domingo, 13 de octubre de 2024

UN TRUST DE LOS TENORIOS ENCORSETADO Y SIN PULIR

El Trust de los Tenorios. Música de José Serrano. Libreto de Carlos Arniches y Enrique García Álvarez, adaptado por Alejandro Rull y Marta García-Morales. Elena Martínez, dirección musical. Marta García-Morales, dirección escénica. Con Amando Martín, Javier Sánchez-Rivas, Marta García Morales, Andrés Merino, Paula Ramírez, Lorena Ávila, Alicia Naranjo, Julia Rey y resto de la Compañía Sevillana de Zarzuela (Javier Sánchez-Rivas García, presidente ejecutivo). Espacio Turina, sábado 13 de octubre de 2024

Foto: Luis Ollero

Un año después de la grata sorpresa que para nosotros supuso la reposición de La corte de Faraón por esta misma compañía sevillana, y cinco después del estreno de El Trust de los Tenorios que ahora nos ocupa, no nos queda más remedio que afrontar una pequeña decepción frente al montaje visto y oído ayer tarde en el Espacio Turina. Vaya por delante, por supuesto, nuestra admiración por el esfuerzo de una compañía que a lo largo de más de quince años viene demostrando un cariño y una dedicación por reflotar en la ciudad un género al que nadie hasta ahora en las últimas décadas había profesado tal querencia, y menos para dotarle de una temporada estable. Y vaya también por delante también la pasión con la que su productor ejecutivo y principal valedor, Javier Sánchez-Rivas, ejerce no sólo de artífice y actor cómico sino de impagable relaciones públicas sin cuyo tesón y absoluta confianza en el proyecto, éste podría haberse venido abajo. Todo lo contrario, hoy la Compañía Sevillana de Zarzuela cuenta con una buena nómina de abonadas y abonados, y afianza su buena salud con llenos absolutos como los que disfrutaron las tres funciones que realizaron este fin de semana de este título tan representativo del cambio de rumbo que tuvo que dar el género español para adaptarse a las nuevas sensibilidades del siglo XX.


Sea porque las responsabilidades de cada uno y una de las integrantes de la compañía, ajenas a ella misma, les resta tiempo para ofrecerle una mayor dedicación, o quizás porque el cansancio tras una primera representación el sábado por la tarde hiciera mella, lo cierto es que hubo numerosas imperfecciones en la de la noche y última de este primer título de la temporada, con la que también arrancó finalmente otra prometedora temporada del Espacio Turina. Faltó una mayor sincronía y organización en los números de baile de conjunto, seña de identidad fundamental de esa transición de la zarzuela a la revista que representa esta pieza del autor de La canción del olvido o La Dolorosa. Pecó nuestro querido Sánchez-Rivas de exceso y desmadre en su actuación como Manuel Cabrera, el presidente del club que lucha por que su esposa no le sea infiel a manos de Pedro Saboya, a quien Amando Martín dio vida con cierta desgana, en modo autómata. Y finalmente, no se trata éste de un trabajo muy distinguido, apenas destacan en él un par de números cantados y algún interludio orquestal, que Elena Martín condujo una vez más con maestría y responsabilidad, mientras la veintena de jóvenes que integran la orquesta defendió la partitura con solvencia y a ratos brillantez, a pesar de la estrechez a la que les obliga un espacio no preparado para estos menesteres, y la siempre compleja aportación de los metales.


Es ahí donde quizás también radique la decepción de este montaje, por cuanto a pesar de las evidentes bondades del teatro de la calle Laraña, su escenario no permite montajes de cierta envergadura, y una revista lo es. Sin fondo ni relieve, todas las escenas quedan encorsetadas. Recuperar como teatro el antiguo Cine Imperial o reabrir el Lope de Vega podría paliar estos inconvenientes, por mucho que la compañía pueda sentirse muy cómoda ante el indudable magnífico trato que les dispensarán los responsables y plantilla del Espacio Turina. No ayuda tampoco un libreto disparatado y mal hilvanado, al que se van plegando unos números musicales que no hacen avanzar la dramaturgia sino simplemente adornarla. Ahí entra la agilidad con la que se fueron cambiando los decorados y vestuario de la compañía, si bien los años treinta o cuarenta del primer acto no casan con los veinte del París del segundo, para el que se reutilizó el fondo pintado que la compañía estrenó en Bohemios la temporada pasada. Un problema que no sufrieron el tercer y cuarto acto, ambientados en Venecia y la India respectivamente, y para los que el vestuario no tiene época, disfraces de carnaval para la ciudad italiana, vestidos exóticos para oriente. En ambos se reutilizaron los fondos pintados que ya funcionaron en el estreno de 2019.

