XXII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Manu Brazo, saxofón. Pepe Fernández, piano. Programa: Obras de García Lorca, Iturralde, Bartok, Piazzolla, Monti y Gardel. Sábado 4 de septiembre de 2021
Después de haber sido testigos del desarrollo y progreso del saxofonista utrerano Manu Brazo, de la mano de orquestas como la Bética de Cámara y la Sinfónica Conjunta, así como de las siempre atentas Juventudes Musicales, el joven músico se ha labrado un excelente porvenir en Londres, donde ha recibido los mayores reconocimientos y los comentarios más generosos y encendidos ante lo que no es sino una constatación, que es un fuera de serie. Quizás la dichosa pandemia haya interrumpido ese ascenso a los cielos, y de vuelta a su tierra y a unas Noches del Alcázar en las que nunca antes había tocado, se asocia ahora con otro joven de su ciudad con el que demuestra tener una sintonía perfecta, base indispensable sobre la que ofrecer platos tan suculentos como los que pudimos digerir en este breve pero intenso concierto, otro tanto que se apunta Actidea en esta insólita y estupenda edición.
Además de comprobar que el joven saxofonista sigue en tan buena forma, incluso mejor, como es lógico cuando el artista no se duerme ni relaja y logra gestas como las que él ha cosechado fuera de España, pudimos descubrir el talento y el entusiasmo de su compañero Pepe Fernández, con el que mantiene esa perfecta sintonía aludida, colchón sobre el que germinó una propuesta henchida de encanto y seducción. Su disco, Folk-lore, explora justamente eso, la música inscrita en el acervo popular de zonas y países tan carismáticos como Argentina, Rumanía, la vertiente mediterránea, Hungría o nuestra España. Precisamente varias de las piezas populares armonizadas por García Lorca sirvieron como hilo conductor de tan fascinante y evocador viaje. Levemente apuntada en un saxo que hizo ya gala de fraseo limpio y exquisito, un dominio perfecto de la respiración, una homogeneidad tímbrica solo al alcance de los intérpretes más experimentados, y una capacidad ejemplar para jugar con las dinámicas y apianar a discreción, las Tres morillas de Lorca se fusionaron con absoluta fluidez y naturalidad con la Suite Hellenique de Pedro Iturralde. Fue la ocasión perfecta para que ambos intérpretes nos ofrecieran puro jazz en el mejor y más tradicional estilo, con algunos aires aflamencados que no deslucieron la propuesta, más bien la enriquecieron, gracias a la solidez y ese marcado y aparente aspecto improvisado que definió la propuesta.
Prolongación de sus cuerpos
El trabajo de Fernández y Brazo está concebido para lucir su talento y aptitudes pero también para lograr un efecto seductor que agrade a la audiencia sin estridencias ni marcados ejercicios experimentales. No obstante su sentido del compromiso y la innovación les llevó a tocas algunos pasajes con piano preparado, rasgando cuerdas y potenciando su carácter percutivo, como sucedió en el bloque dedicado a Astor Piazzola, donde el control y el entusiasmo hizo que sus instrumentos parecieran una prolongación de sus cuerpos. De él interpretaron con carácter escolástico un Ave María de resortes casi místicos, que enlazaron con soberbia naturalidad, como el resto del programa, con un característico estudio de potente ritmo y endiablado fraseo, de todo lo cual salieron victoriosos los dos compenetrados artistas. Antes ya habían abordado con rigurosa formalidad las Danzas rumanas de un nacionalista Bartok, como después destilarían su particular revisión de las populares Czardas de Vittorio Monti, combinadas con una melancólica Nana de Sevilla y un evocador tango de Gardel, el Por una cabeza que tanta popularidad alcanzó de la mano de la película Esencia de mujer, protagonizada por Al Pacino.
Se les quedó corto el concierto y tuvieron tiempo de sobra para abordar una propina, otra ejemplar combinación, fluida y natural, la de la Saeta de Serrat y la Habanera de Carmen, otra oportunidad para que Brazo desplegara su virtuoso sentido del fraseo, su cristalina facilidad para marcar la melodía y un gusto exquisito compartido por su partenaire, un visiblemente entusiasmado Pepe Fernández, otro nombre que añadir a la larga lista de jóvenes andaluces que están encandilándonos y demostrando que hay una juventud comprometida, fuerte, responsable y decidida, capaz de dar lo mejor de sí y entusiasmarnos con su calidad, talento y dedicación. También la puesta en escena, sus elegantes atuendos, ayudó a disfrutar tanto.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
No hay comentarios:
Publicar un comentario