USA 2018 123 min.
Dirección Karyn Kusama Guión Phil Hay y Matt Manfredi Fotografía Julie Kirkwood Música Theodore Shapiro Intérpretes Nicole Kidman, Toby Kebbell, Tatiana Maslany, Sebastian Stan, Scoot McNairy, Bradley Whitford, Toby Huss, James Jordan, Beau Knapp, Jade Pettyjohn, Shamier Anderson, Zach Villa Estreno en el Festival de Toronto 7 septiembre 2018; en Estados Unidos 25 diciembre 2018; en España 22 febrero 2019
Si por algo podemos distinguir el cine de la realizadora norteamericana Karyn Kusama es por colocar a mujeres fuertes y decididas en tramas de género habitualmente reservadas a los hombres. Michelle Rodríguez fue boxeadora en Girlfight (2000) y Charlize Theron heroína de un futuro utópico en Aeon Flux (2005). Después la cosa se volvió más convencional con una Megan Fox convertida en súcubo asesina de instituto en Jennifer’s Body (2015), mientras en su cinta más celebrada hasta la fecha, La invitación (2015), el protagonista era un hombre atrapado en la fiesta paranormal y extraterrenal de su ex-esposa. Kusama sin embargo no ha encontrado aún el tono justo para medir ninguna de sus ambiciosas propuestas, y Destroyer no es precisamente la excepción. Construida como película de acción en la que una agente del FBI se toma la venganza por su mano, en plan Charles Bronson, contra quienes echaron a perder su vida y su futuro, Kusama juega al despiste para provocar lo que se supone ha de ser la gran sorpresa. Pero no cuenta con que a estas alturas estamos curados de espanto y las posibles sorpresas nos las tomamos como lo que son, juegos de artificio sin más mérito que desordenar el guión. Tan fría y distante como su propia protagonista, una camaleónica Nicole Kidman que exhibe una vez más sus impagables dotes interpretativas, pero que no resulta convincente merced a un horroroso maquillaje y una notable indefinición de su personaje, la película no logra elevar el vuelo más allá de su propio artificio y su vocación de género, en este caso atracos y venganzas, lo que no impide que resulte al menos considerablemente entretenida.
Se echa en falta una mayor perversidad en la trama y los personajes, y ese aire de fascinación que han de provocar las historias de venganza y redención que el cine americano tantas veces ha abordado con mejores resultados.
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