Dirección Javier Ruiz Caldera y Alberto de Toro Guion Jaime Marqués y Cristian Conti, según la novela de Manuel Martín Ferreras “Noche de difuntos del 38” Fotografía Kiko de la Rica Música Javier Rodero Intérpretes Miki Esparbé, Aura Garrido, Manuel Llunel, Luis Callejo, Álvaro Cervantes, Jesús Carroza, María Botto, Mouad Ghazouan, Sergio Torrico, Francisco Reyes, Frank Feys, Manuel Morán, Asia Ortega, Ken Appledorn Estreno en el Festival de Sitges 8 octubre 2020; en salas 11 marzo 2022
A Mediaset le ha pasado con esta película lo mismo que le ocurrió hace unos meses con Way Down, que la ha tenido reservada en un cajón hasta encontrar un momento idóneo para estrenarla. Pero a diferencia de la película de Jaume Balagueró, esta no ha encontrado ese momento. Haber esperado desde su estreno como película de inauguración del Festival de Sitges de 2020 hasta hoy solo le ha hecho coincidir con un ambiente bélico mundial que seguramente le afecta considerablemente. No tenemos el cuerpo precisamente para reírnos a costa de la guerra, por muy buenas intenciones que sus directores pongan en cierta confraternización entre bandos para luchar por un enemigo común y más devastador, en este caso unas ficticias armas químicas experimentadas por los nazis en nuestra Guerra Civil, que convierten en zombis a quienes las respiran.
La idea no está mal si no fuera porque la combinación entre nazis y zombis ya tuvo su particular dosis en 2009 cuando Noruega estrenó Nieve muerta, aquí titulada Zombis Nazis. Tras éxitos como Spanish Movie, Promoción Fantasma, Tres bodas de más, Anacleto y Súper López, a Ruiz Caldera se le supone una capacidad para la comedia incontestable, que sin embargo no aflora en este film con un guion demasiado endeble, previsible y falto de esos golpes de humor que se esperaban de una empresa de estas características. Todo el equipo se lo toma muy en serio, con referentes claros en las películas de Indiana Jones, sobre todo en el tratamiento de los oficiales alemanes, y un inevitable recuerdo a La vaquilla de Berlanga, si bien en su favor, y a pesar de estar a años luz de esa obra maestra, aplaudimos que aquella mala baba grosera y estridente que caracterizaba un cine que nos afeaba considerablemente, haya hoy desaparecido ante unos afectos y sentimientos si se quieren de importación pero más nobles y dignos para nuestra recreación.
Con todo, la película se deja ver por su simpática galería de personajes, su impecable acabado técnico y sus buenas intenciones, pero un sentido del ritmo más depurado y una mayor dosis de ingenio e inteligencia en su estructura y líneas de diálogo, hubieran conseguido pulir un trabajo que así presentado resulta en más de un sentido decepcionante.
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