Francia 2017 107 min.
Dirección Robert Guédiguian Guión Robert Guédiguian y Serge Valletti Fotografía Pierre Milon Intérpretes Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin, Gérard Meylan, Jacques Boudet, Anaïs Demoustier, Robinson Stévénin, Yann Tregouët, Geneviève Mnich, Fred Ulysse Estreno en el Festival de Venecia 3 septiembre 2017; en Francia 29 noviembre 2017; en España 23 marzo 2018
Guédiguian se dio a conocer internacionalmente con Marius y Jeannette a finales de los noventa del siglo pasado. De su larga etapa anterior, prácticamente desconocida entre nosotros, el realizador utiliza parte del metraje de una cinta de 1985 titulada Ki lo sá? para ilustrar pasajes de juventud del trío protagonista de ésta su última película, y de paso reivindicar su banda sonora, escrita por el hoy tan afamado y galardonado Alexandre Desplat. Treinta años después y varios trabajos luchando por la clase trabajadora, Guédiguian muestra su desencanto a través del de sus personajes frente a un mundo capitalizado en el que se han perdido los valores e ideales de antaño para dar paso a un egoísmo sin tregua ni prejuicios. Para ello reúne a dos hermanos y una hermana en torno a la idílica casa frente al mar, naturalmente en su irrenunciable Marsella, cuando su padre ha enfermado hasta tal punto que permanece postrado en cama como un vegetal. A ellos añade una galería de personajes entre los que se encuentran improbables pretendientes, caprichosas acompañantes, desencantados suicidas y niños llegados en patera, con el fin de exhibir la confrontación entre los ideales de justicia de las generaciones pasadas y el paulatino aburguesamiento de sus vástagos. Muy bien sobre el papel, torpe e insustancial en la práctica, al veterano realizador le falta garra, nervio y energía para sacar partido a unos personajes que en su mayoría aparecen desdibujados o sometidos a estereotipos inaceptables, lo que unido a una presentación de la trama lenta y aburrida, da como resultado uno de los films más decepcionantes de su atribulado director. Con metáforas continuas, como la enajenación del progenitor o la llegada de los niños náufragos, el film no hace sino resultar aún más arquetípico e inconsistente. En medio de todo este despropósito apenas brilla la mirada y la sonrisa de Anaïs Demoustier, justamente nominada a un César por su interpretación del único personaje que realmente se siente libre y capaz de exhibir su inconformismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario