jueves, 31 de marzo de 2022

SYNTHÈSE QUARTET, DOMINIO TÉCNICO Y MADUREZ EXPRESIVA

Alternativas de cámara, en colaboración con Juventudes Musicales de Sevilla. Synthèse Quartet: Javier Valero, saxo soprano; Ángela Romera, saxo alto; Ismael Arroyo, saxo tenor; Raúl Fox, saxo barítono. Programa: Andante et scherzo, de Eugène Bozza; Introduction et variations sur une ronde populaire, de Gabriel Pierné; Quatuor Op. 10, de Debussy; Danzas fantásticas, de Turina; Carmen Fantasy, de Bizet (arr. Ito Yasuhidi). Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza, miércoles 30 de marzo de 2022


Aquellos conciertos de música de cámara que se celebraban en la Sala Manuel García en apoyo de jóvenes talentos, pasaron a la historia hasta que la iniciativa de Juventudes Musicales de Sevilla los ha recuperado ahora bajo el título genérico de Alternativas de cámara. Las dos últimas citas han estado protagonizadas por el saxofón, instrumento que asociamos más al jazz que a la música clásica, y que sin embargo tanto nos queda por descubrir en este segundo contexto. Hace un mes disfrutábamos de Manu Brazo en muy buena compañía, ahora son cuatro jovencísimos intérpretes de Madrid, Aragón y Extremadura, que se conocieron en el Conservatorio Superior de Música de Castilla y León, en Salamanca, y decidieron formar el cuarteto de saxos con el que anoche cumplieron un compromiso gestado con la institución hispalense hace dos años, como consecuencia del primer premio obtenido en el Concurso Abate Marchena de Utrera, después de haber logrado primeros premios también en Cantabria, París, Almería y Juventudes Musicales de Ávila. Aquel compromiso se frustró con la pandemia, y ahora, con el esfuerzo, el trabajo y el estudio que a buen seguro les habrá permitido estos dos insólitos años, Synthèse Quartet se presentó en el Maestranza demostrando que son un conjunto muy a tener en cuenta.

Aunque cada vez son más los conjuntos especializados en este instrumento, las obras escritas para él han estado habitualmente destinadas a integrantes de bandas militares y secciones de conjuntos sinfónicos. No abundan las piezas originales para saxofones en el repertorio clásico, por lo que no sorprende que se tenga que echar mano de la transcripción, como sucedió en este concierto de presentación de Synthèse Quartet en Sevilla. El programa estuvo estructurado alrededor del Cuarteto para cuerdas de Debussy, con un inconfundible aroma francés en el que las dos primeas piezas sí eran originales para saxos. Los cuatro intérpretes arrancaron con cierta teatralidad en el Andante y scherzo de Eugène Bozza, que compuso a lo largo del siglo XX música fundamentalmente de cámara con predilección por los instrumentos de viento, marcando ese acento debussyano que informa el andante inicial, así como el nervio jazzístico que impregna el scherzo, y resolviendo con matrícula la tremenda complejidad técnica que demanda la pieza, sin sacrificar su fuerza expresiva ni calidad melódica. Exactamente lo mismo se puede decir de la Introducción y variaciones sobre un rondó popular de Gabriel Pierné, importante organista y director de orquesta que estudió con Franck, Massenet y Debussy. Synthèse supo extraer toda la luminosidad y espíritu desenfadado de este standard del saxofón, y a la vez exhibir toda su delicadeza y compleja ornamentación.

Un brillante Cuarteto de Debussy

Lo mejor que se puede decir de su interpretación del Cuarteto de Debussy en arreglo para saxofones, es que no sacrificaron ni un ápice de su espíritu y estilo, gracias sin duda al excelente arreglo presentado, pero también a la madurez expresiva del conjunto, que en el animado y muy decidido primer movimiento acertaron combinando las texturas de sus instrumentos, con una compenetración magistral y una agilidad en el diálogo de voces solo al alcance de artistas muy consumados. Prodigiosa resultó su imitación del pizzicato que caracteriza el segundo movimiento y las sutiles transformaciones a lo largo de la obra, destacando también su clima decadente y sensual, lleno de insinuaciones. También supieron aprovechar al máximo las posibilidades del Andantino, un nocturno lleno de ternura y misterio que abordaron desde la delicadeza y la extrema elegancia, así hasta un movimiento final dominado por el color y la textura, siempre desde una consideración eminentemente flexible y sensual de la música.


Estos jóvenes talentos no se conforman con la excelencia interpretativa, también se revelan como inagotables estudiosos de la materia, alcanzando al difícil y comprometido trabajo de la transcripción, que también dominan, y que en el caso de las Danzas fantásticas que Turina concibió en París, se traducen en un trabajo fogoso y meticuloso que logra transmitir todos los matices expresivos y técnicos de una pieza que originalmente se compuso para piano, para inmediatamente orquestarse, siendo este un arreglo extraído de ambas versiones, en el que las cuatro voces se articulan, dialogan y se combinan para no perder en el camino ni un ápice de la intención original del compositor sevillano. Una fantasía sobre temas de Carmen de Bizet, según arreglo del compositor japonés Ito Yasuhidi, sirvió para terminar de forma alegre y desenfadada este recorrido por la música francesa de finales del XIX y principios del XX, y acabar definitivamente de conectar el sabor Francia con el pintoresquismo sevillano. La y los intérpretes demostraron también dominar el arte de la retórica, con unas estupendas presentaciones de cada pieza, y en la propina acertaron muy oportunamente con una pieza del autor holandés Guillermo Lago incluida en su obra Ciudades, concretamente la que ilustra Sarajevo después de la guerra, un canto solemne y desolador que acaba convirtiéndose en grito desgarrador en las muy matizadas voces que Synthèse defendió con mucha emoción y sentido crítico frente a la devastación que sufre justo ahora parte de nuestro continente.

Fotos: Guillermo Mendo
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

martes, 29 de marzo de 2022

LA CIMA Encuentro en el Himalaya

España-Francia 2022 85 min.
Dirección
Ibon Cormenzana Guion Nerea Castro Andreu Fotografía Albert Pascual Música Paula Olaz Intérpretes Patricia López Arnaiz, Javier Rey, Kishan Aghikari, Blanca Apilániz, Kandido Uranga Estreno en el Festival de Málaga 20 marzo 2022; en salas comerciales 25 marzo 2022

En la primavera de 2010 la alpinista guipuzcoana Edurne Pasaban completó con el ascenso del Shisha Pangma y el Annapurna los catorce ocho miles del mundo, convirtiéndose así en la primera mujer en conseguir dicha hazaña. El personaje ha inspirado a la guionista Nerea Castro y al realizador Ibon Cormenzana para crear una historia intimista en torno a la pérdida y el dolor, entre una experimentada alpinista aislada en un refugio de alta montaña a los pies de la cumbre del Nepal, y un escalador decidido a subir a la cima del Annapurna como un reto personal y rendimiento de cuentas con su pasado.

Se reconoce el mérito de embarcarse en una aventura de este calibre, insólita en nuestro cine, aunque en el proceso se adviertan con claridad ciertas costuras, como un exceso de interiorismo y diálogos superfluos que ayuden a correr el metraje sin meterse en camisa de once varas con una sobreexposición de efectos visuales y situaciones trepidantes que hagan la función inasumible técnica y económicamente. Con todo, y a pesar de rodarse en el pirineo oscense y utilizar con poco disimulo el croma para simular estar en la Cordillera del Himalaya, la cinta se digiere con facilidad, agradeciéndose especialmente que por una vez sea la mujer el personaje fuerte y el brazo en el que se apoye el hombre, si bien algunos cambios de registro y empatía en su personaje no lleguen a convencer lo suficiente por mucho que se intente justificar con giros argumentales que hagan avanzar la trama.

Curiosamente Cormenzana, que hace algunos años llamó la atención con la película Alegría tristeza protagonizada por Roberto Álamo, espera el estreno de Culpaotra cinta con mujer aislada en un refugio en la montaña, esta vez Manuela Vellés intentando encarar la agresión sexual sufrida de parte de un conocido.

lunes, 28 de marzo de 2022

SARAO AL AYRE ESPAÑOL

39 Femás. ¡Ay, bello esplendor! Grandes villancicos barrocos. María Espada, soprano. Víctor Sordo, tenor; Víctor Cruz, barítono; Pedro Lopes e Castro, oboe. Vozes del Ayre y Al Ayre Español. Eduardo López Banzo, dirección. Programa: Mirad y admirad portentos, De la pobreza a las puertas, Pues el cielo y la tierra, Lágrimas tristes, corred y Luciente, vagante estrella, de José de Torres; Tortolilla, Cesen desde hoy los profetas y Digo, que no he de cantarla, de Juan Francés de Iribarren; Sonata en trío en la menor Op. 3 nº 10, de Arcangelo Corelli; Sonata para oboe en do menor, de Carlos Seixas. Espacio Turina, domingo 27 de marzo de 2022


Hace años que Al Ayre Español, comandado por su fundador y principal artífice Eduardo López Banzo, visita intermitentemente nuestro Festival de Música Antigua, y lo hace casi siempre con propuestas de gran calado e indiscutible interés musicológico. Poco público, a pesar de superar la mitad del aforo del Turina, presentó esta cita para lo mucho que disfrutamos y nos emocionamos con ella. Fue sin duda una de esas que se quedan en la retina y en el corazón, protagonizada por dos músicos españoles del Barroco con todos los méritos para ser reivindicados e insistir en lo difícil que resulta en estas latitudes hacerse un hueco en el repertorio más reconocido y transitado de la literatura musical europea.

Constatamos una vez más que nuestros mejores intérpretes especializados se intercambian entre los diferentes conjuntos que se dedican a estos repertorios. Así pudimos volver a disfrutar en la ciudad de músicos de la talla de Alexis Aguado, Kepa Artetxe, Xisco Agulló o Juan Carlos de Mulder, que habitualmente asociamos a la Barroca de Sevilla, Guillermo Turina, o las voces de Gabriel Díaz y Víctor Sordo, integrantes de Vandalia. El sur y el norte de España unidos en este acontecimiento festivo musical que también tuvo una importante presencia portuguesa en el oboe de un espléndido Pedro Lopes, que ya nos deleitó la pasada semana con Divino Sospiro, el grupo que acompañó al recital de Andreas Scholl. El resto de entonadas voces y el entusiasmo que López Banzo contagió al numeroso elenco convocado, acabó dando como fruto esta fiesta de la música, el desenfado y la alegría que tanta falta nos hace.

Villancicos para animar la fiesta

Eduardo López Banzo
En esta tierra sabemos muy bien lo que alegran los villancicos, ya sea en forma de alegres zambombas tan características de la Navidad. Los que Banzo convocó aquí, algunos con carácter de estreno en época moderna, tras ese minucioso descubrimiento y rehabilitación que ha constituido desde siempre su principal pasión y leit motiv de vida y trabajo, fueron villancicos tal como se entendían en su época, cuando alcanzaron el auge que llevaban demandando desde que aparecieran por primera vez en el siglo XIV de la mano de los villanos o pobladores de las villas, gente de campo que entonaban alegres cancioncillas para animar su jornada laboral, y de los que derivó la acepción del término. En pleno siglo XVII muchos fueron los compositores que cultivaron el género, uno de ellos el maestro de la Capilla Real José de Torres, bajo cuya tutela estudió uno de los grandes de la época, Juan Francés de Iribarren, cuya interesante obra ha sido ya objeto de minuciosa recuperación también por nuestra Barroca. Maestro y aventajado alumno fueron los protagonistas de una velada para el recuerdo, a través de piezas jocosas como Mirad y admirad portentos, o más recogidas e intimistas como Pues el cielo y la tierra, que Díaz, Jorge Enrique García, Sordo y Cruz entonaron con mucho estilo y emotividad, hasta alcanzar el culmen con Luciente, vagante estrella, una suerte de villanesca henchida de color y alegría, ideal para una buena jarana, y en la que la cuerda grave, con unos muy inspirados Turina y Aguiló, campó a sus anchas a través de agresivos trémolos y una atmósfera tempestuosa sobrecogedora.

De Iribarren se interpretó Tortolilla, un magnífico villancico con forma de cantata, consecuencia de la influencia y el arraigo que la música italiana tuvo en aquel momento, y que el compositor de Sangüesa (Zaragoza) tan bien supo traducir a nuestra idiosincrasia. Música como tantas otras archivadas en nuestras catedrales, como la de Málaga hasta que los musicólogos la han desempolvado. Así no extrañó que entre recitativos, la sugerente, envolvente y elegantemente fraseada voz de María Espada, con pianissimi sensacionales, y la del tenor Víctor Sordo haciendo alarde de magnífica coloratura, evocaran al mejor Händel, o que en Cesen desde hoy los profetas, el conjunto en su totalidad se entregara a un divertido sarao, teatrillo incluido, que acabó definitivamente haciendo las delicias del afortunado público. Una sonata de Corelli técnicamente impecable, duelo frenético incluido de Aguado y Artetxe, y otra del compositor portugués Carlos Seixas, demostrando que son más los detalles que nos unen, como hemos vuelto a comprobar estos días de crisis energética, que los que nos separan, y que Pedro Lopes defendió con amplio sentido de la magia y la musicalidad. Una vez más tenemos sin embargo que lamentar que Femás no haya aprovechado los recursos del Turina para proyectar los textos, generalmente difíciles de entender por muy buena que llegue a ser la dicción de los cantantes, dejando así estas manifestaciones a mitad de sus posibilidades.

Fotos: Aníbal González (Femás)
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

TRES Desincronización existencial

España-Lituania-Francia 2021 104 min.
Dirección
Juanjo Giménez Guion Juanjo Giménez y Pere Altimira Fotografía Javi Arrontes Música Domas Strupinskas Intérpretes Marta Nieto, Miki Esparbé, Luisa Merelas, Fran Lareu, Francisco Reyes, Julius Cotter, Cris Iglesias Estreno en el Festival de Venecia 5 septiembre 2021; en España (limitado, no en Sevilla) 5 noviembre 2021

Ahora que nuestro cine ha conseguido un Oscar al mejor cortometraje (de animación), nos ha parecido el mejor momento para recuperar esta singular película estrenada sin pena ni gloria y con carácter limitado solo en un puñado de ciudades españolas el pasado mes de noviembre. Ni siquiera el previsible Goya al mejor sonido que ha logrado, ha propiciado una repesca en condiciones del debut en el largometraje de Juanjo Giménez, nominado al Oscar al mejor corto de ficción en 2016 con Timecode, protagonizado por Marta Nieto, que precisamente se dio a conocer también con un corto nominado al Oscar, Madre de Rodrigo Sorogoyen.

En Tres una ingeniera de sonido que trabaja para el cine, sufre desincronización en su propia vida, un fenómeno explicable solo si hablamos de cine de fantasía o ciencia-ficción, que en estos tiempos de tecnología digital nos hemos acostumbrado a sufrir especialmente en la pequeña pantalla. Ella lo padece de forma muy especial, por cuanto pierde la noción de la realidad cuando lo que ve y lo que oye están tan distanciados en el tiempo. Una serie de originales giros acabarán convirtiendo su distorsión de la realidad en un arma de espionaje, quizás un homenaje al cine como instrumento para vivir vidas ajenas, mientras sirve a su pretendiente para ganarse su confianza y su cariño, en una secuencia mágica que situaríamos entre lo más logrado y romántico de tan original película.

