Aquellos conciertos de música de cámara que se celebraban en la Sala Manuel García en apoyo de jóvenes talentos, pasaron a la historia hasta que la iniciativa de Juventudes Musicales de Sevilla los ha recuperado ahora bajo el título genérico de Alternativas de cámara. Las dos últimas citas han estado protagonizadas por el saxofón, instrumento que asociamos más al jazz que a la música clásica, y que sin embargo tanto nos queda por descubrir en este segundo contexto. Hace un mes disfrutábamos de Manu Brazo en muy buena compañía, ahora son cuatro jovencísimos intérpretes de Madrid, Aragón y Extremadura, que se conocieron en el Conservatorio Superior de Música de Castilla y León, en Salamanca, y decidieron formar el cuarteto de saxos con el que anoche cumplieron un compromiso gestado con la institución hispalense hace dos años, como consecuencia del primer premio obtenido en el Concurso Abate Marchena de Utrera, después de haber logrado primeros premios también en Cantabria, París, Almería y Juventudes Musicales de Ávila. Aquel compromiso se frustró con la pandemia, y ahora, con el esfuerzo, el trabajo y el estudio que a buen seguro les habrá permitido estos dos insólitos años, Synthèse Quartet se presentó en el Maestranza demostrando que son un conjunto muy a tener en cuenta.
Aunque cada vez son más los conjuntos especializados en este instrumento, las obras escritas para él han estado habitualmente destinadas a integrantes de bandas militares y secciones de conjuntos sinfónicos. No abundan las piezas originales para saxofones en el repertorio clásico, por lo que no sorprende que se tenga que echar mano de la transcripción, como sucedió en este concierto de presentación de Synthèse Quartet en Sevilla. El programa estuvo estructurado alrededor del Cuarteto para cuerdas de Debussy, con un inconfundible aroma francés en el que las dos primeas piezas sí eran originales para saxos. Los cuatro intérpretes arrancaron con cierta teatralidad en el Andante y scherzo de Eugène Bozza, que compuso a lo largo del siglo XX música fundamentalmente de cámara con predilección por los instrumentos de viento, marcando ese acento debussyano que informa el andante inicial, así como el nervio jazzístico que impregna el scherzo, y resolviendo con matrícula la tremenda complejidad técnica que demanda la pieza, sin sacrificar su fuerza expresiva ni calidad melódica. Exactamente lo mismo se puede decir de la Introducción y variaciones sobre un rondó popular de Gabriel Pierné, importante organista y director de orquesta que estudió con Franck, Massenet y Debussy. Synthèse supo extraer toda la luminosidad y espíritu desenfadado de este standard del saxofón, y a la vez exhibir toda su delicadeza y compleja ornamentación.
Un brillante Cuarteto de Debussy
Lo mejor que se puede decir de su interpretación del Cuarteto de Debussy en arreglo para saxofones, es que no sacrificaron ni un ápice de su espíritu y estilo, gracias sin duda al excelente arreglo presentado, pero también a la madurez expresiva del conjunto, que en el animado y muy decidido primer movimiento acertaron combinando las texturas de sus instrumentos, con una compenetración magistral y una agilidad en el diálogo de voces solo al alcance de artistas muy consumados. Prodigiosa resultó su imitación del pizzicato que caracteriza el segundo movimiento y las sutiles transformaciones a lo largo de la obra, destacando también su clima decadente y sensual, lleno de insinuaciones. También supieron aprovechar al máximo las posibilidades del Andantino, un nocturno lleno de ternura y misterio que abordaron desde la delicadeza y la extrema elegancia, así hasta un movimiento final dominado por el color y la textura, siempre desde una consideración eminentemente flexible y sensual de la música.
Estos jóvenes talentos no se conforman con la excelencia interpretativa, también se revelan como inagotables estudiosos de la materia, alcanzando al difícil y comprometido trabajo de la transcripción, que también dominan, y que en el caso de las Danzas fantásticas que Turina concibió en París, se traducen en un trabajo fogoso y meticuloso que logra transmitir todos los matices expresivos y técnicos de una pieza que originalmente se compuso para piano, para inmediatamente orquestarse, siendo este un arreglo extraído de ambas versiones, en el que las cuatro voces se articulan, dialogan y se combinan para no perder en el camino ni un ápice de la intención original del compositor sevillano. Una fantasía sobre temas de Carmen de Bizet, según arreglo del compositor japonés Ito Yasuhidi, sirvió para terminar de forma alegre y desenfadada este recorrido por la música francesa de finales del XIX y principios del XX, y acabar definitivamente de conectar el sabor Francia con el pintoresquismo sevillano. La y los intérpretes demostraron también dominar el arte de la retórica, con unas estupendas presentaciones de cada pieza, y en la propina acertaron muy oportunamente con una pieza del autor holandés Guillermo Lago incluida en su obra Ciudades, concretamente la que ilustra Sarajevo después de la guerra, un canto solemne y desolador que acaba convirtiéndose en grito desgarrador en las muy matizadas voces que Synthèse defendió con mucha emoción y sentido crítico frente a la devastación que sufre justo ahora parte de nuestro continente.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía