XXV Noches en los Jardines del Real Alcázar. Claudio Constantini, bandoneón.
Programa: Fantasía cromática y fuga en re menor BWV 903, Chacona en re
menor BWV 1004 y Toccata y fuga en re menor BWV 565, de Bach; Concierto en re
menor BWV 974, de Marcello, arr. Bach; Verano Porteño y Milonga del Ángel, de
Piazzolla. Viernes 9 de agosto de 2024
No es la primera vez
que el músico peruano afincado en nuestro país, Claudio Constantini, se sube al escenario del Alcázar. Ya lo hizo
hace exactamente tres años junto al pianista Federico Lechner y la voz de
Florencia Bégue, con un programa íntegramente dedicado al popular compositor
argentino Astor Piazzolla. En un momento tan delicado como en el que se
encuentra el bandoneón, un instrumento de viento de lengüetas libres a fuelle,
que tantos tienden a confundir con el acordeón pero cuya riquísima tímbrica le
da un carácter harto particular, Constantini se ha empeñado en reivindicarlo, refrescarlo y darle la dignidad y la
categoría que merece. No es nada disparatado
que para la ocasión eligiese un programa
diseñado fundamentalmente en torno a Bach, protagonista absoluto de su
noveno disco recién salido al mercado, dado el origen alemán de un instrumento sin
embargo tan asociado a la cultura tanguera del Río de la Plata.
Generado y desarrollado para interpretar
música en misas a mediados del siglo XIX, su sonido nos transporta al que
exhibe un órgano, lo que le hace ideal
para interpretar música de Johann Sebastian Bach fuera de los muros
eclesiásticos, respetando su mística y ampulosa sonoridad. Quizás por eso
Constantini eligió tres grandes piezas
en forma de coral, la Fantasía
cromática y fuga, la Chacona de la Partita
nº 2 para violín, y la famosa Tocata
y fuga en re menor, tonalidad imperante en toda la velada, con la que
terminó oficialmente el concierto. Todas estas piezas, más el Concierto de Marcello a partir de la
transcripción de Bach, arregladas por el propio intérprete, que en ese mismo
2021 estrenó su Concierto para bandoneón
y orquesta junto a la Orquesta Joven de Andalucía en el Teatro Central,
donde demostró también lo buen pianista que es enfrentándose a la Rapsodia en Blue de Gershwin.
Un instrumento
extremadamente complejo
La versatilidad, compromiso y responsabilidad de Constantini quedaron
bien marcados en esta comparecencia ante el público del Alcázar, siempre tan
presto a aplaudir que no respetó la continuidad ni de la Fantasía cromática y fuga ni del Concierto de Marcello. Atacó
las grandes piezas bachianas con decisión, abriendo generosamente un
instrumento cuyas numerosas lengüetas se multiplican por dos para reproducir infinidad de tonos, y
dotando así a cada pieza de la monumentalidad que merecen. De esta forma,
Constantini se adhirió a la perfección
al tono místico de Bach, haciendo alarde de un dominio técnico extremo y
una minuciosa capacidad para dotar cada nota de la fuerza espiritual que la música del genio alemán atesora. Particularmente difícil
resultó la célebre Chacona, donde el
intérprete fue capaz de alternar grandes
gestos con otros más reprimidos e intimistas. También el Concierto de Marcello disfrutó de esa
dualidad expresiva, con un adagio tan
deleitado como decididos y moderadamente agitados resultaron el andante y el presto que lo enmarcan.
Su lectura de Piazzolla sorprendió menos, pero gustó
tanto o más, dado el toque melancólico
que Constantini es capaz de alcanzar con la melodiosa y armoniosa música del
compositor argentino. Extraído de Las
cuatro estaciones porteñas, el Verano
disfrutó en sus manos de un candor y una
belleza inusitada, presente también en la Milonga del Ángel y la fugaz propina con la que el concierto
excedió generosamente de su duración estándar. Una dilatación
provocada en parte por la profusa elocuencia del intérprete, tan locuaz y ameno en sus explicaciones
como entregado e hipnótico resultó en su forma de dialogar con el particular
instrumento. Lástima que el bellísimo Oblivion
tuviera que ser apeado del programa para no alargarse aún más esta experiencia tan tonificante para el público como
extenuante para el excelente bandoneonista.
Fotos: Actidea
Artículo publicado en
El Correo de Andalucía