo de readaptación que ha realizado Matt López, a pesar de que en su currículo apenas asoman cintas de fantasía y ciencia ficción de muy segunda fila, como El aprendiz de brujo o La montaña embrujada, convierte la novela de Edward Streeter en la que se basaban las otras dos películas en un mero pretexto, por cuanto aquí no es el problema del padre que ve cómo un jovenzuelo le arranca su preciosa hija de las manos, sino la suerte de su propio matrimonio, a la vez que toda la empresa sirve para hacer un retrato, por supuesto siempre desde la amabilidad y el sentimiento romántico, de la comunidad latina en Estados Unidos, pero con la novedad de que se trata de esa que ha logrado cumplir el sueño americano y asume también sus miserias , frente al problema de los refugiados y los inmigrantes, acrecentado tras la administración Trump, adoptando valores que solo encajan en las tradiciones desde antaño impuestas como dogma de fe.

En todo ese universo brillan, y ahí es donde radica el mayor logro del film, las mujeres, que han pasado de ser un mero adorno o un símbolo de sumisión, a protagonizar sus vidas, tomar sus decisiones, e ir siempre por delante en progresía y libertades al camino que siguen trazando los cipotecerebritos. Eso y la alegría que desprende toda la empresa, gracias a una puesta en escena ágil y divertida, una banda sonora espléndida, fundamentalmente de jazz latino, y la entrega absoluta de todo su reparto, empezando por un recuperado Andy García y una estupenda Gloria Estefan, poco proclive a aparecer en pantalla y con solo una protagonista a sus espaldas, Música del corazón en 1999 junto a Meryl Streep, y terminando con la recuperación de Laura Harring, la bella protagonista de Mulholland Drive, en un papel secundario. Cine para emocionarse y disfrutar, con un evidente subidón de alegría y vitalidad incluido.

domingo, 19 de junio de 2022

EL INSOPORTABLE PESO DE UN TALENTO DESCOMUNAL Nick se homenajea y se ríe de sí mismo

Título original: The Unbearable Weight of Massive Talent
USA 2022 105 min.
Dirección
Tom Gormican Guion Kevin Etten y Tom Gormican Fotografía Nigel Bluck Música Mark Isham Intérpretes Nicolas Cage, Pedro Pascal, Tiffany Haddish, Sharon Horgan, Alessandra Mastronardi, Paco León, Jacob Scipio, Neil Patrick Harris, Lily Mo Sheen, Ike Barinholtz, Joanna Bobin, Katrina Vankova Estreno en Estados Unidos 22 abril 2022; en España 17 junio 2022


En un ejercicio de honestidad y sana autocrítica, Nicolas Cage se interpreta a sí mismo en esta comedia de acción ambientada en Mallorca, aunque escenificada para la ocasión en Croacia. Cage se perfila aquí como un actor en bajas horas que acepta asistir como invitado de honor a la fiesta de un magnate español sospechoso de negocios muy turbios que ponen en entredicho la política exterior de Estados Unidos, empeñada en poner y derrocar políticos y regímenes a diestro y siniestro.

Como se puede observar la sorna no solo se ceba con el actor, cuya carrera se ve generosamente homenajeada a lo largo del metraje, poniendo en entredicho sus facultades interpretativas y sus múltiples y a menudo exagerados registros, sino también con la política de su país y el comportamiento de república bananera de otros que lo circundan, además de no desaprovechar la ocasión para criticar una vez más la situación actual de Hollywood. Pero todo está construido alrededor de la estrella, su inconfundible capacidad de atracción para millones de correligionarios, y su vis cómica. El director, que apenas cuenta en su currículo con un largometraje, Las novias de mis amigos, y una serie de televisión entre la comedia y el thriller paranormal, Ghosted, sin mucho éxito en ningún caso, apuesta ahora por una comedia refrescante y en general bastante inofensiva, donde abundan los chistes cinéfilos populares y la camaradería entre el actor y Pedro Pascal (Mandalorian, Narcos).

Por su parte, Paco León aprovecha para debutar en el cine americano con un acento bastante aceptable, una entrega total como es habitual en él y un papel importante por mucho que su nombre haya desaparecido de los títulos de crédito principales y el póster publicitario, por delante de otros que sí tienen ese privilegio. No negamos que hay secuencias que provocan rubor, como la delirante secuencia en la que ambos protagonistas van colocados, y abundancia de frases bobaliconas, pero se deja ver en general como lo que es, un homenaje al actor, divertido, fresco y carente de prejuicios. Atención a los cameos de Demi Moore y David Gordon Green también interpretándose a sí mismos. El segundo dirigió a Cage en una de sus mejores interpretaciones, Joe, y es responsable de las dos últimas entregas de Halloween.

sábado, 18 de junio de 2022

TENÉIS QUE VENIR A VERLA Entre la naturalidad y la pedantería

España 2022 64 min.
Guion y dirección
Jonás Trueba Fotografía Santiago Racaj Intérpretes Itsaso Arana, Vito Sanz, Francesco Carril, Irene Escolar Estreno 17 junio 2022

Jonás Trueba lo mismo necesita cuatro películas para contar los problemas de la juventud de hoy en clave documental, para luego perder su esencia y virtud al condensarlos en un solo trabajo (Quién lo impide), que se basta con una hora escasa para poner sobre el tapete un sinfín de cuestiones relacionadas con la delgada línea que separa la ficción de la realidad, los valores adoptados como dogmas de fe por una sociedad fuertemente aburguesada, la antropotécnica o influencia del hombre sobre la tierra y la vida para mejorar nuestras experiencias a través del desarrollo técnico, o las ventajas de vivir en la gran ciudad o evadirse de ella para encontrar la tranquilidad y la esencia de la vida en el mundo rural, algo muy cotizado tras la pandemia sufrida.

Todo esto cabe en el cóctel que el paradójicamente muy aburguesado hijo del Fernando, y a menudo rancio en el universo que plantea, prepara siguiendo unas pautas poco habituales en nuestro cine, tan habituado a seguir modas y líneas estéticas y temáticas a menudo importadas de otras cinematografías. A pesar de su corta duración, Trueba se deleita en sus personajes y situaciones, dilatando unas y sometiendo a largos primeros planos a los otros, mientras se sirve de la música para ilustrar los diversos acontecimientos, desde un encuentro en un café jazz madrileño al son de Chano Domínguez, a un viaje en tren al ritmo de Bill Callahan, pasando por un paseo nocturno por las calles de Madrid ilustrado por Bill Frisell, u otro a través del campo con música de Gregóire Mairet.

Mientras, la poesía de Olvido García Valdés, recitada por ella misma, nos invita a reflexionar sobre esa tenue separación entre ficción y realidad al que toda la empresa parece ir encaminada, incluida una original secuencia final, y la filosofía de Peter Sloterdijk nos anima a cambiar de vida. El título del film sirve a la vez como reclamo publicitario, mientras sus actores y actrices se prestan una vez más a sus romehrianos juegos dialécticos, como ya lo hicieron en Los ilusos y Los exiliados románticos (Sanz y Carril), La reconquista (Carril y Arana), y La virgen de agosto (Arana y Sanz); Escolar aparece así como una nueva aportación al particular y un poco pedante universo de este joven y a la vez viejo observador de estirpe cineasta.

LIGHTYEAR Animación con alma, magia y fantasía

USA 2022 100 min.
Dirección
Angus MacLane Guion Jason Headley, Angus MacLane y Matthew Aldrich Fotografía Jeremy Lasky e Ian Megibben Música Michael Giacchino Voces (en versión original) Chris Evans, Keke Palmer, Peter Sohn, Taika Waititi, Dale Souler, James Brolin, Udo Aduba, Mary McDonald-Lewis, Isiah Whitlock jr., Angus MacLane Estreno en Estados Unidos y España 17 junio 2022


Una empresa destinada a hacer taquilla a partir de un éxito del pasado, puede llevarse a cabo con total despreocupación y sin más interés que sacar partido a la idea, o se puede realizar poniendo todo el corazón, ofreciéndole un guion consistente y proporcionándole alma, eso que tanto escasea últimamente, especialmente en las películas de acción y aventura. Aunque a priori pudiera parecer que este era un vehículo destinado a aprovechar una vez más el tirón de Toy Story, el primer largometraje de Pixar y título que encumbró a sus creadores, John Lasseter, Peter Docter y Andrew Stanton, sorprende encontrarnos con una cinta tan bien elaborada, magnífica a nivel técnico y lo que es mejor, depurada a nivel expresivo y emocional. 

Para ello sus artífices, con Angus MacLane a la cabeza, curtido en la saga desde hace tiempo a fuerza de cortometrajes, han elaborado un cuidado guion, divertido a fuerza de continuos gags marca de la casa (Pixar, no Disney, que aquí se mantiene en un segundo plano), y estupendo a nivel dramático, proponiendo aventuras inquietantes, capaces de enganchar y entretener. Aquí hay magia y fantasía, que tantas veces echamos de menos, y sobre todo emoción. Seguro que nunca estuvo en el planteamiento de Lasseter y su equipo imaginar la historia de la que provenía el juguete Buzz Lightyear, compañero inseparable de Woody en las cuatro entregas de Toy Story. Pero cuela a la perfección que el muñeco fuera objeto del merchandising de una aventura galáctica cinematográfica en la línea de Star Wars, que es en definitiva, y como se anuncia al inicio de esta satisfactoria película, lo que constituye el film que nos ocupa.

