Tai Murray |
El espléndido ciclo de música de cámara que nos ha ofrecido Andalucía Clásica llegó a su término con la muy esperada Schubertiade, toda una manifestación de resistencia tanto para sus intérpretes como para el público que asistió a todos los bloques en los que se dividió este macro recital de cinco horas casi ininterrumpidas. Toda una maratón por cuyo uso en femenino apostamos por la mayoritaria aportación del género a la propuesta, aún estando todos los partícipes en excelentes condiciones de interpretación. Lástima que aunque la respuesta del público fue considerable, todavía quedasen tantas butacas vacías en cualquiera de sus bloques, progresando conforme avanzaba la tarde, porque el esfuerzo empleado y el placer obtenido merecían un lleno absoluto. Les aseguramos que la brillantez del evento eclipsó cualquier atisbo de cansancio o fatiga.
Manuel Gómez Ruiz |
Algunas de las páginas más memorables del inmortal Franz Schubert se dieron cita en este fin de fiesta, después de que a lo largo del ciclo se hubiesen interpretado otras piezas imprescindibles de su catálogo, como la Wanderer Fantasie que nos brindó su presidenta de honor Elisabeth Leonskaja, o sus dos últimos cuartetos en versión Carducci y Diotima. La voz cálida y bien articulada del tenor canario Manuel Gómez Ruiz, expresiva en perfecto estilo, se puso al servicio de una representación de la inacabable lista de lieder del autor de la Inacabada, funcionando además como nexo de unión con dos de las obras de Schubert que como tantas otras se inspiran en una canción previa, caso de la preciosa Sei mir gegrüsst, cuyo tema y variaciones integran el andantino de una Fantasía en Do mayor que Alba Ventura desplegó con gran temperamento y exuberancia, ensombreciendo a la violinista norteamericana Tai Murray, que ciertamente no supo aquí extraer más que un sonido endeble de su violín, sin exhibir el virtuosismo que transpira la pieza. O la célebre Die Forelle, cuya melodía es sometida también a variaciones en el cuarto movimiento de un Quinteto La Trucha que encontró en los convocados una interpretación exaltada y brillante, perfecto colofón a una velada irrepetible, con un buen apoyo armónico de Matthew Gibbon al contrabajo.
Isabel Villanueva |
El sensacional ensamblaje de los instrumentistas, que a buen seguro apenas tuvieron tiempo para ensayar juntos, se apreció en el Trío de cuerda D471, con una Tai Murray recuperada, enérgica y segura, frente a una sedosa y elegante Astrig Siranossian al chelo, y el talento ingenioso y espontáneo de Isabel Villanueva a la viola. Ésta desplegó toda su fuerza y creatividad en la muy difícil Sonata para arpeggione adaptada a su instrumento, donde le dio una magnífica réplica el antequerano Ángel Sanzo, que en el tercer bloque nos brindó cuatro impromptus y dos klavierstücke henchidos de virtuosismo y delicadeza. Antes Ventura ofreció unos Moments musicaux de gran expresividad, si bien se recreó en exceso en el andantino y el allegretto final, dilatando considerablemente los tiempos. La satisfacción que mostraron las intérpretes en un soberbio Trío con piano nº 2 Op. 100 desplegado con gran dramatismo y carga emocional y una Siranossian en estado de gracia paladeando el hermoso tema del andante, da buena muestra del excelente nivel y buen ambiente que se respiró durante esta soberbia maratón de inmejorable música.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía