Dirección Janus Metz Pedersen Guión Ronnie Sandahl Fotografía Niels Thastum Música Vladislav Delay y Jonas Struck Intérpretes Sverrir Gudnason, Shia LaBeouf, Stellan Skarsgard, Tuva Novotny, Marcus Mossberg, Leo Borg, Robert Emms, Ian Blackman Estreno en Festival de Toronto 7 septiembre 2017; en Suecia 8 septiembre 2017; en España 18 mayo 2018
Apenas un año después de La batalla de los sexos, donde se recreaba el partido de tenis disputado en 1973 entre el campeón de Estados Unidos Bobby Riggs y la aspirante Billie Jean King, el cine nos ofrece otra oportunidad de gozar con la recreación de otro partido mítico, éste más si cabe, la final de Wimbledon de 1980, con la que Björn Borg aspiraba a lograr su quinto trofeo consecutivo en la cancha inglesa, y el rebelde y maleducado John McEnroe a arrebatarle al sueco su liderazgo mundial. Una vez más la puesta en escena consigue ser prodigiosa, invitándonos a presenciar el partido como si de nuevo se estuviera celebrando, lo que para puristas y muy entendidos debe ser realmente un sensacional espectáculo. Los demás nos conformamos con asistir a un buen trabajo cinematográfico, con tensión y tratamiento dramático suficientemente satisfactorio para lograr entidad como función de entretenimiento, buenas interpretaciones de un muy contenido Sverrir Gudnasson prácticamente mimetizando al tenista sueco, y Shia LaBeouf imprimiendo de carácter y furia al personaje del controvertido tenista norteamericano que acabó casándose con la hija de Ryan O'Neal, Tatum O'Neal. Ambos haciendo honor a ese fuego y frío del título de un documental de hace unos años que inmortalizaba el mismo duelo. La cinta se estructura, como suele ser habitual en estos casos, alrededor del partido estrella, con saltos al pasado para conocer la infancia de los protagonistas, algo que tanto marca las personalidad de cualquier ser humano, y más cuando desde tan joven se asume tanta responsabilidad y tanto trabajo duro. El conjunto se plantea como un duelo de rivalidades muy pronunciadas, con diferentes estilos y temperamentos, pero con una única meta, que condiciona sus vidas y sus espíritus, que es lograr ser los mejores del mundo en su categoría. El debutante en el largometraje de ficción, Janus Metz, cuyo anterior trabajo fue un acertado documental sobre la Guerra en Afganistán que se tituló Armadillo, consigue plasmar toda la tensión del acontecimiento, y muy especialmente la que sufren sus aguerridos protagonistas, cada uno desde su óptica y propio temperamento. El resultado es una experiencia cinematográfica y deportiva de primer nivel y muy gozosa visión.
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