En el apartado estrictamente musical, aparte de los méritos ya mencionados de la orquesta y la batuta, volvió a brillar la voz bella, rotunda y contundente del tenor Andrés Merino en la jota Te quiero, morena del tercer acto, la gracia y desparpajo, además de una muy bien colocada y timbrada voz, de Paula Ramírez en el Cuplé de mon bebé, y la igualmente hermosa y cálida voz de la protagonista femenina, Marta García-Morales, tanto en el Vals vienés como en la Serenata veneciana. También destacó la gracia y la frescura con la que la mezzo Alicia Naranjo entonó la canción de Rama-Kana, lo que unido al buen hacer y la complicidad del coro y cuerpo de baile, con una sana diversidad incluida, logró que en lo musical la función se elevara considerablemente sobre el deslavazado apartado estrictamente teatral.

SUPER/MAN: LA HISTORIA DE CHRISTOPHER REEVE El amor tiene una fuerza anti kriptonita

Título original: Super/Man: The Christopher Reeve Story
USA-Reino Unido 2024 106 min.
Dirección
Ian Bonhôte y Peter Ettedgui Guion Ian Bonhôte, Otto Burnham y Peter Ettedgui Fotografía Brian Twz Brousseau Música Ilan Eshkeri Documental Estreno en el Festival de Sundance 21 enero 2024; en Estados Unidos 21 septiembre 2024; en España 10 octubre 2024


Somos uno de los pocos países que han hecho coincidir el estreno de este conmovedor documental con el vigésimo aniversario del fallecimiento de Superman, tras una década postrado en silla de ruedas víctima de una parálisis provocada por una lesión medular debida a la caída de un caballo cuando practicaba equitación, deporte al que se aficionó tras participar en el telefilm Anna Karenina. Este documental de los responsables de otro centrado en el diseñador británico de moda Alexander McQueen y el que dedicaron hace apenas unos años a los Juegos Paralímpicos, repasa la vida sentimental y profesional de quien siempre será asociado al hombre que vuela, de forma tan aparentemente desorganizada como decidida e inspirada, siguiendo los patrones de un complejo puzzle en el que tienen cabida multitud de archivos familiares y públicos, documentos sonoros y testimonios de familia y allegados. Así, ante nuestros ojos desfilan sus hijos, Matthew, Alexandra y Will, la madre de los dos primeros, la agente de modelos británica Gae Exton, y amistades estelares como Susan Sarandon, Glenn Close, Whoopi Goldberg o Jeff Daniels. Todo ello para edificar un tributo a quien, como tantas veces ocurre, convirtió su desgracia en poderosa voz para ayudar a quienes sufrían su misma situación, convergiendo en una fundación para la que llegó a recaudar sumas importantísimas del gobierno estadounidense y aprobar leyes favorables a la enfermedad.

Por lo tanto, el documental es algo más que un repaso a su vida profesional, en la que además de las del hombre de acero tuvieron cabida películas de James Ivory, Sidney Lumet o Peter Bogdanovich, además de una romántica cinta de culto como En algún lugar del tiempo. Tampoco se queda en un repaso a su vida sentimental, aunque sea aquí donde consiga sus mayores logros. Ni siquiera se centra en su impagable labor antropológica. Va más allá, destaca el valor del amor, del cariño, la amistad y los sentimientos para superar todos los obstáculos, y acaba por convencer de que sólo así merece realmente la pena la vida. Surge de ahí el verdadero súper hombre, el que no se deja vencer por la kriptonita, por mucho que una recreación infográfica del actor se vea progresivamente envuelta en el imaginario mineral como debilitando su fuerza.

Su poder sigue vivo veinte años después de su muerte, en quienes le quisieron y quienes le apoyaron, como un Robin Williams solidario y generoso que proyectó sobre su gran amigo, hermano del alma, todo su amor y apoyo, económico y sentimental. No se trata de un documental concebido para tocar la fibra sensible, pero no puede evitar hacerlo. Conmovernos ante el giro inesperado, un 27 de mayo de 1995, que convirtió una vida plena y un físico espectacular en un calvario redimido por la fuerza del amor, la constancia y la reinvención, que convergió en la voz poderosa que una situación sufrida por tantos y tantas necesitaba, es sencilllamente inevitable. Y todo esto contado con cariño, respeto y mucha sensibilidad.

sábado, 12 de octubre de 2024

STRANGE DARLING Una tendenciosa deconstrucción

USA 2023 96 min.
Guion y dirección
J. T. Moller Fotografía Giovanni Ribisi Música Craig Deleon y Z Berg Intérpretes Willa Fitzgerald, Kyle Gallner, Madisen Beaty, Steven Michael Quezada, Barbara Hershey, Ed Begely jr., Bianca Santos, Sheri Foster y las voces en versión original de Giovanni Ribisi y Jason Patric Estreno en Estados Unidos 23 agosto 2024; en españa 11 octubre 2024


El actor Giovanni Ribisi parece estar detrás del interés por llevar a la pantalla esta recreación de los últimos crímenes de un asesino en serie, encargándose de la producción, la fotografía y la voz en off del verdadero asesino en cuyas andanzas parece estar inspirada esta película que subvierte roles de manera tan presuntamente ingeniosa como maniquea. Su director, J.T. Moller, apenas tiene un film en su haber, un western titulado Ángeles y forajidos, mientras aquí demuestra cierta pericia para deconstruir la narración a través del mismo procedimiento que veíamos hace apenas unas semanas en la película española Puntos suspensivos, es decir, desordenando los capítulos en los que se divide la narración para generar así mayor desconcierto y sorpresa frente a los hechos relatados.

Sin embargo, y a pesar de unas buenas interpretaciones por parte de la pareja protagonista, una camaleónica Willa Fitzgerald y un aguerrido Kyle Gallner, además de la estimulante presencia de la veterana Barbara Hershey, la cinta se alarga en exceso con unos diálogos a menudo intranscendentes y unas situaciones estiradas que sólo contribuyen a generar impaciencia y algo de hastío. Se entiende que su particular y aparentemente caprichosa estructura sirve para acotar en términos feministas una situación habitualmente provocada por la violencia del hombre, una vez más reclamo principal y peligroso para la taquilla, por mucho que su carácter independiente y modesto no le permita esperar mucho rendimiento en ella.

Acaba por lo tanto sucumbiendo a sus defectos y dejando de cuajar a pesar de sus interesantes premisas. Quizás la sensación de engaño y manipulación a la que somos sometidos los y las espectadoras, precisamente debido a su particular estructura, potencie ese desencanto que en última instancia provoca una cinta que contaba con mejores expectativas. Destacamos las canciones compuestas y susurradas de Z Berg, vengan o no a cuento.

LA SUSTANCIA Fausto y Dorian Gray son la misma mujer

Título original: The Substance
Reino Unido-USA-Francia 2024 140 min.
Guion y dirección
Coralie Fargeat Fotografía Benjamin Kracun Música Raffertie Intérpretes Demi Moore, Margaret Qualley, Dennis Quaid, Oscar Lesage, Gore Abrams, Edward Hamilton-Clark, Tom Morton, Christian Erickson, Robin Greer, Hugo Diego Garcia Estreno en el Festival de Cannes 19 mayo 2024; en Reino Unido y Estados Unidos 20 septiembre 2024; en España 11 de octubre 2024

Desde su estreno en el Festival de Cannes, donde se alzó con el premio al mejor guion, lo que demuestra lo mucho que los jurados dejan de desear, la nueva película de la presuntamente atrevida realizadora francesa Coralie Fargeat, ha generado mucha expectación, y así pudimos constatarlo en nuestra sesión. Saludada casi unánimemente como un ejercicio de estilo, tan atrevido en la forma como en el fondo, una supuesta proclama feminista, no deja de sorprendernos que para ello se hayan adaptado a la mujer mitos masculinos tan infames como Dorian Gray o Fausto, por citar sólo un par de ellos, literarios para más señas. Queda tanto camino por recorrer en la lucha por la igualdad y el respeto a los derechos de la mujer, que tomar como referentes tan nauseabundos personajes nos parece un disparate. Claro que de disparate, divertido eso sí, va toda la función, un gran guiñol con el que Fargeat redunda en su obsesión por la eterna juventud y la belleza inmarchitable, como ya hizo en su anterior película, creo que inédita entre nosotros, Reality+, donde un chip nos hacía más bellos y bellas durante apenas doce horas.

Ahora, retomando argumentos ya explotados en cintas a nuestro juicio más logradas, como Plan diabólico o La muerte os sienta tan bieny con préstamos de trabajos como Titane o Carrie, la realizadora sumerge a una impagable Demi Moore, lo mejor de la película junto a los esmeradísimos efectos especiales y un maquillaje que podría ganar el próximo Oscar, en una pesadilla larga y contundente como consecuencia de la sempiterna y presunta obsesión de las mujeres por extender su belleza hasta el infinito, algo que la propia estrella exhibe con sus múiltiples retoques. Cierto es que se trata de denunciar cómo la belleza en la mujer sigue siendo condición indispensable para triunfar en ciertos ámbitos, especialmente artísticos, mientras el hombre no necesita de momento demostrar nada en ese sentido. Ya lo decía Dee Wallace en 10, la mujer perfecta: ¿por qué el hombre cuanto más maduro es, más atractivo resulta, mientras la mujer sólo es más vieja?. Sin embargo, somos de la opinión de que estos arquetipos hace tiempo que deberían haber sido superados, y mucho menos oportuno nos parece haberlos convertido en pretexto para una sucesión de secuencias a cual más atrevida y desagradable, aunque a algunos sólo nos provoca risa, y no precisamente nerviosa.

No podemos pasar por alto la frescura de Margaret Qualley, descubierta en Érase una vez en Hollywood y expuesta a parecidos excesos en Pobres criaturas, así como la carta blanca ofrecida a Dennis Quaid para que sobreactúe aún más de la cuenta. Desconocemos, por otra parte, el motivo por el que un horripilante monstruo se maquilla al ritmo de Vértigo de Bernard Herrmann, de la misma forma que nos irritan los múltiples convencionalismos de guion. Podemos aceptar una trama de fantasía, pero no detalles como que el vecino parezca salido de Aquí no hay quien viva, cuando se supone que habitan un edificio de altísimo standing en Los Angeles, que la estrella del paseo de la fama quede sepultada bajo ¡la nieve!, que una Demi Moore que no pisa la calle cocine todo tipo de viandas o que nadie se encargue de la limpieza de tan tremendo piso, una vez arranca el meollo de la trama, en aras a no encontrar el secreto que esconde el cuarto de baño.

LA INFILTRADA Un reconocimiento algo fallido

España 2024 118 min.
Dirección
Arantxa Echevarría Guion Arantxa Echevarría y Amèlia Mora Fotografía Javier y Daniel Salmones Música Fernando Velázquez Intérpretes Carolina Yuste, Luis Tosar, Víctor Clavijo, Nausicaa Bonnín, Íñigo Gastesi, Diego Anido, Pepe Ocio, Jorge Rueda, Carlos Troya, Pedro Casablanc Estreno 11 octubre 2024


Albergábamos muchas esperanzas en esta merecido reconocimiento al trabajo y el sacrificio de la policía nacional Aránzazu Berradre, especialmente por la admiración que profesamos a su protagonista, Carolina Yuste, y por tener bajo su control a Arantxa Echevarría, que tan buenas muestras de cine comprometido nos ha dado en películas como Carmen y Lola o Chinas. Nos hemos encontrado sin embargo con una cinta fallida, en cuanto que no acierta a plasmar en toda su dimensión el verdadero sacrificio de su personaje central, ni alcanza a mostrar el proceso que sufrió de adaptación y acercamiento a un entorno tan hostil como el de ETA en unos años claves, llegando a la liberación de Ortega Lara aunque pasando por alto el acontecimiento clave de la década, apenas un par de semanas después, el del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, quizás para evitar susceptibilidades.

Dicho proceso, seguramente lo más interesante que se pudiera contar de esta terrible desventura, se da por entendido y pasamos directamente, con hechuras de thriller policíaco de manual, a sus últimos años como falsa militante y colaboradora de la banda terrorista, cuando con ayuda de todo un comando policial se alcanzó a desarticular el comando Donosti. Pero incluso entonces se nos antoja demasiado pedestre su narrativa, con unos terroristas, apenas dos, acartonados que representan las dos caras de la barbarie abertxale, la del joven irresponsable e idealista y la del sanguinario desalmado. Hay poca amenaza, mucho montaje caprichoso para convencernos del peligro inminente y del ritmo, y hasta fallos de ambientación que sitúan en paseos donostiarras mobiliario urbano que no corresponde a la época.

Pero nada de esto importaría demasiado si se hubiera acertado a analizar psicológicamente al personaje central, machacado con más vehemencia los intereses políticos y partidistas de cada operación, y ahondado más en el problema que este país sufría desde antaño y que tanto costó erradicar, gracias más a la generosidad y la diplomacia que al baño de sangre indiscriminado con el que otros pueblos pretenden arreglar sus asuntos. A pesar de todo, siempre merece disfrutar de una buena interpretación, y aunque no sean sus trabajos más sobresalientes, Yuste y Tosar cumplen, y como thriller de infiltrados, siempre tan atractivos como pudimos comprobar en la televisión de los setenta del pasado siglo, en la que tanto abundaban estos argumentos, al menos se deja ver. Pero la sensación de haber dejado pasar una buena oportunidad, pesa.

viernes, 11 de octubre de 2024

SAGRIPANTI MIRANDO AL PRECIPICIO

Concierto nº 3 del ciclo Gran Sinfónico de la temporada 2024-25 de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Lucía Martín-Cartón, soprano. Giacomo Sagripanti, director. Programa: Sinfonía de Réquiem, de Britten; Sinfonía nº 4 en Sol mayor, de Mahler. Teatro de la Maestranza, jueves 10 de octubre de 2024


Más propio por su temática de finales de mes que de este casi ecuador en el que nos encontramos, el programa ofrecido ayer por la ROSS, y que se repite hoy viernes, es quizás uno de los más interesantes de una temporada que Juan Luis Pérez ha diseñado sin duda para atraer el mayor número posible de público. Pero lo interesante tiene su precio en un mundo en el que siempre priman los dividendos, por encima de la educación y el cultivo de nuevos paladares musicales, y ayer pudimos observar una ligera disminución de público en el Maestranza respecto a los tres conciertos anteriores de la Sinfónica, aun así numeroso para tratarse de un espacio tan grandioso y unos conciertos que se celebran en doble jornada.

Lo estamos viendo en todos los ámbitos, se aplican criterios empresariales incluso en lo público, que debería mirar siempre a la formación y la exquisitez. En definitiva, se opta en todos los ámbitos por dar lo que el público demanda, y no por enseñarle a demandar más y mejor. Afortunadamente, el programa de ayer fue un ejemplo de lo segundo, con la muerte como eje inspirador y dos páginas de parecido sesgo estético pero diferente visión espiritual.

La muerte como eje vertebrador

La de Britten es una pieza que no se prodiga demasiado, y sin embargo aquí ya la habíamos disfrutado no hace mucho, en marzo de 2017, cuando Juan García Rodríguez, un ejemplo de sabiduría a la hora de programar, combinando vanguardia con lo clásico y popular, la dirigió frente a nuestra querida Sinfónica Conjunta. Los resultados fueron entonces menos vistosos en términos de tímbrica, pero sin duda más satisfactorios en términos estrictamente expresivos. Giacomo Sagripanti, ausente de nuestro escenario desde hace nueve años, se quedó mirando al precipicio, pero no se atrevió a caer en él, como bien demanda una partitura que exige más vehemencia, más acritud y una fuerza inusitada de tensión e incluso terror que aquí no asomó.

Por el contrario, el director italiano prefirió - o sencillamente no supo hacer otra cosa - una lectura hedonista y preciosista, más atenta a la belleza de los timbres y la claridad de las texturas que al dolor subyacente en una página que mira a la muerte de frente y sin titubeos, y en esos términos respondió también la orquesta, no obstante intervenciones excelentes a nivel técnico de los vientos, especialmente flautas y trompetas en sus juegos dialécticos. Pero faltó espanto, dolor y desconsuelo en una página que grita todo esto y más.


Este enfoque funcionó mejor para enfrentarse a la Cuarta de Mahler, página presuntamente ligera y alegre con la que el idolatrado compositor cierra su primer bloque sinfónico, a pesar de estar también inspirada en la muerte. Para él la forma en que los niños han de enfrentarse a ella tenía que ser optimista y desenfadada; sólo así podía aliviar su propio dolor ante una experiencia tan traumática. Esto no quiere decir que todo debiera ser pura amabilidad, pero encajó mejor con la estética de Sagripanti, no obstante sacar mucho partido de una orquesta que respondió con nobleza, transparencia y profesionalidad.

El primer movimiento acertó en su atmósfera distendida e inocente, tanto como la danza ligeramente macabra del segundo movimiento, cambio mediante y pertinente de violines de la concertino, Alexa Farré, para extraer en sus partes solistas el sonido desgarrado y sardónico que demanda la partitura. El sensacional tercer movimiento destacó por su emotiva intensidad, más transparente que directamente apasionada, pero carente también de ese toque irónico que no aparta la mirada de lo que en realidad se trata, el final de nuestra existencia.

Fue quizás gracias a la aportación de Lucía Martín-Cartón, en el cuarto movimiento, que por fin logramos atisbar algo de burla e ironía coqueteando con la presunta alegría que informa la partitura, a pesar de evidenciar una voz algo pequeña y de insuficiente proyección que obligó a la batuta a moderar la intensidad de su aportación para no eclipsarla. Al final, subtítulos mediante, la música y su interpretación lograron convencernos de que puede haber paz y tranquilidad después de la muerte, no tanto un paraíso celestial en el que ya no creemos, y es que hace mucho que dejamos de ser niños e inocentes.

Fotos: Juan Pedro Donaire
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

jueves, 10 de octubre de 2024

UN EDIFICIO EMBLEMÁTICO


Con motivo de la colocación de una placa en reconocimiento a los valores de la arquitectura contemporánea del edificio de apartamentos de Huerta del Rey (Eduardo Dato, 22) de los arquitectos Felipe Medina y Manuel Trillo de Leyva (OTAISA), en el marco de las actividades de la XXIII Semana de la Arquitectura, me ha parecido oportuno incluir en estas páginas las emotivas palabras que sobre dicho acto me han llegado a mi correo, toda vez que desde niño he sentido una especial admiración por este edificio tan ligado a mi biografía sentimental, por cercanía al domicilio de mi abuela y de una de mis mejores amigas.

El acto, celebrado ayer miércoles 9 de octubre de 2024, contó con la intervención de Nuria Canivell, decana del COAS y Valentín Trillo de Leyva, hijo de Manuel Trillo, uno de los autores del edificio. Reproduzco la nota de prensa que ha llegado hasta mis manos, en la que se destacan los valores del inmueble:

Edificio de apartamentos Huerta Del Rey, 1967-68

Ubicado en una zona de gran crecimiento urbano residencial en las décadas de 1960 y 1970, de bloques en altura y amplias zonas libres, y destinado a una burguesía media alta en el barrio de Nervión, en la confluencia de dos importantes avenidas (Eduardo Dato y San Francisco Javier), el edificio de apartamentos de Huerta del Rey es, sin duda, uno de los ejemplos de vivienda más novedosos de la ciudad de Sevilla de su época, en todos sus aspectos.

Por un lado, tipológicamente, establece un modelo residencial que no es conocido hasta ahora en esta ciudad, con un interesante concepto de apartamentos y un programa de viviendas de uno, dos o tres “ambientes”, como define el texto comercial de la época, donde la importancia de las zonas comunitarias es especialmente relevante.


En este sentido, toda la planta primera, separada formalmente de la planta baja con una rotunda bandeja de hormigón, genera una amplia serie de espacios colectivos de diferentes usos, desde salas de reuniones, despachos, salones, zonas de vestuarios y aseos, y una gran terraza en la que se ubica la piscina, elemento casi escultórico de gran impacto visual.

Las viviendas desarrolladas en este edificio, que presenta una anchura total poco habitual por su gran dimensión, se distribuyen en torno a una galería central con apartamentos a ambos lados y, en los extremos este y oeste, con una referencia a los modelos de vivienda de Mies van de Rohe en Chicago (Lake Shore Drive Apartments).

El esquema se repite en todas las plantas, desvelándose en el exterior mediante una serie de potentes bandejas, revestidas de hormigón prefabricado, que producen la imagen más característica del edificio, y balconadas corridas con la fachada de ladrillo visto rehundida en un segundo plano.

En este sentido, indicar también los novedosos sistemas constructivos, con recursos estructurales y materiales, que han permitido, además, un estupendo mantenimiento y facilitado su durabilidad.

Cabe destacar el cuidado en la concepción espacial del vestíbulo, así como el diseño integral de este y las zonas comunes (mobiliario, elementos artísticos, carpinterías exteriores e interiores, ascensores, barandillas, elementos decorativos) que reflejan un cuidado extremo, que se ha mantenido perfectamente hasta la actualidad gracias a una comunidad de propietarios con una poco frecuente sensibilización hacia el valor arquitectónico del edificio.

Resumen publicado por Fundación DOCOMOMO IBÉRICO sobre texto de Juanma García Nieto.

Fotos: Juanma García Nieto