Uno piensa en todo lo que ha conseguido Yolanda Sánchez en apenas cinco meses de andadura y no lo puede creer. Tendrá sin duda que seguir trabajando duro y no desfallecer para asentar definitivamente este sensacional proyecto. Ya sabemos que este tipo de cosas cuestan, pero hemos de confiar en una ciudad como Sevilla, a menudo tan abierta a nuevas propuestas y cada vez más partícipe en las relacionadas con la buena música. No podemos quejarnos de la oferta que tenemos, aunque no siempre cuente con el favor necesario del público, y a veces si lo hacemos es por la imposibilidad de cubrirlo todo, de no tener el don de la ubicuidad. Yolanda viene a ampliar esa oferta, pero con muchas novedades. Pocos espacios hay en la ciudad que acojan igual conciertos, siempre íntimos y en plena comunión de público e intérpretes, que cursos, conferencias, charlas y experiencias varias. La Casa de los Pianistas, en pleno Barrio Santa Cruz, ofrece todas esas posibilidades y eso es algo que hay que apoyar y cuidar al máximo de nuestras posibilidades. Sólo hay que echar un vistazo a su página web para asombrarse con la cantidad de actividades que ofrece el próximo mes de marzo, entre las que se incluyen dieciséis conciertos, con artistas como Ángel Sanzo, Vicenzo Delli Noci o el Dúo Madom que inaugurarán el mes con música española y francesa de principios del siglo XX, así como Auxiliadora Gil acompañando a la flauta de Juan Ronda, con quien quizás se esté iniciando una nueva colaboración con la ROSS que se una a la que ya se ha forjado con Juventudes Musicales y la Asociación de Amigos de la Ópera, o la que parece empezar a gestarse con el propio Ayuntamiento. Además tendremos al dúo granadino Khalo, Ariadna Ruiz al piano y Carlos González Lázaro al clarinete, dentro de un ciclo de conciertos ofrecidos por alumnado de conservatorios y escuelas musicales andaluzas, y la segunda proyección del clásico de Murnau Nosferatu, esta vez con música en directo del pianista Manuel Boniquito. Sin olvidar los tres lunes de Cuaresma que Claudio Gómez Calado dedicará a la música de Semana Santa en unas imprescindibles charlas-concierto.
Sin duda una atractivísima programación que la pasada noche se centró en la tercera entrega de los conciertos que el polifacético músico neozelandés afincado en Sevilla Trevor Coleman está dando acompañado de voces femeninas también residentes en la ciudad pero provenientes de otros lugares del mundo o, como en este caso, España. Nuria Fernández es prácticamente sevillana, pero procede de Toledo. Su pasión evidente por el jazz y el blues se ha visto recompensada en la última década o más con continuas intervenciones en veladas musicales en clubs, especialmente el Café Naima de la calle Conde de Barajas, restaurantes, terrazas, salas, museos y plazas de la ciudad, con diversas bandas todas conjugadas a partir de su talento y perseverancia. Fue precisamente ella quien descubrió al compositor, pianista y trompetista Trevor Coleman en Sevilla y lo presentó a las personalidades convenientes para que desde hace algunos meses estemos disfrutando de su talento y habilidad, como volvió a demostrar en este particular concierto que llenó la sala acondicionada a tal efecto en esta impagable Casa de los Pianistas.
Nuria y Trevor viajaron a través de los sonidos del jazz más sofisticado de la mano de clásicos imperecederos, salvando con éxito la tentación de emular a los famosos intérpretes que los inmortalizaron, caso de Frank Sinatra y ese One for My Baby que cantó enlazado al soul con un toque de góspel del Lost and Looking de Sam Cooke, o The Man I Love de Gershwin habitualmente asociado a Billie Holiday, o el Louis Armstrong de la emocionante What a Wonderful World, así como el Roxanne de Sting o Stairway to Heaven de Led Zeppelin, dos concesiones al rock versionado en clave de jazz, que no de ese easy listening tan recurrente hoy en bistrós y restaurantes, huyendo siempre del parecido razonable y creando un estilo auténtico y propio. Para ello no echa mano de la habitual deconstrucción, sino que respeta absolutamente la línea melódica sometiéndola simplemente a inflexiones de la voz, cambios de registro y modulaciones varias que convierten cada tema en algo nuevo y fresco. La complicidad de Coleman y sus vertiginosos acordes y cadencias se hace lógicamente imprescindible. La variedad se impuso con temas brasileños como Más que nada y Agua de beber o el clásico de Los Panchos Quizás, quizás, quizás, que la cantante invitó a entonar al público, siempre en perfecto estilo pero sin traicionar su tendencia eminentemente jazzística. Grandes ejemplos del estándar americano como Cheek to Cheek o I’ve Got You Under My Skin, con una exquisita recuperación por parte de Coleman del ritmo original que le imprimió Cole Porter para la película Nacida para la danza, hicieron también las delicias de un público que reconoció a Nuria Fernández su mérito y su acierto al dedicar Had I a Golden Thread (Si tuviera un hilo dorado) de la malograda Eva Cassidy a los miles de niños y mujeres que sufren maltrato.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
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