Mariarosaria D'Aprile |
Teresa Carreño fue una destacada pianista, cantante y compositora venezolana de finales del XIX y principios del XX, reivindicada en su país en el último cuarto del pasado siglo, siendo objeto de homenajes y tributos en forma incluso de cuartetos de jóvenes intérpretes impulsados por la Fundación Simón Bolívar, el Libertador de quien fue pariente indirecta. Su trabajo lo desarrolló sin embargo mayoritariamente en Nueva York, donde su familia tuvo que emigrar por motivos políticos y económicos, una constante en este país sudamericano tan sufrido como maltratado. Siempre atenta a nuevas experiencias y muy sensible a la hora de hacer llegar al público músicas y estéticas poco divulgadas, especialmente de mujeres, tan proclives al olvido y el desprecio, Mariarosaria D’Aprile se ha asociado a tres competentes intérpretes de la escena sevillana para rendir homenaje a la compositora de Caracas, tomando para su nombre el de la homenajeada.
Los resultados fueron sin embargo regulares en términos generales. De su amplio catálogo, formado principalmente por piezas para piano, algunas tan delicadas y queridas para el público de su país como el vals Mi Teresita, se eligió naturalmente su Cuarteto en Si menor, una pieza de hondas hechuras, trabajadas texturas y trascendentes intenciones. Tras un excelente arranque dominado por el violín doliente de D’Aprile, y secundado por los arpegios de Yolanda González, añadiendo turbulencia al atormentado allegro inicial, los movimientos centrales deambularon por una línea más convencional y hasta descuidada. Cierta descoordinación en el andante, empeorado por un José Mª Ferrer desentonado a la viola, y falta de brío y color en el scherzo, enturbiaron una interpretación en la que la primera violinista acusó un sonido más áspero de lo habitual. Ni siquiera el violonchelo de Israel Martínez sonó con el cuerpo y rotundidad acostumbrados. Tampoco ayudó la colocación de los músicos, muy abigarrados y con segundo violín y viola sepultados tras atriles y micrófonos, lo que empañó su proyección así como la observación de su gestualidad, a veces tan importante para calibrar su expresividad.
Yolanda González |
El programa lo completó otro compositor poco frecuentado, Tomás Bretón, más conocido por ser el autor de La verbena de la paloma. Impulsor de una ópera española que no llegó a cuajar, a pesar de esfuerzos considerables materializados en obras como Los amantes de Teruel o La Dolores, Bretón compuso también mucha música sinfónica y coral, y cultivó también la de cámara, con piezas tan estimulantes como el Cuarteto en Re interpretado para la ocasión. De nuevo una estética asfixiante en el allegro, que se tornó en melancolía en el andante y adquirió un colorido local sin estridencias en el scherzo, para terminar en un allegro risoluto defendido con mayores logros en cuanto a coordinación, diálogo y expresividad. Merece el esfuerzo acercarse a trabajos tan interesantes y poco divulgados como éstos.