martes, 21 de mayo de 2024

AMIGOS IMAGINARIOS Más colonización cultural

Título original: IF
USA 2024 104 min.
Guion y dirección
John Krasinski Fotografía Janusz Kaminski Música Michael Giacchino Intérpretes Cailey Fleming, Ryan Reynolds, John Krasinski, Fiona Shaw, Alan Kim, Liza Colón –Zayas, Bobby Moynihan y las voces de Steve Carell, Phoebe Waller-Bridge, Louis Gosset jr., Awkwafina, Emily Blunt, George Clooney, Bradley Cooper, Matt Damon, Bill Hader, Richard Jenkins, Blake Lively, Sam Rockwell, Maya Rudolph, Amy Schumer, Jon Stewart y Brad Pitt Estreno en España y Estados Unidos 17 mayo 2024

Con esta nueva incursión del actor John Krasinski en la dirección, después de las dos entregas que hizo de la sobrevalorada Un lugar tranquilo, partimos de la base en nuestro país de la escasa o nula entidad que tiene eso de los amigos invisibles, aunque vista la habilidad del país norteamericano para vendernos todo lo que les apetece, nuestros niños y niñas acabarán también teniéndolos, con todo lo que de neurótico significa. A partir de aquí el director, guionista y protagonista parece querer invitarnos sin demasiado éxito a revivir nuestra infancia y recuperar la inocencia perdida, si bien los pocos niños que aparecen, la joven protagonista de doce años y un niño asiático de algo menos, parecen como suele ser habitual viejos recortados.

Hay en el conjunto cierta tendencia a equipararlo con el mundo de Pixar sin demasiado éxito, a pesar del generoso abanico de personajes inventados a los que ponen voz lo más granado del Hollywood actual, incluido un Brad Pitt cuyo personaje ni se ve ni se oye, toda una broma con la que cabe preguntarse cuál habrá sido la aportación del carismático actor. Y hay también alguna pretensión de convertir este producto en algo similar a lo que debieron significar en su momento películas como Mary Poppins, cuya desafortunada secuela protagonizó precisamente la esposa de Krasinski, Emily Blunt.

Pero lo cierto es que falta auténtica magia para que esta aventura digitalizada, edulcorada y algo cursi remonte el vuelo. Entre lo mejor de la función destaca el prólogo en el que dos divertidos progenitores juegan sin parar con su pequeña hija, haciendo de su infancia ese lugar mágico que sin duda tanto nos marca y define. También destacan las secuencias estrictamente musicales, como el concierto de Tina Turner, el del parque de atracciones al son de Nat King Cole y la añoranza dancística de Fiona Shaw al ritmo del Espartaco de Khachaturian, capaz de emocionarnos por encima del todo el resto de su calculada parafernalia.

CAÍDA LIBRE Esperpento freudiano

España 2024 90 min.
Dirección
Laura Jou Guion Bernat Vilaplana Fotografía Marc Gómez del Moral Música Clara Peya Intérpretes Belén Rueda, Irene Escolar, Maria Netavrovana, Ilay Kurelovic, Manuela Vellés, Brays Efe Estreno 17 mayo 2024

Al margen de su debut en el largometraje, La vida sin Sara Amat, la directora catalana Laura Jou se ha curtido fundamentalmente en la televisión. Ahora, de la mano de J.A. Bayona, presenta su segundo y más ambicioso largometraje, otro retrato psicológico de mujer trastornada que tan poca falta hace, en la línea de aquella impresentable Tar que tanto dio que hablar el año pasado con Cate Blanchett como protagonista. Es verdad que de profesores exigentes y neuróticos el cine está lleno, por lo que el hecho de que esta vez sea mujer tampoco reviste especial inconveniente. Se trata de una entrenadora de gimnasia rítmica, una hiper maquillada Belén Rueda ya desde la secuencia inicial que parece mirar a la Glenn Close de Las amistades peligrosas, que vierte sus neuras y frustraciones de carácter fundamentalmente sentimental en una joven ucraniana refugiada de la guerra a la que da vida de forma casi autobiográfica Maria Netavrovana.

Lástima que a partir de aquí todo sea una sucesión de despropósitos en los que apenas se transmite la verdadera lucha de una y otra por lograr sus objetivos, con coreografías planas y resultados artísticos poco estimulantes. Por otro lado, todo lo que la protagonista desprende de dureza y exigencia, parece obviarlo en su relación de pareja, donde se muestra sumisa y entregada, potenciando el cliché rancio y anticuado de mujer enamorada incapaz de prescindir del recuerdo y la felicidad antaño vivida. Del guion se encarga el montador habitual de Bayona, Bernat Vilaplana, que ya colaboró en el de La sociedad de la nieve, revelándose incapaz de insuflar de verosimilitud y alguna dosis de fascinación una historia que progresa a fuerza de casualidades y golpes de guion, abundando la incoherencia y la ridiculez.

Una lástima porque cuenta con un buen presupuesto capaz de dar al conjunto la solidez artística que demanda, así como unas entregadas Belén Rueda e Irene Escolar, que protagonizan la única secuencia memorable de la película, y la mejor escrita, en el comedor del Centro de Alto Rendimiento donde ambas trabajan. El punto culminante de este esperpento con ínfulas freudianas se encuentra en una parte final ambientada en un hospital donde los disparates se suceden, la resolución llega de un plumazo poco convincente y una peluca fija se convierte en auténtico hazmerreir.

DISCO IBIZA LOCOMÍA Empieza la fiesta

España-México 2024 104 min.
Dirección
Kike Maíllo Guion Marta Libertad y Kike Maíllo Fotografía Marc Miró Música Camilla Uboldi Intérpretes Jaime Lorente, Alberto Ammann, Blanca Suárez, Alejandro Speitzer, Iván Pellicer, Albert Baró, Pol Granch, Javier Morgade, Gonzalo Ramírez, Eva Llorach, Llum Barrera Estreno en el Festival de Málaga 8 marzo 2024; en salas 17 mayo 2024

Planteada desde el acto de conciliación entre Xavi Font, creador del grupo Locomía, y el productor José Luis Gil, por hacerse con el control artístico del conjunto, todo en esta festiva película del director Kike Maíllo, curtido en géneros tan dispares como la ciencia ficción contemplativa (Eva) y el cine de acción puro y duro (Toro), sirve de pretexto para poner en pie un espectáculo alegre y desenfadado sin mayores complicaciones. 
De esta forma, quedarán decepcionados quienes busquen morbo o excesos en la historia de Locomía, el grupo de los grandes abanicos y mayores hombreras que revolucionó especialmente la escena latinoamericana, mientras ayudó a visibilizar el universo queer que tanto daño sufría desde mediados de los noventa a causa del sida.

No se trata por lo tanto de subrayar conductas aceleradas e insalubres ni choques morales y culturales con la sociedad del momento, sino de erigir una gran fiesta de color, música y coreografías en la que cabe percibir cierta influencia del Bohemian Rhapsody sobre Queen, no sólo porque Freddy Mercury tenga una aparición estelar en las fiestas ibicencas recreadas en la película, sino por el hilo narrativo de la película y la recreación de grandes y multitudinarios conciertos en estadios de México y Argentina.

Maíllo utiliza para ello un estilo muy ochentero, valíendose incluso de divertidas y muy dinámicas animaciones, todo al servicio de un espectáculo vitalista carente de prejuicios y orientado a la mera diversión. Cuenta además con las estimables interpretaciones de su trío protagonista, un comedido Lorente como Font, un irreconocible Ammann como Gil y una entregadísma Blanca Suárez, de quienes se denota una notable implicación en el proyecto. Cuenta tamboién con una suntuosa y ágil puesta en escena que da al conjunto un aire fresco y divertido.

viernes, 17 de mayo de 2024

UNA QUINTA DE PROKÓFIEV MARCADA POR EL DRAMA

10º Concierto de abono Ciclo Gran Sinfónico de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. José Luis Fernández Sánchez, clarinete. Marc Soustrot, dirección. Programa: Primavera, de Inmaculada Almendral; Concierto para clarinete en La mayor K. 622, de Mozart; Sinfonía nº 5 en Si bemol mayor Op. 100, de Prokófiev. Teatro de la Maestranza, jueves 16 de mayo de 2024

Foto: Marina Casanova

Se ha dicho muchas veces que el número cinco debe tener cierta magia en el universo sinfónico, y ahí están para corroborarlo sinfonías como la de Beethoven, la de Mahler o ésta frente a la que Soustrot decidió extraer toda su expresividad agónica y devastadora sin plegarse a sus aristadas líneas y demostrando entenderla mejor de lo que muchos todavía lo hacen apoyándose en esa falsa pista que dio el propio autor cuando aseguró que la suya representaba la grandeza del espíritu humano. Afortunadamente el maestro francés estuvo a la altura, y aunque no traicionó su habitual estilo basado en la elegancia y el sonido considerablemente sedoso, con la complicidad de una orquesta que sigue demostrando estar en magnífica condición, optó por una lectura terriblemente pesimista, muy en consonancia con estos siniestros y amenazadores tiempos que vivimos.

Donde tantos siguen leyendo en clave heroica, otros aciertan apostando por el desasosiego y la angustia. Es un alivio que Soustrot se encuentre entre los segundos. La suya fue una lectura con mucho peso y mucha vida sin perder cierto aliento épico, pero marcando más su espíritu dramático. Hubo solemnidad en el andante inicial, con aportaciones vigorosas de los metales y una atmósfera inquietante en maderas y cuerda grave. Con una claridad impoluta desembocó en toda una devastadora batalla sinfónica convenientemente reforzada por la percusión y los trémolos del piano.

La batuta se decantó en el scherzo más por sus inflexiones sardónicas y su carácter agitado que por insuflarle ese toque chispeante que otros no dudan en adjudicarle, ofreciendo un conjunto marcado por la agresividad. En el adagio, director y orquesta acertaron en teñir de una atmósfera desgarradora el lirismo que le caracteriza, mientras que en contra de lo que esperábamos, tampoco asomó atisbo de optimismo en el allegro final, donde ni percibimos carácter festivo ni alivio alguno por mucho que se suavizaran las formas. Más bien se aprovechó para machacar toda posibilidad de esperanza, sin abandonar en ningún momento la enorme solemnidad que sobrevoló toda la pieza.

Una suite primaveral y un merecido homenaje

El efecto primaveral que se perseguía con este décimo programa de la Sinfónica, estuvo presente sólo en la primera parte del concierto, especialmente en la obra de Inmaculada Almendral que disfrutó de su estreno absoluto. Se trata de una ecléctica y bastante híbrida sucesión de géneros e impresiones con la que su autora parece estar reivindicando la música aplicada que tan bien conoce. De hecho, Primavera parece una suite cinematográfica en la que se distinguen los principales temas de una supuesta película, que arranca sigilosa, casi en penumbra, con la cuerda susurrada y puntuales ráfagas de viento en las maderas, para derivar en un golpe de efecto en la percusión que más tarde tiene réplica étnica. Dejando atrás esos primeros acordes casi experimentales, va adentrándose en el sinfonismo romántico hasta eclosionar en un inesperado vals coronado con la brisa que anuncia el verano y el estallido definitivo de nuestro espíritu.

El homenajeado y su discípulo

El añorado clarinetista Piotr Szymyslik debía haber interpretado junto a su aventajado alumno, José Luis Fernández Sánchez, el Concierto para dos clarinetes de Krommer. Su inesperada desaparición el último día del pasado año, provocó que la pieza se cambiara por el popular Concierto para clarinete de Mozart. El onubense ofreció una lectura impecable, pulida y matizada de la pieza, que Soustrot y la Sinfónica arroparon con idéntico espíritu amable y evocador. El allegro resultó radiante y el adagio estuvo impregnado de ternura, pureza y serenidad. Sólo aquí atisbamos un evidente toque de personalidad, apianando hasta lo indecible en la repetición de ese motivo principal que todos y todas somos capaces de tararear.

Hubo alegría y desenfado en el rondó final, siempre con el solista dominando a la perfección todos los resortes del instrumento y exhibiendo un control de la respiración envidiable, así como un excelente buen gusto para la ornamentación. Como propina, se le unieron sus compañeros de orquesta, los clarinetistas Miguel Domínguez Infante y Félix Romero Ríos, para rendir sentido homenaje al compañero desaparecido, alternándose en los roles del galopante tercer movimiento de ese concierto de Franz Krommer apeado del programa.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

miércoles, 15 de mayo de 2024

LA PARTICULAR TERCERA VÍA DE BRAZO Y FERNÁNDEZ

Alternativas de cámara, en colaboración con Juventudes Musicales de Sevilla. Dúo Brazo y Fernández (Manu Brazo, saxofón; Pepe Fernández, piano). Programa: De inspiración barroca (Fanfarria barroca; Prelude et Allegro al estilo de Pugnani, de Kresiler; Lamento de Dido, de Purcell; Chaconne, de Vitali; Tambourin y Les Sauvages, de Rameau; Sarabanda de la Suite Inglesa nº 2, de Bach; El invierno, de Vivaldi). Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza, martes 14 de mayo de 2024


En música barroca, se denomina tercera vía a la práctica de tocar con instrumentos modernos que no son de su época, pero procurando mantener su estilo. La que podríamos considerar tercera vía del dúo de los utreranos Manu Brazo y Pepe Fernández va más allá, y lo han puesto en práctica muchas veces. Por eso cuando nos convocan, de nuevo de manos de Juventudes Musicales, sabiendo que van a tocar un determinado repertorio sometiéndolo a variaciones y arreglos de diversa índole, no nos sorprende lo que encontramos, en este caso una especie de música ligera, amable y distendida no exenta de virtuosismo pero sin la complejidad expresiva ni el exacto deleite emocional que se espera de las páginas programadas. 
Brazo y Fernández intentaron con sus convencionales arreglos resultar lo más respetuosos posible con las partituras interpretadas, sus tiempos, sus modos y ritmos. Pero en el experimento todo acabó resultando bastante melifluo y poco trascendental. También es verdad que no se pretendía otra cosa más que entretener atreviéndose a jugar con un repertorio al que el instrumento de Manu Brazo no está invitado, extendiendo así su campo de actividad. Ellos ponen además su simpatía y atractivo, por lo que el resultado acaba siendo un breve híbrido ilustrado con unas didácticas explicaciones con las que a veces los atribulados intérpretes se acaban liando un poco.

El recorrido comenzó, sólo tres días después de la nefasta celebración del Festival de Eurovisión, con Charpentier, seguido de inmediato con un popurrí de fanfarrias barrocas en las que no faltaron Haendel ni Vivaldi. El Preludio y Allegro que Fritz Kresiler compuso para violín y piano en 1905 atribuyéndolo falsamente a un tal Pugnani del siglo XVIII, no reviste especial interés, pero en manos de los dos músicos sonó al menos agradable, sometiéndose a sus continuas inflexiones y cambios de registro con comodidad y suma elasticidad. Luego se pusieron muy serios para abordar el bloque central, con un Lamento de Dido previamente recitado, que Fernández mantuvo con ritmo pausado y apesadumbrado mientras Brazo cantaba con perfecto sentido del legato y la respiración su melancólica línea melódica. También la Chacona de Tomaso Antonio Vivaldi está concebida para violín y teclado, y aunque su autor es también muy dudoso ofrece grandes oportunidades para el virtuosismo así como una progresión armónica y dinámica tan difícil de mantener tanto si se interpreta con sus instrumentos originales como si se hace de forma menos ortodoxa con el saxo. Después Fernández desgranó la Sarabanda de la Suite Inglesa nº 2 de Bach con suma atención a cada detalle y matiz, recordándonos por qué la música del compositor alemán luce tanto también al piano, y cómo éste le proporciona una plasticidad diferente y muy atractiva.


El regreso a la fiesta y la jovialidad vino representado con Rameau, de quien se interpretó un Tambourin de sus piezas para clave con efecto añadido, justamente una pandereta introducida en la caja del piano que sonaba así percutida. Con Les sauvages de Las indias galantes, también de Rameau, los intérpretes extendieron el sabor a fiesta y jolgorio, siempre manteniendo el respeto por las líneas básicas de la pieza, hasta terminar con una igualmente amable versión de El invierno de Vivaldi, más reconocible en sus líneas melódicas y efectos instrumentales, como ese pizzicato del largo que Fernández resolvió con eficacia, que en la eclosión de emociones que la pieza provoca. Un arreglo de última hora de una de las sonatas para clave de Scarlatti sirvió para poner punto y final en idéntico estilo y forma, mientras un considerable número de móviles se encargó de empañar parte de tan distendida y desprejuiciada velada.

Fotos: Guillermo Mendo

martes, 14 de mayo de 2024

HASTA EL FIN DEL MUNDO Amor en el valle de los muertos

Título original: The Dead Don’t Hurt
USA-México-Canadá-Dinamarca 2023 129 min.
Guion, música y dirección
Viggo Mortensen Fotografía Marcel Zyskind Intérpretes Vicky Krieps, Viggo Mortensen, Solly McLeod, Atlas Green, Danny Huston, Garret Dillahunt, W. Earl Brown, Lance Henriksen, Shane Graham, Rafel Plana, Michael Weaver, Nadia Litz, Alex Breaux, Ray McKinnon Estreno en el Festival de Toronto 8 septiembre 2023; en España 10 mayo 2024; en Estados Unidos 31 mayo 2024


Tras el discutible interés de su ópera prima como director, Falling, Viggo Mortensen ha mejorado considerablemente su estilo estético y dramático en esta nueva obra en la que domina gran parte de sus resortes artísticos, desde la interpretación a la música, pasando por el guion y por supuesto la dirección. Los muertos no sufren, que sería la traducción literal de su título original, cuenta una historia muy habitual del western, y a la vez llena de significado para los nuevos tiempos que corren. Una historia en principio romántica en la que la villanía, la ambición y la corrupción hacen presencia para destrozar todo lo que hay de hermoso en la tierra y sus moradores más responsables, conscientes y decentes, los que saben que todo esto es efímero y que no merece tanto dolor y daño.

En este contexto, Mortensen echa mano de un estilo muy similar al empleado por Clint Eastwood en sus películas del género, deudor del clásico en sus modos pausados y relajados, tan difíciles para sintonizar con ese público joven acostumbrado al ritmo frenético y caduco que impera en las redes sociales. Un estilo que sin embargo agradecemos quienes somos partidarios de degustar una obra de forma equilibrada y a su debido ritmo. Hay sin embargo en el guion algunas incoherencias capaces de lastrar el nivel de convicción de una historia en la que una mujer absolutamente independiente, a quien da vida la actriz de moda en círculos cinéfilos, Vicky Krieps, se deja seducir hasta el punto de dejarse arrastrar a un abismo insondable, responsabilidad de quien no supo calibrar las dificultades de abandonarla en tan hostil ambiente. Tampoco convencen las explicaciones científicas de una enfermedad muy concreta y significativa.

Sirve sin embargo la operación para mostrar la importancia de la educación en cualquier ámbito, de la protección de los más inocentes y del combate de la injusticia. Todo ello sin abusar de la violencia más que en su justa medida, algo tan consustancial al cine contemporáneo. La preciosista fotografía, los hermosos paisajes y un uso de la narrativa a tres tiempos tan estudiado y logrado que conviven los vivos y los muertos con cierto aire melancólico, permiten saludar este western crepuscular con alivio y esperanza, en el que además su director muestra su compromiso con Latinoamérica, rodando con un equipo mayoritariamente hispano en zonas de Estados Unidos y Canadá.

lunes, 13 de mayo de 2024

NINA Discurso feminista en un envoltorio de intriga

España 2024 105 min.
Guion y dirección
Andrea Jaurrieta Fotografía Juli Carné Moartorell Música Zeltia Montes Intérpretes Patricia López Arnaiz, Darío Grandinetti, Aina Picarolo, Íñigo Aramburu, Mar Sodupe, Ramón Agirre Estreno en el Festival de Málaga 4 marzo 2024; en salas 10 mayo 2024

La directora navarra Andrea Jaurrieta sorprendió en el Festival de Málaga hace unos años cuando presentó su inclasificable y a la vez irregular ópera prima Ana de día. Con una arquitectura más férrea y una gramática más convencional, regresó a este mismo festival en su última edición, alzándose con el Premio de la Crítica. Se trata de un thriller feminista que trata un tema de candente actualidad con una literatura eminentemente intrigante que sin embargo malogra gran parte de sus posibilidades por culpa de un guion forzado y una serie de situaciones y personajes mayoritariamente impostadas.

El principal problema radica en el escaso relieve de sus protagonistas, de quienes apenas logramos saber mucho y cuyas motivaciones no quedan suficientemente aclaradas. Jaurrieta consigue sin embargo convencer en su discurso feminista, tocando con destreza y sensibilidad, sin estridencias, aspectos muy controvertidos del deseo femenino, su sexualidad y la tradición dominante del hombre en las relaciones sentimentales. Juega para ello en un doble plano temporal, brillando la naturalidad y la frescura de Aina Picarolo en su papel de la protagonista en edad adolescente, mientras Patricia López Arnaiz sigue demostrando por qué poco a poco se ha ido convirtiendo en una de las presencias más atractivas e interesantes del panorama actual español.

Muchos han querido ver en esta película un toque almodovoriano que nosotros sólo justificamos por el predominio del color rojo en su puesta en escena y la seductora música de Zeltia Montes en modo Alberto Iglesias. Hay también quien ha querido ver en esta meticulosa película alguna que otra influencia hitchcockiana, que nosotros sólo identificamos con Marnie, evidente en el clásico diseño sus títulos de crédito y en el perfil atormentado de la protagonista, que le lleva a adoptar una actitud criminal muy notoria.

sábado, 11 de mayo de 2024

GARCÍA DESCUBRE LA CARA TRASCENDENTE DE LA CONJUNTA

6º concierto de la XIII temporada de la Orquesta Sinfónica Conjunta de la Universidad de Sevilla y el Conservatorio Superior de Música Manuel Castillo. Mario Camargo, violonchelo. Juan García Rodríguez, dirección. Programa: Concierto para violonchelo nº 1 en Mi bemol mayor Op. 107, de Shostakovich; Sinfonía nº 4 en la menor Op. 63, de Sibelius. Auditorio de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería, viernes 10 de mayo de 2024

Foto: Guillermo Mendo

No cabe duda de que gran parte de responsabilidad de que la Conjunta suscite nuestra profunda admiración y asombro la tiene su director titular, el incombustible Juan García Rodríguez, que presentó ayer tarde en su espacio más recurrente, la Escuela de Ingenieros de la Cartuja, el que quizás fuera su entrega más comprometida y trascendental de la presente temporada. No suele prodigarse el finlandés Jean Sibelius en los atriles de las orquestas hispalenses, a pesar de la extraordinaria aportación que hizo al sinfonismo del primer cuarto del siglo XX. Mejor fortuna ha corrido Shostakovich, aunque no se programe tanto como deseáramos. Pero ahí está García, para recuperar estos monumentos imprescindibles de la literatura musical del pasado siglo. Lo que más sorprende sin embargo es que los ponga al servicio de una orquesta en principio tan poco experimentada como la Conjunta, un proyecto académico que sirve de plataforma no sólo para que sus jóvenes integrantes completen sus estudios al más puro estilo Bolonia, sino también para atraer a los auditorios de música clásica a públicos jóvenes que demuestran con su comportamiento todo ese respeto y entusiasmo que echamos en falta en otros públicos más veteranos y acostumbrados.

Sin partitura, prueba de la dedicación que a buen seguro habrá prestado a la compleja pieza de Shostakovich, Mario Camargo ofreció una aseada y competente versión de su Concierto para violonchelo nº 1, en la que asomaron más virtudes que defectos. Fue capaz de deslizar un sonido homogéneo y aterciopelado que no decayó en ningún momento, y de no desfallecer en su desnudo tercer movimiento en forma de larga cadencia cuya aparente espontaneidad esconde una estudiadísima matemática de la armonía y la articulación, y que el joven violonchelista salvó con buena nota a pesar de que echáramos de menos una mayor vehemencia en los ataques. El acompañamiento orquestal fue impecable, siempre atento a las inflexiones del solista, sin eclipsarle y manteniendo ese tono fantasmagórico casi escalofriante del allegretto inicial cuyo apasionamiento se va intensificando paulatinamente. Lástima que la intervención de la trompa resultara decepcionante, pero ya sabemos la enorme dificultad de este instrumento; los clarinetes acertaron en su tono grotesco. Fue García quien logró que una orquesta joven como ésta fuera capaz de transmitir ese miedo amargo y punzante que destila esta partitura de impactante carácter cíclico. Evocado Rostropovich con esta pieza a él dedicada, Camargo hizo lo propio en la propina con Casals, interpretando con altas dosis de lirismo El cant del ocells, tan apropiado en vísperas de elecciones catalanas.


Aún más sorprendente fue que director y orquesta fueran capaces de extraer de la Cuarta de Sibelius todo su potencial sombrío y trascendente, con una interpretación responsable, meditada y disciplinada. Una pieza cuyo desencanto e introspección exige una lectura minuciosa y profundamente intencionada. García sabía lo que tenía entre manos, no en vano es un consumado especialista en la música de nuestra época, y sin duda una pieza como ésta puede considerarse cimiento de contemporaneidad. Lo difícil era contagiarlo a tan jóvenes intérpretes, y lo consiguió. No es que vayamos a saludar esta versión como definitiva ni mucho menos, pero su alto nivel de satisfacción es ya motivo de júbilo y admiración. Fue una visión llena de sentimiento y a la vez carácter amenazador, serena y austera, y desde luego poco o nada complaciente. Algunos de sus momentos más inspirados, como ese arranque en la cuerda grave o su sobrecogedor y devastador tempo largo, lleno de lirismo, encontraron una respuesta contundente en la inexperta plantilla. Con total trasparencia y claridad, quedó manifiesto ese motivo tritono que informa toda la pieza, con aportaciones ejemplares de todas las familias instrumentales y los y las esforzadas solistas. No debiera la organización permitir que siga entrando público una vez empezada la interpretación, con lo que de falta de respeto a intérprtes y oyentes supone.

viernes, 10 de mayo de 2024

LOS GAVILANES, UNA FUNCIÓN CORRECTA Y SIN SORPRESAS

Los gavilanes. Música de Jacinto Guerrero. Libreto de José Ramón Martín. Óliver Díaz, dirección musical. Mario Gas, dirección escénica. Ezio Frigerio, escenografía. Franca Squarciapino, vestuario. Vinicio Celi, iluminación. Carlos Martos de la Vega, movimiento escénico. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Con Javier Franco, María Rodríguez, Alejandro del Cerro, Sofía Esparza, Lander Iglesias, Esteve Ferrer, Carmen Serrano, Enrique Baquerizo, Alicia Naranjo y Andrea Carpintero. Coro Teatro de la Maestranza (Íñigo Sampil, director). Producción del Teatro de la Zarzuela. Teatro de la Maestranza, jueves 9 de mayo de 2024


No es esta ópera del compositor castellano una de las más representadas. De las suyas la más popular sigue siendo El huésped del sevillano, aunque en los últimos años ha adelantado puestos La rosa del azafrán. Como tantas otras que salieron de su imaginación, Los gavilanes es un producto coyuntural engendrado fundamentalmente para crear espectáculo, hacer taquilla y alegrar al público. Seguía por lo tanto una fórmula que al autor le resultó infalible, y que pasaba por su proverbial facilidad para crear melodías atractivas y pegadizas, el tratamiento de temas sociales de candente actualidad aunque limando cualquier atisbo de aspereza, y generar una atmósfera amable que culminara en un inevitable final feliz, a ser posible con moraleja incluida.

En estos términos se presentó ayer en el Maestranza este trabajo musical recuperado hace un año en el Teatro madrileño de la Zarzuela por Mario Gas, a quien los años y la experiencia han convertido en uno de los imprescindibles de nuestra escena. Sin embargo, no se ha arriesgado en absoluto, ni siquiera en el terreno interpretativo, dejando toda su rancia literatura huérfana de cualquier explicación o sentido que le dé mayor actualidad, y vaya si el libreto se prestaba a ello, alguna referencia nada disparatada al me too incluida.


La fama y el talento de Gas le permiten contar con nombres destacados de la puesta en escena, como son la oscarizada (por Cyrano de Bergerac) Franca Squarciapino, responsable del colorista vestuario, y quien fuera su esposo hasta su fallecimiento hace algo más de un año, el escenógrafo Ezio Frigerio, que para la ocasión ha contado con un diseño sencillo apoyado en una versión animada de los tradicionales telones de fondo, y unas tramoyas movibles que no se sabe muy bien qué quieren representar, acaso el desmoronamiento y la inseguridad de una sociedad sometida a la riqueza.

La alegría marcó el tono

Lo que no se le puede discutir al maestro y su equipo artístico y técnico es haber sabido insuflar al conjunto ese espíritu de alegría y desenfado que caracterizaba al catálogo de Guerrero. Para muestra uno de sus números más populares y recordados, la Marcha de la amistad del segundo acto, que la soprano María Rodríguez y el resto del elenco entonaron con toda la gracia y el desparpajo que la pieza exige. Ella dio vida a una Adriana cantada quizás con exceso de vibrato pero con seguridad y una voz profunda y muy bien proyectada, además de lucir un talento para la interpretación teatral fuera de toda discusión. Frente a ella, el tenor gallego Javier Franco encaró con profesionalidad su rol de Juan el indiano, con dicción clara y voz de sobrada proyección y hermoso timbre, aunque puntualmente acusara también cierta tendencia al vibrato. Quien más convenció al público, sus bellas romanzas lo facilitan, fue el tenor cántabro Alejandro del Cerro como Gustavo, que aunque poseedor de un timbre extremadamente agudo y puntualmente estridente, exhibe una voz poderosa que modula con agilidad y buen gusto. Pocas posibilidades tuvo de lucirse la joven soprano navarra Sofía Esparza como Rosaura, recipiente de una voz hermosa y perfectamente entonada. Todos y todas lucieron además una vocalización perfecta, haciéndose entender en cantados y recitados sin problema alguno, lo que no siempre es habitual.


Mención aparte merece el inevitable dúo cómico, que aunque el libreto apenas sufrió modificación alguna, luciendo un sentido del humor ingenuo y algo trasnochado, sirvió como vehículo ideal para que Lander Iglesias y Esteve Ferrer lucieran notables dotes cómicas. Por su parte, Óliver Díaz, que tantas veces hemos disfrutado frente a la Sinfónica de Sevilla, volvió a exhibir buen talante y sentido práctico en su forma de abordar la partitura, que sin ser especialmente compleja ni poseer intrincadas orquestaciones, puede irse de las manos y eclipsar las voces. 
Afortunadamente el equilibrio estuvo garantizado entre las buenas aptitudes de los y las cantantes y el buen hacer de Díaz, que logró extraer de la orquesta un sonido brillante y a la vez compacto, muy en estilo. Hay que destacar una vez más el excelente trabajo del coro, lográndose entre todos y todas un espectáculo musical nada desdeñable, sin desmanes ni sorpresas, todo dentro de un orden, extremadamente correcto. Fue entrañable ver a Gas y Squarciapino, entre otros y otras responsables, al final sobre el escenario saludando a un público muy indisciplinado, toses implacables, caídas de objetos, móviles...

Fotos: Guillermo Mendo
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

martes, 7 de mayo de 2024

TÓTEM Ensayo coral sobre la madurez

México-Dinamarca-Francia 2023 95 min.
Guion y dirección
Lila Avilés Fotografía Diego Tenorio Música Thomas Becka Intérpretes Naíma Sentíes, Montserrat Marañón, Marisol Gasé, Teresa Sánchez, Iazua Larios, Mateo García, Saori Gurza, Alberto Amador, Juan Francisco Maldonado, Marisela Villarruel Estreno en el Festival de Berlín 20 febrero 2023; en México 30 noviembre 2023; en España 1 marzo 2024

La segunda película dirigida por la realizadora mejicana Lila Avilés ha tenido un largo recorrido por festivales, desde que se estrenara hace más de un año en el de Berlín, hasta alzarse hace poco con dos importantes nominaciones a los Premios Platino, los de mejor película y dirección, razón por la que la hemos recuperado en estas páginas tras pasar para nosotros desapercibida cuando se estrenó a principios de marzo
Avilés fija su atención en una niña que observa y de paso madura en un entorno familiar como se dice ahora, bastante disfuncional.

La niña deambula por una literal casa de locos, durante los preparativos para la fiesta de cumpleaños de su padre aparentemente moribundo, de cuyo cuidado se encargan una sus hermanas, tías de la niña, tan inmaduras en sus ademanes y manías como lo pudiera estar la niña protagonista. Ha también una paciente trabajadora doméstica a cargo de dicho menester. Todo se desarrolla en un ambiente abiertamente bohemio y alternativo, culminando en una fiesta multitudinaria en la casa a la que previamente una espiritista de nombre Lúdica ha liberado de malas presencias a iniciativa de una de las tías, mientras la otra demora su presencia en la fiesta con el pretexto de decorar la tarta de cumpleaños. 

Todo esto que parece tan atractivo sobre el papel y que obliga a su principal artífice a integrarse y zambullirse en este coro de almas perdidas casi en pena, resulta en la práctica bastante decepcionante, por no decir falto de interés. No alcanzamos a identificarnos con la mirada entre perpleja y llena de preguntas de la niña, mientras todo el conjunto se nos antoja extremo y quebradizo, tan lejos de la realidad cotidiana y tan descarado en su afán de feminizarlo todo a su manera, que realmente apenas logramos empatizar con sus propuestas.

domingo, 5 de mayo de 2024

LOS DELINCUENTES Largo camino hacia la utópica libertad

Argentina-Brasil-Luxemburgo-Chile 2023 189 min.
Guion y dirección
Rodrigo Moreno Fotografía Inés Duacastella y Alejo Maglio Intérpretes Esteban Bigliardi, Daniel Elías, Margarita Molfino, Germán De Silva, Mariana Chaud, Gabriela Saidon, Cecilia Rainero, Javier Zoro, Laura Paredes, Adriana Aizemberg Estreno en el Festival de Cannes 18 mayo 2023; en Argentina 26 octubre 2023; en España 1 diciembre 2023; en Filmin 26 enero 2024

Activo desde principios de este siglo, el director argentino Rodrigo Moreno parte de una película de Hugo Fregonese de 1949 titulada Apenas un delincuente, para transformar la idea original hasta duplicar la duración del original y ofrecer un relato que no se atiene a una trama única ni mucho menos a un género específico. Aunque dividida en dos partes, nos encontramos en realidad ante una cinta dividida en un prólogo, tres partes y un epílogo, en la que se suceden géneros diversos que van del drama criminal con considerables dosis de intriga, al drama romántico salpicado de pequeñas concesiones al humor, e incluso el western en parajes incomparables de la Argentina rural. Estas cinco partes reconocibles fuerzan un diálogo a dos voces, apuntado en el intrigante prólogo en el que dos firmas auténticas complican la retirada de fondos de una anciana en el banco donde trabajan sus dos protagonistas.

Cómplices en una intriga criminal, se verán envueltos a su vez en otra de corte romántico, y así se van duplicando las historias y sus posibilidades, hasta llegar al verdadero objeto de tesis del director y guionista, que no es sino alcanzar la libertad utópica que sólo la liberación de ataduras sociales puede conseguir, a lo que se entregan cinco personajes cuyos nombres son el mismo pero con las letras cambiadas (Román, Ramón, Norma, Morna, Román), y a quienes acompaña en sus misteriosas y casi sonámbulas incidencias la música cuidadosamente seleccionada entre Piazzolla, Poulenc o Saint-Saëns, dando el conjunto cierto aire idílico no exento de reconocible onirismo.

Todo esto sería apasionante si no fuera por lo mucho que se resiente del conjunto su extremado largo metraje, habiendo pasado su director de la hora y media escueta del documental Una ciudad de provincias y la aún más recortada hora y cuarto de Reimón, a las más de tres horas de ésta, merendándose sólo los créditos finales nada más y nada menos que quince minutos. Este desmesurado metraje hace que su tercera parte acabe resultando tediosa y que nuestro interés decaiga considerablemente, a pesar de lo cual mereció cuatro nominaciones a los recientes premios Platino, a mejor película, guion, montaje y fotografía. Mención aparte merece el trabajo incisivo y delicado de Esteban Bigliardi, uno de sus protagonistas y actor fetiche en la filmografía de Moreno. 

LA ZEFIRO POR GRACIA Y CORTESÍA DE BERNARDINI

Gran Selección. Orchestra Barocca Zefiro. Alfredo Bernardini, dirección. Programa: Conciertos de Brandenburgo BWV 1046-1051, de Bach. Teatro de la Maestranza, sábado 4 de mayo de 2024


Hay un par de factores que propiciaron el lleno prácticamente absoluto que registró ayer el Teatro de la Maestranza. Por un lado está el trabajo impecable que realiza la Asociación de Amigos de la Barroca de Sevilla, que ha logrado que en los últimos tiempos haya proliferado tanto la preferencia del público sevillano por la música de este estilo. Pero sobre todo está en el hecho de que hay piezas que convocan al público de manera casi indiscriminada, da igual quién las interprete. Ocurre con la Novena de Beethoven, el Réquiem de Mozart, el Bolero de Ravel, las Cuatro Estaciones de Vivaldi, por poner ejemplos muy evidentes, y por supuesto los Conciertos de Brandenburgo de Bach. Pero da la casualidad de que quienes vinieron ayer a erigir tan suculento monumento musical no eran cualesquiera, sino los y las muy reconocidas e informadas músicos de la Barroca Zefiro. Por cierto, que ellas superaban con creces a ellos en los atriles.

La magnífica sintonía que su director, Alfredo Bernardini, mantiene con la ciudad, habida cuenta sus numerosas colaboraciones con la Orquesta Barroca de Sevilla, pudo favorecer el hecho de que ésta fuera la única cita del reputado conjunto italiano en nuestro país. Igualmente provocó que fueran varios los intérpretes españoles prestados para la ocasión, Mercedes Ruiz y Ventura Rico directamente de la Barroca, pero también la violonchelista María Alejandra Saturno, el trompista Ricardo Rodríguez y la violagambista Johanna Rose, que sólo un día antes había protagonizado un concierto en el Alcázar junto a los hermanos Alqhai. Montado así un tejido orquestal por el que desfilaron hasta veintiuna maestras y maestros, aunque no llegaron a sumar más de diecisiete sobre el escenario en algún momento de la noche, Bernardini se encargó de ilustrar con un dominio casi perfecto del castellano y un carácter tan afable como elocuente, cada uno de los seis conciertos que conforman el cuerpo de los Brandenburgo. De paso, llevó el conjunto al terreno que mejor conoce, procurando justificar en todo momento la influencia del estilo puramente vivaldiano en unas partituras que otros, generalmente de carácter anglosajón, abordan desde una óptica y una estética bastante diferente y desde luego más solemne. No fue de extrañar, por lo tanto, que en sus manos y las de sus eficientes intérpretes, la música de Bach sonara especialmente luminosa y jovial, algo que no es que no esté presente en las obras, pero que se encargaron de potenciar con un brío y un sentido de ritmo arrebatadores.


Como músico, Bernardini sólo participó en el primero de los conciertos, haciendo gala de su proverbial dominio del oboe, acompañado al mismo instrumento de Paolo Grazzi y de su hermano Alberto al fagot, los tres fundadores de la orquesta. Ya en la segunda parte reapareció, al margen de sus intervenciones como conferenciante, dirigiendo los conciertos números 3 y 2. En todos los demás estuvieron presentes sus directrices, dejando a los instrumentistas volar bajo su disciplina y responsabilidad. Tardamos sin embargo en convencernos del magisterio del conjunto, ya que como solista Elisa Citterio no logró controlar el violino piccolo del Concierto nº 1, dejando a su paso un sonido áspero y desagradablemente chirriante, mientras en el nº 2 las violas no lucieron al mismo nivel, mejor la de Danka Nikolic, más apagada la de Teresa Ceccato. El brillo contrastante de las trompas naturales en el primero de los conciertos, y el cuerpo y volumen que supieron aportar Ruiz, Rico y la clavecinista Anna Fontana, lograron óptimos resultados. El trabajo de equipo por lo general fue también satisfactorio, sobresaliendo en cada uno de los seis conciertos y dando al conjunto el nivel de excelencia que esperábamos.

A lo largo del desglose disfrutamos sobremanera con el Concierto nº 4, que se benefició de unas flautas sólidas y fluidas, excelente Emiliano Rodolfi también al oboe, mientras Citterio logró redimirse ya con un violín convencional de la época, dominando sus texturas y su elocuente fraseo, alcanzando cotas elevadas de perfección en sus intrincadas ornamentaciones. Pero fue la segunda parte la que ya no nos dejó duda alguna sobre la maestría del nutrido conjunto, con solos extraordinarios de Fontana en el nº 5, al que se enfrentó sola en sus largas cadencias con un sentido del ritmo vertiginoso y un fraseo nítido a pesar de su complejidad. También en ese concierto destacó Marcello Gatti a la flauta travesera, con un sonido compacto y una perfecta modulación. Así mismo destacamos el trabajo de Gabriele Cassone a la trompeta natural en el nº 2, logrando equilibrar su sonido épico y brillante con los suaves acordes de la flauta dulce y el oboe, así como con el resto de instrumentistas. Destacamos también la extraordinaria compenetración de violas, violonchelos y violines a tres en el que lleva precisamente ese número, prodigio de la matemática bachiana y del fértil trabajo de una orquesta que, a pesar de la distinta proveniencia de sus integrantes, alcanzó tan alta nota en su maratoniano trabajo de equipo.

Fotos: Guillermo Mendo

sábado, 4 de mayo de 2024

EL MAL NO EXISTE Responsabilidades diversas

Título original: Aku Wa Sonzai Shinai
Japón 2023 106 min.
Guion y dirección
Ryûsuke Hamaguchi Fotografía Yoshio Kitagawa Música Eiko Ishibashi Intérpretes Hitoshi Omika, Ryo Nishikawa, Ryuji KOsaka, Ayaka Shibutani, Hazuki Kikuchi Estreno en el Festival de Venecia 4 septiembre 2023; en Japón 26 abril 2024; en España 1 mayo 2024

En pleno regreso de la sempiterna polémica española sobre la celebración todavía a estas alturas de una fiesta tan cruel y anacrónica como los toros, llega a nuestras pantallas la nueva película del aclamado director de la oscarizada Drive My Car. Se trata de una cinta de marcado carácter ecologista, que se vislumbra ya en un largo prólogo musicalizado en el que las copas de frondosos árboles se alternan con las de otros secos. A partir de ahí asistimos a una convencional historia de especulación inmobiliaria a costa de parajes naturales frecuentados por animales silvestres, contada como cabe esperar de forma nada convencional.

Echando mano más de la metáfora y de las sensaciones que del propio material argumental, Hamaguchi nos va adentrando en su lucha a fuerza de mostrarnos lo que la naturaleza nos regala, leña para el fuego, wasabi salvaje para la cocina, belleza para nuestros ojos… El giro esperado llega de la mano de los especuladores, cuya falta absoluta de escrúpulos les lleva a enviar emisarios que justifican el intrigante título, más propio de una película de terror que de una denuncia ecologista de tintes poéticos. Llevados por su sentido de la responsabilidad profesional, los mensajeros de tan malas noticias a nivel de entorno natural, que no de bonanza económica coyuntural y temporal, se mostrarán tan empáticos con la causa de los habitantes de la montaña como decididos a llevar a cabo las intenciones de sus empleadores, provocando consecuencias en las que ambos extremos de la balanza evidenciarán su tendencia a ese mal anunciado e inevitable.

La triste mirada de un ciervo amenazado y su reflejo en la empática hija del protagonista, se encargan de provocar en el público la consabida reflexión, menos efectiva cuando a pesar de su moderado metraje, la tesis se nos ha hecho tan larga y tediosa. Su formato de cine festivalero a ultranza le ha propiciado en Venecia alzarse con el Gran Premio del Jurado.

LA CASA Las razones de mis hermanos

España 2024 83 min.
Dirección
Álex Montoya Guion Álex Montoya y Joana M. Ortueta, según la novela gráfica de Paco Roca Fotografía Guillem Oliver Música Fernando Velázquez Intérpretes David Verdaguer, Óscar de la Fuente, Luis Callejo, Olivia Molina, María Romanillos, Lorena López, Marta Belenguer, Jordi Aguilar, Miguel Rellán, Tosca Montoya, Arantzazu Pastor Estreno en el Festival de Málaga 5 marzo 2024; en salas 1 mayo 2024


Aunque su debut en el largometraje, Lucas, no suscitó mucho interés mediático ni de público, a pesar de tratarse de una muy solvente e inquietante historia sobre un tema tan candente en la actualidad como el estupro a través de las redes sociales, Álex Montoya se ha consagrado definitivamente con esta película intimista reconocida en el Festival de Málaga con el premio del público y los de mejor guion y música, además de otros dos colaterales. Montoya regresa a la tierra que mejor conoce, Valencia, esta vez la sierra interior en lugar de la Albufera de su anterior película, para contar una historia sobre filias y rencillas familiares, basándose para ello en el ritmo pausado y decididamente amable de su obra de referencia, una novela gráfica del aclamado Paco Roca, autor entre otras de Arrugas, también llevada al cine, en esa ocasión de animación.

Trata un tema con el que muchos y muchas podemos sentirnos identificadas, el duelo por la muerte de nuestros progenitores y las decisiones que hay que tomar respecto a los bienes que se quedan en tierra y que nos sobreviven para asegurar nuestros recuerdos y anhelos. Una casa en la sierra a dividir entre dos hermanos y una hermana, se convierte en el pretexto para el reencuentro y la participación de sus parejas y descendencia. Surgen ahí los reproches pero también los vínculos imperecederos de los que no podemos o no queremos escapar.

Las raíces, los recuerdos de infancia y los sentimientos a menudo recreados a partir de la experiencia, van surcando una serie de diálogos a dos, tres o varios personajes, siguiendo los estereotipos consabidos, como son el hermano más capullo, el más guay o la más responsable, mientras es la pareja del guay quien cristaliza esa inteligencia y equilibrio que da consistencia al resto del grupo, mérito de Olivia Molina, una actriz que se prodiga poco y que a tenor de trabajos como éste, debería hacerlo más. Pero quien realmente sorprende es Luis Callejo, quien al margen de un trabajo de maquillaje impecable, logra con sus ademanes recrear a la perfección las tres edades en las que se desarrolla su personaje. La calidez de las escenas y la consistencia de los personajes, dan al film un acabado perfecto en el que no resulta difícil entrar desde el minuto cero, mérito de un director que sabe lo que quiere, y aún mejor, lo que hace.

jueves, 2 de mayo de 2024

LA BARROCA AÑADE OTRA ESTRELLA A SU NÓMINA DE COLABORACIONES

Temporada 2023/2024 de la Orquesta Barroca de Sevilla. Theótime Langlois de Swarte, violín y dirección. Programa: Selección de Les Nations (Premier Ordre “La Françoise” y Deuxième Ordre “L’Espagnole”) de François Couperin; Sonate a violon seul avec la base continue No. 6 en sol menor, de François Francoeur; Concertos Op. 7 no. 5 en la menor y Op. 10 no. 3 en Re mayor, de Jean-Marie Leclair. Espacio Turina, miércoles 1 de mayo de 2024


Sabíamos de primera mano que la Barroca tenía mucha ilusión y esperanza puesta en este concierto comandado por el joven violinista francés Theótime Langlois de Swarte, y no es de extrañar pues se trata de un genio en toda regla, un virtuoso del instrumento que sin haber cumplido todavía los treinta años ya ha cautivado a audiencias de todo el planeta con su técnica impecable y su acertada percepción de los acentos, los sentimientos y las intenciones que describen 
cada uno de los programas que acomete con una pasión y una precisión encomiables. La Barroca añade así una nueva estrella a su ya abultada nómina de grandes nombres de la interpretación historicista que han colaborado al menos en una ocasión con ellos. Y como en todo lo que se aborda siempre hay un componente de colaboración y retro alimentación, los y las músicos de la formación aprenden, se contagian y mejoran sus aptitudes alcanzando interpretaciones tan sublimes como las que anoche pudimos disfrutar en un Turina que ofrecía un lleno casi y saludablemente absoluto.

La estructura simétrica del programa fue otro de los encantos de la cita, junto al contraste ofrecido entre los dos grandes autores en liza, el muy afrancesado, delicado y caprichoso Couperin frente al más furioso y vehemente Leclair, deudor del estilo italiano que tanto admiraba. Contraste todavía más acentuado con el interludio de François Francoeur, de quien Langlois de Swarte confesó ser un ferviente admirador, especialmente por el carácter triste y melancólico de sus partituras, algo así como un romántico antes del Romanticismo. Con su Sonata para violín nª 6, el joven virtuoso alcanzó cotas de profunda expresividad teñida de una férrea complicidad con sus compañeros Mercedes Ruiz al violonchelo y Alejandro Casal al clave. Entre los tres lograron una interpretación ejemplar de tan sentida página, con acentos muy marcados y silencios muy elocuentes, dando preferencia al sentimiento y al sonido limpio y aterciopelado de sus instrumentos.


Antes, la selección de La Françoise, primer orden de Les Nations de Couperin, permitió al conjunto integrado por cuerda, maderas y bajo continuo en el que se integró el joven instrumentista, exhibir ritmo y musicalidad a la vez que templanza y delicadeza, a pesar de atisbar en el arranque cierta imprecisión y descoordinación, una constante que venimos observando en la orquesta desde hace algunas entregas, y que afortunadamente resuelven a los pocos minutos de dar comienzo el respectivo concierto. Ya sin ese pequeño inconveniente inicial, L’Espagnole, segundo orden de tan magnífica obra, sirvió para constatar el excelente estado que ofrece el conjunto, patente en una sarabanda de evidente sensualidad y regocijo. La influencia italiana de Leclair, especialmente de Locatelli, se dejó sentir en la fogosidad y el exacerbado sentido del ritmo que Langlois de Swarte y el resto, ahora sin las maderas que tan bien defendieron Ruibérriz y Díaz, imprimieron a las partituras. El virtuosismo sin límites que exhibe el joven francés se dejó ver especialmente en el allegro final del Concierto nº 7 de Leclair, con arpegios diabólicos que obligaron a sus acompañantes a demostrar por qué son tan buenos y capaces de ejercer igualmente como solistas.

Después del endiablado entramado del francés, sólo cabía ofrecer como propina una de las páginas más tempestuosas de Vivaldi, su impettuoso d’estate. El entusiasmo del público obligó a ofrecer otras dos propinas, ya más relajado, el largo de la versión para violín del Concierto para clave BWV 1056 de Bach, y de nuevo haciendo gala de buen ritmo, Las indias galantes de Rameau. Fue un impagable placer descubrir a este talento indiscutible del violín, capaz de extraer de él innumerables filigranas sin sacrificar expresividad ni sentimiento y manteniendo en todo momento un sonido envolvente y homogéneo, del que únicamente fuimos capaces de apreciar alguna distorsión y pequeña salida de tono en el verano vivaldiano.

Fotos: Luis Ollero

miércoles, 1 de mayo de 2024

EL RUIDO PERFECTAMENTE ORGANIZADO DE LA CONJUNTA

5º concierto de la XIII temporada de la Orquesta Sinfónica Conjunta de la Universidad de Sevilla y el Conservatorio Superior de Música Manuel Castillo. Ensemble de percusión. Antonio Moreno, vibráfono. Miguela Goncet, declamación. Juan García Rodríguez, dirección. Programa: Les cahiers de V. Nijinski, de Henri Algadafe; Sombra de una iconografía, de Daniel Sprintz; Bembé, de Louis Franz Aguirre; Ionisation, de Edgar Varèse. Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza, martes 30 de abril de 2024


Debía ser sencillamente la cita anual del conjunto de percusión de esta orquesta de jóvenes en fase de aprendizaje. Pero la presencia destacada de un consumado artista del vibráfono como Antonio Moreno y del actor y performer Miguela Goncet en el escenario, y de dos de los compositores convocados en la sala, dio a este quinto concierto de temporada de la OSC un cariz muy especial, comandado por las siempre responsables y entusiastas manos de su director, Juan García. Otra ocasión para encontrarnos con músicas de nuestro tiempo, saludar un repertorio inédito y regocijarnos con programas tan atractivos como los que García es capaz de diseñar y que tanto difieren de la cultura oficial que se empeña en reiterar una y otra vez las mismas propuestas.

Prueba de que la cosa funciona es el éxito de convocatoria que experimentan cada una de las citas que la OSC programa a lo largo del año, y que en esta ocasión evidenció cómo la sala Manuel García del Maestranza, con toda la categoría que actuar ahí representa, se queda pequeña para la atención que le dispensan seguidores y aficionadas. Es cierto que la gratuidad produce su efecto, pero también que precios tan ridículos como los que exige por ejemplo el Espacio Turina, no deberían servir de excusa para que sus extraordinarias propuestas apenas susciten concurrencia en tantas ocasiones. El trabajo en redes y la divulgación en ambientes académicos sin duda deben de funcionar para que este seguimiento siga siendo tan regular.

El concierto se inició con una singular página del compositor francés Henri Algadafe, ecléctico músico que lo mismo se erige en virtuoso de la guitarra eléctrica que coquetea con el jazz y los ritmos latinos, y hasta el rock. Basándose en los cuadernos del legendario bailarín Vaslav Nijinski, el compositor articula una fantasía en torno a la performance del artista Miguela Goncet, que los declama haciendo hincapié en sus continuos cambios de registro y humor así como sus perturbadores aspectos psicológicos, mientras tambores y timbales pasan del redoble en estilo drummer’s delight a la marcha tribal ocasionalmente ensordecedora, exhibiendo un dominio absoluto del ritmo y las texturas, acompañado de un esmerado control de las dinámicas, lo que da al conjunto un aspecto muy severo y amenazador. Su estreno en nuestro país, veintisiete años después de componerse, pudo considerarse un éxito.


También presente en la sala, el argentino afincado en España Daniel Sprintz presentó Sombra de una iconografía, una pieza estructurada en torno al vibráfono, que el insólito especialista en flamenco Antonio Moreno manejó con maestría y toda la delicadeza que la obra demanda. Esta sucesión de evocadoras imágenes a través del centelleo de xilófonos, glockenspiels y otros instrumentos de similar calado, provocó un efecto hipnótico, una interna reflexión y honda contemplación de la que despertamos con la explosión de ritmo y color que atesora Bembé del cubano Louis Franz Aguirre, toda una fiesta bulliciosa de danzas ancestrales que contó con la precisión de un buen puñado de jóvenes, que entre cascabeles y tambores lograron hacer vibrar al público sin por ello caer en el caos, manteniendo en todo momento una elocuente claridad de texturas y planos sonoros.

La más icónica y breve de las piezas programadas, Ionisation, que el mítico Edgar Varèse compuso en 1931, sirvió para cerrar el concierto con la plana mayor de los intérpretes convocados, y todo ese escaparate apabullante de ruidos, claxons y sirenas perfectamente organizados, llevado hasta sus últimos límites con la ejemplaridad que caracteriza este proyecto académico que tanta admiración provoca cita a cita.

Fotos: Guillermo Mendo