No faltan personajes carismáticos, como el gato robot Sox, un auténtico descubrimiento, y valores en distintos campos, desde el trabajo en equipo a la diversidad y las familias alternativas, lo que le ha valido su censura en países retrógrados que impiden que la humanidad avance como sí lo hacen los habitantes de esta hermosa y divertida película, y del planeta en el que construyen su verdadero hogar. Y es que ya lo decía Burt Bacharach en su canción: una casa no es un hogar si no la habitan nuestros seres queridos.

viernes, 17 de junio de 2022

Estreno en salas de PICO REJA, LA VERDAD QUE LA TIERRA ESCONDE

Reseña de la película ganadora del Premio ASECAN al mejor documental de 2021
Estreno 17 junio 2022

DE UN BRAHMS EXQUISITO A OTRO MÁS VEHEMENTE

9º concierto del ciclo Gran Sinfónico de la Temporada nº 32 de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Marc Soustrot, dirección. Programa: Sinfonías nº 3 en fa mayor Op. 90 y nº 4 en mi menor Op. 98, de Brahms. Teatro de la Maestranza, jueves 16 de junio de 2022


No se trata del último concierto de la ROSS de esta temporada, pero sí del último de su director titular hasta la próxima. La semana que viene será su director honorífico, Michel Plasson, quien se ponga a las riendas de la orquesta para esta vez sí decir adiós a la temporada sinfónica hasta septiembre próximo. Soustrot cumplió con este concierto su intención de dirigir las cuatro sinfonías de Brahms en entregas de dos a dos. Las nº 1 y 2 las dirigió con notable tino y acierto hace dos meses, y anoche revalidó su dominio y comprensión de la literatura del compositor alemán rubricando un concierto memorable y plenamente satisfactorio. La experiencia sirvió además para constatar que los más grandes ni cansan ni aburren, que no importa cuántas veces se programen las mismas piezas, si tienen esta hondura y maestría, siempre acaban siendo bienvenidas. Si encima apreciamos nuevos resortes y matices en su interpretación, el resultado acaba siendo aún más conveniente y bien recibido.

No fue el arranque de la afamada Sinfonía nº 3 precisamente un dechado de virtudes; sonó lánguida, incluso flácida, en sus primeros acordes. Nada que la sabia batuta del francés y la profesionalidad de la plantilla no supieran resolver casi de inmediato, ofreciéndonos un primer movimiento expansivo, de reconocibles ribetes wagnerianos, agitado y apasionado, pero siempre desde una estética donde lo que primó fue lo exquisito, la elegancia y la delicadeza, sin grandes aspavientos ni énfasis dramáticos, muy apropiado para ese cariz otoñal que se presume a la página. Todo fue serenidad, equilibrio y profunda contemplación en el dulce andante, con un trabajo sobresaliente de las maderas y un recorrido armónico en la coda particularmente rico y variado. El célebre poco allegretto resultó un prodigio de espíritu agridulce, doloroso en la cuerda, determinado en la trompa y el oboe, y sin atisbo de esa languidez con la que otros lo abordan. Exultante, siempre desde esa delicadeza apuntada, resultó el allegro final, sin rigidez, siempre inquieto y solemne, ardiente y deslumbrante pero sin perder la serenidad, y haciendo especial énfasis en su meditativa y alargada coda, donde unas oportunas dosis de fantasía parecieron añadir nuevos matices a la conocida página.

La Sinfonía nº 4, por tantos considerada la mejor del ciclo, se resolvió con otro ánimo, con más vehemencia. Soustrot dejó bien clara, ya desde un principio, su férrea arquitectura, y eso que también aquí el arranque exhibió unos inoportunos desajustes entre la cuerda y el resto de la plantilla, que se repitieron en la reexposición del primer tema para no aparecer más. El espíritu barroco que informa la partitura y la pasión romántica que la anima, encontraron en esta versión de Soustrot la combinación perfecta, sin artificios ni imposturas, con naturalidad y capacidad reflexiva. Aquí quedaron manifiestamente expuestas las virtudes de una página que rememora lo arcaico pero abre puertas al futuro. Dvórak y Mahler asomaron en la sabia dirección y la brillante respuesta de la orquesta, con un trabajo una vez más impresionante en la cuerda grave, especialmente los ocho contrabajos que reforzaron la grandeza de la partitura. Al primer movimiento, inquieto y dinámico, siguió un andante místico y casi religioso, propenso en transformaciones densas y potentes, y un scherzo animado por una alegría ambigua, impetuoso y marcadamente rítmico. Así hasta desembocar en la chacona final, más de treinta variaciones cuya frescura y naturalidad quedan en manos de la pericia del director. Un flujo de ideas y detalles perfectamente cohesionadas y ensambladas que desembocaron en un final de enorme envergadura trágica, como una fuerza de la naturaleza que Soustrot y una brillante ROSS supieron dosificar con incontestable maestría.

Fotografía: Guillermo Mendo
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

lunes, 13 de junio de 2022

NINJABABY Otra comedia happy sobrevalorada

Noruega 2021 103 min.
Dirección
Yngvild Sve Flikke Guion Johan Fasting, Yngvild Sve Flikke e Inga Saetre Fotografía Marianne Bakke Música Kare Vestrheim Intérpretes Kristine Kujath Thorp, Arthur Berning, Nader Khademi, Tora Christine Dietrichson, Silya Nyomen, Evelyn Rasmussen Osazuwa y la voz de Herman TØmmeraas Estreno en Noruega 21 mayo 2021; en España 9 junio 2022


Con el premio del cine europeo a la mejor comedia en su última edición, se estrena una nueva comedia de esas que podemos considerar happy, proveniente del norte del continente. Plantea desde un punto de vista aparentemente fresco y original un embarazo no deseado, convirtiendo las decisiones de la mujer al respecto como nueva arma de control y dominio de su cuerpo y futuro. Se trata una vez más de poner en tela de juicio ese instinto maternal que se presume en toda mujer, siguiendo para ello un esquema de comedia romántica desde todo punto importado del cine indie americano, con sus hechuras y sus personajes marginales rayando a veces lo ridículo y otras directamente lo histérico.

Lo fácil es rendirse a sus supuestos encantos, pero lo cierto es que se corre el riesgo de aburrirse y no dejarse arrastrar por sus muy manidos planteamientos. Que por el camino se destruyan otros tópicos del amor romántico, colocando en el eje del interés amoroso de la protagonista a un hombre en las antípodas del semental seductor, no nos parece suficiente para elevar la cinta por encima de un valor meramente coyuntural y simpático. Para que no falte nada en el proyecto con el fin de destacar su carácter amable y distendido, la chica se dedica a escribir cómics, por lo que diseñar un bebé con pinta de luchador ninja para dialogar y discutir con él sobre el futuro de ambos, le servirá de terapia ante las dudas que le plantea esa maternidad sobrevenida y no deseada.

Y para que las similitudes con este tipo de productos al otro lado del charco no decaigan, todo lo que durante dos tercios de película es abiertamente comedia, se convierte de repente en drama existencial. No faltan tampoco las canciones pop que ayudan al progreso dramático de la función. Poco planteamiento en fin, y menos resolución, este éxito inesperado a algunos nos parece una decepción y una pérdida de tiempo.

domingo, 12 de junio de 2022

INSTALADOS EN LA LUZ Y LA MADUREZ

12º Concierto del XXXII Ciclo de Música de Cámara de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Carlos Martínez, violín. Alejandro Gómez, violonchelo. Alberto Menjón, piano. Programa: Trío nº 1 en Si bemol mayor Op. 99 D.898, de Schubert; Trío nº 2 en Si menor Op. 76, de Turina; Trío nº 2 en Do mayor Op. 87, de Brahms. Espacio Turina, domingo 12 de junio de 2022


No hay forma de bajar el listón, la calidad sigue siendo exigencia y emblema en esta y otras manifestaciones musicales que inundan la ciudad en estos últimos días de la presente temporada, antes de que las Noches del Alcázar tomen el esperado relevo estival. Al margen de la excelente labor que al frente de Juventudes Musicales de Sevilla ejerció Julio García Casas a lo largo de varias décadas, no podemos dejar de insistir en el magnífico trabajo que sus actuales responsables, especialmente Arnold Collado, Concha Arenal y Emilio Puch, están realizando en la actualidad, sobre todo en relación al grado de colaboración en el que se han embarcado con otras importantes instituciones musicales de la ciudad, especialmente la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, el Teatro de la Maestranza y este Espacio Turina en el que se desarrolló el concierto que nos ocupa. No hace mucho fue precisamente la ROSS la encargada de dar voz a jóvenes talentos, también de la mano de Juventudes en el Maestranza,
bajo la atenta batuta de Alfonso Casado, a la hora de este último concierto del ciclo de cámara de la ROSS responsabilizándose de la última entrega de Fantasía Live in Concert en el teatro del Paseo Colón. Juventudes Musicales sigue celebrando además su habitual Festival de Primavera en el Teatro Cajasol, con citas el martes 14 con INNsolitus Trio y el miércoles 22 con el pianista Juan Carlos Fernández-Nieto… ¡No paran!

Los tres jóvenes intérpretes convocados para la ocasión han demostrado sobradamente sus indiscutibles habilidades. Sin ir más lejos, Carlos Rafael Martínez Arroyo nos sorprendió hace casi una década en la Sala Manuel García del Maestranza con un magnífico recital del que destacamos su proverbial expresividad y depurada técnica. Junto a él, el igualmente joven Alejandro Gómez dejó su impronta como entregado, incluso apasionado violonchelista, haciendo uso de un desprejuiciado vibrato y evidenciando un exacerbado lirismo, además de una férrea línea de canto y un fraseo sincero y fluido, mientras como pianista de acompañamiento, a falta de juzgar sus aptitudes como solista, Alberto Menjón demostró una enorme generosidad y derroche de virtuosismo y delicadeza. Exhibidas sus aptitudes personales, solo faltaba compenetración y buen entendimiento para generar la excelencia, y vaya si la hubo. Aunque los primeros acordes del Trío en Si bemol mayor de Schubert sonaron más distendidos que enérgicos, los tres intérpretes lograron rápidamente afrontar su carácter jubiloso y luminoso, sin descuidar la ternura que también lo informa, con acentos contundentes en la cuerda y un respetuoso acompañamiento al piano, ganando en serenidad y calidez conforme avanzaba su primer tiempo, allegro moderato. Más ensoñado y con un envidiable cariz poético afrontaron el andante, con un excepcional trabajo en el diálogo y la alternancia de los instrumentos. Tras un rítmico y ágil scherzo, tan evocador como burlón al mismo tiempo, el allegro vivace sonó alegre y considerablemente despreocupado, alcanzándose un equilibrio abrumador y un final endiablado muy bien resuelto.

Entre dos obras tan exigentes y complejas, podría presumirse que la de Turina representa un bálsamo de descanso para el intérprete, pero si se somete al serio estudio y profundización al que seguramente se entregaron los tres jóvenes intérpretes, el resultado puede llegar a ser tan exhaustivo como agotador. Limando los acentos puramente andaluces de la partitura y centrándose más en su cosmopolita expresividad, lograron un Trío nº 2 de marcados acentos y ritmos, tan dulce en su movimiento central como fuertemente contrastado resultó el variado movimiento de conclusión, incluyendo un endiablado allegro final. El Trío nº 2 en Do mayor de Brahms son palabras mayores, y lograr una interpretación a la altura toda una hazaña. Martínez, Gómez y Menjón lo consiguieron gracias a la pulcritud de su fraseo, el sentido de la responsabilidad desplegado, su profunda comprensión y ese talante de ir a por todas que informó todo el concierto. En consecuencia apreciamos un dominio absoluto de la forma y un vigor expresivo solo alcance de los mejores. Sus continuos vaivenes emocionales fueron resueltos con nobleza y maestría, con cada intérprete luciendo en sus pasajes solistas, seduciendo en el scherzo y logrando el grado exacto de robustez y fantasía en el allegro giocoso que lo cierra.

Fotos: Guillermo Mendo
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

LA VOLUNTARIA Perdida y frustrada

España 2022 99 min.
Dirección
Nely Reguera Guion Nely Reguera, Eduard Solà y Valentina Viso Fotografía Aitor Echevarría Música Javier Rodero Intérpretes Carmen Machi, Hamam Aldrarweesh, Itsaso Arana, Dèlia Brufau, Arnau Comas, Yohan Lèvy, Henrietta Rauth Estreno  en el Festival de Málaga 25 marzo 2022; en salas 9 junio 2022


En su segundo largometraje como directora, Nely Reguera insiste en trazar el retrato de una mujer perdida en el sistema. Si Barbara Lennie lo estaba en el entramado familiar que se nos ha impuesto desde la iglesia y las instituciones en María (y los demás), Carmen Machi interpreta ahora a una mujer con conciencia que pretende echar una mano como voluntaria en un campo de refugiados sirios en Grecia. Segunda vez por lo tanto en solo unos meses que nuestro cine viaja a tierras griegas con intención de reflejar la situación de los refugiados sirios en aquel país, aunque a diferencia de Mediterráneo, La voluntaria fija más la atención en la peripecia personal de su protagonista, lejos de denunciar ninguna situación política o coyuntural.

Machi es una doctora jubilada que no parece encontrar su lugar en la sociedad, ni entre unos hijos a quienes parecen sobrarle ni entre unas amigas que disfrutan de su recién estrenado status entre viajes y restaurantes. La conciencia de occidente, y también su prepotencia, se hace presente en su espíritu y decide fichar como voluntaria en una ONG, pero las cosas no serán como parecen. Lejos de representar algo fuera del sistema, no exactamente una anarquía pero sí al menos cierta utopía donde las necesidades y las capacidades se acoplen, la mujer se topará con las normas, las reglas y las responsabilidades, lejos del sentimiento y la presunta humanidad con las que pretendía satisfacer su conciencia y necesidad. Así las cosas veremos a una Carmen Machi siempre espléndida perdida en ese microcosmos, con un inglés precario y muchas limitaciones emocionales, que derivarán en una serie de desafortunadas y caprichosas decisiones que marcarán una segunda parte entre el estupor y cierto convencionalismo que deja en entredicho nuestra capacidad solidaria y preparación emocional para afrontar este tipo de calamidades.

Lejos de plasmar la típica evolución y progreso del personaje, asistimos a su involución, a la degradación y el fracaso, en un procedimiento no siempre limpio, a menudo convencional y a veces incluso impostado, a pesar de que el tratamiento del conjunto posee frescura y naturalidad, si bien no siempre la fuerza deseable. A Machi le dan perfecta réplica un niño cuyos traumas le han propiciado una suerte de autismo, y la joven que parece dirigir el campo y cuyo sentido de la responsabilidad y el deber le convierten en el personaje más desagradable de la función, al que presta su carisma y talento Itsaso Arana (La virgen de agosto). Se pudo ver en la sección oficial del Festival de Málaga.

sábado, 11 de junio de 2022

FANTASÍA POR LA ROSS: BALLENAS EN EL CIELO

Fantasia Live in Concert. Concierto extraordinario de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Alfonso Casado, director. Programa: Fragmentos de las películas Disney Fantasía y Fantasía 2000, con música de Beethoven, Chaikovski, Stravinski, Debussy, Elgar, Ponchielli, Dukas, Respighi y Saint-Saëns. Teatro de la Maestranza, sábado 11 de junio de 2022

Foto: Marina Casanova

Hay muchas maneras de acercarse a la música clásica y dejarse embaucar por la inmensamente satisfactoria experiencia que deja su seducción y deleite. Algunos lo hicieron a partir de unas grabaciones que en su día se consideraron horteras, las de Louis Clark y la Royal Philharmonic a ritmo de discoteca, que llevaban por nombre Hooked on Classics, o antes de la mano de Waldo de los Ríos y sus adaptaciones sinfónicas al pop, entre ellas la mítica Canción de la alegría entonada por Miguel Ríos. Otros lo hicieron a través de la música de cine, que en los ochenta se retrotrajo a la tradición sinfónica vienesa de los pioneros de Hollywood. Hubo quienes la descubrieron gracias a la obra maestra que Disney produjo a principios de los cuarenta, Fantasía, de la que sesenta años después se estrenó su secuela Fantasía 2000. De ambas producciones se ha hecho una selección de hora y media para ser proyectada al son de los atriles de una orquesta sinfónica, en este caso la ROSS. Se trata de una práctica ampliamente difundida en las últimas décadas, y que ha sacado brillo a partituras de John Williams (E.T.) o Bernard Herrmann (Con la muerte en los talones, Vértigo), por poner algunos ejemplos. No es exactamente el caso de las películas mudas a las que la Sinfónica ha prestado voz antaño (La revoltosa, Carmen de Cecil B. de Mille) o más recientemente (El chico, Luces de la ciudad), tampoco el de este feliz experimento, sí por el contrario el que nos brindó el especialista Anthony Gabriele y la Orquesta Sinfónica Camera Musicae justo antes del confinamiento en el Auditorio de la Cartuja con Un americano en París, donde la banda sonora orquestal fue sustituida literalmente por la interpretada en perfecto estilo por la orquesta en directo.

Desconfiamos de la decisión de reducir este Fantasía en vivo a públicos infantiles o familiares. Lo sé por experiencia, que hace treinta años llevé a mi sobrino a ver la película al extinto Cine Rialto y acabamos en la calle antes de terminar ante la exasperación del niño y el público que tuvo la desgracia de aguantarlo. Nunca fue la película de 1940 concebida para estos espectadores, sino más bien una delicatesen para melómanos y amantes del arte y la cultura en general, por lo que hubiésemos quedado más satisfechos de haberse programado una tercera sesión enfocada solo a estos últimos, lo que de paso habría propiciado un mayor respeto por el impagable trabajo de los maestros y maestras de la orquesta, y la magnífica labor del incombustible y cada vez más y mejor acreditado director alcalareño Alfonso Casado. Bienvenida sea de todas formas cualquier iniciativa enfocada a incentivar el gusto por la gran música, y en estos dos films hay una buena, nutrida y variada selección de ella.

Stokowski y Levine recreados

Los arreglos que Leopold Stokowski hizo de cada pieza seleccionada para reducirla y adaptarla a las necesidades de animación, sonaron en la ROSS con una nitidez y una magnificencia al alcance solo de los conjuntos más consolidados. De ellos destacaron especialmente la Pastoral de Beethoven, ilustrada de forma harto melosa y con una estética muy del gusto machista de la época, pero que en los atriles de la orquesta brilló con entidad propia. Muy precisa y ajustada en tiempo y ritmo estuvo la selección del Cascanueces de Chaikovski, un derroche de imaginación al que Casado prestó un considerable talento para el colorido y la imaginación. También la Danza de las horas de la ópera La Gioconda de Ponchielli encontró en la Sinfónica una respuesta entusiasta y enérgica, mientras para El aprendiz de brujo de Dukas, la pieza más icónica de la colección, se reservó todo el ímpetu y la fuerza expresiva imaginable. La sorpresa llegó de la mano del Claro de luna de Debussy, un fragmento descartado en su día de la película y que encontró en la batuta y la orquesta una interpretación henchida de poética delicadeza. Echamos en falta la agresividad de la Noche en el Monte Pelado de Mussorgsky y la oportunidad de recrearse con los dinosaurios de La consagración de la primavera de Stravinski, así como esa memorable introducción al ritmo de Tocata y fuga de Bach que Stokowski hizo suya con su propia orquestación. En su lugar la experiencia vino prologada por el primer movimiento de la Quinta de Beethoven, correspondiente a la segunda de las películas homenajeadas. Atrás quedó la regrabación que Irwin Kostal hizo de la partitura para su reposición en los ochenta, y que no fue tomada en cuenta por la sabia batuta del reputado director sevillano.

El espectáculo sirvió también para revalorizar Fantasía 2000, una película que en su día pasó sin pena ni gloria y que la crítica despreció a la sombra de su ilustre precedente. Pudimos comprobar en esta ocasión la riqueza y colorido de su animación, pero también la belleza de las piezas elegidas, y sobre todo sus emocionantes mensajes ecologistas, tan presentes en el fragmento de Stravinski El pájaro de fuego y esa conmovedora regeneración de la tierra, sus valles y ríos tras la hecatombe producida por la lava de un volcán, y sobre todo el de Respighi, con esos Pinos de Roma evocando la grandeza de las criaturas del planeta y recordándonos que los hombres ni somos el centro del universo ni quienes más merecemos sus privilegios, sino más bien los mayores depredadores que lo habitan. Simplemente esas ballenas emergiendo de los mares helados del Ártico y elevándose en elegante marcha sobre los cielos, conmueve más que cualquier otro alegato ecologista al respecto. También aquí Casado acertó a recrear las orquestaciones de James Levine, entonces responsable de la Metropolitan Opera de Nueva York y caracterizado por su trazo más bien grueso y alejado de cualquier atisbo de delicadeza, lo que se hizo especialmente patente en la decibélica combinación de las marchas de Pompa y circunstancia de Elgar que ilustran un Arca de Noé protagonizado por el Pato Donald. Fuera quedaron episodios como esa Rapsodia en blue de Gershwin, quizás uno de los más logrados a nivel de animación de la cinta, o ese Soldadito de plomo que danza al ritmo del Concierto para piano nº 2 de Shostakovich, que en ambos casos hubieran requerido la intervención de un o una pianista con talante solista. Sí se salvó el final del Carnaval de los animales de Saint-Saëns, ofrecida como propina también ilustrada, tras la merecida ovación de un público con profusa participación de niños y niñas no todas de impecable comportamiento. De cualquier modo fue un concierto-película memorable y una nueva y a buen seguro gratificante experiencia para la plantilla de la orquesta. Por cierto, me volvió a acompañar mi sobrino, que esta vez disfrutó inmensamente.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

UNA CONJUNTA APOTEÓSICA Y TRIUNFAL

Concierto nº 6 de la 11ª temporada de la Orquesta Sinfónica Conjunta. Orquesta de Vientos de la OSC. Juan Bernal, saxofón. Camilo Irizo, dirección. Programa: Invocación para cinco percusionistas, de Manuel Castillo; Poème du feu pour grandeorchestred’harmonie, de Ida Gotkovsky; Obsessionelle para banda sinfónica y saxofón tenor, de Eneko Vadillo; Symphony nº 6 “Symphony for Band”, de Vincent Persichetti. Auditorio ETS Ingeniería, viernes 10 junio de 2022

Camilo Irizo al frente de la orquesta

Ayer viernes la Conjunta culminó la que quizás pudiéramos bautizar como su temporada más ambiciosa, la
décimo primera, con siete conciertos repartidos desde el pasado mes de enero en los que ha habido espacio para muchas disciplinas, desde el clasicismo y el romanticismo más absolutos hasta la vanguardia, la alternativa a posibles nuevos valores de la dirección, o monográficos centrados en la percusión y, como ahora y la segunda entrega de la temporada, en los vientos. Como en aquella feliz ocasión, esta orquesta de constante cambio de plantilla vio sus secciones de metal y madera considerablemente aumentadas, hasta alcanzar la de toda una sinfónica de grandes proporciones, para enfrentarse a otro de esos extraordinarios programas a los que nos tienen acostumbrados y en los que tienen cabida autores más próximos a la vanguardia o al menos a las estéticas que imperan en la actualidad.

Hay algo indiscutible que distingue a esta formación de otras de características similares que tanto abundan afortunadamente hoy en día. Puede que sea la motivación, ese matiz tan importante e invisible que impregna el entusiasmo de sus artífices y que hace que se enfrenten a cada cita con el ímpetu, la disciplina y el relativo nivel de excelencia que consigue programa tras programa el milagro. Como ya ocurriera en aquella ocasión a finales de enero, también con Camilo Irizo a la batuta y un programa centrado en vientos, la Conjunta volvió a deslumbrar y a triunfar, y nosotros y nosotras volvimos a preguntarnos por qué su presencia no es más habitual en otros espacios y manifestaciones más asentadas en el círculo cultural de la ciudad. A Juan García Rodríguez, su director titular y sin duda principal artífice de este fenómeno, solo lo hemos visto dirigir a la Sinfónica de Sevilla en una ocasión, y la Conjunta apenas se ha subido al escenario del Maestranza en un par de ocasiones. No es así como se cuida una institución que año tras año ha ido desvelándonos su valía y el nivel técnico y artístico que han alcanzado nuestros jóvenes.

Gran sentido del espectáculo

Casi un centenar de chicas y chicos se dieron cita ayer tarde en el Auditorio de Ingenieros, ante unas gradas menos pobladas que de costumbre, pero suficiente teniendo en cuenta la hora, la fecha y el calor intenso que hacía. La orquesta se organizó de forma que las maderas se repartían entre la mitad izquierda y la línea frontal, los metales a la derecha, a excepción de las trompas, todas femeninas, situadas tras las maderas, y una pequeña sección de cuerda, tres violonchelos y dos contrabajos, junto a los metales, con una amplia sección de percusionistas al fondo. Estos últimos, en formación de cinco, se encargaron de inaugurar la velada, con una pieza de Manuel Castillo, quien justamente da nombre al conservatorio del que proceden la mayoría de estos y estas alumnas. Invocación es una obra que da mucho juego a timbales, tambor, xilofón o glockenspiel pero no sigue ningún discurso ni desarrollo concreto, limitándose a desplegar una serie de pasajes, algunos muy recogidos y otros más explosivos que los cinco intérpretes desgranaron con mucho sentido de la precisión y un encomiable trabajo en equipo. Tras ellos la amplia plantilla se enfrentó a una apabullante página, el Poema de fuego de la compositora y pianista francesa Ida Rose Esther Gotkovsky, donde se ensalza ese fuego de grandes proporciones que representa los primeros indicios de vida, y que en su segunda parte celebra al hombre como apoteosis de la creación. Una progresión de elementos épicos que entroncó a la perfección con la pieza precedente, centrada en sonidos primigenios que sirvieron así como introducción a la explosión de expresividad que representa la pieza de Gotkovsky, y que la extensa plantilla, comandada por el sabio juicio de Irizo, resolvió con una claridad y una riqueza de matices impensable en una formación en prácticas y más aún en una obra de tal envergadura que fácilmente podría caer en un caos y una algarabía tormentosa y desequilibrada.

Juan Bernal, saxofonista excepcional

Con el mismo empuje y excelencia se enfrentaron a otra obra descomunal, Obsessionelle del malagueño Eneko Vadillo, habitual en los atriles de Zahir Ensemble y Taller Sonoro, y puntual en los de la ROSS. Aquí el ejemplar trabajo a todos los niveles de la orquesta tuvo que combinarse con la labor solista del saxofonista, de insultante juventud, Juan Bernal, que logró desde la humildad y la timidez personal, levantar los pasajes en solitario con una maestría y un empuje solo al alcance de los más consumados, estéticas jazzísticas incluidas. Una suerte de Ornette Coleman jovencito integrado en la profusa y claustrofóbica orquestación de la exuberante pieza. Ya más convencional, la Sinfonía para banda del norteamericano Vincent Persichetti, sexta de las nueve que compuso, puso de manifiesto el virtuosismo de la plantilla y su perfecta combinación de ritmo, melodía y atmósfera. Con una estética muy próxima a Aaron Copland y, sobre todo, al compositor de bandas sonoras Alex North, Persichetti invoca en su partitura los grandes paisajes americanos, el espíritu elegíaco que un espléndido solo de trompeta describe a la perfección, la vivacidad y el optimismo del allegretto y un final en el que se dan cita texturas más gruesas, con un punto grotesco pero sin abandonar la elegancia y el ritmo que le informa, a todo lo cual la orquesta respondió con intensidad y responsable implicación. Emociona comprobar la capacidad de esfuerzo, trabajo y disciplina que demuestran con cada comparecencia los y las alumnas convocadas para ofrecer estos sensacionales conciertos.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía