martes, 28 de septiembre de 2021

CRY MACHO El refugio del lobo solitario

USA 2021 104 min.
Dirección
Clint Eastwood Guion N. Richard Nash y Nick Schenk, según la novela del primero Fotografía Ben Davis Música Mark Mancina Intérpretes Clint Eastwood, Eduardo Minett, Natalia Traven, Dwight Yoakam, Fernanda Urrejola, Horacio García Rojas, Marco Rodríguez Estreno en Estados Unidos 17 septiembre 2021; en España 24 septiembre 2021

En cierto modo la última película de Eastwood es un regreso al pasado, a esos mismos años setenta en los que se ambienta y en los que dirigía película tras película sin haber recibido todavía los elogios críticos que hoy han encumbrado su carrera y le han generado cierta responsabilidad para hablarnos siempre de temas trascendentes. Acompañado de un adolescente y de un gallo de pelea como si de aquel orangután de Duro de pelar se tratara, un lobo solitario tiempo atrás estrella del rodeo, a quien el actor y director en eterna retirada presta un físico con al menos veinte años más de lo que el personaje demanda, se reconcilia con la vida y encuentra el refugio perfecto para pasar el resto de una vida, allí donde tantas cosas han pasado pero ahora todo parece estar muy tranquilo.

Aparte de ser esa crónica sobre amistad y aprendizaje entre un joven y un viejo que anuncia, Cry Macho es sobre todo la del viaje interior de un viejo campeón, un hombre duro destinado con su mirada tierna y condescendiente a reconvertirse en un amable y reposado cachorro centrado en el amor y la generosidad. Cry Macho es además un homenaje a esa tierra tan ligada a Texas que es la frontera mexicana, sus gentes sencillas y amables en una época no tan agitada como la actual, en la que reinaba una mayor dosis de inocencia. Y es también una lección sobre paternidad responsable, así como en cierto sentido un retroceso a los orígenes de una leyenda del cine, que empezó también en tierras de habla hispana, travestidas del salvaje oeste americano como Nuevo México lo es ahora del país vecino, donde el exótico poncho es sustituido por una chaqueta mexicana bordada con figuras de vivos colores, y los perversos maleantes de la trilogía de Leone son ahora torpes mercenarios rendidos a los encantos de un nonagenario.

¿Qué importa si Mike Milo debiera tener veinte años menos, justificar así las fotografías de un pasado triunfante que no parecen esos principios del siglo XX para que salgan las cuentas, y sobre todo justificar ese amor otoñal que le una a una hermosa mujer latina de pasado doloroso y presente relajado? Como curiosidad, en la banda sonora de un recuperado Mark Mancina (Speed, Twister) se utiliza como leit motiv unos acordes ya presentes en la música que Eastwood compuso con ayuda de Lennie Niehaus para Space Cowboys, y que a su vez tanto recuerda al estribillo de aquel All of You que cantaron a dúo Julio Iglesias y Diana Ross en la década de los ochenta.  Cry Macho es un Eastwood tan sentimental como consciente de que el paso del tiempo nos devora a todas las personas, y que solo la pérdida de los seres queridos y no de lo material nos marca para siempre, pero también podemos superarlo.

lunes, 27 de septiembre de 2021

RESPECT Hija, esposa y reina del soul

USA 2021 145 min.
Dirección
Liesl Tommy Guion Tracey Scott Wilson y Callie Khouri Fotografía Kramer Morgenthau Música Kris Bowers Intérpretes Jennifer Hudson, Forest Whitaker, Marlon Wayans, Audra McDonald, Marc Maron, Heather Headley, Kimberly Scott, Albert Jones, Tate Donovan, Skye Dakota Turner, Gilbert Glenn Brown, Mary J. Blige Estreno en Estados Unidos 13 agosto 2021; en España 24 septiembre 2021


Puede que la elección de Liesl Tommy, que se encargó hace unos años de una serie documental para la televisión sobre Dolly Parton, mujer de tanto talento artístico como fuerte carácter, y que del guion se encargara Callie Khouri, que conoció el éxito hace treinta años con Thelma y Louise, augurase buenos resultados para esta biografía de la incomparable Aretha Franklin. Sus hechuras eminentemente televisivas y bastante rutinarias unido al escaso ímpetu que sus creativos y creativas han puesto en la empresa, han dado al traste con esas expectativas. 
El resultado no es que sea despreciable; ahí está la esforzada y tan aseada como el resto del conjunto interpretación de Jennifer Hudson, en el que es su primer papel relevante desde que hace quince años ganara un Oscar por Dreamgirls, y desde luego una impecable colección de grandes temas inmortalizados por la reina del soul entre finales de los sesenta y principios de los setenta, sensacionalmente interpretados por la actriz y cantante, procurando adaptarse al estilo de la homenajeada sin traicionar el suyo propio. Esos dos aspectos hacen que su visionado merezca la pena.

Nos encontramos sin embargo ante una nueva proclama feminista, sin duda necesaria pero ya bastante recurrente en este tipo de retratos de muñecas rotas. El hecho de que la estrella del soul sufriera abusos infantiles, control de un padre obsesivo y autoritario, y violencia doméstica, se convierte en este repaso a su vida en tema preferente sobre su propia carrera artística, sin duda mucho más interesante. Aun así, en este sentido destacan el episodio de arranque, con la casa familiar atestada de grandes estrellas de la música negra a propósito de una fiesta, desde Art Tatum a Ella Fitzgerlad pasando por Duke Ellington, Sam Cooke o Count Basie, enmarcando ya su infancia en un universo eminentemente musical, así como los consejos recibidos de una Dinah Washngton con los rasgos de la también cantante y autora Mary J. Blige, que tanto influyeron para convertirla en estrella, o los de su madre, interpretada por la soprano Audra McDonald, para no dejarse controlar por los hombres.

Sin duda estos son los pilares sobre los que se erige esta película que acaba siendo más un melodrama que un suntuoso musical capaz de recrear con fantasía e imaginación grandes números musicales a propósito de los conciertos de la diva o la gestación de sus éxitos, así como la preparación del legendario documental de Sydney Pollack, Amazing Grace, en torno a su disco de góspel, rescatado hace apenas unos años. La conclusión es un largo film que intenta no dejarse ningún aspecto de la poliédrica cantante, incluido su activismo político propiciado por la amistad de su familia con Martin Luther King, pero sin una profundidad o un análisis lo suficientemente original y atractivo que haga perdonar su discreto compromiso con el gran espectáculo.

domingo, 26 de septiembre de 2021

MAIXABEL Los muertos están vivos

España 2021 115 min.
Dirección
Icíar Bollaín Guion Icíar Bollaín e Isa Campo Fotografía Javer Agirre Erauso Música Alberto Iglesias Intérpretes Blanca Portillo, Luis Tosar, Urko Olazabal, María Cerezuela, Arantxa Aranguren, Mikel Bustamante, Bruno Sevilla, Jone Laspiur, David Blanka Estreno en el Festival de San Sebastián 18 septiembre 2021; en salas 24 septiembre 2021

Después de tres décadas sembrando un horror inexplicable, injustificable e inasumible, ETA seguía matando entrado el siglo XXI, enarbolando la misma tramposa causa de libertad y justicia que tanto engatusó a miles de militantes y simpatizantes y obtuvo de ellos una entrega total e incondicional a la barbarie y la sinrazón. Después de hacernos disfrutar con ese canto a la libertad individual y femenina que supuso La boda de Rosa, Icíar Bollaín se entrega en su décimo largometraje de ficción a diseccionar aquel horror que vivíamos en este país casi a diario desde sus propias entrañas, víctimas y verdugos enfrentados en un cara a cara difícil, duro y doloroso, pero fundamental para entender un drama de tan grandes dimensiones y unas posturas tan a priori difíciles de conciliar.

El encuentro de Maixabel Lasa, viuda de Juan María Jáuregui, asesinado por ETA en Tolosa en julio del año 2000, y dos de sus asesinos, con especial atención al periplo emocional de uno de ellos, Ibon Etxezarreta, que es quien ante nuestros ojos sufre una metamorfosis emocional y sentimental más evidente, propiciada entre otras cosas por el dolor infligido a su propia familia, es el eje sobre el que se desarrolla esta danza macabra y a la vez reconciliadora en la que consiste el nuevo servicio social de la directora madrileña, tan necesario como contundente. Es imposible no abordar desde la emoción este drama surgido de la irracionalidad y la perversidad humana, esta catástrofe propiciada por la mano del hombre, que es siempre peor y más dramática que la generada por las fuerzas de la naturaleza; una emoción que aún siendo contenida y sosegada forma parte irrenunciable de tan desgarrador trauma. A ello se prestan unos intérpretes extraordinarios encabezados por una Blanca Portillo, que tan poco se prodiga en la gran pantalla, tan convencida de la necesidad de su relato que prácticamente se transforma en el personaje real al que da vida, esa Maixabel con cameo incluido al final de la cinta, y que representa a esa gente fuerte y decidida, dispuesta no ya a perdonar, que no a entender, sino a dar esos pasos de gigante que al menos saquen a las futuras generaciones de esa muerte en vida a la que este drama desgarrador arrastró a tanta gente durante tanto tiempo.

La sinrazón empuña armas, pero también desoye, y eso también hace mucho daño y no soluciona nada. Hemos sufrido mucho en este país, y sentimos mucho alivio cuando la banda terrorista anunció el fin de sus actividades criminales en octubre de 2011, pero el camino todavía es largo y merece tanta cautela, delicadeza y discreción como la que muestra Bollaín en su película y demostraron sus protagonistas en la vida real. Aquí, como en todo, ningún capítulo se cierra y la memoria no es reconducida con aliento y dignidad si no es con el diálogo y el encuentro. Los muertos lo merecen, y su presencia entre nosotros y nosotras se hace aún más fuerte cuando esperan de nosotros una actitud serena e inteligente, porque los muertos siguen vivos, mientras los vivos sobreviven en ese elocuente ambiente frío y gris que evoca una condición emocional expectante a que sean las políticas de acercamiento y reconstrucción, que no de olvido ni perdón, las que hagan de nuevo brillar la luz.

viernes, 24 de septiembre de 2021

CALAMITY Educación en género fluido

Título original: Calamity, une enfance de Martha Jane Cannary
Francia 2020 82 min.
Dirección
Rémi Chayé Guion Sandra Tosello, Fabrice de Costil y Rémi Chayé Música Florencia di Concilio Voces (en versión original) Salomé Boulven, Alexandra Lamy, Alexis Tomassian, Jochen Hägele, Léonard Louf, Santiago Barban, Jérôme Keen Estreno en Francia 14 octubre 2020; en España 17 septiembre 2021

Ya en su primer y anterior largometraje, El techo del mundo, el director francés Rémi Chayé retrató a una joven intrépida dispuesta en una época pretérita y difícil para la mujer a no reprimir sus ansias de aventuras en igualdad de condiciones que los hombres. En este segundo trabajo es la legendaria Juanita Calamidad, una mujer que desafió todas las convenciones machistas en el salvaje oeste americano, quien despierta su atención. El personaje ha sido llevado a la pantalla en infinidad de ocasiones, siendo las más recordadas las interpretadas por Yvonne de Carlo, Jane Alexander y sobre todo Doris Day, que le dio vida en un musical de 1953 aquí ridículamente rebautizado como Doris Day en el Oeste.

La mirada colorista y luminosa de Chayé se centra ahora en su viaje a Oregón junto a su familia, en una caravana enfrentada a mil y un peligros y desventuras. Su progresiva concienciación como ser humano no sometida a ataduras ni limitaciones con respecto a sus congéneres masculinos, se va produciendo con la naturalidad que exigen los diversos episodios a los que se ve arrastrada a lo largo de tan delicado viaje. Chayé busca así la forma de retratar eso que hoy se llama género fluido, con lo que muchas personas se han sentido identificadas y liberadas y que les permite comportamientos de uno y otro sexo sin que ello conlleve necesariamente una conducta homosexual. Estamos por lo tanto ante un necesario cine de animación, siempre tan atractivo para niños y niñas aunque su estructura argumental se aproxime más al cine de adultos, con un mensaje educativo absolutamente convenienteTodo ello adobado con una estética hermosísima y muy particular, en la que el realismo convive con trazos sencillos, sin volúmenes ni perfiles, un cuidado esmerado por la luz y sus cambios a lo largo del día, y un paisajismo exuberante que nos lleva a disfrutar de la propuesta como si de un épico western de imagen real se tratase.

La compositora uruguaya Florencia di Concilio contribuye a tan magnífico acabado formal con una partitura evocadora y envolvente, mientras el trabajo de los ingenieros de sonido no se puede tildar más que de sensacional. Sus nominaciones al Cesar y a los Premios Europeos del Cine sucumbieron frente a Josep, una coproducción entre Francia y España sobre el artista catalán Josep Bartoli durante su encierro en un campo de concentración francés tras la Guerra Civil Española, que tuvo en nuestro país una exhibición aún más limitada y vergonzante que la de esta cinta.

jueves, 23 de septiembre de 2021

CRISTINA MONTES Y EL CÍRCULO VIARDOT

XXII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Cristina Montes Mateo, arpa. Programa: La Sérénade, de Godefroid; Impromptu Op. 86 y Une chatelaîne en sa tour… Op- 110, de Fauré; Nocturno en Mi bemol mayor, de Glinka; Liebesträume nº 3, de Liszt; Orphée et Eurydice, de Gluck; Isoldes Liebestod, de Wagner. Miércoles 22 de septiembre de 2021


No hace falta descubrir ahora la excelente arpista que es la sevillana Cristina Montes Mateo. Ya nos maravilló antes en compañía de la
Bética de Cámara, de algunos de sus solistas o en este mismo recinto alcazareño hace algunas temporadas en compañía del flautista de la ROSS Vicent Morelló. El pronóstico del tiempo hizo esperar lo peor en esta ocasión, pero una vez se convirtió en falsa alarma, al menos en la capital, y el concierto pudo desplegarse con toda la magia de una espléndida noche propicia para dejarnos mecer por el incomparable arte de Montes Mateo al instrumento.

Poco importa ante la excelencia del recital si el programa estaba un poco cogido con alfileres para celebrar el bicentenario de Pauline Viardot-García. Con sus informadas locuciones la intérprete consiguió convencernos de su oportunidad, reuniendo a varios de los insignes compositores que a lo largo de su vida se convirtieron en amistades influyentes, una suerte de círculo de la que fuera gran diva y personalidad parece que indiscutible de la vida musical parisina en aquellos fructíferos años de mediados del siglo XIX. El recorrido arrancó con La Sérénade de Felix Godefroid, reconocido arpista de la época, que no es sino un trasunto del famoso lied schubertiano del mismo título (Ständchen en alemán), que Montes resolvió con amplio sentido de la delicadeza e inmejorable tacto para la melodía. De Fauré, que llegó a ser novio de una de las hijas de Viardot y alumno de la cantante, pianista y compositora, interpretó una pieza de origen académico, con la que el autor ganó un premio de fin de carrera con solo catorce años. El Impromptu Op. 86 tiene por lo tanto todos los ingredientes para lucir las habilidades técnicas y expresivas de su intérprete, y vaya si la arpista aprovechó la oportunidad, igual que en la otra pieza de Fauré, completando así su obra íntegra para el instrumento, Una castellana en su torre, con la que Montes desplegó todo un catálogo de complicados glisandos y ricas armonías.

La exhibición de elegancia, delicadeza y buen gusto tuvo su continuación con un Nocturno de Glinka, en representación del importante vínculo de la homenajeada con la cultura rusa, y el archifamoso Nocturno nº 3 de Liszt, Sueño de amor, con el que Montes parecía estar entonando las palabras en las que se inspira, Ama tanto como puedas. La inevitable faceta operística de la Viardot se cubrió con una de las hermosas piezas del ballet incluido en la ópera Orfeo y Eurídice de Gluck, que por cierto tanto uso hace del arpa. Aquí Montes se centró en el canto brillante y cristalino de la melodía, del mismo modo que logró extraer de la famosa Muerte de Isolda de la ópera de Wagner, todo el drama y la sensibilidad que la página exhuma, acierto doble si tenemos en cuenta que la transcripción es de su propia cosecha, antes de embarcarse fuera de programa y con éxito rotundo en una vorágine de complejos punteados y rasgados en el primer movimiento, un allegro spiritoso, de la Sonata que Salvador Brotons ha compuesto expresamente para ella.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

JUVENTUDES MUSICALES ARRANCA CON DIPHONON DUO

Concierto inaugural de la temporada 2021/22 de Juventudes Musicales de Sevilla. Michael Iskas, viola. Íñigo Mikeleiz Berrade, acordeón. Programa: Piezas de L. Murphy, M. Lohse, J. Taboada Alcalá, Falla, Ravel, Granados y Piazzolla. Teatro Cajasol, miércoles 22 de septiembre de 2021


Recién estrenado el otoño, empiezan a reaparecer los viejos amigos, y entre los más veteranos y queridos se encuentran por supuesto los de
Juventudes Musicales, que ayer dio el pistoletazo de salida a su nueva temporada de conciertos. Con la misma familiaridad que les ha caracterizado a lo largo de tantas décadas, la propuesta de inicio vino protagonizada por dos jóvenes talentos que coincidieron mientras completaban sus estudios en Londres. El griego Michael Iskas y el navarro Íñigo Mikeleiz encontraron sugerente y original la combinación de sus dos instrumentos, la viola en el caso del primero y el acordeón en el del segundo, y no dudaron en formar este conjunto que actualmente tiene su residencia en la ciudad del Támesis. Con este concierto se dieron a conocer en la ciudad en la que precisamente han grabado su primer trabajo discográfico, de la mano del sello Lindoro radicado en El Arenal, que verá la luz muy pronto.

En la primera parte del concierto, Diaphon Duo presentó algunos de los temas que conforman ese álbum de debut. Dejando claro que la música tonal y melódica sigue viva, Breathing Space es un trabajo específicamente creado para ellos por el joven escocés Lewis Murphy, especializado en ópera y música escénica, que evoca una atmósfera agradable y distendida en la que de las voces combinadas emergen paisajes placenteros y amables, con la viola como portadora del discurso melódico y el acordeón generando el ambiente propicio para ese resultado cálido y conmovedor. En Koncert del danés Martin Lohse la gramática se torna algo más ácida y austera, aunque sin salirse de un lenguaje sencillo y convencional. Las oportunidades de lucimiento fueron aquí más palpables, especialmente para la viola, sustituyendo con acierto al oboe original, siempre sedosa y con un timbre que Iskas se esmeró en mantener siempre homogéneo. Un breve largo sirvió de puente entre dos allegros de frases curvilíneas y envolventes que los jóvenes intérpretes llevaron a muy buen puerto.

Aprovechando el centenario de Astor Piazzolla, abordaron Minimal Tango, una página del también navarro Joaquín Taboada inspirado en el celebérrimo Libertango, con la que Mikeleiz encontró mayores ocasiones de lucimiento, fomentando su carácter abierto y enérgico con brillantes acordes y un espíritu febril muy apropiado, a lo que Iskas respondió en perfecta sintonía. El diálogo fue la baza fundamental sobre la que se trazó el resto del programa, con las Siete canciones de Falla adaptadas a la viola, instrumento perfecto para emular la voz humana, y el acordeón haciendo las veces del piano o la guitarra de acompañamiento. Cada una fue formulada en perfecto estilo y con el espíritu justo, previa lectura atenta y detallista de los poemas, no cantados. También con dos de los números de las Doce danzas españolas de Granados, la Oriental y la famosa Andaluza, asumieron ese espíritu racial que en manos de la viola y con frotados a menudo extremadamente pianissimi, acuñó un estilo eminentemente bohemio. Menos lograda resultó la adaptación de la preciosa Pavana para una infanta difunta de Ravel, acaso algo acelerada y sin la medida justa de emotividad que la pieza exige. Con Le Grand Tango de Piazzolla, ambos encontraron el vehículo definitivo para el derroche de sus aptitudes, con frases virtuosísticas en perfecto equilibrio con las más íntimas y un brillante diálogo entre ambas voces, que repitieron con la idiomática página de un compañero de promoción que ofrecieron como propina. Las simpáticas explicaciones del acordeonista ayudaron al feliz desarrollo del recital.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

martes, 21 de septiembre de 2021

UNA NOCHE DE AMOR CON SWINGTÊTE Y PAULA PADILLA

XXII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Matías Comino, guitarra y voz. Daniel Abad, contrabajo. Pablo Cabra, batería. Paula Padilla, voz. Programa: Canciones de Johnny Green, Cole Porter, Eddie DeLange, Haven Gillespie, Isham Jones, Jimmy McHugh, Harold Arlen y Billy Mayhew, entre otros. Lunes 20 de septiembre de 2021


Hace poco más de una década irrumpió en el panorama musical sevillano el grupo O Sister!, generando en la ciudad toda una fiebre por recuperar el espíritu del standard americano de aquellos años treinta a los que la banda ha rendido homenaje desde sus inicios. La experiencia provocó mayor entusiasmo entre los públicos actuales, más y mejor informados, que entre sus contemporáneos, cuando una big band o una orquesta de salón apenas eran frivolidades para bailar el sábado por la tarde en el Hotel Cristina. Y de aquel grupo germinal surgieron otras propuestas, algunas protagonizadas por sus propios artífices. Apareció Très bien! y lo hace ahora también SwingTête, cuyo primer álbum salió al mercado hace algo más de un año, en plena pandemia. Para su concierto en los Jardines del Alcázar, del que la de anoche fue su segunda función (todavía queda otra el 4 de octubre), se hicieron acompañar muy bien de Paula Padilla, una de las vocalistas de O Sister! junto a Helena Amado. Así, con la única excepción de Daniel Abad al contrabajo y la tuba, el resto de los convocados eran igualmente integrantes del conjunto pionero.

Liberados del disfraz y el estilo con el que O Sister! recrea miméticamente, como nadie en el mundo sabe hacerlo hoy día, aquellas canciones de los primeros treinta del siglo pasado que tanto consuelo dieron a quienes sufrieron la Gran Depresión, SwingTête abordó su programa desde unos parámetros distintos, aunque sin desdeñar lo histórico y lo evocador se permitió también jugar con criterios más contemporáneos, practicando un jazz más convencional e introduciendo sus raíces en aquellas big bands de los cuarenta, convenientemente adaptadas a la formación en trío, a lo que Padilla prestó su voz bien colocada y de hermoso timbre, siguiendo la línea de aquellas voces que popularizaron el género, como Lena Horne, Dinah Shore o Rosemary Clooney. No desaprovechó tampoco la ocasión de exhibir su habilidad imitando voces instrumentales como la trompeta o el violín.


Con swing y mucho estilo

Dream of You fue el instrumental elegido para introducir la banda, y el tema con el que comienza su disco. En él ya dejaron su impronta, muy cerca del estilo elegante y sofisticado con el que el violinista Stephane Grappelli abordó el repertorio en la segunda mitad del pasado siglo. A partir de ahí todo fueron canciones de amor, bien de despecho (It’s a Sin to Tell a Lie, de Billy Mayhew, más cerca de Fats Waller que de los blanditos The Ink Pots), de admiración a una ciudad emblemática (Do You Know What It Means to Miss New Orleans de Eddie DeLange, popularizado por Billie Holiday), de cariño a los semejantes (con la carismática When You’re Smiling tan asociada al cómico Jimmy Durante) o mera y típica declaración de amor (ese inmortal Night and Day de Cole Porter mil veces versionado, esta vez a dos ritmos y velocidades). Cierto que en este punto hemos de reconocer que echamos en falta algo más de sentimiento en unas melodías que abundan en él y se prestan a interpretaciones con mayor emoción que la desplegada por unos intérpretes centrados más en la energía y la diversión.

No faltaron los guiños a ese Woody Allen tan asociado al género, con una pieza tan recurrente en su filmografía como Out of Nowhere, escrita por Johnny Green e inmortalizada por Bing Crosby, o ese It Had to Be You de Isham Jones que tanto nos recuerda a la Diane Keaton de Annie Hall. Hubo espacio también para la anécdota, como esa demanda judicial que los herederos de Puccini interpusieron a Al Jolson por el parecido de Avalon con É lucevan le stelle de Tosca, algo en lo que confieso nunca antes había reparado; se me ocurren muchas otras comparaciones que no han generado polémica. La intervención del excelente contrabajista Daniel Abad tocando la tuba en este y otros temas tuvo su gracia, pero añadió un punto grotesco y bufo a un repertorio que no lo merece. A la batería sin embargo, Pablo Cabra no abandonó en ningún momento su estilo elegante y perfectamente ritmado, mientras Matías Comino demostró una vez más que es un excelente guitarrista, con mucho swing, y que posee también una sedosa voz, acompañando a Padilla en un Exactly Like You de Jimmy McHugh que metamorfosearon con gracia y buen gusto en el mítico Always Look on the Bright Side of Life que compuso Eric Idle para La vida de Brian. El público supo plegarse a la propuesta y algo de ese optimismo fue capaz de asimilar a la salida de estos bellísimos jardines bañados por una blanquísima luna llena.

Fotos: Actidea
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

LAS CONSECUENCIAS Tensión volcánica

España-Países bajos-Bélgica 2021 96 min.
Dirección
Claudia Pinto Emperador Guion Claudia Pinto Emperador y Eduardo Sánchez Rugeles Fotografía Gabriel Guerra Música Vincent Barriere Intérpretes Juana Acosta, Alfredo Castro, María Romanillos, Carme Elías, Sonia Almarcha, Christian Checa, Héctor Alterio, Enrique Gimeno Estreno en el Festival de Málaga 11 junio 2021; en salas 17 septiembre 2021

A veces suceden estas casualidades inexplicables. Después de pasar por el Festival de Málaga, donde se hizo con los premios de la Crítica y a la mejor actriz de reparto para la joven María Romanillos, Las consecuencias se estrenó en salas comerciales el pasado viernes 17 de septiembre. Rodada casi íntegramente en la isla de La Palma, fundamentalmente en la zona de La Cueva Bonita, que figura con sus casas adosadas a los acantilados como islote abandonado quizás en el Mediterráneo, cerca de Valencia, uno de sus personajes sentencia casi al final de la película que hay que ser muy inconsciente para instalarse en una isla volcánica como esta. Justo dos días después de su discreto y apenas publicitado estreno, estalló un nuevo volcán en la isla, con las trágicas consecuencias para sus habitantes que vamos conociendo.

La directora venezolana Claudia Pinto Emperador parece encontrar en la familia, sus secretos, quiebros y dolores, el material argumental y sentimental idóneo para sus películas. Así ocurrió en La distancia más larga, también con producción española, y ahora en este inquietante film en cuya primera mitad no acertamos muy bien a saber qué es lo que le interesa contar a su realizadora, pero que poco a poco va desvelando sus terribles verdades. No es casualidad que la pertrecha relación de una mujer con su familia mientras intenta superar un espeluznante trauma, se desarrolle sobre las faldas de un terreno volcánico, tan amenazador como la delicada capa sentimental que protege y a la vez agobia a su protagonista.

Pinto se cuida por lo tanto de enrarecer lo más posible la atmósfera, ese océano y la tierra grisácea que actúan como testigos de la perversidad humana, o sus intrigantes moradores, entre los que la única esperanza de inocencia e ingenuidad surge de la romántica relación de sus personajes más jóvenes. Cierto que la tensión no aflora con la contundencia y el sentido trágico que merece, pero tanto la orografía y el encanto del espacio escénico como el esforzado trabajo de sus protagonistas merecen acercarse a este hipnótico trasunto de La tempestad shakesperiana.

lunes, 20 de septiembre de 2021

EL CLUB DEL PARO Radiografía surrealista

España 2021 83 min.
Guion y dirección
David Marqués Fotografía Guillem Oliver Música Juanma Redondo y Muchachito Bombo Infierno Intérpretes Carlos Areces, Fernando Tejero, Adriá Collado, Eric Francés, Antonio Resines, Javier Botet, María Isasi, Carmen Ruiz, Veki Velilla, Susana Merino Estreno en salas 17 septiembre 2021

Aunque ha realizado varios largometrajes (Aislados, Desechos, En fuera de juego) y varios trabajos para la televisión centrados en la pandemia, hasta el momento David Marqués ha destacado más como guionista, con éxitos como Descarrilados y sobre todo Campeones. Este Club del paro podría ser un antes y un después en su carrera como director, si no fuera porque una distribución tan precaria como la que está sufriendo no pudiera pasarle factura y terminara corriendo la misma suerte que la estupenda El cover.

Siguiendo un formato de show televisivo, con sketches humoristas de estilo tan surrealista como disparatado, la película de Marqués juega sus principales bazas a un guion modélico y unas interpretaciones sobresalientes. Uno podría esperar que la propuesta consistiera simplemente en cuatro desgraciados poniendo orden en nuestro país a fuerza de cervecitas en la mesa de un bar. Sin embargo la historia respira también fuera de ese espacio y esos cuatro personajes, con anécdotas de lo más variado y divertidas de cada uno de los contertulios, entre los que destaca Carlos Areces, siempre mordaz e irónico, siguiéndole de cerca un Fernando Tejero en un registro diferente y Adriá Collado como único de los cuatro con trabajo fijo, aunque parezca el menos capacitado para ello. Todo al servicio de una ácida radiografía del país en el que vivimos, más de sus miserias que sus virtudes, y en un tono tan surrealista como todo lo que nos rodea.

Imposible no dejarse seducir por tan descacharrante propuesta, por muy amarga que pueda resultar la realidad que retrata, porque su guionista y director ha encontrado el tono justo para que nada resulte ofensivo, para dejar que riamos a gusto a pesar de un panorama tan lamentable, que al ambientar en 2019 da pie también para prever con sarcasmo e ironía lo que habría de venirnos encima. Pero lo más profético es que ha pasado la pandemia, o eso parece, y todo sigue igual… de lamentable y esperpéntico.

domingo, 19 de septiembre de 2021

CON QUIÉN VIAJAS Extraños en una carretera perdida

España 2021 86 min.
Guion y dirección
Martín Cuervo Fotografía Pablo Bürmann Música Iván Valdés Intérpretes Salva Reina, Ana Polvorosa, Pol Monen, Andrea Duro y la voz de Mara Guil Estreno en la Filmoteca de Murcia 5 mayo 2021; en el Festival de Málaga 5 junio 2021; en salas 10 septiembre 2021


Cuatro únicos personajes y un solo escenario
son los elementos con los que cuenta el joven director madrileño Martín Cuervo para debutar en el largometraje tras un par de ambiciosos cortos. Sin duda alguna una puesta de largo arriesgada y valiente, a la que hay que echarle mucho valor pero sobre todo mucho talento y pericia para salir airoso. Lamentablemente no es el caso en esta decepcionante intriga en la que ni esta ni el consabido suspense llegan a arrancar durante su casi hora y media de verborreica e inútil travesía.

Cuatro personajes en principio desconocidos que comparten vehículo gracias a una aplicación informática para viajar de Madrid a Murcia. Pero las cosas no salen como debieran merced a artimañas de un guion de principiantes que demuestra tanta admiración por el universo hitchcockiano como falta de habilidad y talento para emularlo aunque solo sea testimonialmente. La trama se sostiene tan poco como la carretera casi siempre alarmantemente solitaria por la que deambula el coche, un croma que alguien realizaría a primerísima hora de la mañana, si bien en la única parada que hacen los viajantes, en una gasolinera, observamos que no paran de pasar vehículos por esa misma carretera.

Claro que detalles como éste, que solo certifican falta de atención al matiz, no malogran una experiencia a la que sí lo hacen un guion pretencioso y artificioso, la sobreactuada interpretación de Salva Reina, nada involucrado ni convencido con su irritante personaje, el esfuerzo por el contrario que exhibe la televisiva Ana Polvorosa, o la escasa empatía de unos desubicados Pol Monen y Andrea Duro. Es una lástima, porque el punto de partida era prometedor y las intenciones buenas, pero los resultados sobrepasan la mediocridad, y el suspense no llega ni a materializarse en este malogrado análisis de las falsas apariencias.

SEVILLANAS DE BROOKLYN Para pasar un buen rato

España 2021 97 min.
Dirección
Vicente Villanueva Guion Juan Apolo y Nacho La Casa Fotografía Luis Ángel Pérez Música Riki Rivera Intérpretes Carolina Yuste, Sergio Momo, Estefanía de los Santos, Manolo Solo, Canco Rodríguez, María Alfonsa Rosso, Adelfa Calvo, Andrea Haro, Asier Gago, Neizan Fernández, José Ramón Serra, Clare Durant, Luis Centeno, Maite Sandoval Estreno en el Festival de Málaga 9 junio 2021; en salas 17 septiembre 2021

Con películas como esta se sabe exactamente lo que se va a ver, y no defrauda. Ni su publicidad ni el cartel o la sinopsis prometen otra cosa que una diversión ligera y amable, y eso es precisamente lo que ofrece el nuevo film de Vicente Villanueva, que fue probando en el género de la comedia con títulos parcialmente fallidos como Nacida para ganar y Toc Toc, y ha encontrado el tono justo ahora, con este sainete que actualiza el universo de los hermanos Álvarez Quintero aprovechando la idiosincrasia sevillana y sus posibilidades cómicas, pero sin ofender ni burlarse de estereotipos y clichés.

Las artimañas de una familia humilde de barrio para hacerse con el encargo remunerado de acoger a un estudiante norteamericano de familia acomodada, da pie para que un elenco de divertidos y hasta entrañables personajes demuestren que el buenismo y la blancura todavía pueden y deben conectar con el público, y que romance y diversión pueden surgir con tanta naturalidad como frescura. Nada de esto convierte al film en un referente ni motivo alguno de jolgorio y entusiasmo desorbitado, pero simplemente que tenga capacidad de entretener y hacer reír, que haga acopio de buenos sentimientos y que de paso dé trabajo a tantos y tantas profesionales de nuestra tierra capaces de dar lo mejor de sí mismos, ya merece la pena.

Además, cada vez nos gusta más Carolina Yuste, apartándose del modelo barriobajero, aunque sin renunciar a su condición, con arrojo, cultura, gracia y dominio de idiomas. También merece destacarse el trabajo fresco y sólido de ese valor siempre en alza que es Estefanía de los Santos. Esto es cine de evasión, que buena falta nos hace, y además llena salas de cine sin violencia ni malos rollos; no se puede pedir más.

sábado, 18 de septiembre de 2021

DUNE Una experiencia regresiva

USA-Canadá 2021 155 min.
Dirección
Denis Villeneuve Guion Eric Roth, Denis Villeneuve y Jon Spaihts, según las novelas de Frank Herbert Fotografía Greig Fraser Música Hans Zimmer Intérpretes Timothée Chalamet, Rebecca Ferguson, Oscar Isaac, Josh Brolin, Zendaya, Stellan Skarsgard, Javier Bardem, Jason Momoa, Charlotte Rampling, Dave Bautista, Sharon Duncan-Brewster, Chang Chen, David Dastmalchian, Thufir Hawat, Stephen McKinley Henderson Estreno en el Festival de Venecia 3 septiembre 2021; en España 17 septiembre; en Estados Unidos 22 octubre 2021

No ponemos en duda que si alguien tenía que volver a adaptar la famosa novela de Frank Herbert, después de lo desastrosa y disparatada que resultó la que David Lynch dirigió en 1984, tenía que ser Denis Villeneuve. Su periplo por el cine americano, después del éxito cosechado en su país, Canadá, con Incéndies y su triunfo definitivo en Hollywood con Sicario, se centró en dos importantes cintas de cienca-ficción, la inteligente experiencia místico filosófica que supuso La llegada, y el reto superado que logró con la difícil continuación de Blade Runner. Ahora se ha embarcado en toda una aventura adaptando no solo Dune al cine sino también a una nueva serie, tras los dos intentos que hubo a principios de este siglo con las miniseries Dune, la leyenda e Hijos de Dune. Pero Herbert escribió la novela en 1965, de la misma forma que Charles Perrault, por ejemplo, imaginó Cenicienta en 1697. Este empeño por perpetuar la relevancia de estos personajes anacrónicos e inapropiados para las nuevas generaciones nos resulta tan inconveniente como peligroso, solo justificable por el auge de sociedades tan conservadoras como aquella a la que nos vemos cada vez más abocados. Se ve que remozarlos y adaptarlos a nuestras necesidades se convierte en empresa harto difícil, casi imposible; entonces ¿Por qué no echar mano de una genuina imaginación e inventar nuevos referentes?.

La película de Lynch fue fallida primero porque detrás tenía en la producción a un señor tan poco dado a la sutileza y la elegancia como Dino de Laurentiis (King Kong, Flash Gordon), siempre a remolque de los éxitos de otros, La guerra de las galaxias en este caso. Segundo porque después de debutar con la infranqueable Cabeza borradora y domesticarse con la emotiva El hombre elefante a las órdenes de Mel Brooks, Lynch empezó a experimentar con sus delirios oníricos merced a la novela de Herbert, tan proclive a explicar el significado de los sueños, pero todavía andaba lejos de los logros cosechados con su siguiente película, Terciopelo azul, que marcaría definitivamente el rumbo de su cine. El resultado fue una película mal contada, ininteligible en sus múltiples detalles. Villeneuve se ha cuidado mucho de no caer en ese defecto y machaca a golpe de guion todo lo que ocurre ante nuestros ojos, y aunque agradecemos que su literatura sea tan asequible, sobre todo quienes ya tenemos una edad, molesta tanta obviedad.

Dune se ambienta dentro de nada más y nada menos que ocho mil años, y sin embargo qué familiar resulta todo. Se perpetúan las clases sociales, el imperialismo y la grandeza de las monarquías, las creencias religiosas, las luchas de poder al más puro estilo shakesperiano, las intrigas palaciegas, el papel secundario de la mujer, cuando no decididamente abocada a la brujería, el liderazgo masculino y el patriarcado,… todo sigue igual, en retroceso absoluto, incluida la tauromaquia, traje de luces incluido, no se puede llegar a ser más ridículo. Pero es que encima Villeneuve se atreve a advertirnos sobre el advenimiento definitivo del yihadismo, con unos Fremen a imagen y semejanza de los musulmanes, mujeres de rostro cubierto y ejecuciones públicas al estilo de los terroristas islámicos, y todo eso dentro de una narrativa absolutamente deudora del imaginario bíblico, con Moisés y la liberación del pueblo judío a la cabeza.

Por el contrario el director canadiense desaprovecha profundizar sobre el siempre inquietante mundo de los sueños, tan presente en el argumento, e incluso sobre el supuesto mensaje ecológico que impregna esta proclama sobre la explotación responsable de los recursos y la denuncia de la expropiación indebida de estos a sus legítimos propietarios, los indígenas, en este caso de un planeta, que dentro de ocho mil años naturalmente ya no hablamos de países sino de galaxias y planetas. E igual que Laurentiis y Lynch jugaban con el referente narrativo y dinámico de Star Wars, Villeneuve también toma prestada la iconografía y ambientación de las aventuras galácticas de George Lucas, especialmente las más recientes, para conectar con los nuevos públicos, en su nuevo artefacto lujoso e hiperpresupuestado. Faltaría más que su aspecto visual y sonoro no fuera impecable, así como su multiestelar reparto (también lo era el film del 84, incluidos un apolíneo Sting y una legendaria Silvana Mangano), aunque Chamalet nos parece poco mesiánico y muy enclenque para el papel. Poco edificante en fin, y definitivamente muy peligrosa en estos tiempos de auge fascista que vivimos. Ni siquiera funciona como aviso o advertencia, si bien sí lo hace como mero entretenimiento, con algunas soluciones visuales interesantes aunque con el incordio de tener que esperar a una segunda oportunista parte, detalle que su publicidad tenía muy bien reservado.

jueves, 16 de septiembre de 2021

CRISTINA BAYÓN AMPLÍA REPERTORIO Y REGISTRO

XXII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Cristina Bayón, canto. Jesús Pineda, guitarra. Programa: Canciones de Isabella Colbrán, María Malibrán, Pauline Duchambge, Fanny Mendelssohn, Clara Schumann y Pauline Viardot. Miércoles 15 de septiembre de 2021

Foto: Actidea

No se puede negar que, como tantas veces ha hecho con otras efemérides, estas Noches del Alcázar han apostado fuerte por celebrar el doscientos aniversario de Pauline Viardot, hija de Manuel García, orgullo de la ciudad de Sevilla por su relevancia como tenor admirado y mimado por Rossini y por ser un prolífico compositor de canciones y óperas. García ejerció una fuerte presión sobre sus hijas, siempre decidido a convertir sus indudables talentos en vehículo para la excelencia. Gracias a ello seguramente hoy podemos hablar de una de las cantantes y compositoras que más puertas abrieron a la intervención de la mujer en el panorama musical. La propuesta de la soprano sevillana Cristina Bayón, acompañada a la guitarra por el canario Jesús Pineda, nos llevó a los salones principalmente de París, a aquellas veladas musicales o soirées donde se reunían artistas de toda índole y se hacían eco de las vanguardias literarias, musicales y de otras disciplinas. Raramente requeridas en salas de concierto, no digamos en casas editoriales, las mujeres más arriesgadas e influyentes encontraban en esos salones burgueses la ocasión para ejercer de anfitrionas y dar a conocer allí, en la intimidad que ofrece el ámbito privado, su trabajo y el de sus compañeras de fatigas. Ese fue el ambiente elegido por Bayón para entonar un buen ramillete de canciones tanto de Viardot como de otras mujeres que tuvieron relación con ella.

Bayón ha ido ganando fuerza y expresividad desde que tuvimos oportunidad de escucharla por primera vez hace ya un buen puñado de años. Centrada en el repertorio antiguo y fundamentalmente barroco, su voz todavía hace acopio de recursos ornamentales y estilos interpretativos propios de esa época que le ha dado triunfos tan sonados como el que disfrutó en Jerez hace unos años con un Dido y Eneas celebrado en los Claustros de Santo Domingo. En los últimos años se ha embarcado en algo tan sano y conveniente como la ampliación de repertorios, con aquel recital en La Casa de los Pianistas justo antes de la pandemia, centrado en el matrimonio Schumann, como principal punto de inflexión. Sin embargo su legado le conmina a enfrentarse a estos cantos románticos con vicios adquiridos de su etapa más longeva y fructífera, advirtiéndose ornamentaciones y figuras retóricas a menudo inapropiadas para el repertorio ahora elegido, lo que unido a un exceso de temperamento más propio de un escenario operístico que de una estancia doméstica, afectó en cierto sentido a este recorrido por algunas de las más insignes compositoras del siglo XIX. En otro apartado sería injusto no destacar que su voz ha ganado en quilates, que posee un brillo rutilante, ha ampliado su extensión, aunque sin llegar a esa mítica tesitura de soprano sfogato de tan amplio registro que poseyeron algunas de las homenajeadas, Colbrán y Malibrán en concreto, y sobre todo consigue algo fundamental para considerarse una buena artista, su capacidad para captar toda la atención del oyente.

Con estos más y menos, una voz que ha ganado en la zona aguda y proyecta con holgura, enjaulada en un estilo adquirido de su trayectoria como cantante barroca y un exceso temperamental algo apartado de la gracia y sutileza de las canciones de salón, nos adentramos en un repertorio cargado de preciosas canciones que Jesús Pineda adaptó a la guitarra del original fortepiano. Mujeres valientes que representan un referente no solo en la música, obviadas y en muchos casos vilipendiadas, sino en cualquier ámbito social e incluso político, pues era en ese ambiente doméstico donde se sentían más libres para opinar, debatir y mirarse de igual a igual a los hombres, sembrando la semilla que habría de cristalizar en los avances hoy obtenidos y los muchos que todavía están por llegar. Aunque a veces modificaba el tono a su antojo para salvar escollos, así como su compañero se vio en algún momento enmarañado, sobre todo porque la abundante humedad imperante le obligó a afinar constantemente, Bayón defendió con una exquisita ternura páginas como Benché ti sia crudel de Colbrán, soprano madrileña que fue musa y esposa de Rossini e introdujo a los García en la sociedad parisina, La voix qui dit je t’aime de Malibrán, hermana de Viardot y auténtico fenómeno en su época, o Schwanenlied de Fanny Mendelssohn, asidua a las veladas musicales que la homenajeada celebraba también en Baden Baden. Se atrevió con otras más alegres y desinhibidas, como ese Le retour de la Tyrolinne, también de Malibrán, que cantó con mucha gracia y desparpajo, o el alegato a favor de la frivolidad femenina que supone Le bouquet de bal que a ritmo de vals compuso Pauline Duchambge, especialista en romances y muy admirada por personalidades de la talla de Victor Hugo o Eugéne Scribe. En el bloque dedicado a Viardot incluyó dos canciones de carácter español, evidenciando el exotismo con el que en Europa se abordaba todo lo relacionado con nuestro país. La cada vez más popular Les filles de Cadix cerró este particular recorrido, con Pineda acariciando cada nota proyectada por Bayón, acompañándola con mimo y respeto y algún destello de virtuosismo, especialmente cuando como propina ofrecieron el Polo de Falla muy en estilo.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

miércoles, 15 de septiembre de 2021

WORTH La muerte tiene un precio

USA 2020 118 min.
Dirección
Sara Colangelo Guion Max Borenstein Fotografía Pepe Ávila del Pino Música Nico Muhly Intérpretes Michael Keaton, Amy Ryan, Stanley Tucci, Tate Donovan, Shunori Ramanathan, Laura Benanti, Talia Balsam, Chris Tardio, Ato Blankson-Wood Estreno en el Festival de Sundance 24 enero 2020; en Estados Unidos 27 agosto 2021; en España 10 septiembre 2021

Ha pasado más de un año desde la presentación de esta película en el Festival de Sundance hasta su estreno en salas comerciales. Alguien habrá pensado que un relato tan estremecedor, triste y compungido no tendría mucha suerte comercial si no se acercaba su estreno al vigésimo aniversario de la insoportable tragedia que le sirve de base, los atentados del 11 de septiembre de 2001. Nos encontramos sin embargo ante un film que acepta una doble valoración, bien como retrato psicológico de una tragedia de proporciones épicas, fallida como proceso parajudicial.

Sara Colangelo, que hace unos años conseguía hacer una competente revisión del film israelí La profesora de parvulario, consigue un retrato sobrio y elegante de un momento tan triste de la historia reciente, un reflejo certero del dolor, la ausencia y la incomprensión, poniendo rostro a las víctimas de esta barbarie, las que se fueron y las que lamentan su pérdida. Su tesis se centra, con la ayuda del guionista Max Borenstein, quien curiosamente solo se había ocupado hasta la fecha de films de Godzilla, en el precio estimado por cada vida perdida, una estimación que el gobierno americano encargó al prestigioso bufete de abogados de Kenneth Feinberg, especializado en indemnizaciones por desastres cuya responsabilidad es fundamentalmente administrativa. Michael Keaton ofrece de nuevo una soberbia caracterización; en él descansa la responsabilidad de convencer del cambio drástico de opinión y valoración, moral y ética, de cuanto le estuvo desbordando durante más de dos años de cálculos, entrevistas y trabajo arduo con las familias, reconocidas o no, de las víctimas. Le ayuda un excelente plantel de intérpretes dando vida a sus colaboradores y colaboradoras, especialmente una Amy Ryan de mirada inquieta y piadosa, pero también las propias víctimas, lideradas por un estupendo Stanley Tucci dispuesto a modificar los criterios de valoración de la administración. También entre estos últimos se encuentra lo peor de la función, la familia de un bombero en la que recae el episodio más melodramático y manipulador de la película. Todo en este sentido está bastante conseguido, logrando crear esa atmósfera lúgubre que demanda el guion y trasciende al espectador, dejando además muy claras las debilidades de un sistema tan anclado en la mercaduría, la ganancia comercial y la falta de recursos e instrumentos sociales que palien la desigualdad entre la ciudadanía.

Pero hay también un sistema de cálculos, que queda expuesto desde el inicio cuando como profesor universitario Feinberg explica a su alumnado el valor de la vida humana en cifras, y una lucha de intereses en un procedimiento cuyas reglas no quedan bien expuestas y apenas disfrutan de un seguimiento mínimamente interesante que esté al alcance del espectador medio. Esto lastra considerablemente las posibilidades de un film que así hubiera resultado extraordinario. Pero al menos sirve para concienciar, dejarse llevar por su atmósfera funeraria, con esa ambientación típica de las cintas de abogados, código de vestimenta incluido, y una contenida pero efectiva banda sonora de Nico Muhly ilustrando este particular calvario y proceso de concienciación que sufre su protagonista en manos de un ejemplar Michael Keaton.

lunes, 13 de septiembre de 2021

MI TÍO FRANK Inteligencia y capacidad de observación

Título original: Uncle Frank
USA 2020 94 min.
Guion y dirección
Alan Ball Fotografía Khalid Mohtaseb Música Nathan Barr Intérpretes Paul Bettany, Sophia Lillis, Peter Macdissi, Steve Zahn, Judy Greer, margo Martindale, Stephen Root, Lois Smith, Jane McNeil, Colton Ryan Estreno en el Festival de Sundance 25 enero 2020; en Amazon Prime 25 noviembre 2020

La irrupción de las plataformas digitales y su expansión con la pandemia ha ocasionado un fenómeno contrario al que han padecido muchas producciones recientes consideradas más propias de la televisión que de una pantalla de cine. Ahora son muchas las películas directamente producidas para ser estrenadas en la pantalla doméstica que mantienen hechuras más propias del cine, como le ocurre a esta cinta curiosamente dirigida por alguien curtido en la televisión con éxitos como A dos metros bajo tierra y True Blood. Alan Ball escribe y dirige esta bonita crónica sobre la dificultad de conciliar la vida privada con la familiar cuando hay secretos que no nos atrevemos a contar.

Mi tío Frank se inscribe en una corriente reciente que indaga la salida del armario o la simple convivencia en familias tradicionales americanas tan temerosas de la diferencia. En La estación de la felicidad Kristen Stewart tiene que sufrir unas navidades en casa de sus presuntos suegros, manteniendo su anonimato y conformándose con ser solo la amiga de su novia, mientras esta se resiste a confesar su homosexualidad. En el telefilm Dashing in December, un joven ejecutivo regresa al hogar rural que regenta su madre (Andie MacDowell), donde lo único que preocupa en la familia es encontrarle novio, así están las cosas de normalizadas. Pero en Mi tío Frank la acción se remonta a principios de los años setenta del pasado siglo, y entonces resultaba más difícil sentirse libre en un entorno familiar tan enraizado en los valores tradicionales. Paul Bettany interpreta aquí a un intelectual brillante cuyo pasado ha abierto una brecha insondable entre él y su padre. La mirada inteligente, astuta y respetuosa de su sobrina, una encantadora Sophia Lillis, a quien descubrimos en It, irá abriendo un nuevo horizonte en la felicidad de su tío y su entorno más inmediato, incluida su pareja musulmana.

Ball nos cuenta esta entrañable y necesaria historia con todo el cariño que le ha sido posible, mezclando géneros, de la comedia al melodrama, de la road movie a la crónica sentimental y generacional, consiguiendo un film tan hermoso como estimulante, quizás algo lastrado por esa idea omnipresente en el cine y la sociedad americana de la unidad familiar y la necesidad de su apoyo, pero esta vez utilizada como referente de una realidad y un entorno del que apenas podemos escapar y que tantas veces se hace necesario para encontrar el consuelo y el cariño que todos y todas necesitamos.

A la empresa se entregan con gusto y emoción todo su elenco interpretativo, una estructura amable y equilibrada y un entorno tan bellamente fotografiado como primorosamente ilustrado a nivel musical. Pero sobre todo nos quedamos con el personaje de Beth, la sobrina, su inteligencia y su delicadeza a la hora de abordar un tema tan personal y entonces espinoso, sin juicios, artimañas ni consejos, solo con su capacidad de observación y un saber estar que le conduce a canalizar por el mejor de los senderos los sentimientos de su admirado tío, un trabajo también espléndido y sincero de Bettany. Por eso aunque se estrenase en internet hace ya casi un año, al haberla descubierto ahora no podemos resistirnos a recomendarla.

domingo, 12 de septiembre de 2021

ISABEL DOBARRO, LUMINOSA Y SINGULAR

XXII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Isabel Dobarro, piano. Programa: Piezas de Mel Bonis, Hélène de Montgeroult, Maria Szymanowska, Pauline Viardot, Clara Schumann y Narcisa Freixas. Sábado 11 de septiembre de 2021

Foto: Actidea

Resulta inquietante que coincidiendo con un aniversario tan luctuoso como el de los atentados del 11 de septiembre, recalara en el escenario de los Jardines del Alcázar una española residente desde hace mucho en la ciudad de los rascacielos que tan dañada salió aquel trágico día ayer rememorado.
Isabel Dobarro es una joven, luminosa y singular artista muy implicada en causas de enorme calado humano y sentimental, desde el cambio climático y la conciencia por el medio ambiente a la educación de nuestros más jóvenes en valores de progreso y respeto, pasando cómo no por la recuperación de la memoria artística de uno de esos colectivos tan silenciados a lo largo de la historia (del hombre) como son las mujeres, postergadas desde siempre a labores domésticas que las han mantenido en la sombra, sin posibilidad de desplegar un talento y unas aptitudes que poseen por lógica y sentido común. Es el eterno debate de los colectivos incómodos que mejor conviene mantener invisibles por constituir una amenaza para la hegemonía del patriarcado y la ostentación del poder arraigado en agentes tan peligrosos como la Iglesia o la Monarquía. Por eso es importante, ahora que tanto se hace y algo se consigue por iluminar y divulgar todo aquello que una vez estuvo prohibido, no olvidar, seguir adelante y no permitir pasos atrás fomentados por factores e instituciones parapetadas en la inercia y la tradición.

Es casi una consigna de estas Noches del Alcázar que cada intérprete ilustre en la medida de sus posibilidades las obras que van a tocar. Pero nunca hasta ahora habíamos asistido a un acontecimiento como éste en su seno, más una conferencia amenizada con las breves piezas para piano programadas, que un concierto en sí. Una experiencia didáctica, tan interesante gracias a la pasión, la elocuencia y el atractivo desplegado por su meritoria artífice. Enmarcada en la celebración del doscientos aniversario de Pauline Viardot, que ya el día antes contó con la valiosa aportación del conjunto que lleva su nombre e integra al pianista Francisco Soriano y las voces de Urszula Bardlowska y Helena Resurreiçao, la propuesta de Dobarro englobó a compositoras que realizaron su trabajo fundamentalmente en el siglo XIX, recorriendo estéticas distintas que van del clasicismo de Hélène de Montgeroult al modernismo de Mel Bonis, pasando por el romanticismo de Maria Szymanowska y Clara Schumann o el nacionalismo de Narcisa Freixas o la propia Viardot. Un amplio espectro en el que la divulgación y recuperación de un acervo cultural considerablemente denostado encontró en la voz y el sentido de la responsabilidad de la joven pianista su mejor aliado.

Talentos en la sombra

Más de una vez tenemos que preguntarnos si nuestra apreciación de lo que es buena o mala música, trasladable a cualquier otra disciplina artística, responde a criterios libres de prejuicios o si por el contrario está más bien condicionada por los parámetros que nos han sido impuestos y por aquello que ha disfrutado de una mayor divulgación y a lo que por lo tanto más se han acostumbrado nuestros sentidos. Siendo así puede que esta recopilación de obras marcadas por una sensibilidad distinta, que como bien apuntó Dobarro se revela generosa en quiebros, transiciones, cambios de tono y color tan elocuentes como impactantes, nos resulte difícil de calibrar siguiendo los cánones aceptados. Pero lo cierto es que aliñado con los suculentos comentarios de la oradora pianista, el programa fue todo un feliz descubrimiento, iluminando a autoras valientes y arriesgadas que tuvieron que demostrar el doble que sus colegas masculinos y compagnar su labor creativa con la rigurosamente doméstica del cuidado de familias y casas.

Dobarro nos descubrió un Preludio de Mel Bonis de ribetes tan melódicos y modernos, sin salirse de la tonalidad, que prácticamente se adelanta a la canción o chanson francesa. Su pulsación precisa y académicamente impecable y su ágil articulación apreciable en el tumultuoso Estudio de Montgerault, cuyo talento para la música y la docencia prácticamente le salvó de la guillotina revolucionaria, o en el tempestuoso Scherzo de Clara Schumann, más bien un allegro moderato aliviado en su zona central por un cándido adagio, marcaron su singular estilo interpretativo. Con él defendió también un Nocturno de Maria Szymanowska que evidenció por qué en algunos ambientes se le considera nada más y nada menos que la precursora de Chopin, así como un repertorio de piezas breves de Viardot que dejaron buena constancia de su carácter cosmopolita, con especial hincapié en las danzas y las canciones, quizás su repertorio más divulgado, en piezas como la jota Alza Pepita o la Tarantela cuya versión para solo piano se estrenó precisamente en esta velada. Interpretó también una brevísima Muñeira de la catalana Narcisa Freixas, también pintora y escultora, alumna de Pedrell y Granados y muy conocida por sus canciones para niños y niñas. Lo hizo según confesó por ser gallega, sin embargo dejó fuera del programa una Polonesa de Eugenia Osterberger, nacida en Santiago de Compostela y afincada en La Coruña, cuyo trabajo viene siendo muy reivindicado en los últimos años. El fácil y cristalino fraseo de Isabel Dobarro y su amena elocuencia consiguen que lo aprendido no caiga en saco roto y lo recordemos mucho tiempo. El público aceptó su propuesta entusiasmado y ella respondió sinceramente emocionada.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

BLUE BAYOU Malogrado melodrama sureño

USA 2021 119 min.
Guion y dirección
Justin Chon Fotografía Ante Cheung y Matthew Chuang Música Roger Suan Intérpretes Justin Chon, Alicia Vikander, Mark O’Brien, Sidney Kowalske, Linh Dan Pham, Susan McPhail, Vondie Curtis-Hall, Gerladine Singer, Sage Kim Gray Estreno en España 10 septiembre 2021; en Estados Unidos 17 septiembre 2021

La realidad a menudo resulta tan inabarcable y absurda como la más fantástica de las ficciones. Aunque inspirado en historias reales de personas extranjeras deportadas de Estados Unidos a pesar de tener muy arraigada su condición norteamericana, un film siempre debe utilizar los recursos necesarios para hacer más verosímil y comprensible tan sorprendente práctica, y el muy involucrado actor y director de origen coreano Justin Chon no lo consigue.

Con formas muy convencionales del cine independiente, miradas perdidas en el atardecer, representaciones oníricas, formas toscas y fotografía descuidada en ambientes típicamente cálidos y sureños, el joven Chon denuncia con una considerable falta de pericia una realidad que quizás tuvo en el momento de su gestación, con la administración Trump, su pico más alto. Pero acumula tanto despropósito y hace gala de tan tumultuoso gesto melodramático, llegando a su cumbre con el desmadrado y ridículo desenlace, que apenas logra emocionar ni mucho menos concienciar. Logra a pesar de su admirable intención, que nos desliguemos del drama y desconfiemos de sus fuentes, lo que da como resultado dos horas de fundamento perdido y fracaso estrepitoso.

El abuso de tópicos tampoco ayuda, incluida una relación sentimental que no está suficientemente desarrollada ni fundamentada, y en la que la oscarizada Alicia Vikander da vida a la típica enfermera convencida de un amor que trasciende la complicidad de una madre descreída. Hace falta más tacto y talento para llevar a buen puerto una historia tan desgarradora, y en principio absurda, como esta.

ADIÓS, IDIOTAS Philomena se cruza con Amélie en pésimas condiciones

Título original: Adieu les cons
Francia 2020 87 min.
Dirección
Albert Dupontel Guion Albert Dupontel y Xavier Nemo Fotografía Alexis Kavyrchine Música Christophe Julien Intérpretes Virginie Efira, Albert Dupontel, Nicolas Marié, Jackie Berroyer, Philippe Uchan, Bastien Ughetto Estreno en Francia 21 octubre 2020; en España 10 septiembre 2021


Resulta difícil valorar la enorme decepción sufrida con esta película sin relacionarla con esos sorprendentes seis Premios César logrados en su última edición, incluidos los de mejor película, director y actor secundario para un histriónico Nicolas Marié incorporando a un surrealista archivero ciego. Aquí, como ya hiciera en su anterior Nos vemos allá arriba, Dupontel continúa emulando a su paisano Jean-Pierre Jeunet, especialmente a la legendaria Amélie, pero entroncando también con sus admirados Monty Python. Dedca la película al desaparecido Terry Jones, mientras Terry Gillian tiene una pequeña aparición como comercial de armas en televisión.

Bajo esa estética y estructura narrativa, Dupontel nos cuenta una ridícula y absurda historia a caballo entre el melodrama y la comedia, pero sin gracia ni sentido. Como si de Philomena se tratara, el personaje de la incombustible Virginie Efira busca al hijo que dio forzosamente en adopción cuando era una adolescente. Lo hace cuando se le diagnostica una enfermedad terminal, contando para la búsqueda con un genio de la informática denigrado en su empresa por su avanzada edad, lo que le hace adoptar tendencias suicidas, y el ya referido archivero ciego en el que el guion pretende hacer descansar buena parte de sus dudosos sketches cómicos. Como puede apreciarse tres desheredados de la sociedad perseguidos por una policía al servicio de los poderes establecidos, embarcados en una serie de aventuras sin gracia ni interés, y lo que es peor sin sensibilidad, desembocando en un desenlace tan ridículo como el resto de la empresa.

En definitiva, un título tonto en el que además su compositor, Christophe Julien, vuelve a tomar prestados temas de otros autores y otras películas, en este caso Alexandre Desplat y su Tan fuerte, tan cerca, como ya hiciera en Nos vemos allá arriba. Otro desacierto de Dupontel a la hora de abordar la maternidad, como ocurrió en la tosca 9 meses… de condena.

viernes, 10 de septiembre de 2021

ARTEMISIA CLÁSICA, CUESTIÓN DE COMPENETRACIÓN

XXII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Mariarosaria D’Aprile, violín. Aglaya González, viola. Mercedes Ruiz, violonchelo. Programa: Adagio y Fuga en Mi bemol mayor, de Bach/Mozart; Trío en Sol mayor, de Hummel; Trío en Re mayor Op. 9 nº 2, de Beethoven. Jueves 9 de septiembre de 2021

A estas alturas a nadie se le escapa que Viena se convirtió a finales del dieciocho y principios del diecinueve en la capital europea de la música, meca en la que cualquier aspirante a músico debía triunfar para asegurarse una carrera profesional medianamente satisfactoria. A esa época y ambiente se trasladaron tres de las más reconocidas y solventes intérpretes del panorama local, y reunidas en formación de trío bajo el nombre de Artemisia, como ya hicieron en otras ocasiones con María Ramírez ocupando el lugar que ahora ostenta Aglaya González, y otras tantas han hecho con otros y otras compañeras de profesión en todo tipo de combinaciones para hacer música de cámara, trazaron un somero recorrido por algunos de los puntales de aquel fenómeno, entroncados unos en otros de manera que el progreso y la proyección se hicieran más lógicos y evidentes. Así, de un Mozart admirador de Bach, representando los estertores del Barroco precedente, pasaron al insigne pianista Johann Nepomuk Hummel, alumno favorito y preferente de Mozart, y de él a Beethoven, amigo del anterior y precursor indiscutible de los nuevos aires que habrían de imperar en la música desde entonces y para la posteridad.

No cabe duda, y cada una lo ha demostrado en numerosas ocasiones, que por separado las tres intérpretes son capaces de rubricar páginas antológicas con notable magisterio. Pero a la hora de combinarse en formación de trío es fundamental una compenetración absoluta, fruto de un trabajo arduo y responsable en el que muchas de las debilidades de cada una deben quedarse al margen en favor de un sonido compacto y bien ensamblado. Lamentablemente esto no fue siempre así durante la hora exacta de actuación en los Jardines del Alcázar. No está demostrado que la admiración que Mozart profesaba por Bach cristalizara en una serie de arreglos de su música, de hecho es muy probable que sus Seis preludios y fugas K 404 no surgieran directamente de su genio. Basados en obras tanto de Bach como de su hijo Wilhelm Friedemann, el Trío Artemisia eligió el quinto, basado en el segundo y tercero movimientos de la Sonata para órgano nº 2 BWV 526 que el propio Bach ya transcribió en su momento para trío de cuerdas. El arranque fue alarmante, con una considerable falta de conjunción y problemas de afinación en la viola que malograron esta primera parte de la obra, superada después con una fuga expuesta con mayor sentido del estilo y la compenetración, líneas más precisas y una energía considerable aunque acertadamente contenida.

No es frecuente que se interprete una obra de Hummel en la que no esté presente el teclado. Artemisia eligió su Trío para cuerdas en Sol mayor. Considerado como puente entre Mozart, su profesor y mentor, y el romanticismo chopiniano, Hummel fue maestro de Mendelssohn y amigo de Beethoven, así como colaborador de Haydn. Se dice además que gracias a él trascendió el estilo y técnica pianística de Mozart. De hecho en este su segundo trío para cuerdas se denotan ciertos aires mozartianos que al menos en su allegretto inicial las tres intérpretes supieron encajar a la perfección, con protagonismo evidente de una D’Aprile entregada a amplias y generosas líneas melódicas, un timbre homogéneo y controlado y un fraseo ágil y flexible que mantuvo a lo largo de toda la noche. Menos interesante resultó el andante, con continuas caídas de tensión y falta de compenetración, que mejoró en el menuetto, especialmente en su contrastante trío. El rondó final se benefició del sentido del humor de las protagonistas, que no dudaron incluso en hacer algo de teatro al final, justo cuando Hummel introduce a modo de broma el tema que Papageno hizo célebre en La flauta mágica de Mozart.

Sin duda la página de Beethoven fue la más concentrada, intensa e idílica. Con su Trío nº 4 Op. 9 nº 2, obra de juventud pero henchida de audacia y libertad, bastante alejada de los convencionalismos imperantes en su época, las Artemisia ofrecieron música de mayor calado íntimo y sentimental, con aportaciones de Mercedes Ruiz más en su línea, dando relieve al conjunto y ofreciendo un solo impecable aunque en un registro más agudo de lo que es habitual en ella. Faltó sin embargo mayor decisión y sentido de la elocuencia en los numerosos silencios que acompañan al menuetto, pero en el rondó-allegro final acertaron de pleno en ritmo, color y frescura, todo ello con la dificultad añadida de tocar con instrumentos de época, proclives a desafinarse y sometidos a una puesta a punto continua.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía