Guión y dirección Sebastián Lelio, según la novela de Naomi Alderman Fotografía Danny Cohen Música Matthew Herbert Intérpretes Rachel Weisz, Rachel McAdams, Alessandro Nivola, Allan Corduner, Bernice Stegers, Anton Lesser, Liza Sadovy, Alexis Zegerman Estreno en Festival de Toronto 10 septiembre 2017; en Estados Unidos 27 abril 2018; en España 25 mayo 2018
Tras retratar a una mujer madura en busca de su libertad en Gloria, película de la que ahora ultima su remake protagonizado por Julianne Moore, y a una joven transexual ninguneada por la familia de su pareja difunta en la muy exitosa Una mujer fantástica, que le ha reportado un Oscar y varios Platino, el director chileno Sebastián Lelio ha saltado al cine internacional con esta otra historia de mujeres atrapadas en unas circunstancias que les son hostiles y coartan su libertad personal y, en este caso particular, sexual. Ambientada en un Londres invernal que aporta el tono gélido que demanda, cuenta la historia de dos mujeres que se amaron y se reencuentran a propósito de la muerte del padre de una de ellas, un rabino muy querido en una comunidad judío ortodoxa tan claustrofóbica como integrista. Funciona como denuncia de las religiones extremas, sin atisbo de una interpretación posible que las humanice y dulcifique, donde aún perviven comportamientos castradores y toda austeridad de vida se justifica con el advenimiento de una dicha futura, algo que tanto ha servido para consolar a feligreses entregados a una causa que sólo supone la adquisición de poder dentro de una comunidad ciega y sorda. El sometimiento de la mujer dentro de un orden establecido se vislumbra incluso en una mayor capacidad censora por parte de ésta respecto a conductas que sólo alteran y disminuyen su capacidad de elección libre y responsable, y son varios los ejemplos que emanan en esta sofocante crónica basada en una novela que sirve sin duda para exorcizar los fantasmas de la propia autora. Viendo esta contenida y a la vez sofocante película vienen dos cintas a la memoria, La calumnia, donde también tres personajes, dos femeninos y uno masculino, protagonizaban como aquí un drama de tintes homosexuales reprimidos con un vértice que representa la normalización de lo convencional. Pero también asoma otra película, La visita del rencor, en la que una Ingrid Bergman dirigida por Bernard Wicki regresaba a su comunidad para vengarse de quienes en su día la despreciaron y vilipendiaron. Weisz no es la visita del rencor sino de la conciliación; en su soberbia interpretación es capaz de transmitir esa sensación de incomodidad que genera en el ambiente al que regresa desde su posición de mujer decidida y resuelta a tomar las riendas de su vida. En el otro extremo, Rachel McAdams realiza una sensacional interpretación, dentro de un personaje arriesgado e incómodo, como mujer reprimida y abnegada que ve en el reencuentro la posibilidad de trascender sus propias limitaciones y encontrar una salida válida a una existencia hasta entonces malgastada. En el vértice, Alessandro Nivola convence como joven alguna vez idealista y hasta cierto punto progresista que se ha acomodado en una sociedad anclada en el pasado y en unos postulados que apartan al ser humano de una felicidad cierta y espontánea. Lelio maneja con acierto y precisión las magníficas prestaciones que le ofrece su reparto y realiza un drama convincente en el que la fría ambientación y la sutil ilustración musical añaden más motivación a la dura crónica que se analiza.
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