Líbano-Francia-USA 2018 126 min.
Dirección Nadine Labaki Guión Nadine Labaki, Jihad Hojeily y Michelle Keserwany Fotografía Christopher Aoun Música Khaled Mouzanar Intérpretes Zain Al Rafeea, Yordanos Shiferaw, Boluwatife Treasure Bankole, Kawthar Al Haddad, Fadi Kamel Youssef, Cedra Izam, Alaa Chouchnieh, Elias Khoury, Nour El Husseini Estreno en el Festival de Cannes 17 mayo 2018; en Líbano 20 septiembre 2018; en España 15 febrero 2019
Aunque acostumbrada a los reconocimientos desde sus dos primeros largometrajes, Caramel y ¿Y ahora dónde vamos?, que combinaban drama y comedia, incluso el musical en el segundo de ellos, Nadine Labaki recibe ahora los mayores laureles de su todavía corta carrera con este tercer largo, que toma como título la Tierra de Jesús, como se conoce entre los cristianos el antiguo poblado pesquero situado en Galilea donde comenzaron los sermones y milagros de Jesucristo, aquél que decía que dejáramos que los niños se acercaran a Él. Quizás por ello Labaki nos cuenta la terrible historia de dos niños sumidos en la más absoluta pobreza e indefensión frente a un mundo adulto que los ignora, se aprovecha de ellos o los desatiende de la forma más vil y mezquina posible. En Beirut, la capital de Líbano que nunca parece resurgir de las cenizas en las que la sumió la guerra de 1982, asistimos al desasosiego que provoca esta historia de supervivencia protagonizada por los más vulnerables, niños y niñas sobre las que no parece aplicarse las continuas declaraciones en defensa de sus derechos. Resulta así loable este acercamiento de la realizadora libanesa a ese universo machacado en el que se desenvuelven sectores marginales y marginados de la sociedad, también la nuestra, desde niños a inmigrantes pasando por los demás desfavorecidos. Pero no pudimos sustraernos mientras asistíamos a esta vorágine de horror e incomprensión a otra película, Precious, donde en otro orden y escenario su protagonista también sufría todo tipo de vejaciones e inconvenientes. Cierto es que aquí los episodios se suceden con mayor naturalidad y cierta espontaneidad, a pesar de lo cual ha merecido por un importante sector de la crítica el calificativo de pornografía emocional. Como también es verdad que estos acontecimientos suceden a golpe de guión, y que lo que aquí viene bien y se adapta a la intención del relato, en otra ocasión derivaría hacia derroteros distintos y en la mayoría de los casos más convincentes, como pudiera ser la sobreexposición a la enfermedad de unos niños, seres vulnerables que en este caso se presentan como invencibles. Pero Labaki consigue dotar a la función del ritmo y la sobriedad suficientes para conseguir como mínimo captar nuestra atención e interés, hasta llegar a conmover a más de uno y una. Lástima que esa conjunción de desdichas curadas con milagros devenga en una solución abrupta y demasiado condescendiente de los problemas expuestos, dejando abierta la ventana de la esperanza, no obstante algo imprescindible para no caer en el derrotismo y el cinismo habitual en este tipo de necesarios combates.
Crítica de Pepe Serrano publicada en El Correo de Andalucía
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