sábado, 26 de marzo de 2022

STILE ANTICO DESDE EL PARAÍSO

39 Femás. The Path to Salvation. Stile Antico. Helen Ashby, Kate Ashby y Rebecca Hickey, sopranos. Emma Ashby, Cara Curran y Rose Parker, altos. Andrew Griffiths, Jonathan Hanley y Matthew Howard, tenores. James Arthur, Will Dawes y Nathan Harrison, bajos. Programa: Piezas de Henry Purcell, Thomas Weelkes, Alonso Lobo, Leonora d’Este, John Sheppard, Orlando di Lasso, Gregorio Allegri, Giaches de Wert, Tomás Luis de Victoria, John Taverner, Peter Philips, William Byrd, Giovanni Pierluigi de Palestrina y Thomas Tomkins. Espacio Turina, viernes 25 de marzo de 2022


En la recién estrenada película Adiós, señor Haffmann, a la pregunta que le hace el personaje interpretado por Daniel Auteil a su tímida anfitriona sobre si cree en Dios, esta le contesta que no, pero sí en el paraíso. Entonces, también creerá en el inferno, le responde Auteil. No hace falta creer en lo divino, ni en la Iglesia ni nada de lo que le rodea, para dejarse subyugar por la belleza de la música, y el arte en general, creada para su sustento y enaltecimiento. En Sevilla sabemos muy bien que las lágrimas pueden brotar también de ojos agnósticos ante la belleza que representan las estaciones de la Pasión plasmadas en las procesiones de Semana Santa. Y sobre esta celebración universal se centró el programa con el que el mítico conjunto vocal inglés se presentó en esta extraordinaria edición del Festival de Música Antigua de Sevilla. A ellos y ellas, hasta doce integrantes, les gusta generar programas monográficos, y lo hacen muy bien. El de anoche lo presentó con mucha educación, atención y sentido del humor el joven tenor Jonathan Hanley, y lo cerró con un mismo sentido de amabilidad la soprano Helen Ashby, una de las tres hermanas que forman parte del excelente elenco.

En este Camino de Salvación plasmado en el programa, arrancaron con un himno a cinco voces de Purcell concebido para ser cantado en la Abadía de Westminster, con el que Stile Antico, nombre que hace referencia al canto polifónico renacentista, mostró ya sus señas de identidad, centrándose en la exuberante belleza de la música al servicio del espiritual texto, para continuar con el jubiloso Hosana del Domingo de Pascua a cargo de una pieza de Thomas Weelkes, un autor habitualmente dedicado a los madrigales, que el conjunto entonó con desenfado y ánimo optimista, dejando constancia del brillo y la claridad de sus voces. Con el ursaonense Alonso Lobo se adentraron ya en un Jueves Santo idealizado con carácter piadoso, sereno y luminoso gracias a ese constante juego entre armonía y contrapunto que son capaces de aportar a su canto, y que con Leonora d’Este, noble y monja, hija de Lucreca Borgia, se convirtió en un dechado de efectos y afectos a partir del eficaz entrelazado de voces graves y agudas femeninas, con claro predominio de las segundas, en Ego sum panis vivus. Siguieron las masculinas exclusivamente en I give you a new commandment de John Sheppard, claro exponente junto a Tallis y Byrd de la floración polifónica en la Inglaterra de los Tudor, también con brillantes juegos armónicos entre las exultantes voces graves y las muy aterciopeladas agudas.

Un impactante efecto dramático

Así llegamos a la oración en el huerto según San Mateo, con el dramático motete Tristis est anima mea del influyente franco flamenco Orlando de Lassus, de tesitura ancha, líneas vocales descendentes y melodías circulares que sirvieron de magnífico preludio a un Miserere de Allegri de enorme impacto teatral, gracias a la disposición de las voces entre el escenario, cinco, un palco a modo de púlpito ocupado por Hanley, y el resto distribuido en el vestíbulo del Espacio Turina. Un juego de voces en diálogo, con claro predomino de las muy entonadas pero nunca estridentes sopranos, y un espectacular efecto místico e hipnótico con el que acabó este paseo por los Santos Oficios.


En la segunda pare, tras un nuevo prólogo de la mano de ese primer barroco representado por Purcell, con Hear My Prayer, Oh Lord también escrito para Westminster con una enorme complejidad armónica que el conjunto salvó con maestría, pasamos a celebrar el Viernes Santo ya desde la contención y la tristeza más expresiva, con O crux ave del madrigalista franco flamenco Giaches de Wert, y dos piezas de los Responsorios de tinieblas de Tomás Luis de Victoria en los que el contraste entre las voces agudas de O vos omnes y las más graves del estremecedor Tenebrae factae sunt, obraron el milagro del éxtasis gracias a las muy entregadas voces del conjunto, que durante toda su actuación jugó a variar constantemente la composición de conjuntos y la disposición de voces. La Vigilia se hizo paso con el conmovedor Dum transsset Sabbatum de John Taverner, para el tercer responsorio de maitines del Domingo de Resurrección, prodigio de voces en imitación y atmósfera rapsódica. La Pascua estuvo representada por la exuberancia y el tono jubiloso de piezas como Ecce Vicit Leo de Peter Philips, la enérgica Victimae Paschali de William Byrd, con sus ingeniosas interactuaciones entre solistas y conjunto, la antífona mariana a ocho voces Regina Caeli de Palestrina, y un jubiloso himno final a cargo de Thomas Tomkins, todo defendido con amplio sentido del color, el diálogo y la armonía, que nos llevó al paraíso ahora que tanto hace falta, en estos momentos de sinsentido y dolor en los que es más fácil sentir el infierno.

Fotos: Aníbal González (Femás)
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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