Cierto que la trama se torna caprichosa y poco rigurosa en algún que otro resorte, pero entretiene y engancha a pesar de no alcanzarse a entender muy bien cuál sea su intención y destino, quizás relacionado con nuestra incapacidad para relacionarnos con el entorno familiar, amistoso y laboral, esa desincronización real que existe entre los seres humanos y que a menudo nos lleva al desentendimiento y el sufrimiento. Marta Nieto realiza un trabajo excepcional que adorna con su estilosa presencia, mientras la literatura y la puesta en escena de Giménez alcanza una elegancia inusual en gran parte de nuestro cine.

domingo, 27 de marzo de 2022

EL VIAJE IMAGINARIO DE ALQHAI Y TABASSIAN

39 Femás. De Sevilla a Isfahán. Accademia del Piacere: Fahmi Alqhai, Rami Alqhai y Johanna Rose, violas da gamba. Constantinople: Kiya Tabassian, setar y voz; Didem Basar, kanun; Patrick Graham y Hamin Honar, percusión. Programa: Piezas de Francisco Guerrero, Luis de Narváez, Aga Mu’men, Alonso de Mudarra, Dimitri Cantemir, Miguel de Fuenllana, Fahmi Alqhai, Kiya Tabassian y anónimos. Espacio Turina, sábado 26 de marzo de 2022


Cada Femás, desde hace más de veinte ediciones, cuenta con un estreno de la mano de su director Fahm Alqhai, en los últimos años centrado en la fusión y el mestizaje musical, con propuestas que van del rock al flamenco con aires barrocos apoyados habitualmente en esa viola da gamba que domina a la perfección. Esta vez contó con la inestimable colaboración del grupo canadiense que lidera el músico iraní afincado en Canadá Kiya Tabassian, Constantinople, un conjunto de marcado acento étnico que maneja los instrumentos autóctonos con la misma perfección y destreza con que lo hacen los tres violagambistas a los que en esta ocasión quedó reducida la Accademia del Piacere, formación que lidera el sevillano de origen sirio que más ha exportado la música seria hecha aquí al resto del mundo.

Siguiendo las notas al programa de Juan Ramón Lara, se prometía uno de esos viajes de ida y vuelta que tanto ilustran nuestra historia y los lazos que nos unen a ese mundo tan aparentemente lejano que representa el Medio Oriente. Se trata de los viajes que el embajador de Enrique III de Castilla, Ruy González de Clavijo, documentó en su libro Vida y hazañas del Gran Tamorlán, cuando zarpó hacia la corte del sultán Temür para crear una alianza con la que enfrentarse a los turcos otomanos. Unos viajes que le llevaron a él y su séquito de Persia a la misma Constantinopla, y que Argote de Molina divulgó en los tomos que él mismo editó y prologó. También comenta Lara que de la misma forma, años después fue el príncipe conocido como Juan de Persia quien realizó un viaje de vuelta, de Isfahán, en el corazón de Irán, a las cortes europeas hasta instalarse en Castilla. Y de todo eso tenía que surgir este programa musical, pero fue imposible seguir estos apasionantes viajes así ilustrados con música de la época, ante la oscuridad reinante en la sala, que hacía imposible seguir sus escalas, y la falta total y absoluta de ningún tipo de explicación, ni hablada ni escrita sobre el fondo del escenario en el que el Espacio Turina suele proyectar tan oportunamente los textos cantados en recitales de toda índole, y que este Femás ha obviado por completo.

Así las cosas, y con un setar (pequeño instrumento persa de cuerda pulsada) y la voz de Tabassian sometidos a una amplificación que afectó a todo el conjunto y provocó un sonido seguramente brillante y hermoso pero tan uniforme que resultó difícil apreciar texturas y planos, lo que quedó fue un bonito y fluido concierto de música mestiza, con momentos aislados de inconfundible belleza, especialmente cuando se podía apreciar el trabajo más armonioso que contrapuntístico de las violas, todo ello tamizado con un trabajo de percusión mimado pero a menudo rutinario. En el camino ya daba igual si las piezas eran de Narváez, Mudarra o Guerrero, o si se trataba de un fandango, una fantasía o unas diferencias… todo estuvo tratado igual, bajo una misma discutible estética. No cabe duda de que el trabajo de los y las músicos fue impecable técnicamente, y que primó la belleza tímbrica por encima de cualquier otra consideración, pero el resultado a algunos nos pareció demasiado homogéneo y poco o nada ilustrativo de todo aquello que pretendía reflejar. Aun así suscitó el entusiasmo generalizado del público, si bien percibimos cierto desconocimiento y desconcierto entre los comentarios vertidos de mucha gente que ni siquiera era consciente de la colaboración concertada, y todo lo achacaba al popular conjunto del violagambista sevillano. Hubo también entre los especialistas en el género, quien aclaró que el programa era muy exigente técnicamente, lo que de ser así ciertamente contó con el buen hacer de los siete participantes, incluida la muy idiomática y exótica labor de la intérprete turca Didem Basar al kanun, una especie de salterio cuyo nombre traducido significa ley.

Fotos: Anibal González (Femás)
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

sábado, 26 de marzo de 2022

STILE ANTICO DESDE EL PARAÍSO

39 Femás. The Path to Salvation. Stile Antico. Helen Ashby, Kate Ashby y Rebecca Hickey, sopranos. Emma Ashby, Cara Curran y Rose Parker, altos. Andrew Griffiths, Jonathan Hanley y Matthew Howard, tenores. James Arthur, Will Dawes y Nathan Harrison, bajos. Programa: Piezas de Henry Purcell, Thomas Weelkes, Alonso Lobo, Leonora d’Este, John Sheppard, Orlando di Lasso, Gregorio Allegri, Giaches de Wert, Tomás Luis de Victoria, John Taverner, Peter Philips, William Byrd, Giovanni Pierluigi de Palestrina y Thomas Tomkins. Espacio Turina, viernes 25 de marzo de 2022


En la recién estrenada película Adiós, señor Haffmann, a la pregunta que le hace el personaje interpretado por Daniel Auteil a su tímida anfitriona sobre si cree en Dios, esta le contesta que no, pero sí en el paraíso. Entonces, también creerá en el inferno, le responde Auteil. No hace falta creer en lo divino, ni en la Iglesia ni nada de lo que le rodea, para dejarse subyugar por la belleza de la música, y el arte en general, creada para su sustento y enaltecimiento. En Sevilla sabemos muy bien que las lágrimas pueden brotar también de ojos agnósticos ante la belleza que representan las estaciones de la Pasión plasmadas en las procesiones de Semana Santa. Y sobre esta celebración universal se centró el programa con el que el mítico conjunto vocal inglés se presentó en esta extraordinaria edición del Festival de Música Antigua de Sevilla. A ellos y ellas, hasta doce integrantes, les gusta generar programas monográficos, y lo hacen muy bien. El de anoche lo presentó con mucha educación, atención y sentido del humor el joven tenor Jonathan Hanley, y lo cerró con un mismo sentido de amabilidad la soprano Helen Ashby, una de las tres hermanas que forman parte del excelente elenco.

En este Camino de Salvación plasmado en el programa, arrancaron con un himno a cinco voces de Purcell concebido para ser cantado en la Abadía de Westminster, con el que Stile Antico, nombre que hace referencia al canto polifónico renacentista, mostró ya sus señas de identidad, centrándose en la exuberante belleza de la música al servicio del espiritual texto, para continuar con el jubiloso Hosana del Domingo de Pascua a cargo de una pieza de Thomas Weelkes, un autor habitualmente dedicado a los madrigales, que el conjunto entonó con desenfado y ánimo optimista, dejando constancia del brillo y la claridad de sus voces. Con el ursaonense Alonso Lobo se adentraron ya en un Jueves Santo idealizado con carácter piadoso, sereno y luminoso gracias a ese constante juego entre armonía y contrapunto que son capaces de aportar a su canto, y que con Leonora d’Este, noble y monja, hija de Lucreca Borgia, se convirtió en un dechado de efectos y afectos a partir del eficaz entrelazado de voces graves y agudas femeninas, con claro predominio de las segundas, en Ego sum panis vivus. Siguieron las masculinas exclusivamente en I give you a new commandment de John Sheppard, claro exponente junto a Tallis y Byrd de la floración polifónica en la Inglaterra de los Tudor, también con brillantes juegos armónicos entre las exultantes voces graves y las muy aterciopeladas agudas.

Un impactante efecto dramático

Así llegamos a la oración en el huerto según San Mateo, con el dramático motete Tristis est anima mea del influyente franco flamenco Orlando de Lassus, de tesitura ancha, líneas vocales descendentes y melodías circulares que sirvieron de magnífico preludio a un Miserere de Allegri de enorme impacto teatral, gracias a la disposición de las voces entre el escenario, cinco, un palco a modo de púlpito ocupado por Hanley, y el resto distribuido en el vestíbulo del Espacio Turina. Un juego de voces en diálogo, con claro predomino de las muy entonadas pero nunca estridentes sopranos, y un espectacular efecto místico e hipnótico con el que acabó este paseo por los Santos Oficios.


En la segunda pare, tras un nuevo prólogo de la mano de ese primer barroco representado por Purcell, con Hear My Prayer, Oh Lord también escrito para Westminster con una enorme complejidad armónica que el conjunto salvó con maestría, pasamos a celebrar el Viernes Santo ya desde la contención y la tristeza más expresiva, con O crux ave del madrigalista franco flamenco Giaches de Wert, y dos piezas de los Responsorios de tinieblas de Tomás Luis de Victoria en los que el contraste entre las voces agudas de O vos omnes y las más graves del estremecedor Tenebrae factae sunt, obraron el milagro del éxtasis gracias a las muy entregadas voces del conjunto, que durante toda su actuación jugó a variar constantemente la composición de conjuntos y la disposición de voces. La Vigilia se hizo paso con el conmovedor Dum transsset Sabbatum de John Taverner, para el tercer responsorio de maitines del Domingo de Resurrección, prodigio de voces en imitación y atmósfera rapsódica. La Pascua estuvo representada por la exuberancia y el tono jubiloso de piezas como Ecce Vicit Leo de Peter Philips, la enérgica Victimae Paschali de William Byrd, con sus ingeniosas interactuaciones entre solistas y conjunto, la antífona mariana a ocho voces Regina Caeli de Palestrina, y un jubiloso himno final a cargo de Thomas Tomkins, todo defendido con amplio sentido del color, el diálogo y la armonía, que nos llevó al paraíso ahora que tanto hace falta, en estos momentos de sinsentido y dolor en los que es más fácil sentir el infierno.

Fotos: Aníbal González (Femás)
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

A TIEMPO COMPLETO Radiografía de un sistema fallido

Título original: À plein temps
Francia 2021 87 min.
Guion y dirección
Eric Gravel Fotografía Victor Seguin Música Irène Drésel Intérpretes Laure Calamy, Anne Suarez, Geneviève Mnich, Nolan Arizmendi, Sasha Lemaitre Cremaschi, Cyril Gueï, Lucie Gallo, Agathe Dronne, Mathilde Weil, Dana Fiaque Estreno en el Festival de Venecia 2 septiembre 2021; en Francia 16 marzo 2022


Mientras algunos realizadores necesitan largos metrajes para contar historias mínimas, otros como Eric Gravel en su segundo trabajo de gran formato condensan en apenas hora y media un sinfín de situaciones y giros argumentales con el fin de insuflar a su propuesta de ritmo vertiginoso y tensión desenfrenada. Así construye esta frenética crónica de una mujer desesperada ante la imposibilidad de conciliar vida laboral y familiar, un logro tan codiciado por las sociedades modernas pero tan mal enfocado en general que no hace sino aguas se mire por donde se mire.

Su situación se ve agravada además por una de esas huelgas de transporte que convierten a la ciudadanía en rehenes y víctimas de un aparente chantaje, si no fuera porque se trata del ineludible ejercicio de un derecho tan fundamental como el de defender nuestra libertad como trabajadoras y trabajadores. Resulta además que a la mujer le sigue resultando todavía más difícil esa conciliación que al hombre, por el mero hecho de portar la incómoda placenta que la convierte durante nueve meses en ese bicho raro sometido a dolores, caprichos y limitaciones. Pero después sigue siendo ella quien esté obligada al cuidado y la educación de la prole, aunque en el camino pierda la oportunidad laboral y profesional que todo el mundo merece. Pero sobre todo observamos en este aparatoso drama, que funciona una vez más por acumulación de desgracias, no por posibles menos manipuladoras, que nuestra sociedad, la que llamamos con toda ligereza del bienestar, necesita mucho de todo, no nos conformamos con nada, sucumbimos a ese consumismo a ultranza que define el sistema capitalista que hemos aceptado sin reservas hasta complicarnos una vida que no hace mucho era más fácil, cómoda y sencilla.

Todo eso aparece plasmado en el ambicioso guion de este inquietante y polémico film, cuya velocidad de vértigo se ve potenciada por las continuas carreras de una mujer que, por otra parte, no parece organizarse muy bien, aunque también celebramos que no se hunda jamás; y sobre todo por una insistente música que no deja espacio ni a la respiración. En el conjunto destaca la magnífica interpretación de Laure Calamy, paradigma de la mujer trabajadora, corriente y perfecta vecina de al lado, aunque pida muchos favores. Su trabajo le valió en la sección Horizontes del pasado Festival de Venecia el premio a la mejor actriz, donde también obtuvo el de mejor dirección.

ADIÓS, SEÑOR HAFFMANN Una oportunidad indecente

Título original: Adieu Monsieur Haffmann
Francia 2021 115 min.
Dirección
Fred Cavayé Guion Fred Cavayé y Sarah Kaminsky, según la obra de Jean-Philippe Daguerre Fotografía Denis Rouden Música Christophe Julien Intérpretes Daniel Auteuil, Gilles Lelouch, Sara Giraudeau, Nikolai Kinski, Anne Coesens, Mathilde Bisson Estreno en Francia 12 enero 2022


Este drama de cámara no puede ni quiere evitar confesar su origen teatral, lo que tratándose de un director especializado en thrillers de acción como Fred Cavayé (Cruzando el límite, Cuenta atrás) no deja de ser un sorprendente cambio de registro. A partir de una obra del también actor Jean-Philippe Daguerre, la película nos cuenta una estremecedora historia de egoísmo y ambición ambientada en el París ocupado de la Segunda Guerra Mundial, lo que sin duda nos recuerda los trágicos acontecimientos que se están volviendo a repetir a nuestro alrededor, y demuestra que ni machacando historias relacionadas con eventos tan dramáticos, conseguimos la concienciación de nuevas generaciones.

Un joyero judío confía su suerte a su empleado y la esposa de este, cuyos perfiles irán inteligentemente cambiando en nuestra percepción conforme avanza una trama llena de giros y sorpresas. Con un estilo visual y narrativo algo así como La trinchera infinita francesa, el personaje que el veterano y prestigioso Daniel Auteuil interpreta con elogiosa contención y rabiosa convicción, confronta su drama con la potente interpretación de la pareja antagonista, con especial énfasis en la mirada atónita y aterrada de una estupenda Sara Giraudeau, mientras el imprescindible personaje nazi de la función lo encarna un hijo de Klaus Kinski, siempre desde la tendencia camerística de toda la potente y desgarradora empresa.

Una atmósfera envolvente, pesimista y profundamente triste inunda toda la cinta, sin necesidad de cargar las tintas, confiando más en la tensión que en el impacto, así como en nuestra incomprensible capacidad para el asombro, aún a estas alturas, arrastrándonos a la inequívoca sensación de que en este planeta el hombre es su principal arma destructora.

ANDALESGAI (1)

EL ACRÓBATA Sumisión y dependencia

Título original: L’acrobate
Canadá 2019 134 min.
Guion y dirección
Rodrigue Jean Fotografía Mathieu Laverdière Música Steve Bates Intérpretes Sébastian Ricard, Yuri Paulau, Victor Fomine, Lise Roy, Chloé Germentier, Dominick Rustam-Chartrand Estreno en el Festival de Vancouver 2 octubre 2019


Estrenada solo en circuitos festivaleros antes de que estallara la pandemia,
la película del canadiense Rodrigue Jean se adentra en territorios muy espinosos, tanto afectivos como explícitamente sexuales, para contarnos una historia de dependencia y afectos emocionales especialmente necesitados en una atmósfera tan gélida como en la que se ambienta la trama.

Un ocupa y un comprador en potencia coinciden en un lujoso ático todavía en construcción, con las máquinas moviéndose en el exterior quizás con la misma rutina y preciso ritmo y ceremonia con que sus personajes intentan sobrevivir a sus particulares problemas, los de uno relacionados con su trabajo como acróbata impedido por una lesión, y los del otro relacionados con su supuesta incapacidad para mostrar afecto, especialmente con una madre postrada en la residencia donde la falta de cariño parece haberle hecho caer en una depresión.

Entregados a un juego de dominación, sumisión y sadomasoquismo, los dos hombres emprenden una relación difícil y casi sin futuro, de la que la película se hace eco en dos horas y cuarto de premioso ritmo y secuencias de alto voltaje pornográfico, quizás la mayor singularidad de un film puede que no tan complejo como se pretende, y seguramente tan solo ambiguo.

CHICO CONOCE CHICO Una relación breve

Título original: Boy Meets Boy
Alemania 2021 75 min.
Dirección
Daniel Sánchez López Guion Daniel Sánchez López y Hannah Renton Fotografía Hanna Marie Biornstad Intérpretes Matthew James Morrison, Alexandros Koutsoulis Estreno en el Festival Molodist de Kyiv 3 junio 2021


El debut en el largometraje del español afincado en Alemania Daniel Sánchez López, supone un nuevo ejemplo de la influencia que la película de Richard Linklater Antes del amanecer ha tenido en generaciones posteriores. Aquí dos jóvenes con una vida sentimental aparentemente sistematizada, coinciden en una discoteca de Berlín y deciden pasar el resto de horas que le quedan a uno antes de tomar el vuelo que le lleve de regreso a Inglaterra, deambulando por la ciudad y conversando sin parar sobre sus diferencias y complicidades.

Nada original si exceptuamos la habilidad del director para, a pesar de recorrer infinidad de espacios, centrarse únicamente en sus dos protagonistas, sin intercesión de otros personajes. Sin embargo la operación se resiente por su falta de interés, la sensación de estar ya muy trillado y la escasa química que desprenden entre sí sus protagonistas. Al final lo único sincero y natural que vemos en pantalla es el baile que uno de ellos se marca en lo que parece una sala de ensayo durante los créditos iniciales de la cinta. Llama sin embargo la atención que lograra cierto reconocimiento en Kyiv, capital de Ucrania, antes de que la sombra implacable de la sinrazón bélica de la homófoba Rusia amenazara su avance progresista en derechos y libertades.

jueves, 24 de marzo de 2022

EL JARDÍN DEL DIÁLOGO Y LA EXTRAVAGANCIA

39 Femás. Gli affetti umani e i 4 elementi. Il Giardino Armonico. Giovanni Antonini, director. Programa: Conciertos para cuerdas en mi menor RV 134, para cuatro violines en si menor Op. 3 nº 10 RV 580, para flauta dulce sopranino en do mayor RV 443 y para violín en Mi bemol mayor Op. 8 nº 5 RV 253, Sinfonía en si menor RV 169 y Cum dederit de Nisi Dominus RV 608, de Vivaldi; Concerto grosso en Mi bemol mayor Op. 7 nº 6, de Locatelli; Capriccio Stravagante, de Carlo Farina; So, de Giovanni Sollima; Dos piezas de Chinese Pictures, de Isang Yun. Espacio Turina, miércoles 23 de marzo de 2022


Hace tiempo que denunciamos la falta de proyección que a nivel de música tiene nuestra ciudad, donde cada vez son menos los y las artistas internacionales que recalan en sus múltiples escenarios. Eso mismo nos ha hecho acostumbrarnos al talento local, que afortunadamente abunda y es capaz de cubrir tanta necesidad y propuesta vacante. La presente edición del Festival de Música Antigua, a solo un año de cumplir los cuarenta, ha venido a paliar en algo esta situación, brindándonos la oportunidad de disfrutar de nombres que o bien nunca antes habían actuado en Sevilla o hacía mucho que no lo hacían. Les damos ahora la bienvenida no solo para poder gozar de su talento, ni para comparar con las rutas seguidas por nuestros músicos locales, sino también para quitarnos los habituales complejos y constatar que nuestros conjuntos gozan de tanto brillo y mérito como los más afamados que cuentan con el prestigio y la categoría que les han otorgado los mejores sellos discográficos y las salas más icónicas de la geografía europea.

Giovanni Antonini nos ofreció el pasado fin de semana un extraordinario concierto junto a la Barroca de Sevilla, con las cuatro suites orquestales de Bach en los atriles, y volvió anoche junto al conjunto que fundó hace treinta y siete años y que tanta fama le ha reportado a lo largo y ancho del mundo, Il Giardino Armonico. Lo hizo con un programa protagonizado fundamentalmente por Vivaldi y completado con su contemporáneo Pietro Antonio Locatelli y el precedente Carlo Farina, además de una serie de exóticas piezas de corte entre contemporáneo y asiático que sirvieron para que su director desplegase su habilidad en la madera. Un programa ciertamente ecléctico y definitivamente dialogante entre culturas y épocas, en el que sin embargo lamentamos primara la pirotecnia y el artificio por encima de la emoción y la mera expresividad, a pesar de esos afectos a los que hacía alusión su título genérico.

Impecable técnica y mucha experiencia

Antonini trajo a Sevilla a buena parte de su plantilla histórica, con músicos de la talla de Stefano Barneschi, que sirvió de apoyo al conjunto portugués Divino Sospiro que acompañó a Andreas Scholl en su recital del pasado domingo, Marco Bianchi, Mara Cristina Vasi, Elena Russo o Riccardo Doni, también presente en aquella cita del domingo, aunque el programa de mano no lo testimoniara. Del resto sobresalieron algunos integrantes muy jóvenes, todos y todas demostrando una férrea compenetración y una extraordinaria habilidad técnica a la hora de abordar las páginas programadas, empezando por toda una exhibición de fuerza y temperamento en el Concierto para cuatro violines de L’estro armonico de Vivaldi que Bach convirtió posteriormente en el célebre Concierto para cuatro claves que los más cinéfilos identificarán con la adaptación que Stephen Frears hizo de Las amistades peligrosas. Barneschi, Bianchi, Fabrizio Haim Cipriani y Francesco Colletti se entregaron en esta pieza a una batalla dialéctica de enorme potencia y virtuosismo, aunque en el camino se resintiera esa línea melódica tan inspirada que ofrece la pieza. Antes ya habían dado muestra de su inusitada energía y magistral dominio del contrapunto en el Concierto para cuerdas RV 134, para finalizar con el Concierto para violín Op. 8 nº 5 (los cuatro primeros son Las cuatro estaciones) de Il cimento dell’armonia e dell’inventione, que sirvió para que Barneschi diera renda suelta a un fraseo diabólico y una agilidad frenética y desenfrenada.

De Vivaldi se interpretó también la muy contenida y peligrosamente efectista Sinfonía Al Santo Sepolcro, encadenada a una transcripción del conmovedor Cum dederit del Nisi Dominus en la que el chalumeau, un precedente del clarinete, sustituyó sin demasiado acierto a la voz humana. La propuesta vivaldiana se completó con el archiconocido Concierto para flautino que sirvió a Antonini para desplegar su destreza al instrumento, aunque en su vertiginosa exhibición se dejara más de una nota en el camino. También las dos piezas seleccionadas del compositor surcoreano Isang Yun sirvieron para dar rienda suelta a su proverbial virtuosismo, esta vez adoptando un lenguaje tan idiomático como decisivamente exótico, como el empleado en la breve pieza del compositor y violonchelista italiano Giovanni Sollima, esta vez con un curioso piri (pequeño oboe de bambú) acompañado de cuerda sostenida. Muy sostenidos fueron también algunos de los múltiples pasajes del Capriccio Stravagante de Carlo Farina, que sustituyó al inicialmente programado Concerto grosso Op. 6 nº 3 de Händel, y que consiste en una serie de imitaciones de animales que queda muy bien como broma musical pero comporta poca enjundia musical, solo apta para una mayor exhibición de virtuosismo. Más apropiado resultó el Concerto grosso Op. 6 nº 6 de Locatelli, que habitualmente sirve para compararse con el mismo opus de Händel, como parecía ser la primera intención del programa, y que la plantilla acometió con idéntico entusiasmo y dedicación, pero siempre más centrada en una técnica impecable que en una expresividad natural y emotiva. En la propina el rock duro de Matthew Locke sirvió para agitar todavía más el ánimo entusiasmado del público.

Fotos: Aníbal González (Femás)
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

miércoles, 23 de marzo de 2022

MÉLISANDE, EL MAR Y LA TRÁGICA FAMILIA

Ópera de Claude Debussy. Libreto de Debussy y Maurice Maeterlinck, según la obra del último. Michel Plasson, dirección musical. Willy Decker, dirección escénica. Wolfgang Gussmann, escenografía y vestuario. Hans Toelstede, iluminación. Con Mari Eriksmoen, Edward Nelson, Kyle Ketelsen, Jérôme Varnier, Eleonora Dezeve, Marina Pardo y Javier Castañeda. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro Teatro de la Maestranza. Íñigo Sampil, director. Producción de la Staatsoper de Hamburgo. Teatro de la Maestranza, martes 22 de marzo de 2022


Son varias las grandes obras musicales que ha inspirado la tragedia de Pelléas y Mélisande, como la música incidental que compuso Fauré a finales del siglo XIX, o el poema sinfónico que Schoenberg escribió apenas un año después de estrenarse esta monumental ópera, la única que llegó a terminar el maestro del impresionismo, Claude Debussy. Nunca se había representado en Sevilla, aunque hace dieciocho años Marc Soustrot, ahora titular de la Sinfónica, ofreció en este mismo escenario una versión de concierto. Curiosamente es ahora el director honorario de la orquesta, Michel Plasson, que tantas veces ha demostrado su magisterio en el repertorio de su país, el encargado de este esperado y necesario estreno en la capital hispalense. Y la verdad es que su batuta no solo estuvo a la altura de lo esperado, sino que lo superó con creces, al proponer una lectura profunda, hermosa y poética de la extraordinaria partitura, cuya poderosa singularidad quedó patente en las manos expertas y sabias del veterano director de orquesta.

Para que triunfe una buena versión de este título único en su género, es necesario esmerarse en el timbre tanto de las voces como de los instrumentos, mientras en lo puramente escénico es necesario captar todo su contenido poético y lleno de simbología, tan intelectual como mágico. De lo primero se encargó Plasson, para quien la edad no parece ser ningún obstáculo a la hora de plasmar toda su energía y a la vez delicadeza, y para lo segundo se contó con una producción de primera categoría de Willy Decker, responsable de puestas en escena tan extraordinarias como la que realizó para La traviata del Festival de Salzburgo o la de Peter Grimes que pudimos ver en Valencia hace cuatro años. Un elenco perfecto, tanto a nivel de canto como de presencia física, puso el broche de oro a este excelente espectáculo para el que desgraciadamente solo se han programado tres funciones, lo que da idea de los pasos agigantados hacia atrás que estamos dando en esta ciudad en lo que a afición por la música se refiere.


Quince escenas bañadas por una luz prodigiosa

Todos los espacios son importantes en esta ópera, tanto como los personajes. Pero es suficiente con evocarlos, someterlos a la imaginación del público. Es lo que propone Decker en los cinco actos y quince escenas en las que se estructura el libreto del autor de El pájaro azul, y que esta producción resuelve con continuas bajadas y subidas de telón que dan paso a sugerentes interludios instrumentales cargados sensualidad e hipnótica poesía. En escena parece evocarse la atmósfera habitual en las tragedias familiares nórdicas, donde intrigas y desconfianzas parecen tomar las riendas de la historia. En cierto modo a este cronista le sobrevinieron imágenes relacionadas con el cine de Ingmar Bergman, algo potenciado por el sugerente vestuario de Wolfgang Gussmann. Pero fue la luz prodigiosa que proyectó Wolfgang Schünemann según el diseño de Hans Toelstede, lo que definitivamente ayudó a evocar esos paisajes, espacios y emociones que irradia el texto de Maeterlinck y la música de Debussy, cuyo característico mar parecía estar presente entre los gélidos elementos que invaden la a menudo escuálida escena de carácter circular, presidida por telones y grandes ventanales.


Tan importante como el talento musical se revela especialmente en este título la capacidad dramática, y todos y todas las intérpretes estuvieron en este sentido muy a la altura de las exigencias. La joven soprano noruega Mari Eriksmoen es una Mélisande delicada, contenida y llena de magia y dulzura, esa combinación de sirena, ángel y ninfa que demanda un personaje que esconde su naturaleza de femme fatale, patente cuando enreda a Pelléas como si fuera su presa entre sus cabellos, en una escena que Decker resuelve con proverbial maestría sugiriendo una tela de araña atrapando a su víctima. En lo musical, su voz cristalina y bien timbrada cautivó por su belleza y perfecta articulación. Kyle Ketelsen construye un Golaud atormentado en su justa medida, aunque protagoniza la escena más incómoda y violenta de la función, cuando desgrana su decepción por su esposa y la dirección le obliga a maltratarla expresamente sobre el escenario y ante la mirada inerte del Rey Arkel. La voz rotunda y potente de Ketelsen contrasta con la más lírica del barítono también americano Edward Nelson, que se ajusta a la perfección a su romántico aunque dubitativo personaje tanto en el canto como en lo actoral.

La voz clara y contundente del bajo francés Jérôme Varnier acusó algunas tiranteces sin importancia que no llegaron a enturbiar su autoritaria intervención, mientras la soprano franco-española Eleonora Daveze triunfó como el niño Yniold, en algún momento teniendo que mantener su firme línea de canto en actitud tan temeraria que llegamos incluso a temer por su integridad física. Peor resultó la veterana mezzo cántabra Marina Pardo, con poca proyección y mucho vibrato, como la sufrida madre de los enfrentados hermanos, aunque en lo dramático su personaje también se benefició de la contenida dirección repuesta por Stefan Heinrichs. La breve participación del coro fuera de escena contribuyó a ese clima espectral que Plasson tan bien supo insuflar a una orquesta que respondió a sus demandas con la excelencia a la que nos tiene acostumbrados. Si un buen espectáculo operístico es el que combina excelente teatro, plasticidad, creatividad y rendimiento musical de primer orden, este Pelléas y Mélisande cumple todas las condiciones. Como muy bien reflejó la dedicatoria recitada antes de empezar la función, en recuerdo a las víctimas de la infame guerra de Putin, la cultura es el único ámbito en el que la vida trasciende a la muerte. Un Pelléas y Mélisande defendido de esta manera tan ejemplar, lo demuestra.

Fotos: Teatro de la Maestranza
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

martes, 22 de marzo de 2022

EL MUNDO ES VUESTRO Uno, dos, tres... El gazpacho nacional

España 2022 102 min.
Dirección
Alfonso Sánchez Guion Alfonso Sánchez y Sergio Rubio Fotografía Alejandro Espadero Música Juan Cantón Intérpretes Alfonso Sánchez, Alberto López, Carmen Canivell, Teresa Arbolí, Carlos Olalla, Chacha Huang, José Chaves, César Cadaval, Ignacio de la Puerta, David Pareja, Juan Amodeo, Alfonso Valenzuela, Pedro Álvarez-Ossorio, Antonio de la Torre, Mari Paz Sayago Estreno 18 marzo 2022

La historia de los compadres es bien conocida
, de aquellos cortos distribuidos en las redes a su estreno en pantalla grande vía crowdfunding con El mundo es nuestro, pasaron a dirigir y protagonizar El mundo es suyo, dando la alternativa a su vertiente pija pero tiesa sevillana, que ahora repiten en esta El mundo es vuestro, después de ofrecernos aquel esperpento indigerible que fue Para toda la muerte, única ocasión en que se han intentado liberar de su pareja característica. Vamos a ponernos en modo valiente para reivindicar este sainete español que llega a las pantallas con absoluta puntualidad para celebrar por todo lo alto el centenario de Berlanga, en quien esta película se mira sin complejos ni disimulo alguno.

La película se revela pues como una revisión y puesta al día de la muy celebrada La escopeta nacional, para echarnos en cara que ni con nuestros votos ni nuestra presunta libertad hemos conseguido cambiar demasiado las cosas en este país de buitres y sinvergüenzas, donde la clase política se codea con la anquilosada aristocracia para hacer negocios y devastar aun más nuestra pertrecha economía. Sánchez y López, con el inestimable trabajo de Rubio al guion, tienen claro que en este país de monarcas y fascistas solo una guillotina podría enmendar en algo la cosa, aunque también tienen claro que nadie aquí se pone de acuerdo, ni para cortar cabezas ni para salvarnos de la quema. Y lo mejor es que lo hacen desde una perspectiva acomodaticia, sin compromiso ideológico alguno.

Todavía vamos más allá y nos atrevemos a comparar su ritmo frenético con el que el inigualable Billy Wilder fue capaz de impregnar en películas como Uno, dos, tres. Sánchez consigue una película vibrante, llena de chispa y mordacidad, plagada de personajes quizás demasiado identificables con la clase política actual, lo que lo convierte en un producto demasiado coyuntural y condenado así a perder actualidad con el paso del tiempo, a envejecer muy pronto. Pero mientras tanto la diversión está asegurada, con un guion brillante, a mil por hora que desgraciadamente será despreciado por doquier y no será candidato a ninguno de los reconocimientos que merece.

El rebaño de indeseables que ofrece su brillante reparto engloba nostálgicos fascistas, caciques pertrechados, políticos aprovechados, marquesas que fueron presidentas (excelente Teresa Arbolí como aquella innombrable cabeza visible de la peor derecha española), y hasta anticipa esa hegemonía china que la criminal invasión de Putin se está empeñando en asegurar. Todo este gazpacho está magníficamente condimentado, bien mezclado y agitado, dando como consecuencia una hilarante comedia satírica en la mejor tradición del género, resuelta con los mejores recursos y sin esas habituales estridencias y salidas de tono que malogran muchas de las películas que pretenden alcanzar el mismo podio. Hasta la música está en esta ocasión colocada en su sitio justo, cuando toca.

lunes, 21 de marzo de 2022

LA PIEDAD SEGÚN ANDREAS SCHOLL

39 Femás. Ecce Homo (Cantatas sacras y profanas para alto de Vivaldi y Bach). Andreas Scholl, contratenor. Divino Sospiro. Pedro Castro, oboe. Massimo Mazzeo, director. Programa: Cessate, omai cessate RV 684, Sinfonía en si menor RV 169 Al Santo Sepolcro, y Filiae mestae Jerusalem RV 638, de Vivaldi; Sinfonías de las Cantatas BWV 156 y 21, y Cantata Ich habe genug BWV 82, de Bach. Espacio Turina, domingo 20 de marzo de 2022

Foto: Aníbal González (Femás)

Contar con Andreas Scholl en cualquier escenario del mundo da prestigio, hacerlo en el seno de nuestro Festival de Música Antigua es sin duda todo un acierto. Lleva mereciendo el reconocimiento y la admiración del público y la crítica desde hace prácticamente tres décadas. Sus discos casi rivalizan con los de las estrellas de rock, y las entradas para sus conciertos se agotan desde el preciso instante en que se ponen a la venta. Su carácter mediático lo forjan una voz rutilante, de enorme homogeneidad y elegante fraseo, considerable potencia y generosa proyección, además del hecho de haber nacido alemán, lo que siempre constituye un plus; en realidad nacer en cualquier punto centrado o al este del continente ya constituye una primera garantía de éxito y reconocimiento al que los nacidos en el hemisferio sur de Europa les cuesta más cosechar.

A Sevilla ha venido con música de Vivaldi y su compositor favorito y el que le ha reportado sus mayores logros, Johann Sebastian Bach. Y lo ha hecho además acompañado de un conjunto que ahora está en plena efervescencia, Divino Sospiro. Integrado por músicos de distinta procedencia, y dirigidos por el prestigioso maestro italiano Massimo Mazzeo, esta orquesta de cámara barroca está afincada en Portugal, donde desde su fundación en 2004 trabaja por divulgar la música del país luso y acercar el gran repertorio de la época a un público que desde el principio le ha mostrado fidelidad. En Sevilla acertaron con un programa muy apropiado para las fechas, ahora que nos acercamos a la que para muchos y muchas es la época de mayor meditación y más comunión con la trascendencia humana, a la que tanta referencia hicieron las piezas seleccionadas, un encuentro entre lo humano y lo divino personalizado en dos compositores que cultivaron tanto lo profano como lo sacro, con más protagonismo de Vivaldi sobre lo primero, y absoluta presencia de lo divino en el segundo, Bach.

Un canto que cala en el corazón

Ah, ch’infelice
, la primera de las dos arias que integran la cantata Cessate, omai cessate de Vivaldi, sentó ya las bases de ese canto íntimo e introvertido del apuesto contratenor alemán, al que la orquesta se adaptó como un guante, potenciando ese estilo andante y punteado que caracteriza la conocida pieza. Pero su voz no parecía sentirse del todo cómoda, y eso se notó especialmente en Nell’orrido, donde unos impertinentes cambios de color malograron aunque solo fuera puntualmente la intervención ahora más fogosa del cantante. Por idénticos derroteros deambuló el aria Sileant Zephyri del motete Filiae mestae Jerusalem, concebido como introducción del Miserere RV 638 para los Santos Oficios del Jueves al Sábado Santo. Desde el escenario pudimos escuchar como entre bambalinas (la infraestructura del Turina no es grande y es fácil chivarse de los entresijos del interior) Scholl procuraba aclarar la voz. Como consecuencia, sus intervenciones en esa segunda parte dedicada a Bach fueron más lucidas e hicieron honor a su arte y su leyenda. Ich habe genug tuvo en su voz el vehículo perfecto para transmitir toda su belleza y candor, con piani sobrecogedores, que revalidó en las dos arias siguientes de la célebre cantata, y aun con más calidez y mayor sentido del dolor en la propina, siempre desde la piedad y la contención, el Agnus Dei de la Misa en si menor de Bach.

Divino Sospiro acompañó con oficio y sentido de la profesionalidad. Bien apoyada la cuerda aguda, a veces puntualmente mezclada con las violas, mientras la grave nos regaló momentos de indiscutible belleza, especialmente en el violonchelo solista, con acompañamiento medido y elegante de la cuerda pulsada, aunque con un continuo en el que echamos en falta mayor presencia y volumen. Así resolvieron la Sinfonía Al Santo Sepolcro, cuyo adagio constituyó un prodigio de contención y elegancia, así como las tres sinfonías de Bach que introducen sendas cantatas (BWV 156, 21 y la citada 82 Ich habe genug), que tuvieron en el oboe del especialista Pedro Castro el conductor ideal de toda su fuerza expresiva y carácter profundamente melancólico, resuelto con brillantez y ese carácter piadoso protagonista de tan memorable noche.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

MAMÁ O PAPÁ Reaccionaria pero simpática e inofensiva

España 2020 103 min.
Dirección
Dani de la Orden Guion Eric Navarro, según la película de Martin Bourboulon Fotografía Sergi Gallardo Música Zacarías M. de la Riva y Alfred Tapscott Intérpretes Paco León, Miren Ibarguren, Sofía Oria, Iván Renedo, Laura Quirós, Miquel Fernández, Eva Ugarte, Berto Romero, Ester Expósito, Julián Villagrán, Pedro Casablanc, Mari Paz Sayago Estreno en salas 17 diciembre 2021

Tras casi dos años esperando fecha de estreno debido a la pandemia, esta comedia fue todo un éxito las pasadas Navidades, y todavía se mantiene en cartelera. Se trata de la última propuesta del especialista en la materia Dani de la Orden, que muy atrás dejó ya aquel díptico de debutante, Barcelona, noche de verano y Barcelona, noche de invierno, para embarcarse en productos descaradamente comerciales como El mejor verano de mi vida o Hasta que la boda nos separe.

Como tantas otras comedias recientes surgidas en nuestro país, Mamá o papá se basa también en un éxito del cine francés –la italiana, la argentina o la mexicana son las otras cinematografías elegidas para hacer remakes patrios – que fue también un éxito de taquilla en su país de origen en 2015. Con un mensaje bastante reaccionario, plantea la historia de unos supuestos malos progenitores para quienes los hijos se convierten en el principal obstáculo en sus prometedoras carreras ahora que han decidido divorciarse. Arreglárselas para que sea el o la contrincante quien se haga cargo de la custodia, al revés de lo que suele ser habitual, da lugar a una serie de situaciones más o menos divertidas en las que el carisma y la vena cómica de su pareja protagonista se lleva el mayor peso, sin caer nunca en el mal gusto y con resultados estimulantes dentro de sus limitadas intenciones.

Se trata sin duda de alcanzar algún que otro mercado internacional, ahora que las plataformas digitales lo ponen más fácil, por lo que no se duda en importar estilos a menudo ajenos a nuestra cultura y forma de vida, y más identificables con modelos aprendidos en el cine americano, lujos caseros e institutos incluidos. Con todo, y a pesar de su conservador pero inofensivo mensaje, se disfruta por su indudable y sana comicidad, además de cierta frescura, sin mayores pretensiones.

CÓDIGO EMPERADOR Una intriga tan ambiciosa como malograda

España-Francia 2022 105 min.
Dirección
Jorge Coira Guion Jorge Guerricaechevarría Fotografía Pablo Rosso Música Xavier Font y Elba Fernández Intérpretes Luis Tosar, Alexandra Masangkay, Georgina Amorós, Denis Gómez, Laura Domínguez, María Botto, Miguel Rellán, Aarón Piper Estreno en el Festival de Málaga y en salas comerciales 18 marzo 2022

Jorge Guerricaechevarría, guionista habitual de Daniel Monzón y Álex de la Iglesia, recientemente galardonado con un Goya por el último trabajo del primero, Las leyes de la frontera, urde una complicada y rebuscada trama de intriga en la que los servicios secretos españoles se afanan en maquillar asuntos turbios que puedan perjudicar el ejercicio del poder desde las más altas esferas. El tema desde luego promete, pero se encalla por la cantidad de tramas que propone, el ambiente extremadamente sórdido con el que pretende dar un toque de mayor trascendencia a la empresa, y una dirección a la que la falta de experiencia y pericia añade solo más confusión.

Jorge Coira ha cosechado un considerable éxito con la serie de televisión Hierro, pero allí el dilatado metraje permitía desarrollar los personajes y tramas con más acierto que en esta película a la que le sobran tanto unos como otras. Por si fuera poco, una música supuestamente inquietante se empeña en ilustrar cada fotograma de la película, lo que acaba por resultar cansino. Sus múltiples localizaciones en Madrid, Bilbao, Panamá y Budapest no logran reflotar un batiburrillo en el que surgen varias de las miserias de este país y el resto del mundo conocido, pero de manera tan arquetípica que no logra servir ni como denuncia ni como crítica política o social. Hubiera estado bien que se conformara con ser un thriller clásico, como aquellos títulos de cine negro clásico donde las cloacas del poder desencadenaban los crímenes a resolver, tipo Chinatown. Pero aquí todo es excesivo, acaba resultando pretencioso y la falta de definición de los personajes provoca apatía.

Por si fuera poco, se insiste en utilizar cuestiones tan superadas como la homosexualidad como moneda de cambio para controlar bajo amenaza de escándalo, o se prostituye a jóvenes de forma poco plausible con el fin de lograr objetivos, sin olvidar ese recurrente vicio español de inmiscuirse en los ambientes más sórdidos aunque no sea necesario para el desarrollo de la intriga. Para rematar, echa mano de un romanticismo tan impostado como el resto de la función para justificar la reacción del antihéroe que interpreta Tosar con el habitual gesto doloroso y amargado con el que se empeñan en caracterizar a estos perdedores entregados a su trabajo… sucio.

domingo, 20 de marzo de 2022

INVITACIÓN A LA DANZA

39 Femás. Orquesta Barroca de Sevilla. Rafael Ruibérriz de Torres, flauta travesera. Giovanni Antonini, dirección. Programa: Suites orquestales nº 1 en Do mayor, nº 2 en si menor, nº 3 en Re mayor y nº 4 en Re mayor BWV 1066-1069, de Johann Sebastian Bach. Espacio Turina, sábado 19 de marzo de 2022

Foto: Luis Ollero

Hacia el siglo XVI las danzas y ritmos pretéritos entraron a formar parte del repertorio instrumental que antes las había despreciado. Las danzas más adaptables a los gustos europeos empezaron, a raíz del impulso de Johann Jakob Froberger, a combinarse y desarrollarse a lo largo del siglo siguiente. Bach las cultivó profusamente para teclado, violín y violonchelo, y solo en cuatro puntuales ocasiones para conjunto orquestal, sin una cronología precisa ni intención cíclica, aunque a la hora de catalogarse se decidiera una numeración en serie. Las suites de Bach siguen el modelo netamente francés, especialmente apreciable en sus largas y contundentes oberturas, pero se liberan de la estructura impuesta por Froberger y adoptan otras más libres y creativas. Telemann, contemporáneo suyo, las cultivó con carácter más generoso, y con él llegaron a identificarse más como oberturas que suites más específicas. Se cree que las número 1 y 4 son de su época en Cöthen, y las otras dos de sus años posteriores en Leipzig al frente del Collegium Musicum.

Interpretarlas en su orden numérico fue el ambicioso cometido que abordó anoche la Barroca de Sevilla como primer plato fuerte del Festival de Música Antigua, tras ese sensacional arranque que tuvo lugar a principios de semana de la mano de Jordi Savall y Xavier Díaz-Latorre. Para ello se armaron de una nutridísima formación, hasta veinticinco intérpretes llegamos a contar sobre el escenario. Añadieron además una concertino muy especial, la ibicenca Lina Tur Bonet, que ya está muy familiarizada con la forma de trabajar de la orquesta hispalense, y de un director excepcional, Giovanni Antonini, uno de los nombres de referencia en la interpretación de la música barroca con instrumentos y criterios de la época, que además el próximo miércoles participará de nuevo en el festival, esta vez al frente de su propio conjunto, el mítico Giardino Armonico. Maravilla comprobar cómo cada batuta que alquila la Barroca llega a comprometerse tanto hasta el punto casi de mimetizarse con ella y exhibir una extrema compenetración, no siempre fácil de atisbar en otras formaciones cuando se confían a titulares invitados.

Un conjunto vivaz y unos solistas inspirados

La Barroca evidenció sentirse cómoda en manos de un muy enérgico y vivaz Giovanni Antonini. El director milanés imprimió fuerza y entusiasmo en las complejas oberturas, resueltas con escalas considerablemente ágiles en la familia de la cuerda, y la participación de un continuo como siempre excepcional. El bajo de Mercedes Ruiz, el joven becado Víctor García, el especialmente contundente Ventura Rico y el siempre preciso y colorista Alejandro Casal, lograron dar cuerpo y volumen al contenido íntegro de la propuesta, mientras desde su labor como concertino, Tur Bonet consiguió suma agilidad y locuaz vivacidad en el resto de violines y violas. Así, la alternancia entre los ritmos de puntillo iniciales y los pasajes fugados a base de escalas afrancesadas se resolvió con maestría en la cuatro monumentales oberturas, sobre todo las dos últimas. También majestuosa resultó la Forlana de la primera suite, único ejemplo de esta danza en el catálogo bachiano. Lástima que donde en los pasajes ritmados encontramos tanta vivacidad y fuego, en los más relajados apreciáramos cierta languidez y un estilo desinflado, como sucedió a nuestro juicio en el famosísimo Aria de la suite número tres, sin que Tur Bonet ni Leo Ross acertaran a conmover.

Rafael Ruibérriz
Algo parecido le sucedió también a Rafael Ruibérriz como solista en la Sarabanda de la número dos, dicha de manera flácida y con cierto desencuentro con el resto del conjunto. Afortunadamente no fue la tónica general en una participación henchida de gracia y creatividad, a la que quizás faltó un poco de volumen y proyección, pero que se resolvió de manera magistral con ornamentaciones profusas e inspiradas, muy especialmente en una Badinerie que ya también en anteriores ocasiones apreciamos ha hecho suya. Su domino de la respiración, y la agilidad e indiscutible elegancia de su fraseo, hicieron el resto para lograr una interpretación excelente de esta singular suite. Antes los oboes de Jacobo Díaz y el también becado José Manuel Cuadrado, junto a la impagable aportación de Alberto Grazzi al fagot, lograron que sus partes solistas brillaran en la Suite nº 1, donde también las muy difíciles y traicioneras trompetas consiguieron un trabajo a la altura, todo un dechado de virtud que se repitió en la última suite, ahora con el añadido de Valle González como tercer oboe, demostrando una vez más que esta es una orquesta de gente brillante, entregada y comprometida, pero sobre todo entusiasta.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía