lunes, 26 de marzo de 2018

PABLO, APÓSTOL DE CRISTO Entretenida pero sin emoción apología de la redención cristiana

Título original: Paul, Apostle of Christ
USA 2018 106 min.
Guión y dirección Andrew Hyatt Fotografía Gerardo Madrazo Música Jan A. P. Kaczmarek Intérpretes Jim Caviezel, James Faulkner, Olivier Martínez, Joanne Whalley-Kilmer, John Lynch, Antonia Campbell-Hugues, Noah Huntley, Yorgos Karamihos Estreno en Estados Unidos y España 23 marzo 2018

Andrew Hyatt, que ya nos habló de la Virgen María en Llena de gracia, dirige esta crónica de los últimos días de San Pablo en la prisión, según el relato de Lucas en Los hechos de los Apóstoles, producida por Affirm, una filial de Sony Pictures que parece ser se encarga de productos de contenido teológico cristiano, y con su protagonista, Jim Caviezel, que fue Jesús en La pasión de Cristo, también como productor comprometido con la causa hasta el punto de ser tildado de integrista cristiano. Términos estos que desconocía a la hora de ver la película, lo que de no haber sido así seguramente hubiera contaminado mi visión de la misma, funcionando como irrebatibles prejuicios. Y sin embargo no hemos visto más que una película entretenida, al igual que anodina, sobre lo mismo que el cine se ha encargado de ilustrar desde tiempos remotos. Ambientada como Quo Vadis en la Roma destruida por Nerón en la que los cristianos se ofrecían como sacrificio a duros tormentos y pasto de espectáculos circenses, lo más interesante que plantea el film es la convivencia de la fe y la ciencia, quizás para justificar el papel de ésta sin menoscabar los misterios de la religión. Formalmente hay poca espectacularidad en este híbrido entre el péplum clásico y el más austero estilo de las últimas producciones de corte sagrado, pero hay espacio para albergar buenos trabajos de su elenco interpretativo, como Caviezel dando vida a Lucas, hombre de ciencia e inquebrantable fe, Faulkner como torturado santo con pasado violento, Martínez como atractivo oficial romano con dudas y flaquezas humanitarias, y Joanne Whalley-Kilmer, la Escarlata O’Hara televisiva, como aristócrata romana cristiana concienciada con la causa y generosa colaboradora, todos los cuales se entregan con interés en esta modesta producción tildada de adoctrinadora, en la que nosotros sólo hemos visto una película entretenida y discretamente interesante.

MARÍA MAGDALENA El aburrido evangelio según ella

Título original: Mary Magdalene
Reino Unido-USA-Australia 2018 120 min.
Dirección Garth Davis Guión Helen Edmundson y Philippa Goslett Fotografía Greig Fraser Música Hildur Guönadöttir y Jóhann Jóhannsson Intérpretes Rooney Mara, Joaquin Phoenix, Chiwetel Ejiofor, Tahar Rahim, Denis Ménochet, Shira Haas, Hadas Yaron, Tawfeek Barhom, Tchéky Karyo, Ariane Labed Estreno en Reino Unido y España 16 marzo 2018

Después del justo o no reconocimiento recibido con Lion el año pasado, el realizador australiano Garth Davis pone en escena un guión sobre los evangelios escrito por dos mujeres. Una visión feminista de los acontecimientos, el de la única mujer que según las escrituras estuvo junto a Jesús en sus últimos días desde el viaje a Jerusalén hasta su crucifixión y posterior resurrección. La cinta aporta esa visión de la mujer dejando clara su eterna condición de censurada y eliminada de la historia, esta vez la Sagrada, y justificando en un final que es lo único reseñable y disfrutable de la función, que otra cosa hubiera sido la Iglesia de haberse dejado su gestión en manos femeninas, sin la tergiversación que sufrió de un Pedro esta vez negro, sin que esa condición merme su fuerza y poder. Igual que hizo con el niño Sunny Pawar en Lion, Davis pone a Mara a correr continuamente por los áridos parajes donde se ha rodado, huyendo o avisando, da igual, pero parece quiera convertirlo en una seña de estilo. Mientras tanto Joaquin Phoenix se revela como uno de los más graves errores de cásting que hemos sufrido en mucho tiempo, no sólo por su falta de atractivo como Jesús o su edad, que podríamos justificar por una época en la que los estragos del envejecimiento aparecían antes. Es que no aporta el carisma y la fascinación que en todos estos productos debe transmitir el personaje para justificar su poder de convocatoria. Ambientada de forma naturalista según patrones iniciados hace ya medio siglo con El evangelio según San Mateo de Pasolini, tan alejada de los péplums que hasta entonces se encargaban de la Historia Sagrada, y seguidos de forma algo velada por Huston en La Biblia y Zeffirelli en Jesús de Nazaret, la película de Davis va aún más allá, haciendo de la austeridad sólo interrumpida por la infografía que recrea Jerusalén, su sello de identidad, y contribuyendo a la sensación general de aburrimiento y desinterés que provoca una cinta sin emoción alguna, soporífera e inútil. Lo mejor es la entregada interpretación de Tahar Rahim (Un profeta) como confundido Judas, y la creativa música del tristemente desaparecido Jóhann Jóhannsson. La pasión desde una visión eminentemente femenina se merecía otra cosa.

EL AVISO Cóctel de disparates y despropósitos

España 2018 92 min.
Dirección Daniel Calparsoro Guión Chris Sparling y Patxi Amezcua, según la novela de Paul Pen Fotografía Sergi Vilanova Música Julio de la Rosa Intérpretes Raúl Arévalo, Aura Garrido, Hugo Arbués, Belén Cuesta, Antonio Dechent, Aitor Luna, Sergio Mur, Luis Callejo, Julieta Serrano, Patricia Vico Estreno 23 marzo 2018

Definitivamente se nos antoja irrecuperable el Daniel Calparsoro de esa primera etapa que abarca de Salto al vacío a Asfalto, y decididamente asentada su etapa de cine ramplón de género hecho sin ingenio ni talento, que va de Guerreros a Cien años de perdón en progresiva caída libre. Lo más sangrante de esta disparatada película es que esté basada en una novela de un autor con cierto éxito, siendo precisamente su pésimo guión lo peor de la función y lo que lógicamente arrastra el resto de la empresa al naufragio. Quizás por eso se haya apeado de su acabado final Jorge Guerricaechevarría. Cogido por los pelos, con una trama de intriga y misterio que mezcla crimen, matemáticas básicas, fantasía de lo oculto y esquizofrenia, que no soporta investigación alguna (imaginen varios crímenes ocurridos en un mismo lugar a lo largo de un siglo, con víctimas que nacieron la misma fecha en que murieron; no hay investigación policial que se le resista sin hacer falta que aparezca un aficionado a resolver la ecuación), y con ingredientes de toda clase y condición en un cóctel que se antoja indigesto (no falta el acoso escolar, la violencia machista, la inestabilidad psicológica en forma de esquizofrenia, el terrorismo de ETA…). Tan ridículo resulta todo que el espectáculo deviene insufrible tras una primera media hora prometedora e inquietante. Cuando al final parece que la cosa va a remontar al menos planteando un desenlace sorprendente, el asunto también se desmorona y acaba definitivamente con nuestra paciencia. Una demostración más de torpeza argumental cuando se cuentan con buenos recursos técnicos y artísticos, aunque en el apartado interpretativo nadie parece tampoco creerse lo que hace, con una Aura Garrido de gesto permanentemente agrio, un Raúl Arévalo siempre taciturno, una Belén Cuesta irritantemente sufriente, un Antonio Dechent sin confianza alguna en lo que hace, y una Julieta Serrano a la que hacía tiempo que no veíamos y que ahora nos tiene que convencer de que tiene ¡97 años! Si hubiésemos podido parar la proyección cada vez que mereciera apuntar cada disparate, frase ridícula, subrayado innecesario (las más que retratadas cuatro nuevas torres de Madrid nos aclaran innecesariamente en qué época estamos, según estén en construcción o terminadas) y giro de guión absurdo, la crítica podría haberse eternizado, pero habríamos disfrutado tanto.

domingo, 25 de marzo de 2018

ROBERT KING Y HAENDEL: UN SALTO PRODIGIOSO

35º FeMÁS. The King’s Consort. Robert King, director. Programa: Música Acuática y Música para los Reales Fuegos de Artificio, de Haendel; Suite de Les Boréades, de Rameau. Teatro de la Maestranza, sábado 24 de marzo de 2018

Cuando en 1991 Robert King y una nutrida representación de su entonces aún joven Consort vinieron a Sevilla a tocar esta misma música, lo hicieron en el marco del V Encuentro Internacional de Música de Cine, entonces con el añadido de Música Escénica, en un intento de recrear los fastos para los que fueron compuestas estas dos obras inmortales. El evento, aunque incluido en el programa inaugural del Maestranza, se desarrolló en el Paseo Marqués de Contadero, junto a la Torre del Oro y el Río Guadalquivir, sin barcaza pero con fuegos artificiales rematando la performance. Al margen de la singularidad del concierto, los resultados se perjudicaron por acoples y defectos de amplificación. Ahora King ha vuelto dando un salto prodigioso desde el margen del río al interior del teatro, por calidad acústica e interpretativa (la madurez es un grado), pero dejando claro con una coherencia y línea de continuidad encomiables cuál es su visión del barroco hecho en su país, y más concretamente la del músico que mejor supo representar su pompa y circunstancia, por encima incluso del paradigmático Purcell.

El habitual desacuerdo sobre el orden en el que se deben interpretar las piezas dedicadas al agua llegó con King al extremo de mezclar las suites en re mayor para trompetas y en sol mayor, la más intimista para flauta, sin perder coherencia interna ni significación. La primera de estas suites, en fa, se saldó con resultados espectaculares e inmejorables. Trompas refulgentes y autoritarias aunque sin imponerse al resto de una imponente plantilla de cuerda y madera, hicieron hincapié en la inusitada belleza de los acordes y la insultante alegría inherente a unos pentagramas irrepetibles. La estética haendeliana, inscrita en esta ocasión en la tradición instrumental inglesa, encontró respuesta ideal en la cálida y majestuosa interpretación de una plantilla extraordinaria, con danzas virtuosas en ritmo y ornamentación, especialmente el Country Dance final, vivísimo y sincopado, y aires de inusitada delicadeza. Tempi animados y lentos llenos de ternura caracterizaron también las otras dos suites, en las que brilló la violinista Rebecca Miles, una de las pocas integrantes que repitieron tras el concierto del 91, encargándose curiosamente de los solos de flauta. El popular hornpipe sonó majestuoso y vigoroso, mientras la colocación de los metales, trompas frente a las trompetas, hizo honor a eso que se dice de que Haendel inventó el sonido estereofónico dos siglos antes de existir las grabaciones, con respuestas llenas de elocuencia y majestuosidad, y un acompañamiento ejemplar en empaste y articulación del resto de efectivos orquestales.

Aunque la Música Acuática, sus oberturas, elegantes aires y danzas, está muy influida por la música francesa, King le da un aire inconfundiblemente británico, y fue justo al revés que impregnó a la música instrumental de Rameau para su ópera póstuma Les Boréades de ese inconfundible estilo del país de Shakespeare. Eso no impidió por supuesto disfrutar de sus hermosísimas melodías y su deslumbrante orquestación, prodigio de imaginación, de nuevo en una interpretación impecable y ejemplar. Como así lo fue también la de la Música para los Reales Fuegos de Artificio, centrada en el gran espectáculo para la que fue engendrada. Sin necesidad de echar mano de los numerosos efectivos con los que la interpretó hace casi treinta años, y con los que lo hizo Haendel en aquella accidentada ceremonia en Green Park para celebrar la Paz de Aquisgrán, The King’s Consort ofreció una monumental recreación de la majestuosa partitura, broche de oro al epílogo no oficial del Femás (el concierto de la Barroca del próximo 3 de abril lo podemos considerar más como un programa de temporada que como cierre oficial del certamen), con el que este año se ha roto saludablemente la tradición de programar una pieza de carácter sacro, aprovechando la inminencia de la Semana Santa, y se ha preferido otra de corte sencillamente celebratorio de otra edición de música de otros tiempos.

sábado, 24 de marzo de 2018

THELMA Una Carrie nórdica y pretenciosamente poética

Noruega-Francia-Dinamarca-Suecia 2017 116 min.
Dirección Joachim Trier Guión Joachim Trier y Eskil Vogt Fotografía Jakob Ihre Música Ola Flottum Intérpretes Eili Harboe, Kaya Wilkins, Ellen Dorrit Petersen, Henrik Rafaelsen, Marte Magnusdotter Solem, Anders Mossling, Steinar Klouman Hallert Estreno en el Festival de Toronto 9 septiembre 2017; en Noruega 15 septiembre 2017

Bajo un planteamiento fresco y original, Joachim Trier (Oslo, 31 de agosto, El amor es más fuerte que las bombas) nos ofrece una variante de cine psicológico y de terror con el pretexto de potenciar la sempiterna crítica al extremismo religioso, una vez más el cristianismo, sus traumas, neuras, prohibiciones, censuras y crueles represiones. Lo que no está mal si todo no resultara tan previsible y manoseado, incluidas las consabidas metáforas de libertad en forma de pájaros, vivos o muertos. La joven protagonista del film lucha contra sus inquietudes, propias de la edad, frente a unos padres represores y unos poderes sobrenaturales que sólo acarrean desgracias. Enamorarse de una compañera de universidad no hará sino empeorar las cosas. Asistimos al calvario literal de una joven insegura, físicamente agraciada y psicológicamente inestable a causa de una educación estricta y ridícula basada en el eterno sentimiento de culpa tan querido de la religión cristiana. Lástima que todo resulte tan evidente y trillado que no logre suscitar interés mayor que el que se esconde bajo una puesta en escena rigurosa, por supuesto fría y ordenada, con momentos aislados de brillantez formal que no logran remontar un film en el que lo que se nos cuenta ya lo hemos oído y visto muchas veces, y mejor en ocasiones. Eili Harboe se esfuerza en su recreación de la protagonista, sometida a continuas tentaciones de las que intenta huir por medio de la mortificación psicológica. En fin, una especie de Carrie nórdica y pretenciosamente poética, sin la inquietud y la sorpresa que suscitaba el clásico de Stephen King llevado a la pantalla por Brian de Palma. Se deja ver, aunque por el camino llegue a aburrir esporádicamente, lo que no parece fuera un obstáculo para lograr el Premio Especial del Jurado en el Festival de Sitges.

LA CASA JUNTO AL MAR Desencantos en un balcón aburguesado

Título original: La villa
Francia 2017 107 min.
Dirección Robert Guédiguian Guión Robert Guédiguian y Serge Valletti Fotografía Pierre Milon Intérpretes Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin, Gérard Meylan, Jacques Boudet, Anaïs Demoustier, Robinson Stévénin, Yann Tregouët, Geneviève Mnich, Fred Ulysse Estreno en el Festival de Venecia 3 septiembre 2017; en Francia 29 noviembre 2017; en España 23 marzo 2018

Guédiguian se dio a conocer internacionalmente con Marius y Jeannette a finales de los noventa del siglo pasado. De su larga etapa anterior, prácticamente desconocida entre nosotros, el realizador utiliza parte del metraje de una cinta de 1985 titulada Ki lo sá? para ilustrar pasajes de juventud del trío protagonista de ésta su última película, y de paso reivindicar su banda sonora, escrita por el hoy tan afamado y galardonado Alexandre Desplat. Treinta años después y varios trabajos luchando por la clase trabajadora, Guédiguian muestra su desencanto a través del de sus personajes frente a un mundo capitalizado en el que se han perdido los valores e ideales de antaño para dar paso a un egoísmo sin tregua ni prejuicios. Para ello reúne a dos hermanos y una hermana en torno a la idílica casa frente al mar, naturalmente en su irrenunciable Marsella, cuando su padre ha enfermado hasta tal punto que permanece postrado en cama como un vegetal. A ellos añade una galería de personajes entre los que se encuentran improbables pretendientes, caprichosas acompañantes, desencantados suicidas y niños llegados en patera, con el fin de exhibir la confrontación entre los ideales de justicia de las generaciones pasadas y el paulatino aburguesamiento de sus vástagos. Muy bien sobre el papel, torpe e insustancial en la práctica, al veterano realizador le falta garra, nervio y energía para sacar partido a unos personajes que en su mayoría aparecen desdibujados o sometidos a estereotipos inaceptables, lo que unido a una presentación de la trama lenta y aburrida, da como resultado uno de los films más decepcionantes de su atribulado director. Con metáforas continuas, como la enajenación del progenitor o la llegada de los niños náufragos, el film no hace sino resultar aún más arquetípico e inconsistente. En medio de todo este despropósito apenas brilla la mirada y la sonrisa de Anaïs Demoustier, justamente nominada a un César por su interpretación del único personaje que realmente se siente libre y capaz de exhibir su inconformismo.

viernes, 23 de marzo de 2018

BRAHMS PARA ENAMORADOS EN EL 9º DE LA ROSS

9º concierto de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Alexandra Conunova, violín. John Axelrod, dirección. Programa: Concierto para violín Op. 77 y Sinfonía nº 3 Op. 90, de Brahms. Teatro de la Maestranza, jueves 22 de marzo de 2018

Quizás como trampolín de promoción de los discos que Axelrod ha grabado bajo el título genérico de Beloved Brahms, el noveno concierto de temporada de la ROSS se centró en su música, concretamente su Sinfonía nº 3 y el único Concierto para violín que escribió. En estos registros dirige a la otra orquesta de la que es titular, la de Milán, como hacía Halffter, que grababa con la Filarmónica de Gran Canaria. Puede que los maestros y maestras del conjunto hispalense debieran replantearse sus condiciones; a una buena orquesta le conviene dejar su impronta digital para ser más y mejor tenida en cuenta. En este concierto pudimos acercarnos a una etapa del compositor que pudiéramos tildar de feliz, con dos piezas que reflejan la calma y la quietud que le reportaron los paisajes primaverales y veraniegos en los que se inspiró, impregnadas de acentos melancólicos, atmósferas cálidas y una riqueza melódica y emocional que las hacen ideales para románticos empedernidos y gente tan enamorada como la joven pareja que tuve delante, que evocaron ese amor de juventud que parece infinito e inabarcable y engrosaron el elevado porcentaje de estudiantes que acudieron a este concierto motivados por la joven solista moldava.

Parece mentira que con apenas treinta años se pueda conseguir el grado de madurez expresiva y agilidad técnica que exhibió Alexandra Conunova. A lo segundo estamos acostumbrados, pero en lo expresivo la chica nos sorprendió con tal variedad de afectos y matices que convirtió su versión del concierto de Brahms en memorable. Tanto el director como la solista se decantaron por una atmósfera ligeramente atormentada y muy melancólica, combinando momentos expansivos con otros de inusitado lirismo; todo en su sitio pero inspirando tristeza acompañada de una calculada apariencia improvisatoria y abigarradas referencias zíngaras. Conunova arrancó de forma impetuosa y áspera, derivando en un sonido dulce y conmovedor, alternando así fuego y algodón. Acertó con unas cadencias impresionantemente resueltas en el primer movimiento, sensualidad y afecto en el adagio y virtuosismo exacerbado en el rondó final. La orquesta respondió con un diálogo igualmente afectuoso, atento y respetuoso, en línea con la estética planteada por la joven virtuosa. Tratándose de una pieza que en su día fue criticada por seguir patrones pianísticos, Conunova eligió paradójicamente como propina un arreglo del Preludio Op. 23 nº 5 de Rachmaninov, un revoltijo de notas y arpegios inundados de disonancias que la joven resolvió de forma magistral.

En la segunda parte tuvimos ocasión de volver a escuchar la popular Sinfonía nº 3 de Brahms, que Axelrod acometió en tono sombrío y pesadumbroso. La orquesta respondió formidablemente a nivel técnico, mientras la dirección fue rica y variada, con considerable tensión pero sin despreciar ternura y serenidad. Así lo demostró en un Poco allegretto majestuoso y emotivo, a la vez que ligeramente doloroso, que repitió tras dedicarlo con unas emotivas palabras al Padre Ayarra, apenas fallecido un par de días antes.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

EL INSULTO Parábola del desencuentro y la injusticia

Título original: L’insulte
Líbano-Francia-Bélgica-Chipre-USA 2017 110 min.
Dirección Ziad Doueiri Guión Ziad Doueiri y Joelle Touma Fotografía Tommaso Fiorilli Música Éric Neveux Intérpretes Adel Karam, Kamel El Basha, Camille Salameh, Rita Hayek, Christine Choueiri, Diamand Bou Abboud, Talal Jurdi, Rifaat Torbey, Julia Kassar, Carlos Chahine Estreno en Festival de Venecia 31 agosto 2017; en Líbano 14 septiembre 2017; en España 16 marzo 2018

El director libanés Ziad Doueiri (El atentado, West Beirut) propone una compleja e intensa parábola sobre la falta de entendimiento y de diálogo, la memoria histórica y las transiciones políticas oportunistas y mal hechas, en esta dura y difícil película de juicios y traumas que parte de un en principio anecdótico enfrentamiento entre un operario musulmán y un mecánico cristiano por un insulto en un Beirut en perpetuo proceso de rehabilitación y modernización. Parece que nos estuviera hablando de nuestro propio sistema político y judicial, las mismas alimañas que arañan votos a cualquier precio, cuando plantea cuestiones como éstas, que ni han cerrado heridas ni parecen querer hacerlo, a propósito de guerras civiles y desencuentros sociales y económicos, justo lo que estamos padeciendo aquí, en el seno de una Europa supuestamente civilizada y equilibrada, incapaz de hacer justicia con los más desfavorecidos, o de impedir adoctrinamientos justificados por traumas del pasado no resueltos ni superados por culpa de una falsa política de integración errónea y desequilibrada. Cierto que tras un planteamiento inteligente e interesante, la trama se desarrolla de forma algo forzada, dejando paso a tantas cuestiones y realidades sociales como sean posibles, incluida la saludable integración de una mujer moderna y trabajadora, decisiva y decisoria en cuestiones vitales para el desarrollo de la comunidad. Con formas saludables impolutas e impecables y haciendo uso de todos los recursos dramáticos y formales necesarios, el film se deja ver con inquietud y tensión, demostrando la incapacidad de gobernantes y agentes sociales para resolver cuestiones tan trascendentales como las que plantea esta película. Al menos en esta bienintencionada parábola se llega, por medio de tribunales, a cierto entendimiento y algún acercamiento entre partes tan dolidas y sufrientes, que para algo sirve el cine y su mundo ideal. En la vida real somos incapaces de comprender las motivaciones del otro para llegar a un entendimiento que preserve lo único que al final importa, la felicidad en todos sus aspectos y vertientes. A destacar las interpretaciones de prácticamente todo el elenco, especialmente la pareja protagonista, con especial mención para la contención llena de matices de Kamel El Basha, dando vida al musulmán, frente a la más previsible y extrovertida del cristiano, Adel Karam. El primero tuvo reconocimiento en Venecia, mientras el film estuvo a las puertas de hacerse con el Oscar al mejor trabajo en lengua no inglesa.

martes, 20 de marzo de 2018

FRANCO FAGIOLI: TODO LO QUE SE PUEDE PEDIR A UNA VOZ

35º FeMÁS. Franco Fagioli, contratenor. Il Pomo d’Oro. Stefano Rossi, concertino. Programa: Allegro de la Sinfonía HWV 338, Sonata Op. 5 nº 4 HWV 399, Sonata Op. 2 nº 5 HWV 390, y arias de las óperas Rodelinda, Rinaldo, Alcina, Il pastor fido, Imeneo y Serse, de Haendel. Espacio Turina, lunes 19 de marzo de 2018

El joven contratenor argentino Franco Fagioli lleva apenas una década encandilando al público con una voz tan original y distinta que es difícil describirla y encasillarla. Aunque en un principio pareciera engrosar la ya larga lista de contratenores que en los últimos años se han convertido en auténticas estrellas de la lírica, algo que no hace mucho parecía estar reservado a otras tesituras, fundamentalmente tenores y sopranos, y más residualmente mezzos y barítonos, la suya no se parece a la de Jaroussky, Cencic, Sabata ni Orlinski, a todos los cuales hemos podido escucharlos aquí en Sevilla. Recuerda más bien a esos experimentos que se llevaron a cabo en el cine justo cuando la voz de contratenor empezó a cobrar de nuevo fuerza, artistas como Andreas Scholl aparte, tan lejana la época injusta de los castrati. En concreto recuerda a la mezcla de las voces de la soprano Ewa Malas-Godlewska y el contratenor Derek Lee Rogin para lograr algo lo más parecido a un castrato en Farinelli (1994) o las distorsiones a las que fue sometida la voz de Inva Mula en El quinto elemento (1997) para conseguir una tesitura diferente que se adaptara a la extraña criatura que entonaba la escena de la locura de Lucia di Lammermoor.

Su voz se encuentra próxima a la de una mezzosoprano, con una sensacional habilidad para la coloratura y registros que le llevan de las notas más graves a los agudos más extraordinarios, con peajes en la voz de barítono que se le escapa puntualmente cuando ya no es capaz de mantener la impostura del falsete. Todo lo cual potencia una exhibición sorprendente y de alguna forma sobrenatural, un talento innato para que lo que hace lo haga de manera formidable. Salvo dos de las propinas, Se bramate d’amar de Serse y un Lascia ch’io pianga que hizo cantar al público con resultados sorprendentemente emotivos, el resto está todo en el disco que acaba de sacar al mercado y que dedica precisamente a las arias de Haendel. Además el prestigioso Il Pomo d’Oro, esta vez sin una batuta concreta y liderada tan sólo por el concertino Stefano Rossi, acompañó con ejemplar sensibilidad y acometió sus partes instrumentales, dos sonatas, una de las cuales interpretó interrumpida por Se potessero i sospiri miei de Imeneo, y el allegro de la Sinfonía en si bemol mayor HWV 338, con precisión y elegancia, demostrando por qué se le considera un puntal en la actual recreación del sonido del barroco, y eso que una vez más acudió en formación considerablemente reducida.

Fagioli cantó con extraordinaria sensibilidad sus arias sentimentales, con especial mención para Mi lusinga ill dolce affetto de Alcina, y con agilidades furiosas y vibrantes las de bravura, como Sento brillar nel sen de Il pastor fido o Crude furie degl’orridi abissi de Serse, ópera de la que entonó la célebre Ombra mai fu a petición de un espectador, a la carta como él simpáticamente apostilló. Pero sus enrevesadas ornamentaciones no son como en otros casos gratuitas o superfluas, sino que sabe dosificarlas a veces espontánea y libremente, para dar un sentido al conjunto y transmitir toda la fuerza de una música con la que, por otro lado, el triunfo resulta más fácil, porque ir cogido de la mano de una buena compañía, y la música de Haendel sin duda lo es, siempre ayuda.

lunes, 19 de marzo de 2018

RAFAL BLECHACZ EN SEVILLA. LA LÍNEA QUE PREDOMINA

Rafal Blechacz, piano. Programa: Rondó nº 3 en la menor K.511 y Sonata nº 8 en la menor K.310, de Mozart; Sonata nº 28 en la mayor Op.101, de Beethoven; Sonata nº 2 en sol menor Op.22, de Schumann; Mazurcas Op.24 y Polonesa en la bemol mayor Op.53, de Chopìn. Teatro de la Maestranza, domingo 18 de marzo de 2018

Es frecuente que jóvenes pianistas que han triunfado a todo lo largo y ancho del planeta, acumulando premios y reconocimientos allá donde recalan, no ofrezcan más que una exhibición virtuosística, a veces hasta el paroxismo, pero ausente de alma, insuficiente en el aspecto puramente expresivo. Debe ser una tónica dominante en el mundo del arte, donde el trazo acaba imponiéndose al espíritu y se jalea más la forma que el fondo. Llevamos años sufriéndolo incluso en el cine, donde mastodónticas películas de impecable y hasta sorprendente acabado técnico y artístico, no logran transmitir un mínimo de fuerza emocional. Puede que sea consecuencia de una nueva cultura controlada por videojuegos y otras manifestaciones de consumo rápido y despreocupado.

Algo así le ocurrió al joven polaco Rafal Blechacz, cuyo concierto en el Maestranza fue aprovechado por el Instituto Polaco de Cultura para arrancar las celebraciones en España del centenario de la independencia del país centroeuropeo. Un motivo de alegría para la república, tal como manifestó su embajadora Marzenna Adamczyk en un cariñoso y emotivo discurso de presentación. Blechacz abordó un sofisticado programa centrado en el clasicismo la primera parte, y el romanticismo la segunda, por más que todo sonara decididamente romántico de principio a fin. Acentuó en el Rondó nº 3 sus afinidades con el universo chopiniano, del que se puede considerar un precedente, acertando con un trabajo rico en contrastes cromáticos. El pianista optó sin embargo por una interpretación ligera y optimista, prácticamente carente de tensión dramática. De igual manera se acercó a la Sonata nº 8 del mismo Mozart, sin apenas destacar su generosa inspiración, pasando por alto su centro de gravedad, el andante cantabile con espressione, y sin la gran intensidad expresiva que demanda su presto final. Una interpretación sin drama ni angustia, como en la Sonata nº 28 de Beethoven, prodigio de introspección cuyo allegretto inicial despachó a la carrera y sin sentimiento, aunque con arrojo y determinación en el allegro final. Faltó en general drama y ambigüedad, pero salvó con nota su comprometida complejidad técnica, con transparencia, precisión e indiscutible habilidad para captar nuestra atención.

Fue quizás la Sonata nº 2 de Schumann, que grabó en su disco de debut, lo que mejor defendió, quizás por su gran variedad de exigencias técnicas y la facilidad con la que distinguió entre pasajes tumultuosos y los más delicados y exquisitos. Es aquí donde encontramos al artista más poético e imaginativo, por más que las Mazurcas Op. 24 de Chopin sonaran también en estilo, marcando su delicadeza expresiva, con estilizadas progresiones armónicas y detallistas melodías. Unas piezas de raíz folclórica que, junto a una titánica Polonesa Op. 53 recitada con una elevada calidad técnica, marcaron el consabido homenaje a su tierra natal, antes de que en la propina nos deleitara con un muy emotivo y sentimental Intermezzo de las Klavierstücke Op. 118 de Brahms.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

LA TRIBU Colomo descubre a Paco León

España 2018 90 min.
Dirección Fernando Colomo Guión Fernando Colomo, Yolanda García Serrano y Joaquín Oristrell Fotografía Ángel Iguacel Música Vicente Ortiz Gimeno Intérpretes Carmen Machi, Paco León, Luis Bermejo, Julián López, Maribel del Pino, Bárbara Santa-Cruz, Manuel Huedo, Rebeca Sala, Manel Fuentes, Jorge Asín, Marisol Aznar, Alfonso Lara, Maite Sandoval, Arlette Torres, María José Sarrate, Artur Busquets, Javier Perdiguero Estreno 16 marzo 2018

Colomo se apunta a la comedia de buen rollo que cada vez más se practica en este país, aunque por el camino pierda parte de su idiosincrasia y estilo, lo que no es necesariamente malo. De hecho adopta en esta película un tono impersonal que para el caso hasta se agradece, demostrando afortunadamente ser buen conocedor del oficio y poner toda su profesionalidad al servicio de un producto de mero y sano entretenimiento en el que, por encima de cualquier otra consideración, brilla el talento de Paco León, auténtica bestia del espectáculo que puede con todo y demuestra ser capaz de más si se le pide. Nunca hubiéramos pensado que un conjunto de guionistas tan apegados a las comedias madrileñas que tanto se cultivaban en los ochenta y primeros noventa, y que en muchos casos hoy huelen a rancias, pudieran adaptarse a los tiempos y urdir un producto tan fresco y divertido, con buen ritmo y eso que hoy se denomina feel good movie llevado hasta las últimas consecuencias. En una coctelera en la que cabe la denuncia social, los expedientes de regulación de empleo, la desfachatez de las clases económicas pudientes, la desvergüenza de los ninis, la telebasura de los falsos talentos, la multiculturalidad y la búsqueda de la felicidad a través de la música y el baile, todo ello agitado en su justa medida en una Barcelona hermosa y luminosa, Colomo pone sólo énfasis en la diversión, el chiste (a veces soez, especialmente en un arranque ciertamente ordinario) y el buen rollo, para ofrecernos un espectáculo digno y sano, conducido con amabilidad, personajes intencionadamente caricaturescos y suficiente habilidad para generar interés sobre los acontecimientos y el desenlace que propone. Pero por encima de todo está la vena cómica, siempre sorprendente, de Paco León, que domina literalmente cada fotograma en el que interviene, que son prácticamente todos, a pesar de contar como compañeros de viaje a gente tan solvente como Carmen Machi, también estupenda y divertida, sobre todo en las coreografías de una película en la que el reguetón juega un importante papel, sobre todo en los divertidos títulos de inicio y finales. Desde Alegre ma non troppo no lo pasábamos tan bien con Colomo.

domingo, 18 de marzo de 2018

LA VOZ PORTENTOSA DE GREGORY PORTER EN EL MAESTRANZA

Ciclo Grandes Intérpretes. Gregory Porter, voz; Chip Crawford, piano; Jahmal Nichols, bajo; Emanuel Harrold, batería; Tivon Pennicott, saxo tenor; Ondrej Pivec, hammond. Teatro de la Maestranza, sábado 17 de marzo de 2018

En apenas una década Gregory Porter ha pasado de plantearse un futuro incierto, cantar en clubs de jazz y participar en algún musical de Broadway, a convertirse en una de las presencias fundamentales, con un estilo más particular y definido, del actual panorama en el jazz y el soul que le son tan afines y que moldean una voz poderosísima de barítono con sensacional facilidad para los agudos. Su primera comparecencia ante un público entregado y entendido como el que llenó absolutamente el generoso aforo del Teatro de la Maestranza, se anunciaba como un homenaje a Nat King Cole, protagonista de su quinto y último disco, si dejamos al margen Issues of Life, un trabajo recopilatorio de temas de colaboración y remezclas que salió a la luz en 2014. Y aunque su voz debe mucho al crooner de Alabama, y así mismo a tantas otras voces que consciente o inconscientemente han influido en su estilo, como Teddy Pendergrass e incluso Barry White, Porter se centró más en hacer un recorrido sustancial por su todavía corta carrera, con temas de prácticamente todos sus trabajos discográficos.

Suele ocurrir que un concierto, especialmente cuando se trata de jazz, se anuncie como presentación del último trabajo en disco del artista, cuando la inmensa mayoría de las veces la realidad termina siendo otra. Es lógico, sobre todo cuando ese último disco es un tributo a otro artista, que el cantante prefiera ofrecer lo que es particularmente suyo, y el público lo ha de agradecer, salvo el que acuda engañado por una publicidad errónea. Esto tiene aún más sentido cuando se trata de un cantautor, cuyas canciones parten de un acervo cultural muy paradigmático, toman el testigo de una herencia rica y consumada, y al mismo tiempo comienzan a considerarse ya clásicos en sí mismos. Como una clara alusión al tiempo lluvioso reinante, Porter arrancó su recital con Water, ese agua redentora que da título a su primer disco, y a partir de ahí, rodeado de magníficos músicos, dio rienda suelta a su creatividad y consumada vena artística alternando temas románticos y evocadores con otros que hicieron vibrar a incondicionales y no tanto.

Con su característico pasamontañas coronado por una gorra plana, y su impecable traje adornado con pañuelo en el bolsillo, Porter no arrancó el tributo a Cole hasta que después de que el bajista Jahmal Nichols coqueteara con temas ajenos como el Masterblaster de Stevie Wonder, el cantante mezclara Papa was a Rolling Stone, el clásico de The Temptations con el que dejó clara su influencia también del soul más genuino, con Nature Boy, uno de los temas enseña del homenajeado. Pero cobraría más sentido cuando recordando la ausencia de un padre, convirtió al mítico cantante en padre espiritual a través del I wonder who my daddy is, para a continuación recordar a su influyente madre a través del góspel. Take me to the alley puso el punto político y reivindicativo a una velada en la que destacaron los solos del veterano colaborador y arreglista de Porter Chip Crawford al piano, y del joven Tivon Pennicott al saxo, el más ovacionado de la noche después del protagonista. El checo Ondrej Pivec puso la nota psicodélica al órgano, y Emanuel Harrold insistió con toques secos, obsesivos y en ocasiones arrítmicos a la batería. No podía faltar ese Quizás, quizás, quizás de mimética dicción en castellano a la frecuentada por Nat King Cole en sus tiempos, en una propina muy jaleada y respondida por el enfervorecido público presente.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

sábado, 17 de marzo de 2018

CODEX LERMA POR CAPELLA SANCTA MARIA Y LA CARAVAGGIA, CON ESCUADRA Y CARTABÓN

35º FeMÁS. Capella Sancta Maria y La Caravaggia. Enrique López-Cortón, director. Programa: Codex Lerma, el manuscrito encontrado. S.I. Catedral, viernes 16 de marzo de 2018

Capella Sancta Maria
Dos conjuntos relativamente jóvenes, el holandés Capella Sancta Maria creado en 2008, y el catalán La Caravaggia formado tres años antes, nos acercaron a la música recuperada de su letargo en Burgos, donde posiblemente hubiera perecido sin remedio, gracias a su conservación por la Universidad de Utrecht desde mediados del siglo pasado. Se trata del Códice de Lerma, una recopilación de piezas sacras y profanas que incluye numerosas piezas para ministriles, solos o acompañando, por iniciativa del Duque de Lerma en el último tercio del S.XVI. Música del último Renacimiento que inspiraría los primeros pasos de la música dramática, en un manuscrito que contiene composiciones de algunos de los más ilustres músicos de la época, y una fuente imprescindible para el estudio de polifonía especialmente franco-flamenca con amplia influencia en nuestra península.

Hasta nueve compositores, además de varios anónimos, dieron voz a la selección ofrecida en una fría Catedral, lo que impidió disfrutar del acontecimiento en su justa medida. El efecto acústico y el majestuoso entorno pueden potenciar la belleza de la propuesta, pero se paga el precio de coger una pulmonía, lo que unido a la frecuente frialdad con la que los conjuntos abordaron el programa, dio como resultado una experiencia en cierto modo glacial. A esa frialdad contribuyó también la estructura del programa, que pareciera diseñado con escuadra y cartabón, con dos partes simétricas de igual o parecida estructura, alternando casi miméticamente madrigales, motetes y piezas instrumentales. De éstas se hicieron cargo los barceloneses La Caravaggia, precisos, buscando en todo momento la belleza de su sonido dentro de una estética mística, exquisita en exceso, comedida al máximo. Danzas fundamentalmente francesas fluyeron por sus vientos, mientras en los motetes se dispusieron de forma tradicional, repartidos entre las voces, doblándolas. Así hasta ocho bloques de tres piezas cada uno, en una operación tan rigurosamente matemática como la distribución de las calles de Manhattan.

La Caravaggia
En el apartado vocal, Capella Sancta Maria comenzó dejando clara la distinción entre madrigales (profanos) y motetes (sacros), con un particular peaje en la técnica del fabordón para abordar armónicamente secuencias estrictamente litúrgicas. Pero pronto esas líneas de distinción se fueron difuminando hasta sólo distinguirse uno y otro género por los textos y el acompañamiento instrumental. Faltó un punto canalla y popular en la interpretación de los madrigales, ocasionando un tono demasiado homogéneo en toda la función, sonando igual un madrigal de Orlando de Lassus o el popular Nasce la gioia mia de Leonardo Primavera, que un motete de Philippe Verdelot o Clemens non Papa. Con juegos no suficientemente contrastados de voces, mejor en armonía que en contrapunto, en el conjunto destacaron las voces agudas, a veces incluso estridentes, por encima de las más graves, a pesar de un bajo y un barítono de recursos generosos. De cualquier forma estos son los conciertos que dan sentido y significado a un festival que se denomina de Música Antigua.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

THE BEST DAY OF MY LIFE Para quienes recelan del orgullo

España-Rusia.Uganda 2018 110 min.
Guión y dirección Fernando Gómez Molina Fotografía Alberto Pareja Música Lucas Vidal Documental Estreno 16 marzo 2018

Después de dirigir varios melodramas románticos y sensibleros como Tres metros bajo el cielo, Tengo ganas de ti y Palmeras en la nieve, y el thriller policiaco El guardián invisible, Gómez Molina presenta su mejor película hasta el momento, y es un documental. Una mirada a la diversidad y a la identidad sexual a través de varios jóvenes procedentes de Rusia, Uganda, Francia y España que se reúnen en Madrid para celebrar el gran desfile del Orgullo Gay Mundial del año pasado. Una fiesta que suscita que mucha gente aún se pregunte para qué hace falta, qué significa eso del orgullo gay, y lo que es peor, por qué los heterosexuales no tienen su día del orgullo. Cuestiones que quedan suficientemente zanjadas en este recorrido seguramente no muy estricto en sentido pedagógico e histórico, pero sí muy valioso en su cometido de hacer visibles los anhelos y ambiciones de quienes únicamente quieren vivir su vida con felicidad. Ese minúsculo lugar en el tiempo y el espacio que nos toca vivir y que tantos lo hacen con mucha mezquindad, como si fueran a ser eternos y permitiéndose el lujo de disponer sobre la vida de los demás, mientras otras personas sólo intentan que el viaje de la vida sea lo más placentero y digno posible. Una felicidad que hace ya trece años el gobierno de Zapatero, tan criticado y diezmado por otras cuestiones, proporcionó a este país raramente posicionado en las vanguardias de los derechos humanos y que con él avanzamos tanto y nos hicimos tan decentes. Una dignidad que muchos nos hemos encontrado de frente, forjada a través del esfuerzo de hombres y mujeres que pagaron un alto precio, a veces el más alto, para que hoy gays y lesbianas tengan los mismos problemas que el resto de la humanidad, sin añadir los de aceptación propia y ajena. Un camino allanado en algunos países pero lamentablemente sin estrenar en otros, donde se sigue estigmatizando, persiguiendo y condenando la única opción que tanta gente tiene para ser feliz, único objetivo que debería ser posible y obligatorio en cualquier rincón de este desdichado planeta. Lo mejor del documental de Gómez Molina, además de reflejar todo ese potencial aludido e invitar a la reflexión, es que se trata de una celebración, un motivo para la fiesta y la satisfacción, que no se fija en la desdicha y la limitación, sino en el reconocimiento, la libertad y la sensación de estar vivos y celebrarlo. Gente de países donde la homosexualidad sigue amenzada, como Rusia, o directamente condenada, como Uganda, y gente que supera día a día sus obstáculos, como la sordera o el cambio de sexo, se reúnen en varios días de celebración, deporte y ponencias, para olvidar todas las barreras y simplemente disfrutar de estar aquí y ahora, con nuestras preocupaciones, nuestros sueños y nuestras ganas de comernos el mundo, viviendo, dejando vivir y sin hacer daño a nadie. Se disfruta y emociona de principio a fin, aunque por el camino apele en más de una ocasión a la fibra sensible. Lo deja claro, el Orgullo es la herramienta de lucha para conseguir un propósito, ser felices y ser tratados con dignidad y respeto. Como dirían los artífices de uno de sus principales escollos, es justo y necesario. Y lo es que este documental sea visible, cuanto más mejor.

viernes, 16 de marzo de 2018

MAESTROS Y DISCÍPULOS EN EL 8º PROGRAMA DE ABONO DE LA ROSS

8º concierto de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Xavier Phillips, violonchelo. John Axelrod, dirección. Programa: Danzas sinfónicas de West Side Story, de Bernstein; Concierto para violonchelo nº 2 Op. 126, de Shostakovich; Danzas sinfónicas Op. 45, de Rachmaninov. Teatro de la Maestranza, jueves 15 de marzo de 2018

Aunque a veces discutimos la oportunidad de titular algunos conciertos y programar en función de ciertos temas, otras nos rendimos ante la coherencia de lo planteado. Así ocurrió en este octavo concierto de temporada, con la vida y la muerte saludándose en una suerte de danza extenuante, la que nos proponen las obras de Bernstein, Shostakovich y Rachmaninov. La alegría y la energía de la vida y la juventud en West Side Story, con ese amor incondicional que acaba en muerte y tragedia, dieron paso a esa indiscutible danza macabra que es el segundo de los conciertos que Shostakovich compuso para el violonchelo, menos popular que el primero y sin embargo mucho más complejo y comprometido. Y de ahí al aquelarre de muerte y transfiguración en el que consisten las Danzas sinfónicas de Rachmaninov, que culminan en su tan apreciado Dies Irae, esta vez con tintes optimistas y hasta triunfantes.

Como buen discípulo y colaborador de Bernstein que fue, Axelrod acertó a dotar de la atmósfera justa las Danzas sinfónicas extraídas de su obra maestra, y la más popular entre todas las por él compuestas, West Side Story. Una interpretación satisfactoria de la página exige una competente sección de metales, una justa y equilibrada percusión, una cuerda capaz de dotar al conjunto de todo el lirismo que la narración demanda, y mucho entusiasmo por parte de la plantilla, como mínimo la misma que invade al público cuando se enfrenta a una música tan familiar y disfrutable. Y todas esas condiciones se conjugaron en esta versión trepidante, llena de swing y lirismo, vibrante, trasparente y bien definida, decidida y articulada con amplio sentido del espectáculo. En el Concierto para violonchelo nº 2 de Shostakovich, su última obra concertante, el solista francés Xavier Phillips se plegó a la estética aprendida de su maestro Rostropovich, que estrenó la obra y es su referente indiscutible. La suya fue una exhibición de prestidigitación al servicio de la agonía y la violencia, no exentas de una profunda meditación, rica en virtuosismo técnico y desgarrada expresividad. La orquesta acompañó como se le pide en esta composición, con discreción, a media voz, salvo en contadas ocasiones en las que se le exige un discurso más duro. Quizás sea en ese punto donde Axelrod se mostró más errático, y en un arranque del allegro final comandado por unas trompas acaso demasiado blandas. En la propina Phillips rindió homenaje a Rostropovich con una serenata de la Suite nº 1 de Britten al pizzicato.

La ROSS ofreció una magnífica versión de las Danzas sinfónicas, última obra compuesta por Rachmaninov y para muchos su obra maestra. Una pieza de un relativo modernismo y una generosa expansión lírica que obtuvo del conjunto unos resultados sobresalientes en sonido, brillo, empuje y expresividad. De la energía saltarina del non allegro inicial, inquietante y lacónico, con una nostálgica representación de sus orígenes en el precioso intermezzo central con espléndido solo del saxofonista Antonio Pérez Herrero, se pasó a un seductor vals de contornos afrancesados y una siniestra sensación de pesadumbre, que derivó en un allegro vivace final poético y voluptuoso. Un emocionante y asombroso broche final en torno a la muerte, que logró de la Sinfónica una interpretación sensacional, llena de color, reflexión y ambigüedad.

jueves, 15 de marzo de 2018

EL ACENTO DEL CUARTETO GERHARD EN LAS EMOCIONES

Ciclo Andalucía Clásica. Cuarteto Gerhard: Lluís Castán Cochs y Judit Bardolet Vilaró, violines. Miquel Jordá Saún, viola. Jesús Miralles Roger, violonchelo. Programa: Cuarteto nº 1 en Mi menor “De mi vida”, de Smetana; Vistes al mar, de Toldrá; Cuarteto en Fa mayor, de Ravel. Espacio Turina, miércoles 14 de marzo de 2018

Refugiados de la incesante lluvia
El Ciclo Andalucía Clásica sigue ofreciéndonos música de cámara de calidad a través de conjuntos consolidados de tan solvente calidad como el Cuarteto Gerhard, avalado por los premios obtenidos dentro y fuera de nuestras fronteras y una forma de abordar la música que pone el acento especialmente en las emociones que cada compositor ha querido transmitir con su obra. Hay depuración técnica en este excelente conjunto español, pero es lo que menos importa e incluso puede que a lo que menos presten atención. No importa tanto la perfección formal cuando se transmite tanta pasión y se logra sintonizar con el público por medio de sentimientos e invocaciones; público que por cierto fue lamentablemente escaso teniendo en cuenta el atractivo de la oferta. Seguramente el tiempo revuelto que acuciaba fuera invitó más a quedarse en casa, aun así…

El Cuarteto nº 1 de Smetana es una respuesta a la pérdida definitiva de su oído, dramatizada a través de un viaje autobiográfico que comienza con las ansias creativas de juventud, su amor por la danza, el recuerdo de un primer amor y la satisfacción creadora interrumpida por el trágico destino. Los integrantes del Gerhard lo entendieron sin embargo como un retrato de la impotencia y el desgarro del compositor ante tan terrible despropósito, atacando con fuerza y ahínco desde la primera nota, mostrando gran seguridad y una intensa emotividad, además de una incontestable habilidad dramática y madurez expositiva. Así justificaron un sonido crispado, incluso disonante y hasta estridente en ocasiones, destinado a transmitir toda la desesperación de quien sufre tan lamentable contratiempo. Una convincente y hábil conversación entre los intérpretes que nos llevó más por el camino de la rabia que de la ensoñación, de la ironía frente al gozo de la danza, del desconsuelo por encima de la mera nostalgia, y finalmente del ímpetu arrebatado antes de concluir de forma prudente y contenida.

Más relajados en las Vistas al mar de Eduard Toldrá, el Gerhard plasmó estas evocaciones poéticas de inconfundible raíz mediterránea potenciando más su carácter romántico involutivo que el modernista que pretendía su autor, con una fuerte carga de lirismo, texturas ligeras y cálidas, cierto influjo impresionista y espiritual hasta llegar a un molto vivace efusivo y jubiloso. Ravel y su Cuarteto de cuerdas, obra juvenil que el compositor dedicó a Fauré, culminó la excelente exhibición de agilidad y conmovedora expresividad de los jóvenes integrantes del conjunto. Aquí subrayaron las líneas exóticas y seductoras habitualmente asociadas a la literatura raveliana, con profusión de trinos y acentos sincopados en el segundo movimiento, gran impulso lírico y ensoñador en el Trés lent, y un enorme torbellino de emociones en el más convencional Vif et agité final. Una exhibición de virtuosismo fluido pero no enrevesado que recorrió el programa de principio a fin en manos de unos intérpretes comprometidos y brillantes.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

LOVING PABLO Un entretenido y didáctico esfuerzo de producción

España 2017 123 min.
Guión y dirección Fernando León de Aranoa, según el libro de Virginia Vallejo Fotografía Álex Catalán Música Federico Jusid Intérpretes Javier Bardem, Penélope Cruz, Peter Sarsgaard, Julieth Restrepo, Óscar Jaenada, David Ojalvo, David Valencia, Lillian Blakenship, Giselle da Silva Nathan Cooper Estreno en el Festival de Venecia 6 septiembre 2017; en salas comerciales 9 marzo 2018

Hay una tendencia generalizada en este país a destrozar sistemáticamente toda obra realizada con gran esfuerzo económico y artístico, valorando sus defectos por encima de sus a menudo tangibles virtudes. Fernando León de Aranoa ha pasado de cultivar un cine de tipo social con películas como Familia, Barrio, Los lunes al sol, Princesas y Amador, a meterse de lleno en cuestiones globales con interés y reparto internacional. Tras introducirse en los conflictos bélicos plagados de cooperantes de Naciones Unidas en Un día perfecto, aborda ahora la trillada historia de Pablo Escobar, cabecilla del narcotráfico colombiano durante casi dos décadas, figura recurrente en el cine y la televisión, en este último caso con el gran éxito cosechado por la serie Narcos. Aranoa opta por fijar su atención en el libro escrito por la amante de Escobar, Virginia Vallejo, periodista estrella de la televisión colombiana cuya vida sufrió un trágico vuelco tras involucrarse sentimentalmente con el criminal, y que a juzgar por las citas presuntamente respetadas en el guión debe tener un escaso valor literario. Habiendo sido rodada en inglés para facilitar su carrera comercial, resulta improcedente que los intérpretes mantengan un fuerte acento latino, por cuanto hablar en inglés sólo es una convención frente al castellano que sin duda hemos de entender utilizan durante toda la trama, excepto cuando se codean con agentes norteamericanos. Por otro lado la mirada casi documentalista de Aranoa, con el fin de no juzgar a sus personajes, provoca falta de profundidad en sus caracteres, especialmente un Bardem que se esfuerza muchísimo, física e intelectualmente, en su papel, salvándolo gracias a su proverbial facilidad para arrimarse al mal, aunque la dirección deje al aire sus aspectos más intimistas y controvertidos. Tampoco convence la atracción y enamoramiento por el sanguinario delincuente que sufre el personaje interpretado, también con gran talento y esfuerzo, por una bellísima Penélope Cruz. Y sin embargo, ¿por qué defendemos esta película? Porque supone un evidente esfuerzo de producción que se ve y se palpa en cada fotograma excelentemente fotografiado por Álex Catalán, cuidado en todos sus detalles, técnicos y artísticos. Cuenta con sensacionales secuencias de acción, estupendas interpretaciones del cuarteto protagonista, y una tendencia didáctica muy de agradecer, además de un sentido loable del entretenimiento que hace que sus dos horas pasen rápidas, sin fatiga. Tiende igualmente a emular al maestro en estas lides que es Scorsese, con cierto sentido jocoso de situaciones a todas luces violentas y dramáticas, especialmente a través del uso de música fiestera en momentos inoportunos; y sin embargo no llega al extremo impúdico y a veces grotesco de su referente, demostrando un mayor nivel de seriedad y gravedad frente a la guerra sin cuartel que ilustra, y un personaje cuya extrema y salvaje crueldad domina sobre su carácter familiar y la supuesta filantropía que a veces se le asigna.

miércoles, 14 de marzo de 2018

EL JAZZ SINFÓNICO DE TERENCE BLANCHARD Y THE E-COLLECTIVE

Ciclo de Jazz. Terence Blanchard & The E-Collective. Terence Blanchard, trompeta; Charles Altura, guitarra. Taylor Elgsti, piano. David “DJ” Ginyard jr., bajo. Joseph Grissett, batería. Teatro Lope de Vega, martes 13 de marzo de 2018

El polifacético jazzista estadounidense Terence Blanchard estuvo ya en Sevilla hace nueve años, en el Festival de Jazz de la Universidad de Sevilla. Vino entonces en formación de quinteto, como ahora, pero con otros músicos, incluido el saxofonista Walter Smith. Desde hace unos años graba con un nuevo grupo, formado por él mismo entre colegas y músicos a los que ha conocido por medios tan perentorios como internet. Se trata de The E-Collective, con quienes hace cuatro años grabó su último disco de estudio, si exceptuamos la banda sonora de la película The Comedian, del año pasado, un film de Taylor Hackford (Oficial y caballero) que protagonizan Robert de Niro y Leslie Mann y que no ha conocido estreno entre nosotros.

Blanchard se mueve entre el cine y el jazz más comprometido, en una línea que le lleva desde sus maestros y mentores, el clan de los Marsalis, hasta su añorado Miles Davis, a quien nos pareció emular en el arranque de este concierto en el Lope de Vega, pasando por otros grandes de la trompeta y sus propias aportaciones, que sin tener un estilo demasiado definido, toca con distinción, virtuosismo y buen gusto. Sus partituras para el cine, especialmente el de Spike Lee, se mueven entre el jazz convencional y el sinfonismo más genuinamente americano. En la mezcla está la virtud de un músico que en Sevilla ofreció un recital de estructura y estilo habituales en este tipo de propuestas, con cierta grandeza que dio al conjunto un estilo casi sinfónico, con temas dilatados para lucimiento de los músicos, y un continuo ritmo soul y funky con predominio a veces agresivo del joven batería Joseph Grissett, sustituyendo a Oscar Seaton, habitual colaborador de Blanchard en bandas sonoras y en el grupo en cuestión.

El teclista Taylor Eigsti, frecuentemente
comparado con el actor Bradley Cooper
El trompetista y compositor de Nueva Orleans y The E-Collective desgranaron temas de Breathless, un disco comprometido en el que se recuerdan a víctimas de la violencia racista policial como Michael Brown o Eric Garner, cuyas últimas palabras antes de morir, I can’t breathe, inspiraron el título del registro. Pero sobre todo presentaron temas de su nuevo disco aún inédito Life, que rememora penosos acontecimientos norteamericanos relacionados con el uso de armas con víctimas. Entre pieza y pieza, jugando a un mismo estilo y color, con incursiones de Blanchard a un teclado dominado por un ordenador con la manzanita como bandera, que distorsionaba y alteraba sonidos para dar al conjunto cierto aire vanguardista, se coló el vocalista y compositor Tondrae Kemp para entonar American Gangster, una balada funky más hablada que cantada sin llegar a ser un rap. El también solista Taylor Elgsti derrochó energía y entusiasmo al teclado, Charles Altura elegancia y melancolía a la guitarra, el joven David Ginyard mantuvo la fuerza y el cuerpo al bajo y Grissett la constancia al ritmo, y aún hubo tiempo para una única inclusión de música de cine, un breve tema de la película Talk to Me, protagonizada por Don Cheadle y también inédita en España, que los músicos dilataron a placer, y para que le cantásemos Cumpleaños feliz a Blanchard, que cumplió entre nosotros y nosotras sus 56 años.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

lunes, 12 de marzo de 2018

MATEMÁTICAS Y POESÍA EN LAS VARIACIONES GOLDBERG DE BENJAMIN ALARD

35º FeMÁS. Benjamin Alard, clave. Programa: Variaciones Goldberg, de Bach. Espacio Turina, domingo 11 de marzo de 2018

El joven clavecinista y organista francés Benjamin Alard se presentó por primera vez en Sevilla en el seno del Festival de Música Antigua. Hoy que prácticamente hemos renunciado a la interpretación al piano de páginas concebidas en pleno Barroco para el clavicémbalo, con lo mucho que a algunos nos gustaría que se combinaran ambas prácticas, la historicista y la que imperó en gran parte del siglo XX, con intérpretes que hicieron de Bach al piano su caballo de batalla y seña de identidad, como los irrepetibles Glenn Gould y Andras Schiff, Alard se reconoce como representante de una nueva generación que toma el relevo de clavecinistas como Andreas Staier o Pierre Hantai, con quien se le compara seguramente por nacionalidad. Aquí presentó su particular versión de estas Arias con variaciones diversas, más tarde conocidas como Variaciones Goldberg en atención al clavecinista del Conde de Keyserlingk, embajador ruso en Dresde que presuntamente encargó a Bach una obra alegre y amable para conciliar el sueño.

Alard, confeso adorador del genio de Eisenach, optó más por una visión mística, casi religiosa, que simplemente balsámica de la célebre partitura, ya desde una puesta en escena intimista, tenuemente iluminada, centrando toda la atención en su figura y la del imponente clavicémbalo utilizado para la ocasión y que en sus manos hizo gala de una sonoridad transparente y penetrante. Un generoso período de meditación, buscando quizás el silencio absoluto que lamentablemente no llegó a disfrutar, y dio comienzo una exhibición de virtuosismo matemático, preciso e impecablemente articulado, combinado con un acertado perfume poético, potenciado por su decisión de desgranar todas y cada una de las repeticiones de memoria, lo que llevó a dilatar en más de media hora una página que habitualmente se despacha en poco más de tres cuartos. Esta delectación en cada nota y matiz, pura exhibición de cantabilidad y colorido, tuvo momentos de extraordinaria fuerza y otros en los que la monotonía hizo su inevitable aparición. Son los riesgos de someter a sí mismo y al público a una exhibición de pasajes que aparentemente guardan tanta semejanza entre sí, cerca de hora y media continuada.

Asombrosamente, acercándose al final, con una pequeña intervención hizo que el instrumento llegara a sonar en parte de su teclado como una guitarra. Echamos en falta sin embargo algo más de arrojo, de llevar este monumento al abismo, más riesgo y confrontación con el teclado y la partitura. En gran parte todo resultó demasiado escolástico y previsible, por muy buena técnica que empleara en el empeño y por generoso que fuera el hálito poético en ciertos pasajes, sobre todo en esas imaginativas repeticiones que distinguieron su interpretación. Algunos pensarán que la broma musical de Mauricio Kagel que interpretó como propina fue una llamada de atención a quienes con su impertinente tos empañaron la intención mística del evento. Fuera o no esa su intención, oírle toser y cantar mientras martilleaba el teclado fue una experiencia cuanto menos hilarante.

domingo, 11 de marzo de 2018

RINALDO POR THE ENGLISH CONCERT: LA MAGIA ESTÁ EN LA MÚSICA

35º FeMÁS. Ópera en concierto. Rinaldo, de Haendel. Maite Beaumont, Jane Archibald, Sasha Cooke, Joélle Harvey, Jakub Józef Orlinski, Luca Pisaroni, Owen Willets. The English Concert. Harry Bicket, dirección. Teatro de la Maestranza, sábado 10 de marzo de 2018

Maite Beaumont
Hasta que el Festival de Música Antigua tenga medios y avales suficientes para programar una ópera barroca escenificada, la representación el sábado en versión de concierto de Rinaldo de Haendel se puede considerar el punto más álgido al respecto que se ha permitido el certamen sevillano. Y los resultados no pudieron ser más satisfactorios a todos los niveles, con el mítico English Concert ofreciendo una interpretación luminosa y con estilo, y las voces destacando cada una por separado y todas en conjunto con una brillantez inequívoca poco habitual en estos trabajos colectivos, que suscitaron el entusiasmo generalizado del público. Inspirada en la epopeya Jerusalén liberada de Torquato Tasso, Rinaldo fue la primera ópera compuesta por Haendel a su llegada a Londres, estrenada en el Teatro Haymarket en febrero de 1711.


Joélle Harvey
Su argumento, ambientado en Jerusalén en el siglo XII durante el asedio a la ciudad en la primera cruzada, se reduce como solía ser habitual a un enredo amoroso de tintes ridículos y disparatados, al que el añadido de elementos mágicos propiciaba un gran despliegue de efectos visuales y técnicos que hacían las delicias del público de entonces. Afortunadamente el genio del joven autor de El Mesías hizo que, fuegos artificiales aparte, la espléndida y bellísima partitura haya pasado a la posteridad ya sin necesidad de añadidos superfluos. Así la presentó el veterano conjunto británico a las órdenes de Harry Bicket, más que digno sucesor de Trevor Pinnock al frente, que conoce perfectamente la música de la época y sabe transmitirla con pasión y sabiduría, una combinación que con la excelencia de los intérpretes convocados, logró la verdadera magia, no la que provoca la varita de los juegos Borrás utilizada como único atrezzo, sino el talento, la belleza y el sano empeño en el trabajo bien hecho. Los generosos números instrumentales de la partitura encontraron majestuosidad en las refulgentes trompetas, brío, tensión y agilidad en la cuerda comandada por la espléndida Nadja Zwiener, calidez en las maderas, y virtuosismo exacerbado en el clave de Tom Foster.


Luca Pisaroni
Él y la voz de la canadiense Jane Archibald, capaz de increíbles agudos de los que quitan la respiración, lograron ese efecto mágico aludido en el final del segundo acto (Vo’ far guerra), después de que la joven y prometedora soprano Joélle Harvey nos conmoviera con un Lascia ch’io pianga de voz dulce, fraseo delicado y hermoso timbre, merecedora del mayor número de ovaciones de la noche. Talentos que se completaron con los de la voz cálida de la española Maite Beaumont en el rol titular, originario para castrato que ella defendió con carisma y seguridad, capaz de deleitarnos con un Cara sposa paladeado hasta el éxtasis. Ganadora de un Grammy, Sasha Cooke como el rey Goffredo también sorprendió por su muy atractiva voz, profunda y aterciopelada, mientras el contratenor polaco Jakub Józef Orlinski ofreció una línea de canto homogénea, de hermosa y colorida voz, y el bajo italiano nacido en Venezuela Luca Pisaroni arrasó desde su furiosa entrada en Sibillar gli angui d'Aletto, con agilidades quizás algo rígidas pero un estilo autoritario, preciso y resplandeciente que mereció también el entusiasmo y el reconocimiento del público. En sus breves aportaciones, el contratenor Owen Willets estuvo a la altura completando un elenco de voces perfectamente educadas en estilo, dignas y adecuadas para hacer justicia al arte irrepetible del genio de Haendel.

sábado, 10 de marzo de 2018

LA CONJUNTA Y LA MÚSICA DEGENERADA. SÓLO UNA ETIQUETA POSIBLE: BRILLANTE

VII temporada, concierto II de la Orquesta Sinfónica Conjunta Universidad de Sevilla-CSM Manuel Castillo. Macarena Martínez, violín. Juan García Rodríguez, director. Programa: Concierto para violín y orquesta Op. 12, de Weill; Konzertmusik Op. 41, de Hindemith; Kleine Dreigroschenmusik, de Weill. Auditorio de la ETS de Ingeniería, viernes 9 de marzo de 2018

Con el término Entartete Musik (Música degenerada) etiquetaban los nazis a la música compuesta por autores judíos como Weill, o modernistas como Hindemith, que atentaban al espíritu presuntamente edificante y enriquecedor que defendía el Tercer Reich. Se trataba de aislar y desacreditar a los autores que no conjugaban los valores que defendían estos auténticos degenerados que eran los seguidores de Hitler. Una de tantas atrocidades nazis que afectaron al arte en general (Entartete Kunst) y que propiciaron el exilio, el aislamiento e incluso la muerte en campos de concentración de compositores a menudo irrepetibles. García Rodríguez ha querido con otro de sus singulares y apasionantes programas, homenajear esa música denigrantemente etiquetada fijando su atención en composiciones destinadas a conjuntos de viento, con resultados brillantes, siempre desde la perspectiva de quienes están formándose y cuentan aún con escasa experiencia en el mundo de la interpretación con público.

Kurt Weill compuso su Concierto para violín y banda de viento a temprana edad, en aquellos años germánicos que intentó olvidar en su exilio americano. Su idea era adaptarse al lucimiento de un violinista de gran virtuosismo, como era su dedicatario Joseph Szigeti o quien finalmente lo estrenó, Marcel Darrieux. Las sevillana Macarena Martínez, reciente su debut en el Maestranza, limó una interpretación ejemplar, virtuosística, enérgica y apabullante, sin apreciarse fatiga a pesar de su intervención continuada y permanente. Rodríguez y el conjunto casi camerístico, con apoyo de dos contrabajos que potenciaron el cuerpo y la fuerza de la pieza, acertaron añadiendo atmósfera a una obra intensa y misteriosa. Incluso los siempre difíciles metales aprobaron, a pesar de un apreciable desliz de trompeta justo antes de las delirantes cadencias del violín en el segundo movimiento. 

Paul Hindemith pretendió con su Konzertmusik promover la relevancia de los instrumentos de viento en la interpretación clásica. Se puede decir que los jóvenes de la Conjunta acertaron a cumplir con ese objetivo, ofreciendo lecturas transparentes de sus lucidas intervenciones en la partitura. El conjunto, bajo la atenta mirada de su director, entendió el carácter irónico de la pieza, convirtiendo el aire marcial de las marchas militares en una suerte de música circense, satírica y grotesca por momentos, potenciando su creatividad y energía. Magnífica la recreación cabaretera de la Suite de la Ópera de los tres peniques de Weill, formidables todos ellos y ellas, con ritmo, gracia y entusiasmo, arrancando incluso nuestra emoción en los muy populares Mackie Navaja y Kanonen-Song, que repitieron en la propina sin ayuda del director, en un gesto muy Barenboiniano de García Rodríguez, a quien nunca le estaremos suficientemente agradecidos por ofrecernos estos conciertos y hacernos tan felices. La única etiqueta posible, la de brillante.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía