Formado en Francia hace veintidós años, el Cuarteto Diotima presume de ser hoy uno de los más solicitados y reputados del mercado internacional. Una técnica impoluta y un sonido brillante les avalan, sumado a un especial interés por el repertorio más reciente, desde los grandes compositores del siglo XX a los que hoy cuentan con ellos para estrenar sus obras. Por eso no hay razón que justifique la escasez de aforo que tuvo este concierto del ciclo Andalucía Clásica que devuelve a Sevilla la música de cámara diversa y de calidad. Apenas un centenar de personas frente a los llenos absolutos de los conjuntos locales, lo que por supuesto aplaudimos y apoyamos, o cualquiera de las propuestas del Maestranza. Parece que prefiramos asistir una y otra vez a eventos similares, o frecuentar sólo aquel espacio donde se nos ve más y mejor, antes que volver al circuito de las grandes orquestas, conjuntos de cámara y solistas internacionales, ahora que han proliferado tantos auditorios en la ciudad.
En un principio el Diotima debía interpretar un programa más atrevido y comprometido que el finalmente ofrecido, con el Cuarteto nº 3 de Bartók flanqueado por la Suite Lírica de Berg y fragmentos del Libro para cuartetos de Boulez, pero finalmente se optó por un programa menos agresivo, por decirlo de alguna manera. Lo que primero nos llamó la atención del conjunto es la claridad de sus interpretaciones, el brillo del sonido, la versatilidad de los arcos y la compenetración extrema de sus integrantes. Todo ello produjo una sensación de virtuosismo máximo combinado con un efecto hipnótico proveniente de la ductilidad y la dulzura del sonido. Por eso mismo se echó en falta más acidez en la primera de las Tres piezas de Stravinsky, pero vino muy bien para las otras dos, entre debussyanas y elegíacas, profusas en ondulaciones y con un alto contenido espiritual que el conjunto resolvió con pianissimi conmovedores. La compleja e intelectual estructura del tercero de los seis cuartetos de Bartók tuvo buenos traductores en los Diotima, muy concentrado Yun-Peng al violín, perfectamente secundado por Constance Ronzatti con audaces glissandi y pizzicati. Faltó mayor densidad cromática, un más acertado efecto contrapuntístico, y ese algo que te mantiene pegado al asiento, sin pestañear y pendiente de cada giro y matiz.
Del magistral Cuarteto nº 15 de Schubert el cuarteto ofreció una interpretación académica y perfecta en lo técnico, pero faltó una mayor profundidad expresiva, esa sensación de incomodidad que provoca y la intensidad que lo acerca al sinfonismo. El violonchelista Pierre Morlet acometió su parte de forma brillante, pero echamos en falta un mayor contraste entre las sombras y las luces de esta atormentada pieza que puso banda sonora a Delitos y faltas de Woody Allen. Para disfrutar al Diotima en su repertorio más habitual, Berg, Reich o Posadas, se pudieron comprar sus discos in situ. Andalucía Clásica cierra temporada el 30 de mayo con un pequeño festival Schubert en cinco horas. Un reto para organizadores y público al que esperemos no se dé la espalda.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
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