Dirección Ciro Guerra y Cristina Gallego Guión María Camila Arias y Jacques Toulemonde Fotografía David Gallego Música Leonardo Heiblum Intérpretes Carmiña Martínez, José Acosta, Natalia Reyes, Jhon Narváez, Greider Meza, José Vicente Cote, Juan Bautista Martínez, Miguel Viera, Sergio Coen, Aslenis Márquez Estreno en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes 9 mayo 2018; en Colombia 2 agosto 2018; en España 22 febrero 2019
El director colombiano Ciro Guerra pasa de la frondosa selva del Amazonas que veíamos en la multipremiada El abrazo de la serpiente, a la seca y desértica zona de La Guajira en Colombia donde se desarrolla esta cinta que ha dirigido con su productora Cristina Gallego. Pero la motivación parece ser la misma, retratar las costumbres ancestrales de los pueblos que habitaron estas tierras y la influencia que en su decadencia ejercieron los agentes externos, científicos en el caso del último shaman del Amazonas, norteamericanos ávidos de estupefacientes en este caso. Con una colorista y soberbia puesta en escena, la cinta recorre dos décadas de una familia tradicional de la zona que ve cómo sus negocios se multiplican gracias al narcotráfico consecuencia de la alta demanda de la juventud norteamericana, en plena era hippy. De las costumbres ancestrales y los ritos folclóricos pasamos al poder de las armas y el ajuste de cuentas, siempre motivados por las mismas razones que dominaban en época de sus ancestros, el honor y el respeto. Guerra y Gallego, con la ayuda de su guionista habitual, Jacques Toulemonde, tejen una trama reminiscente de los grandes dramas de Shakespeare, lo que da un aire misógino al conjunto, toda vez que sitúa a la mujer como eje de maquinaciones e intrigas entre familias y ofensas. Sus paisajes, personajes y situaciones pueden recordar también a Gigante, la epopeya que George Stevens dirigió en 1956 en torno a una familia de ganaderos afectada por la fiebre del petróleo en Texas a principios del siglo XX. Paralelismos y parecidos que ayudan a edificar esta gran película, suntuosa, sobria y magníficamente cuidada en todos sus detalles, ganadora de los premios Fénix del cine iberoamericano en los apartados de mejor película, música y actriz, una enérgica, decidida y manipuladora Carmiña Martínez, y nominada en otros seis apartados. Lo peor es tener que sufrirla doblada íntegramente al castellano, cuando en realidad se alternan wayuu, castellano e inglés, con predominio del primero. Resta credibilidad y produce grima escuchar a esta gente tan racial y de contornos campesinos en su mayoría hablar en perfecto castellano vallisoletano.