domingo, 28 de febrero de 2021

DE LO QUE NO SE HABLA

Soy consciente de que mucho de lo que he dicho en la crítica anterior, de la película I Care a Lot, puede resultar fuera de lugar, parecer que no tiene nada que ver con el film en cuestión, y que simplemente ha aprovechado para destilar algunas de las reflexiones que voy teniendo a tenor de lo que veo, y especialmente lo que no veo en los medios de comunicación. No me pasa solo a mí, somos cada vez más los que no encontramos ninguna información útil y relevante en periódicos, plataformas y televisiones. Se limitan a contar cada día lo mismo, bajo el mismo prisma y con interés periodístico nulo. Nada se cuestiona salvo lo evidente, mil veces que si Iglesias desconfía de que en España haya democracia plena, mil veces que si el Rey ha hecho esto o lo otro pero se va de rositas, como tantos, empezando por la Cifuentes, que parece que las dos desgraciadas profesoras de su falso máster quisieron hacerle un regalo, o un millón de veces los daños que ocasionan los altercados de Cataluña, Madrid y alguna otra plaza por el encarcelamiento de otro que dice lo que piensa, aunque sea de mal gusto y nos pueda parecer nauseabundo. Otra cosa es que este señor atente considerablemente contra la cultura, viendo el poco arte que tiene el pobre. Pero no hay nadie que indague el por qué de las cosas, por qué se llega a esto. Hay radicales y habrá quien se aproveche de la situación para robar y destrozar, pero repito, ¿por qué se llega a esto? ¿Nadie se lo pregunta? ¿Solo merecemos que una y otra vez se hable de los daños causados, lo que por otro lado es tan lógico como cuando en verano la noticia es que hace calor o que en 2019 había más turismo que ahora?

Pero es otra la razón por la que no me resisto ahora a escribir uno de esos artículos que se salen del tema que anima este blog, la música y el cine. Y es que llevo toda la pandemia observando que hay cosas de las que no se habla en los medios y son a mi juicio escandalosas. Conozco gente que viaja en avión a menudo, con su documentación en regla, y ni se la piden ni observan en los vuelos las medidas mínimas. Mientras en teatros y auditorios nadie entra sin tomarse la temperatura ni enjuagarse las manos con gel hidroalcohólico, en los aeropuertos españoles todo esto brilla por su ausencia. Para colmo han limitado considerablemente el flujo aéreo, de manera que es prácticamente imposible viajar de una a otra provincia sin pasar por Madrid, que como todo el mundo sabe allí no hay virus, el toque de queda es a las once, los cines y teatros están abiertos hasta tarde y las terrazas a rebosar; y por supuesto el índice de contagio es bajísimo. En consecuencia Barajas está lleno de gente, por mucho que los medios de comunicación digan lo contrario, y los aviones van atestados, no importa cuántas horas tengas que soportar a tu lado a una persona desconocida y quién sabe si infectada. Me dice una buena amiga que tuvo que viajar a Ucrania por razones familiares que no sufrió ningún control en España, ni en Sevilla ni en Madrid, y que no observó ninguna medida de seguridad en  nuestros aeropuertos, pero que en Estambul, donde hizo escala, todas las medidas eran pocas, de control y de higiene, y que Turkish Airlines facilitaba a cada pasajero y pasajera una mascarilla por cada hora de vuelo.

Estas cosas no las cuentan nuestros noticiarios ni periódicos. Los nuestros se limitan a ensalzar unas fuerzas y cuerpos de seguridad que, al menos en mi caso, jamás vi operar cuando en pleno confinamiento tenía que ir, documentación en bolsillo, a trabajar en días alternos. Como tampoco dicen lo mucho que estos héroes de la pandemia cobran por las horas extras que dedican desinteresadamente por el bien de la sociedad, para paliar los efectos de la enfermedad. Y no digamos los trenes; los Aves han desaparecido entre provincias, ahora para viajar quienes no tienen más remedio han de compartir vagón más horas con gente desconocida a la que por supuesto tampoco se le ha pedido la documentación ni se les ha tomado como mínimo la temperatura en las estaciones. No digo que esto sea así siempre, pero les aseguro que sí en una mayoría de casos. Y los medios no dicen nada de esto, no denuncian lo que verdaderamente hay que denunciar, porque los verdaderos enemigos de la nación son los radicales que luchan en la calle porque están hartos.

I CARE A LOT El mundo en el que vivimos

USA-Reino Unido 2020 118 min.
Guion y dirección
J Blakeson Fotografía Doug Emmett y Mike Valentine Música Marc Canham Intérpretes Rosamund Pike, Peter Dinklage, Eiza González, Dianne Wiest, Chris Messina, Isiah Whitlock jr., Macon Blair, Damian Young, Alicia Witt, Nicholas Logan Estreno en el Festival de Toronto 12 septiembre 2020; en Amazon Prime 19 febrero 2021

Considerada como una comedia quizás porque de no ser así no habría otra manera de digerirla, no cabe duda de que la realidad que presenta puede parecer un puro disparate, pero tampoco podemos negarle que funciona perfectamente como metáfora del mundo en el que vivimos, que no es ni más ni menos que el que hemos decidido que así sea. La falta de democracia, o mejor dicho de libertad, a la que algunos acertadamente aluden, proviene precisamente de su mismo concepto, de nuestra capacidad para elegir el sistema y el régimen bajo el que queremos vivir, y que nos ha hecho elegir un capitalismo cien por cien agresivo, tramposo y maloliente que convierte cada elección en la que participamos en una carta blanca para que el dinero siga siendo nuestro amo y único Dios, no importa a quién se pise, engañe y haga daño. Podemos ser corderos o leones, o como dice el personaje de Rosamund Pike en lenguaje inclusivo, leonas, pero todos y todas estamos bajo el mismo cielo, el que hemos diseñado para que quienes puedan hagan y deshagan a su gusto, convirtiendo los crímenes que les interesan en legales y los que no seguirán estando al margen, castigados y censurados por la sociedad biempensante.

Hecha la ley, hecha la trampa, parece que deba imperar en nuestra rutina, la misma que hace que ningún medio de comunicación se pregunte por qué la gente anda crispada, se tira a la calle, quema contenedores y furgones policiales. Radicales les llaman, porque no se atienen al estado de las cosas, no aceptan los crímenes de la clase respetada, política y económica, la que delinque legalmente. No se trata de justificar a quienes hacen más daño a la cultura que a la sociedad con sus proclamas fruto de la rabia y la desgana contra quienes desprecian la confianza que ponemos en ellos y ellas cada vez que acudimos como corderos a las urnas. En esta película de J Blakeson, apenas conocido por un par de películas irrelevantes, no hay malos contra buenos, sino malos legales contra malos ilegales. Arranca de forma incómoda e inasumible, para poco a poco hundirse en el cine de género, el thriller, y acabar ajustando cuentas como no podía ser menos tratándose de una película americana, que tanto les gusta practicar la hipocresía, pero al menos denuncian lo que otros ni se atreven.

No hay actualmente periodismo ni opinión, solo líneas de pensamiento preconcebidas para encajar en el engranaje del poder, seguir engañándonos y sometiéndonos hasta conseguir sus propósitos, el de los gobiernos, los bancos, las grandes empresas y las insaciables corporaciones, que hasta de pandemias sacan tajada. Puede que en esta película haya mucho disparate y que algunos giros de guion sean inaceptables e inverosímiles, pero al menos hay que agradecerle que a su manera nos advierta que hay mucho criminal suelto, y no son precisamente los que movidos fundamentalmente por la rabia y la desesperación se tiran a la calle y montan un cirio. Cabría preguntarnos por qué ocurre esto en lugar de condenar sus consecuencias, que también asumen los más débiles. Esto, y la siempre estimulante presencia de Rosamund Pike, a quien hay que sumarle la delirante participación de Peter Dinklage y una interpretación de Dianne Wiest llena de matices y resortes, hacen de esta película una experiencia recomendable, si bien cabría censurar que para una vez que se habla de empoderamiento de la mujer, ésta sea tan despiadada y despreciable, y no adelantamos nada, lo dice ella mismo nada más empezar la función. Esto es, de alguna manera, cine que perturba.

CAZANDO CRIMINALES Dos películas de John Lee Hancock

EMBOSCADA FINAL La América de Bonnie & Clyde

Título original: The Highway Men
USA 2019 132 min.
Dirección
John Lee Hancock Guion John Lee Hancock y John Fusco Fotografía John Schwartzmann Música Thomas Newman Intérpretes Kevin Costner, Woody Harrelson, Kathy Bates, John Carroll Lynch, Thomas Mann, Dean Denton, Kim Dickens, William Sadler, W. Earl Brown, David Furr, Jason Davis, Josh Caras, David Born, Brian F. Durkin, Kaley Wheless Estreno en Netflix 29 marzo 2019

El estreno en salas de Pequeños detalles, la última película de John Lee Hancock (El Álamo: La leyenda, Un sueño posible, Al encuentro de Mr. Banks, El fundador) nos ha provocado la curiosidad de descubrir esta película que fue estrenada en su día directamente en Netflix, cuando eso era la excepción y nada hacía sospechar lo mucho que iba a cambiar la distribución y exhibición cinematográfica. Eso supuso que se le catalogara injustamente como un telefilm, a pesar de que ni por sus hechuras ni ambiciones merece tal clasificación. En Los patrulleros, que es su título original, John Lee Hancock rescata un proyecto largamente acariciado, desde que en los lejanos setenta se pretendiera con él volver a reunir a Robert Redford y Paul Newman para interpretar a los ex Texas Rangers Frank Hamer y Manny Gault, último recurso de la gobernadora de Texas Ma Ferguson para dar caza a los míticos Bonnie & Clyde.

A Hancock la empresa le sirve para hacer un retrato nostálgico y evocador de aquella América sumida en la Gran Depresión, que soñó con justicieros de tal calaña, no importaba cuántos agentes de la ley se llevaran por delante. Para ello no duda incluso en hacer empuñar a Bonnie Parker armas que dispara a bocajarro, aunque a estas alturas lo más factible es que la fugitiva no llegase a matar a nadie. Hancock, uno de esos directores en principio tan efectivo como impersonal que han llevado al cine hecho en Hollywood a lo más alto, aunque hayan tenido que pasar años para reconocer los méritos de algunos de ellos, echa mano aquí de cierto estilo a lo Clint Eastwood, entre sobrio y majestuoso, apoyado en una luminosa fotografía y la siempre estimulante música de Thomas Newman. Pero su ritmo se aprecia irregular, a veces demasiado premioso, mientras logra con sus dos protagonistas, Kevin Costner y Woody Harrelson, su principal baza, arropados por una galería de secundarios sinceramente inmejorables, con la siempre espléndida Kathy Bates dando vida a la vigorosa Ferguson, aunque físicamente sea tan opuesta a ella.

Emboscada final es larga pero contiene suficientes elementos para hacerla atractiva, entre ellos desmitificar el glamour con el que Arthur Penn retrató, con la inestimable ayuda de Faye Dunaway y Warren Beatty, a la sádica pareja en 1967, y se suma así a la larga lista de títulos que directa o indirectamente se basan en las andanzas de estos criminales tan adorados en su desdichada época, con Queen & Slim como último ejemplo.

PEQUEÑOS DETALLES Limpiando conciencias

Título original: The Little Things
USA 2021 127 min.
Guion y dirección
John Lee Hancock Fotografía John Schwartzmann Música Thomas Newman Intérpretes Denzel Washington, Rami Malek, Jared Leto, Chris Bauer, Michael Hyatt, Terry Kinney, Natalie Morales, Isabel Arraiza, Joris Jarsky, Glenn Morshower, Sofia Vassilieva, Jason James Richter, John Harlan Kim, Frederick Koehler Estreno en Estados Unidos 29 enero 2021; en España 26 febrero 2021


Más cerca de Zodiac que de Seven, ambas de David Fincher, la última película de John Lee Hancock plantea la investigación de un asesino en serie, pero con algunas particularidades que le hacen en cierto modo diferente, lo que unido al atractivo que generalmente irradian este tipo de películas, la convierte en una cinta estimable.

Pequeños detalles contiene dos novedades irrefutables, por un lado que los habituales traumas que mortifican a su protagonista, un estupendo como siempre Denzel Washington, no provienen ni de la infancia ni de la familia, y por otro que plantea una intriga más tangible entre los dos investigadores y colaboradores, el ya citado y el oscarizado Rami Malek (Bohemian Rhapsody), tan condicionado por su físico que se prodiga poco, que entre ellos y el presunto asesino. Entre los dos protagonistas se sitúa como visagra para comprender su rocambolesco argumento la actriz británica Michael Hyatt, dando vida a una médico forense.

Lástima que en su guion abunden lagunas que hacen poco convincente su desarrollo, giros a menudo poco plausibles o caprichosos que lo malogran, por atractiva que pueda resultar su ambientación en la última década del pasado siglo, el meticuloso trabajo del siempre enigmático Jared Leto, un arranque desasosegante y una puesta en escena elegante en la que la música de Thomas Newman se combina con inevitables clásicos del soul que añaden sustancia a su indudable entretenido metraje.

viernes, 26 de febrero de 2021

DE LA FANTASÍA A LO TRÁGICO

3º Concierto de abono (Ciclo 30 aniversario) 2020-2021 de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Akiko Suwanai, violín. Rodrigo Tomillo, director. Programa: Concierto para violín nº 1 en Re mayor Op. 19, de Prokófiev; Sinfonía nº 1 en Do menor Op. 68, de Brahms. Teatro de la Maestranza, jueves 25 de febrero de 2021

Al contrario de lo que pudiera parecernos, la decisión de programar conciertos matinales y a primera hora de la tarde está surtiendo los efectos deseados, el público ha aceptado el reto y facilita que la cultura siga viva en medio de esta situación que de otro modo nos resultaría insostenible. Para la violinista Akiko Suwanai ésta es la tercera vez que colabora con la Sinfónica de Sevilla. La anterior además participó también en los conciertos dominicales de cámara. Por su parte, el joven Rodrigo Tomillo, nacido en Sevilla y criado en Nerva, su localidad paterna, ha afianzado su efervescente carrera internacional desde que se enfrentara a la formación hispalense en el concierto de
clausura del curso académico de la Universidad hace cinco años. Juntos firmaron un memorable concierto gracias a las inmejorables aptitudes de la orquesta, y a sus particulares formas de ver las partituras programadas.

Suwanai no solo supo superar con holgura las exigencias técnicas que propone Prokófiev en el primero de sus dos conciertos para violín, además de controlar con éxito toda la flexibilidad y cantabilidad del instrumento, sino que impregnó la página de un sentido estético y litúrgico muy particular, atendiendo a todo lo dionisiaco que se pueda extraer de ella y henchirla de fantasía. La propuesta podría resultar atrevida y hasta desafortunada, lejos de lo que podría esperarse del autor y su particular universo, sin embargo logró convencernos, y para ello se valió de la complicidad de una batuta atenta en todo momento a arropar con una delicadeza casi etérea, incluso fantasmagórica. Suwanai explotó todas las posibilidades técnicas del instrumento, y no se quedó corta en las expresivas, con un sonido aterciopelado y una ornamentación exquisita. En el scherzo se mostró comedida en cuanto a rebeldía y agresividad, lo que menoscabó el tono sardónico de la pieza pero resultó coherente con el resto de una exhibición que terminó más reflexiva que intensa y se benefició de notables aportaciones del arpa, la flauta y el clarinete. Logró en suma una interpretación poética sin ser remilgada, muy controlada y maravillosamente fraseada, tan apacible en los movimientos extremos como discretamente crispada en el central, manteniendo siempre un diálogo equilibrado con la orquesta y un envidiable sentido del ritmo.

Una primera de Brahms profundamente trágica

¿Creerá Akiko Suwanai que la ROSS no sabe tocar más que la Sinfonía nº 1 de Brahms? Y es que en su anterior ocasión con la orquesta, cuando en 2017 interpretó el Doble Concierto de Brahms junto a Daniel Müller-Schott al violonchelo y John Axelrod a la batuta, le siguió también esta primera sinfonía del compositor alemán. Ciertamente es una de las obras que más veces ha tocado nuestra sinfónica, pero es tan grande que nunca nos cansamos de oírla. La verdad es que todo el cuerpo sinfónico brahmsiano merece escucharse una y otra vez sin cansarse. La de Rodrigo Tomillo fue una versión que ahondó en sus resortes más trágicos, ya desde una introducción de gran intensidad dramática, muy tensa y apasionada. La suya fue una acertada interpretación de tan extraordinaria partitura, ambiciosa y decidida en los movimientos extremos, cálida y amable en los internos, pero sin abandonar en ningún momento ese cariz trágico y contemplativo que moldeó su versión. Predominó la angustia incluso en el andante y el allegretto, con tempi más rápidos de lo habitual y sensacionales aportaciones del oboe y el clarinete, así como de un soberbio Éric Crambes al final del andante, apacible pero igualmente atormentado. Solo el allegreto e grazioso resultó algo más templado, muy poético y pastoril aunque sin rusticidad alguna, para luego dar paso a toda la complejidad expresiva del movimiento final, en el que sin contrastes marcados, con transiciones elegantes y discretas, fue dibujando esa solemnidad próxima a Bruckner que resuelve los conflictos planteados en la narración de los movimientos precedentes, y converge con ayuda de unos metales en perfecta forma, en un apoteósico final.

Fotos. Guillermo Mendo
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

miércoles, 24 de febrero de 2021

EL SINGULAR ROMANTICISMO DE SOKOLOV

Grigory Sokolov, piano. Programa: Polonesas Opp. 26 nº 1 y 2, 44 y 53 “Heroica”, de Chopin; 10 Preludios Op. 23, de Rachmaninov. Teatro de la Maestranza, martes 23 de febrero de 2021


Quienes tuvimos oportunidad de disfrutar de este insigne pianista el pasado verano en Granada comprobamos la buena forma en la que se encuentra y la enorme concentración que pone en cada nota. Fue entonces un paraíso que nos encontramos después de tanto tiempo encerrados sin música en vivo, y también por eso lo disfrutamos especialmente. Interpretó entonces a Mozart y Schumann, programa con el que tendría que haber recorrido nuestra geografía y el resto de países en los que habría recalado aquella temporada de no haberlo frustrado la pandemia. El que presenta esta vez, único también que despliega por todas las plazas que se lo permiten, se centra en dos referentes fundamentales del romanticismo musical, Chopin y Rachmaninov, tan separados en el tiempo pero en cierta manera tan conectados estéticamente, no olvidemos el carácter tardo romántico del ruso, que tantas veces usó como referente en sus trabajos estrictamente pianistas al compositor polaco.

Rígido y con la mirada fija e imperturbable en el teclado de un piano desvestido una vez más de partituras, Sokolov inició su particular ritual desgranando la primera de las polonesas Op. 26 con tal delicadeza exenta de maniqueísmos superfluos que parecía nos hiciera levitar. El suyo es un pianismo puro, sin excentricidades ni exceso de temperamento, en el que se palpa la sinceridad en cada acorde, que no pretende epatar pero sí encontrar nuevas vías de comunicación a través de una música que hemos oído mil veces, buscando algo nuevo que decir sin por ello apartarse del espíritu de la obra. Eso es precisamente lo que encontramos en la segunda de estas piezas, una polonesa que en sus manos surgió siniestra y apesadumbrada, con hitos tan elocuentes como esa zona central que ofreció con suma rigidez formal, acordes secos y contundentes y silencios muy expresivos. La mastodóntica polonesa Op. 44 la recorrió con ahínco y sentido de la majestuosidad, explorando casa sentimiento y emoción en un alarde de fuerza expresiva y dominio técnico sin igual, una vez más emocionando sin imposturas ni afecciones, con mucha naturalidad y las ideas muy claras. Donde otros pianistas abordan la Heroica con fuerza y energía desde el primer acorde, Sokolov arranca más suave y poco a poco va subiendo la intensidad emocional de esta popular polonesa. Cuatro largas polonesas del tirón y tan diferentes cada una, no solo en la partitura sino muy especialmente en cómo sirven al pianista para expresar sentimientos tan variados, y que la escucha no se convierta en una experiencia monótona y rutinaria.

En la segunda parte abordó con idéntico rictus expresivo, pero poniendo igualmente todo el alma y la técnica al servicio de la música, los diez preludios que integran el opus 23 de Rachmaninov, explorando toda la gama de expresiones emocionales que presenta, toda su creatividad rítmica y melódica, destacando el carácter introspectivo de algunas, como la nº 1 en fa sostenido menor, la nº 3 en forma de misterioso minueto, o el hermosísimo largo de la última en sol bemol mayor, así como el más expansivo y refulgente del tormentoso nº 2 o del carismático nº 5 que alterna el ritmo de marcha con el más delicado y apasionado romanticismo imaginable. Sokolov mantuvo en estas preciosas miniaturas un equilibrio exquisito, un sonido poderoso y una considerable bravura técnica, sin ahorrar en melancolía y ofreciendo en todo caso una extraordinaria pureza musical. Otro de sus ritos, ofrecer gran cantidad de propinas, se vio enturbiado por las restricciones horarias y tuvimos que conformarnos con solo una, la Mazurca Op. 68 nº 2 de Chopin que volvió a suscitar el entusiasmo del público entregado y respetuoso que llenó las plazas disponibles del Maestranza.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

martes, 23 de febrero de 2021

MALCOLM & MARIE Del amor al odio

USA 2021 106 min.
Guion y dirección
Sam Levinson Fotografía Marcell Rév Música Labrinth Intérpretes Zendaya y John David Washington Estreno en Netflix 5 febrero 2021

Hijo de Barry Levinson, el director de Rain Man y Bugsy, Sam Levinson se ha hecho particularmente célebre por la serie de televisión Euphoria, donde retrata el día a día de un grupo de adolescentes y sus traumas y problemas. Antes dirigió a un puñado de estrellas en la comedia dramática Another Happy Day y se graduó con Nación salvaje, una vuelta de tuerca posmoderna a la leyenda de las brujas de Salem. Como si rescatara al personaje que interpreta la misma Zendaya en la citada Euphoria, desintoxicada y enamorada, la encierra con su flamante pareja director de cine en una lujosa mansión rodeada de bosques tras el estreno de su ópera prima y la correspondiente fiesta de celebración. 
Una pareja joven y sofisticada que encuentra en una profusa y pedante dialéctica el arma con el que construir una pieza de cámara que pretende analizar las relaciones de pareja, el apoyo y el desgaste, el amor y el odio, y mucha rabia. De hecho uno agradece que vivan aislados, porque solo pensar en la molestia que sus continuos griteríos serían capaces de provocar en una comunidad vecinal, hace que se pongan los pelos de punta.

Más cerca de John Cassavettes, que también dedicó una película a una Noche de estreno, aunque con intenciones dramáticas muy distintas, que de Bergman, cuya Secretos de un matrimonio quedará siempre como lúcido retrato de las relaciones de pareja, Levinson apoya toda su dramaturgia en el esfuerzo denostado de sus intérpretes, con John David Washington (Infiltrado en el KKKlan, Tenet) paseando su egocentrismo de director aclamado hasta por críticas que él considera estúpidas por centrarse en aspectos relacionados con la lucha combativa afroamericana que él evita - ¿por qué no me comparan con William Wyler en vez de Spike Lee o John Singleton? se pregunta – y viendo cómo el cabello Zendaya se va progresivamente ondulando, recuperando los rizos propios de su raza, tras haberlos sometidos al planchado con el que tantas parecen querer borrar esa seña de identidad.

Poco más hay que reseñar en una película que encierra a sus dos únicos protagonistas en un solo espacio, eso sí manejando muy bien la cámara, y los obliga a pronunciar discursos sin fin, en su mayoría bajo los síntomas de la rabia más desatada, sin lograr hacer un análisis más certero de la vida en pareja que la de someterlos a un continuo litigio y su posterior reconciliación, una y otra vez, mientras la ensalada se condimenta con un puñado de buenas canciones.

lunes, 22 de febrero de 2021

JUDAS AND THE BLACK MESSIAH Les llaman radicales

USA 2021 126 min.
Dirección
Shaka King Guion Shaka King, Will Berson, Keith Lucas y Kenneth Lucas Fotografía Sean Bobbitt Música Craig Harris y Mark Isham Intérpretes Daniel Kaluuya, Lakeith Stanfield, Jesse Plemons, Dominique Fishback, Ashton Sanders, Algee Smith, Darrell Britt-Gibson, Lil Rel Howery, Dominique Thorne, Martin Sheen Estreno en el Festival de Sundance 1 febrero 2021; en Estados Unidos 12 febrero 2021

Resulta irónico que en un año en el que los estrenos en salas cinematográficas se han prodigado tan poco, se hayan estrenado tantas películas que abordan la lucha afroamericana en Estados Unidos, las adaptaciones teatrales Una noche en Miami y La reina del blues entre otras, y el Reino Unido, con la estupenda serie televisiva de cinco películas de Steve McQueen Small Axe, en la que se incluyen la muy singular Lovers Rock y la imprescindible Educación, a la que ahora se añade este pasaje de referencias bíblicas. Judas y el Mesías Negro podría ser una más de las que enaltecen el black power e ilustran la lucha en la calle por los derechos civiles de la comunidad africana, secuestrada a la fuerza para ser esclavizada y sistemáticamente despreciada y machacada desde que recuperó supuestamente su libertad, pasando a engrosar el porcentaje más marginado y empobrecido de la sociedad.

Curtido fundamentalmente en la televisión, Shaka King demuestra una notable capacidad para montar una historia envolvente, manejar con soltura y solidez todos sus recursos, y muy especialmente una muy cuidada dirección de actores, y proponer con talento e inteligencia un discurso en el que una vez más se confrontan la lucha dialéctica y la física o violenta, una cuestión que nos afecta también a nosotros, ahora que tanto se habla de las consecuencias de las manifestaciones violentas en nuestras calles y tan poco o nada de cuál es el caldo de cultivo que las motiva, y que permite a vándalos inmiscuirse en luchas legítimas, más allá de que alguien sea encarcelado por verter comentarios de pésimo gusto. Cuando una comunidad no puede más, el fascismo oprime y la injustica asoma por doquier, las clases más castigadas se echan a la calle, y ningún discurso parlamentario las puede hacer callar. Es la historia de la humanidad, que solo ha sabido dar pasos adelante en reformas sociales y adquisición de derechos a fuerza de palos, de revoluciones sangrientas, para que luego vengamos a darnos golpes en el pecho rechazando radicalmente los procedimientos que lograron que hoy disfrutemos de un mayor bienestar social.

Luther King y Malcolm X, dos formas opuestas para conseguir un mismo fin, dicotomía que podía darse incluso en el seno de una organización tan en principio violenta como las Panteras Negras, en el seno de la cual se desarrolla este drama sólido y serio en el que un infiltrado (el Judas del título) va tomando conciencia de lucha y de clase conforme se va acercando a su Mesías particular, un espléndido Daniel Kaluuya (Déjame salir, Queen & Slim), para en el futuro tener que afrontar las consecuencias y vivir, o no, con ellas. Un film perfectamente estructurado y narrado, con soberbias interpretaciones y un cúmulo de emociones que nos hacen reflexionar sobre nuestras propias vivencias e inquietudes. Atención a la espléndida canción que ilustra sus títulos finales, Fight for You de H.E.R., en perfecto estilo Sonido de Filadelfia.

domingo, 21 de febrero de 2021

LE CINESI, UN TÍTULO PARA DESCUBRIR MÚSICA Y VOCES

Ópera de Manuel García con libreto de Pietro Metastasio. Rubén Fernández Aguirre, dirección musical y piano. Bárbara Lluch, dirección escénica. Carmen Castañón, escenografía. Gabriela Salaverri, vestuario. Urs Schoenebau, iluminación. Con Catalina Paz, Teresa Villena, Helena Resurreiçâo, Julen Jiménez, Belén Quirós y Alicia Naranjo. Producción del Teatro de la Zarzuela y la Fundación Juan March con la colaboración de Ópera Studio de Sevilla. Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza, domingo 21 de febrero de 2021

De izquierda a derecha: Paz, Villena y Resurreiçao
Decíamos hace cuatro años a propósito del estreno de
Un avvertimento ai gelosi en esta misma sala que lleva el nombre del compositor, que el admirado pianista Rubén Fernández Aguirre andaba preparando un nuevo proyecto centrado en Manuel García, la recuperación de Le cinesi, la última ópera que compuso, apenas un año antes de su muerte, y que utilizó con fines puramente didácticos para práctica y experimentación de su alumnado. Recuperándonos aún del inmejorable sabor de boca que nos dejó su participación en el recital de Mariola Cantarero e Ismael Jordi de la pasada semana, podríamos afirmar que el bilbaíno Fernández Aguirre se ha convertido de entre los intérpretes musicales de este país en el abanderado más fiel y comprometido de la música del tenor, compositor y teórico sevillano, y hallazgos tan agradables como éste vendrían a confirmar que su esfuerzo vale la pena.

No entendemos sin embargo por qué tratándose de un montaje tan cuidado en lo escénico y lo musical, no se contó con subtítulos que hiciesen aun más agradable el seguimiento de la sencilla pero ocurrente trama que plantea. Basándose en un libreto que Pietro Metastasio escribió para Antonio Caldara y que fue aprovechado también por Christoph Willibald Gluck para su ópera también corta de igual título y que es la más popular dentro de unos límites de las tres, García aprovecha su desarrollo cómico y hasta bufonesco para comparar la falta de libertad de la mujer oriental frente al más relativo disfrute de la occidental, aún en su época. Un mensaje que sirve todavía hoy para potenciar esa igualdad que sigue sin ser del todo efectiva entre hombres y mujeres, y que a su directora de escena sirve para marcar ese sexo fluido hoy tan sanamente de moda, que acaba por darle un aire más contemporáneo a la ya de por sí fresca propuesta.

Julen Jiménez a la derecha
De poco nos sirve sin embargo que justifiquen la falta de subtítulos, aunque el italiano de las voces convocadas fuera suficientemente claro y entendible – aun recuerdo cómo una buena amiga de Génova, ciudad en la que residí varios años en la década de los noventa, insistía cuando íbamos al Carlo Felice que las óperas en italiano eran las que menos entendían porque prescindían de los subtítulos – alegando cuestiones de estética e infraestructura de la sala, a la que por cierto no habíamos tenido oportunidad de asistir desde antes de confinarnos. Una pequeña pantalla LED se puede ubicar en cualquier lugar y no reviste complicación técnica alguna, como tampoco lo hace encargar una sencilla traducción del libreto. Leer previamente el libreto en casa no sustituye el placer de seguir la acción en escena con todos sus chistes y ocurrencias, para eso asistimos al teatro y no nos conformamos con la mera lectura de los clásicos.

Una propuesta con encanto y talento musical

No podemos sino aplaudir su elegante y delicada escenografía, el preciosista vestuario ambientado en los años veinte del pasado siglo, su acertada dirección escénica, dinámica y jovial, y el excelente trabajo del pianista, siempre tan atento a cada matiz y detalle y a dar la pauta perfecta a las jóvenes voces convocadas al efecto gracias al proyecto de descubrimiento de Ópera Studio de Sevilla, del propio Teatro de la Maestranza. En ellas recayó el principal atractivo de una ópera en la que pudimos disfrutar con al menos un par de arias y dos números de conjunto al principio y al final, ciertamente hermosos y brillantes. Entre las sopranos destacó Catalina Paz por su exquisita modulación y capacidad para lucir agilidades, además de poseer una voz perfectamente colocada en todos sus registros y con una proyección más que sobrada. También Teresa Villena alcanzó una interpretación notable y efectiva, pero fue la voz de la mezzosoprano Helena Resurreiçâo la que por su profundo timbre, cuerpo y volumen nos provocó un mayor entusiasmo aunque su papel en la función sea algo menos lucido.

Naranjo y Quirós, las dos visiones
El tenor Julen Jiménez resultó sin embargo menos satisfactorio, no por timbre ni volumen, pero su articulación fue considerablemente más rígida y su fraseo bastante impreciso e inseguro. Otras dos voces femeninas se añadieron al conjunto para aumentar su escasa duración, dando vida a dos visiones que surgen nada más el viajero cuenta a las tres pobres chinas enclaustradas las bondades de la vida de la mujer en Europa. Para la ocasión se tuvo el acierto de incluir tres canciones de Pauline Viardot, afamada hija de García de la que este año se cumple el bicentenario de su nacimiento. Belén Quirós cantó con dulzura aunque un poco de afectación Evocación en ruso, la mezzo Alicia Naranjo atacó con seguridad y personalidad Madrid en francés, y juntas clavaron a dúo la Habanera, potenciando ese marcado carácter fantasioso sexual que quiso imprimirle la directora Bárbara Lluch, quien en una breve introducción hizo un inquietante símil entre el argumento de esta ópera de cámara y el confinamiento al que fuimos obligados el pasado año, y del que tanto nos salvó la cultura, como el cine hizo con Mia Farrow en La rosa púrpura de El Cairo y el jazz y el blues con las víctimas de la Gran Depresión en Pennies from Heaven. Y todavía hay quien sigue empeñado en castigarla.

Fotografías: Guillermo Mendo
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

PALM SPRINGS Análisis de pareja en un bucle

USA 2020 90 min.
Dirección
Max Barbakow Guion Andy Siara Fotografía Quyen Tran Música Matthew Compton Intérpretes Andy Samberg, Cristin Milioti, J.K. Simmons, Meredith Hagner, Tyler Hoechlin, Camila Mendes, Peter Gallagher, Jacqueline Obradors, Dale Dickey, Chris Pang, June Squibb, Jena Friedman, Brian Duffy Estreno en el Festival de Sundance 26 enero 2020; en Estados Unidos (Internet) 10 julio 2020; previsto en España (Internet) 8 abril 2021

Los parajes rocosos y semi desérticos de Palm Springs en California sirven de escenario a la que muchos consideran gran comedia del año, el debut en el largometraje de ficción de Max Barbakow, que ya desde su propio apellido adelanta el tono de broma de esta historia de amor que aprovecha el ingenio de Atrapado en el tiempo, más conocida como Día de la marmota, su título original, para pretender hacer un análisis de la relación romántica y matrimonial hoy en día
Lógicamente el ingenio está caduco desde que la mítica película de Harold Ramis aprovechó al máximo la idea del bucle en el tiempo, eso que ahora los más snobs llaman loop.

Barbakow añade una invitada a esta experiencia repetitiva y rutinaria del protagonista, un Andy Samberg que se revela por fin como auténtico descubrimiento de la película, después de haber protagonizado innumerables shows cómicos televisivos y algún mamarracho como Desmadre de padre junto a Adam Sandler. Él lleva prácticamente el peso de esta disparatada comedia romántica, a la que Cristin Milioti se suma como partenaire atrapada como él y por su propia invitación en el bucle temporal en el que viven una y otra vez la boda de la hermana de ella, en lo que se puede entrever otro referente, la estimable comedia setentera Amantes y otros extraños. Esa cárcel existencial les permite descubrir filias y fobias, traiciones e infidelidades, mientras un tercer personaje también atrapado (J.K.Simmons) pone la inevitable nota violenta ya habitual en cualquier producción norteamericana, sea del género que sea.

Rendidos quedan a sus pies cronistas y premiadores, mientras algunos nos resistimos a reírle la gracia a tan esperpéntico espectáculo, del que apenas salvamos a su carismático protagonista, que tanto nos recuerda a ese Quim Gutiérrez que repite una y otra vez el mismo personaje, y su colorida puesta en escena, así como alguna que otra secuencia y una banda sonora cargada de buenas y divertidas canciones.

sábado, 20 de febrero de 2021

PIANO APASIONADO Y CUERDA ALGO DESCARRIADA

Concierto de Juventudes Musicales de Sevilla. Aldo Mata, violonchelo. Patricia Arauzo, piano. Programa: Piezas de fantasía Op. 73, de Schumann; Sonata para Arpeggione en La menor D821, de Schubert; Sonata en La mayor, de Franck. Teatro Cajasol, sábado 20 de febrero de 2021

En una breve introducción al programa, el celebrado violonchelista y catedrático del Conservatorio Superior de Música de Sevilla
Aldo Mata, justificó la relación entre las piezas a interpretar por su carácter transcrito y la posible base literaria subyacente en cada una de ellas, olvidando destacar la estructura cíclica que caracteriza cada una de las obras, con melodías que van y vienen incluso en las aparentemente independientes piezas de fantasía que Schumann compuso para clarinete y piano. Avisó también del carácter moderno de los instrumentos elegidos para la ocasión, aunque en el caso del violonchelo procuró acercarse a la interpretación históricamente informada mediante el uso de cuerdas de tripa. Puede que ahí radicara el error, ya que el delicado fraseo y aterciopelado sonido al que nos tiene acostumbrados el excelente violonchelista, y que tan apropiado resulta para las piezas sobre el atril, apenas brilló en la obra de Schumann y especialmente en un Schubert en el que abundaron acordes chirriantes, falta de afinación y disonancias inapropiadas.

Las Fantasiestücke de Schumann fueron concebidas para evocar un clima tierno y elegíaco, que Mata acertó a plasmar a pesar del sonido seco y frecuentemente áspero que emergió de su instrumento. Más atinada estuvo una estupenda Patricia Arauzo exprimiendo el carácter rapsódico de las piezas y dialogando con fluidez con el violonchelo. Faltó sin embargo sutileza en unas miniaturas que demandan un fraseo elegante y cromático, así como una mayor emotividad que la desplegada por el profesor. No obstante ésta fue una interpretación aceptable frente a una más discutible Sonata para arpeggione de Schubert, única pieza en su catálogo que pueden apropiarse los violonchelistas, instrumento que más ha trascendido en las múltiples transcripciones realizadas a partir del obsoleto y olvidado original. Más abundaron aquí las asperezas e incómodas disonancias, además de desafinar notablemente en más de una ocasión. Sin embargo Mata alcanzó a plasmar el carácter nostálgico, el encanto de la obra y sus numerosos cambios de ánimo, gracias a una emotividad siempre trascendente y meditada, unas magníficas transiciones, y por supuesto a la magistral intervención de la pianista, en cuyos pasajes solistas brilló con arrolladora personalidad.

Tras esa sonata Schubertiana interpretada de memoria, Mata recurrió de nuevo al atril para poner en pie la mejor página del concierto, la Sonata en La mayor de Cesar Franck, original para violín aunque su versión para violonchelo suele ser muy aceptada y practicada. Aquí Mata pareció sentirse más cómodo, relajado y expansivo, logrando una interpretación memorable de la pieza, siempre con Patricia Arauzo en forma envidiable. Esta cumbre del romanticismo y de la música de cámara francobelga encontró en los profesores del Manuel Castillo unos intérpretes excepcionales que supieron transmitir toda su carga emocional apasionada y palpitante, con marcados contrastes, intensidad lírica y un desarrollo inquieto y anhelante. Para culminar rescataron la canción andaluza La Macarena de Cristóbal Oudrid, de aires populares llenos de encanto.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

LA CHICA DEL BRAZALETE Falta de comunicación

Título original: La fille au bracelet
Francia-Bélgica 2019 95 min.
Guion y dirección
Stéphane Demoustier, basado libremente en el guion de Ulises Porra y Gonzalo Tobal Fotografía Sylvain Guers Música Carla Pallone Intérpretes Melissa Guers, Roschdy Zem, Anaïs Demoustier, Annie Mercier, Chiara Mastroianni, Pascal Garnarini Estreno en el Festival de Locarno 8 agosto 2019; en Francia 12 febrero 2020; en España 12 febrero 2021

Después de emplear a sus dos pequeños gemelos en su particular paseo poético por las calles de París en Cléo & Paul, Stéphane Demoustier fija ahora su atención en una película argentina de hace un par de años, Acusada, dirigida por Gonzalo Tobal y con Leonardo Sbaraglia y Gael García Bernal entre sus intérpretes. Pero si en aquella se planteaba un thriller judicial en toda regla donde descubrir la verdad se convertía en principal objetivo, a Demoustier le interesa más indagar sobre la cada vez mayor brecha que existe entre padres e hijos, dentro de esa nueva generación que tan apática y a menudo irresponsable nos parece y que cultiva emociones antes consideradas tan marcianas como confesarse en un amplio porcentaje de sexualidad fluida y desprejuiciada.

Plantea así a partir del juicio a una joven imputada por el homicidio de su mejor amiga una serie de dudas y sorpresas por parte de unos padres que se descubren así perdidos y ausentes en la educación y el crecimiento de una hija que ya desde el primer plano se nos aparece como completamente carente de emoción y sentimiento ante unos acontecimientos terribles que o bien le sobrepasan o la provocan cierta sensación de catarsis. Frente a las presuntas hechuras televisivas del melodrama argentino, Demoustier insiste en marcar sin estridencias ni recursos baratos ese abismo emocional entre generaciones, con unos padres que se dividen entre la responsabilidad espasmódica de un estupendo Roschdy Zem y la aparente ausencia de una madre que parece más entregada a su trabajo que al trauma de una hija a la que no sabe por dónde cogerla, una notable y elegante creación de Chiara Mastroianni.

Pero es la joven Melissa Guers quien hace el trabajo más notable, inicialmente hierática hasta romper esa catarsis que la mantiene gélida y apática, y junto a ellas una estupenda Annie Mercier como abogada defensora y la propia hermana del realizador, la popular Anaïs Demoustier, como vulnerable fiscal. No se trata aquí de averiguar la verdad de un crimen horrendo; queda manifiestamente patente desde el principio de la película que de lo que se trata es de trazar ese psicoanálisis de una joven que pertenece a un colectivo tan incomprendido como lo fuimos casi todos y todas en su momento, en esa segunda vida que experimentamos, justo después de la primera, la delicada infancia, y que a menudo marca el camino que seguimos en el resto de nuestra existencia, ya más dilatada y rutinaria.

viernes, 19 de febrero de 2021

ENTRE NOSOTRAS En la salud y en la enfermedad

Título original: Deux
Francia-Bélgica-Luxemburgo 2019 95 min.
Dirección
Filippo Meneghetti Guion Malysene Bovorasmy, Filippo Meneghetti y Florence Vignon Fotografía Aurélien Marra Música Michele Menini Intérpretes Barbara Sukowa, Martine Chevallier, Lèa Drucker, Jeòme Varanfrain, Muriel Bénazéraf, Augustin Reyes, Stéphane Robles Estreno en el Festival de Toronto 7 septiembre 2019; en Francia 12 febrero 2020; en España 19 febrero 2021 (no en Sevilla)


Demostración evidente de que las cosas salen bien cuando se pone corazón y sentimiento en ellas, Entre nosotras (Deux o Dos en su versión original), el debut en la dirección de largometrajes del joven Filippo Meneghetti, se revela tan brillante como estimulante. Cuenta una aparentemente sencilla y arquetípica historia de relación homosexual entre dos mujeres maduras, mantenida en secreto durante décadas debido a la condición de madre de familia tradicional de una de ellas. La sensación de no tener nada nuevo que aprender de esta premisa nos lleva de repente a un giro narrativo que le da un vuelco a la función y lo convierte en el retrato de la superación de una desintegración moral, la de una de ellas, la más progresista, para quien se ha tenido la oportunidad de contar con una alemana, la espléndida Barbara Sukowa, musa de Fassbinder y del primer Lars von Trier, y felizmente recuperada hace unos años gracias a su soberbia caracterización de Hannah Arendt.

Meneghetti, autor también del guion junto a otras dos escritoras, maneja muy bien la situación, sin cargar demasiado las tintas en la atmósfera de opresión e incomprensión que viven las dos amantes, y sin subrayar en exceso la desesperación de una de ellas ni la incapacidad para expresarse de la otra. Tampoco se decanta por ser demasiado sutil, de forma que sentimientos y emociones queden de alguna manera desdibujadas. Muy al contrario, el director maneja con soltura las dos soberbias interpretaciones de la pareja protagonista y la tensión que generan la trama y el apartamento en el que se desarrolla gran parte de ella.

Esta buena gestión de los recursos, y el compromiso y la responsabilidad, así como el cariño desplegado y una magnífica resolución del conjunto, le han reportado a su director y elenco cuatro nominaciones al César, a ellas dos, el guion y la mejor ópera prima, una nominación al Globo de Oro y estar entre las finalistas a ser nominada al Oscar en la categoría de mejor película internacional.

jueves, 18 de febrero de 2021

NUEVO ORDEN Crueldad extrema

México-Francia 2020 88 min.
Guion y dirección
Michel Franco Fotografía Ives Cape Intérpretes Naian González Norvind, Diego Boneta, Darío Yazbek Bernal, Patricia Bernal, Analy Castro, Fernando Cuautle, Roberto Medina, Lisa Owen Estreno en el Festival de Venecia 10 septiembre 2020; en México 22 octubre 2020; en España 19 febrero 2021

Con su anterior película, Las hijas de Abril, protagonizada por Emma Suárez, muchos quisieron ver en Michel Franco la mirada de Luis Buñuel. Razón no les debía faltar porque también en esta película parece filtrarse algo del universo del director aragonés, en el retrato de los personajes, la lucha de clases y la visión distópica de una catástrofe humana, política y social inevitable ante la deriva autoritaria que están tomando muchos de los regímenes que consideramos democráticos.

Franco se afana ahora en retratar con todo lujo de detalles y una puesta en escena descomunal una suerte de revolución francesa en el México actual, pero alejándose del estilo al que nos tiene acostumbrados Hollywood en este tipo de cintas catastrofistas, en las que una pizca de sentimiento y algo de aventura suele relajar y rebajar el componente estrictamente violento de la función. Franco por el contrario muestra una lucha cruenta, dura y descarnada, prácticamente insostenible para cualquier carácter sensible. Cierto que maneja los recursos con agilidad y solvencia, y es capaz de hacernos reflexionar sobre estas modernas revoluciones manipuladas desde el poder con el fin de cambiar el estado de las cosas a fuerza de embaucar a un proletariado cada vez más hastiado, perdido y confundido.

Sin embargo la empresa se nos antoja algo fallida desde el momento en que a pesar de su escasa duración, el relato se nos hace largo y repetitivo, casi como si su autor no tuviera mucho que contar y despachara el drama con un argumento demasiado directo y trivial, sin los relatos alternativos y complementarios habituales en este tipo de producciones. El resultado es devastador e incómodo, lo que no le ha impedido hacerse con el Gran Premio del Jurado en Venecia y con el Forqué a la mejor producción latinoamericana del pasado año, con cuya tragedia es fácil identificar y comparar algunas de las propuestas de este particular apocalipsis, aunque en este sentido la cinta solo fuera profética. Como curiosidad cabe destacar la presencia en el reparto de la madre y el hermanastro de Gael García Bernal.

lunes, 15 de febrero de 2021

MÁS ALLÁ DE LA LUNA Extravagancia china con mensaje tradicional

Título original: Over the Moon
USA-China 2020 95 min.
Dirección
Glen Keane y John Kahrs Guion Audrey Wells y Jennifer Yee McDevitt Música Steven Price Canciones Christopher Curtis, Marjorie Duffield y Helen Park Voces (en versión original) Cathy Ang, Phillipa Soo, John Cho, Ruthie Ann Miles, Sandra Oh, Robert G. Chiu, Ken Jeong Estreno en Netflix 23 octubre 2020

Glen Keane y John Karhs son dos reconocidos directores de animación que ahora se reúnen para abordar su primer largometraje. El primero puso en imagen hace tres años el poema del llorado Kobe Bryant Dear Basketball, ilustrado con música de John Williams; el segundo logró un Oscar en 2012 con el cortometraje Paperman, ambos para Disney.

Netflix se atreve ahora también con el cine de animación a través de una exótica coproducción con China de fastuosa y extravagante estética y extraordinaria animación, enérgica y dinámica, acerca de una niña huérfana de madre y apasionada de la ciencia que decide poner rumbo a la Luna para encontrar a una diosa que puede devolverle al ser querido que ha perdido. Inmediatamente la empresa se antoja rica en mitología e iconografía china, conseguida en sus aspectos costumbristas, pero descuidada en su artificio argumental, excesivamente fantástico y convencional para acabar lanzando el sempiterno mensaje sobre la familia y los valores tradicionales.

Por si fuera poco la niña protagonista resulta demasiado antipática durante casi todo el metraje, aunque lo compensan la multitud de personajes fantásticos y divertidos que la circundan, y un impacto visual extraordinario, lleno de inventiva e imaginación y muy afín al exotismo oriental y la mitología china. Un buen ramillete de hermosas canciones ayudan también a que el espectáculo resulte impactante, dentro de una línea dramática y narrativa destinada tanto a adultos como a niños y niñas.

UN BAILE DE MÁSCARAS CONCEPTUALMENTE AMBICIOSO

Ópera de Giuseppe Verdi con libreto de Antonio Somma según Eugène Scribe. Francesco Ivan Ciampa, dirección musical. Gianmaria Aliverta, dirección escénica. Massimo Checchetto, escenografía. Carlos Tieppo, vestuario. Elisabetta Campanelli, iluminación. Silvia Giordano, coreografía. Con Ramón Vargas, Gabriele Viviani, Lianna Haroutounian, Olesya Petrova, Marina Monzó, Andrés Merino, Gianfranco Montresor, Luis López Navarro, Moisés Molina. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza. Íñigo Sampil, director. Orquesta de cuerda y banda interior del Conservatorio Manuel Castillo de Sevilla. Producción del Teatro La Fenice de Venecia. Reposición del Teatro de la Maestranza y el Teatro Real. Teatro de la Maestranza, domingo 14 de febrero de 2021

Estos días se ha escrito mucho en los medios de comunicación acerca de los avatares que tuvo que sufrir Verdi para poner en pie esta ópera inmediatamente anterior a La forza del destino, y sobre cuántas modificaciones tuvo que sufrir desde la intención original de recrear el asesinato en un baile del Rey Gustavo III de Suecia a finales del siglo XVIII, objeto ya de un libreto de Eugène Scribe que dio lugar a un par de óperas hoy absolutamente olvidadas, hasta convertirse en un mero folletín amoroso ambientado en el Boston colonial de finales del siglo XVII. También nos han contado a raíz de su presentación la pasada semana que veríamos este título tal como Verdi lo estrenó un 17 de febrero hace ahora ciento sesenta y dos años, dado que lo habitual en los últimos tiempos es recuperar a Gustavo y su corte sueca. Pero ya sabíamos por los anticipos que esto no era exactamente así, que una vez más el director escénico querría dejar la impronta de su supuesto talento y ambientar la historia del gobernador inglés en la Norteamérica abolicionista de mitad del siglo XIX, parece ser justo después de la Guerra Civil y varios años después del estreno de la ópera en Roma. Todo esto no genera más que confusión, se adhiere poco al libreto y sus intenciones quedan bastante desdibujadas. Además Gianmaria Aliverta parece empeñado en inundar la escena de arte conceptual, con multitud de objetos de atrezzo que sustituyan la falta de decorados – los fondos se resuelven en su mayoría en negro – que en nuestro caso se agrava además por las condiciones impuestas por la pandemia, lo que se hace especialmente evidente en el cuadro final, sin antorcha que sirva de templete para la orquesta interna.

Un convencional primer cuadro con libertadores glorificando al gobernador da pie a un segundo en el que la guarida de la adivina Ulrica, ataviada como hechicera africana, se resuelve con plataformas elevables que liberan presos y esclavos, y una serie de espejos en los que quizás se reflejen nuestras almas, y con ellas el destino inexorable, y que en un momento dado bailan al son de la música originando una de las escenas más ridículas de la función. En el segundo acto un montículo giratorio consigue dar sensación de movimiento, uno de los mayores logros escenográficos del montaje, mientras al final de este acto los conspiradores toman la forma del Ku Klux Klan, dando algo de coherencia a su intención de eliminar al gobernador por su actitud abolicionista. Se van cumpliendo así todos los detalles de un libreto en el que las máscaras no solo aparecen en el baile final sino a lo largo de toda la función, y que en este caso además se potencia con el uso obligado de mascarilla salvo en los personajes principales. Una foto nada disimulada para sugerir un cuadro descolgado de la pared de una majestuosa chimenea y varios muebles de anticuario adornan la primera parte del tercer acto, hasta que ya en el último el salón de celebraciones vacío y escuálido se transforma en un jolgorio controlado cuando la cabeza de la Estatua de la Libertad surge cual final de El planeta de los simios y añade más significado conceptual a un montaje que se nos antoja así definitivamente cargante. Afortunadamente las coreografías bien bailadas de este cuadro y el precedente en casa de Renato, añaden dignidad a un espectáculo discutible.

Calidad en el apartado estrictamente lírico

Sin embargo todo lo dicho pasa a un segundo plano cuando nos referimos a los valores musicales de este segundo título de la temporada que como Carmen, que si nada lo impide la veremos al final de la misma, no se representaba en Sevilla desde la Expo, cuando lo trajo James Levine con el Metropolitan. Ramón Vargas lleva más de treinta años sobre las tablas, y aunque nunca ha estado entre los más grandes, siempre ha servido para adornar carteles, su carrera le avala y mantiene la voz en muy buena forma. Quizás le falte algo de volumen, pero salvo un traicionero descuido en el segundo cuadro del primer acto, el resto lo defendió con destreza y dignidad. Su dúo con Amelia del segundo acto mereció encendidas ovaciones, y es que la soprano armenia Lianna Haroutounian demostró por qué está tan bien considerada entre los amantes de Verdi, con notable agilidad y considerable fuerza expresiva, rutilantes agudos y mucha sensibilidad. La voz del barítono Gabriele Viviani está más cerca de la de un bajo, una tesitura que generalmente asociamos a villanos o personalidades muy ilustres, lo que Renato quizás no es según el libreto, pero sí hoy en día en que su actitud define a los violentos y maltratadores, de forma que lo que en un principio parece un despropósito va cobrando sentido a lo largo de la obra. Su rol también lo defendió con altura y generosidad, tanto dramática como a nivel canoro.

Marina Monzó
da vida al paje Óscar con mucho desparpajo y flexibilidad en su línea de canto, además de un notable dominio de las agilidades y un timbre tan adecuado como su gracia escénica. Cumplió también con su cometido Olesya Petrova como Ulrica, dominando sin aparente dificultad todos los registros de su ancha tesitura. También cumplieron con más que corrección los conspiradores Andrés Merino y Gianfranco Montresor, de voces profundas y muy bien colocadas. 
Aunque en puntuales ocasiones llegó a ahogar a las voces, la dirección de Francesco Ivan Ciampa fue sencillamente espectacular, atenta e idiomática, dramática y concentrada, extrayendo de la Sinfónica un brillo y un color extraordinarios. El apoyo que los músicos del Conservatorio Manuel Castillo prestaron en el cuadro final estuvo a la altura, mientras el coro cumplió como es habitual, con profesionalidad y alto grado de competencia y responsabilidad, por lo que en conjunto la música, que al fin y al cabo es lo que más importa, superó a la ambición artística de una puesta en escena tan discutible como disparatada.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

THE PROM Un musical de sana y contagiosa alegría

USA 2020 131 min.
Dirección
Ryan Murphy Guion Jack Viertel, según el musical de Chad Beguelin y Bob Martin Fotografía Matthew Libatique Música Matthew Sklar Intérpretes Meryl Streep, James Corden, Nicole Kidman, Andrew Rannells, Kerry Washington, Keegan-Michael Key, Jo Ellen Pellman, Ariana DeBose, Tracey Ullman, Mary Kay Place Estreno en Netflix 11 diciembre 2020

Ryan Murphy
, creador de series tan populares como Nip/Tuck, Glee, American Horror History, Pose o The Politician, se encarga en su tercer largometraje para el cine, o lo que quiera en que éste se ha convertido, tras Recortes de mi vida y Come, reza, ama, de adaptar este musical que se estrenó en Broadway en 2018. Aunque aparentemente satiriza sobre el mundo del espectáculo y pretende lanzar un mensaje de respeto y aceptación de la diversidad, que no de la tan manida y equívoca tolerancia que nos venden continuamente, lo cierto es que tanto el musical como la película se conforman con permanecer en un estadio de mero entretenimiento, un espectáculo visual y musical de considerable impacto, alegres canciones y extraordinarias coreografías, magníficamente fotografiado y planteado, y con un considerable uso de la infografía que potencia colorido y alta definición en su suntuoso acabado.

Pero todo eso no puede disimular una inocencia generalizada y un planteamiento demasiado ligero de lo que podría haber sido algo más satírico y crítico con la farándula, el oportunismo y la hipocresía puritana de la América profunda y tradicional. Todo acaba resultando demasiado blando, y aunque sus canciones acusan un perfecto acabado, dejan la sensación de no ser realmente memorables, aunque los arreglos redundan en el sentido amplio del espectáculo genuinamente norteamericano.

Con todo, la presencia de Meryl Streep suma enteros en la producción hasta el punto de que, y a pesar del entregado trabajo de James Corden y la siempre estimulante presencia de Nicole Kidman, que se marca un numerito a lo Bob Fosse, se adueña de cada secuencia en la que aparece y las convierte en lo mejor de la función. Resulta fácil reconocer otros musicales, como Los productores y el comienzo de La muerte os sienta tan bien en el arranque, o High School Musical en algunos de sus números, e incluso Hairspray en toda esa alegría y felicidad que preside el conjunto, lo que acaba siendo un lujoso pastiche, bienvenido por su ingenuidad, contagioso optimismo y fácil digestión.

domingo, 14 de febrero de 2021

SHUNSKE SATO Y EL CLASICISMO DE LA BARROCA

Temporada de conciertos 2020-2021 de la Orquesta Barroca de Sevilla. Shunske Sato, violín y dirección. Programa: Sinfonía en Re menor, de Vanhal; Concierto para violín en Si bemol mayor K 207, de Mozart; Menuetto del Cuarteto nº 5 en Mi bemol mayor Kr 195, de Dittersdorff; Sinfonía nº 45 “Los adioses”, de Haydn. Espacio Turina, sábado 13 de febrero de 2021


Director artístico de la Netherlands Bach Society y frecuentemente asociado a conjuntos de tanto prestigio como Concerto Köln o Freiburger Barcokorchester, el joven violinista nacido en Japón Shunske Sato se unió a la ya larga nómina de ilustres colaboradores de la Orquesta Barroca de Sevilla, en un concierto que celebró como auténtica válvula de escape frente a la sequía cultural que invade a la mayor parte del planeta. Por su parte los integrantes de la formación hispalense lucieron, creo que por primera vez, una corbata verde esperanza con el logotipo de la orquesta, quién sabe si queriendo decir algo con el color elegido. Director y orquesta hicieron un gran esfuerzo programando dos sesiones el mismo día, por la mañana y a primera hora de la tarde para sortear las restricciones horarias; nosotros asistimos a la segunda. En los atriles cuatro autores relacionados entre sí. Johann Baptist Vanhal, bohemio muy admirado por Mozart y Haydn, y alumno de Carl Ditters von Dittersdorff. Según el famoso cantante, actor y compositor irlandés Michael Kelly, los cuatro llegaron a tocar juntos en formación de cuarteto allá por el año 1784, y con ese motivo fue diseñado el programa ofrecido en este tercer concierto de temporada, cuya premiere tuvo lugar el pasado jueves en Castellón.

La sinfonía de Vanhal con la que arrancó el concierto dejó ya clara la estética imperante a lo largo del mismo, la influencia del Sturm und Drang, ese ímpetu tormentoso ampliamente desarrollado en las artes de la segunda mitad del siglo XVIII. Fuerza desgarradora y dinámicas muy contrastadas que acompañaron en el allegro inicial de una Sinfonía en re menor agradable pero convencional, nada que ver con el sensacional primer concierto de los cinco que Mozart compuso para el violín como solista, y que sirvió a Sato para recrear su sonido uniforme y preciso, y desarrollar un sano pero mecánico virtuosismo, dominado como si fuese un apéndice de sí mismo, pero en el que echamos en falta una mayor dosis de expresividad. Aunque podemos afirmar que suena sincero y natural, a veces la imperfección acompañada de emoción añade más valor que una interpretación técnicamente impoluta.

De Dittersdorff se optó por una pieza de cámara, el minueto de su Cuarteto nº 5, en el que el primer violín luce muy por encima del resto de instrumentos, en este caso emulando ese Cuarteto celestial (Heaven’s Quartet) que bautizó al concierto y que hace referencia al conjunto recordado por Kelly. De esta forma la participación de Mercedes Ruiz al violonchelo, José Manuel Navarro a la viola y Leo Rossi al segundo violín fue de mero acompañamiento, frente a un rutilante Sato entregado con fuerza y energía a llevar la parte solista de la obra. Para terminar se eligió de Haydn su Sinfonía nº 45, quizás no una de las más aclamadas y representativas pero que encierra en su final el simpático juego que le merece el sobretítulo de Los adioses y le da significado, ya que ilustra el hartazgo de los músicos del príncipe Esterházy ante la dilatada temporada estival de 1772, y se resuelve con el paulatino abandono de los integrantes de la orquesta al final de la pieza, en ese insospechado adagio que Sato convirtió en quinto movimiento al separarlo considerablemente del presto final, y al que los músicos de la Barroca y él mismo añadieron mucha comedia. A destacar también en esta pieza el mimo con el que abordaron su elegante y delicado minueto, coronado también con un curioso e inesperado acorde final.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

UNA MAÑANA DE GRAN EMOCIÓN CON CANTARERO Y JORDI

Recital lírico. Mariola Cantarero, soprano. Ismael Jordi, tenor. Rubén Fernández Aguirre, piano. Programa: Arias, dúos y romanzas de Donizetti, Massenet, Vives, Fernández Caballero, Sorozábal y Penella. Teatro de la Maestranza, sábado 13 de febrero de 2021

Felicidades al jerezano Ismael Jordi y la granadina Mariola Cantarero por alcanzar veinte gloriosos años en la lírica, revalidar su relación de cariño y amor con el público sevillano que tanto les ha visto crecer, y mantener tan buena salud artística. Pero felicidades también al Teatro de la Maestranza por haber confiado siempre en estas dos rutilantes estrellas andaluzas y luchar contra viento y marea para que esta esperada celebración no se quedara en el limbo de lo imposible, como ha ocurrido con tantas malogradas citas del pasado año. Y felicidades desde luego al público que pudo asistir a este concierto matinal, porque fue todo un privilegio disfrutar tanto entre las paredes de nuestro querido templo.

Jordi nos invitó a pasar una mañana estupenda y vaya si lo hicimos, tanto como nos permitió la emoción que flotaba en el ambiente. Y es que el tenor jerezano sigue llevando a Kraus por bandera, no importa los años que hayan pasado desde que aprendiera del maestro canario. Cada vez que tiene ocasión vuelve a homenajearlo, lo que le honra como agradecido discípulo y emociona a quienes tanto echan de menos su inimitable voz, como nuestra querida Emilia Matute, fiel al Maestranza desde su inauguración, y en quien yo particularmente no dejé de pensar como inmejorable representante de ese nutrido colectivo krausista del teatro. Jordi desgranó una vez más arias tan ligadas a él como Tombe degli avi miei de Lucia di Lammermoor y Pourquoi me réveiller de Werther, ambas entonadas con profundo sentimiento y exquisito gusto, claridad en la emisión y extraordinaria proyección, con fuerza y mucho carisma. También con gran emoción desgranó el resto del programa, la segunda parte reservada a la zarzuela, como suele ser habitual en este tipo de recitales patrios. Sin excederse en temperamento, Jordi regaló unos Por el humo y No puede ser de enorme calidad, elegante fraseo y clara dicción. La sorpresa llegó en los bises en forma de Se nos rompió el amor de su paisano Manuel Alejandro, una canción que hizo suya a pesar de estar tan ligada a su legendaria intérprete, la Jurado, y con la que consiguió ponernos la carne de gallina.


Fue esa claridad en la dicción y la entonación una de las cosas que más agradecimos en esta pareja de la que aún recordamos aquella antológica Traviata de hace diez años, y que sique exhibiendo una magnífica química y compenetración. El amor asomó en Verrano a te… de Lucia di Lammermoor, emergiendo ambas personalidades con toda su fuerza característica, con Mariola Cantarero modulando exquisitamente la voz y apianando con enorme sensibilidad; y el desamor lo hizo en el dúo de Saint Sulpice de Manon, aquí con la soprano exhibiendo su vena más desgarradora, y más comedido Jordi, aunque rutilante y firme en sentimiento y proyección. Pero para emocionante y salerosa Vaya una tarde bonita de El gato montés, con ese Torero quiero ser que con tanta gracia lo rubrica y toda esa declaración de amor a nuestra tierra que profesa.

Gracia que le sobra a la soprano granadina, derrochando tanta fuerza dramática en Oh nube che liebe de Maria Stuarda, como garbo y sensualidad en la popular Gavota de Manon, que Aguirre acompañó no solo al piano sino a los coros, convenientemente abreviados, como las partes instrumentales, para su interpretación en recital. También con la zarzuela que Fernández Caballero dedicó al vino, Chateaux Margaux, aprovechó la granadina para exhibir glamour y coquetería, cuidando siempre hasta el más mínimo detalle en su perfecta entonación y esa capacidad que tiene para controlar la emisión y el volumen de su generosa voz, capaz de sobrecogedores agudos. En las propinas, que ocuparon prácticamente un tercer bloque del recital, entonó con mucho sentimiento la canción de Los emigrantes, Adiós Granada mía, así como una notable versión de la célebre copla Y sin embargo te quiero. Fernández Aguirre, siempre tan inquieto y comprometido, de quien a finales de mes veremos su particular revisión y recuperación de la ópera de Manuel García Le cinesi, acompañó al piano como nadie mejor que él sabe hacerlo, con respeto y admiración, la que así mismo le profesaron los dos inmensos artistas que añadieron luz a una mañana de sábado ya de por sí radiante.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía