XXV Noches en los Jardines del Real Alcázar. Claudio Constantini, bandoneón. Programa: Fantasía cromática y fuga en re menor BWV 903, Chacona en re menor BWV 1004 y Toccata y fuga en re menor BWV 565, de Bach; Concierto en re menor BWV 974, de Marcello, arr. Bach; Verano Porteño y Milonga del Ángel, de Piazzolla. Viernes 9 de agosto de 2024
Generado y desarrollado para interpretar música en misas a mediados del siglo XIX, su sonido nos transporta al que exhibe un órgano, lo que le hace ideal para interpretar música de Johann Sebastian Bach fuera de los muros eclesiásticos, respetando su mística y ampulosa sonoridad. Quizás por eso Constantini eligió tres grandes piezas en forma de coral, la Fantasía cromática y fuga, la Chacona de la Partita nº 2 para violín, y la famosa Tocata y fuga en re menor, tonalidad imperante en toda la velada, con la que terminó oficialmente el concierto. Todas estas piezas, más el Concierto de Marcello a partir de la transcripción de Bach, arregladas por el propio intérprete, que en ese mismo 2021 estrenó su Concierto para bandoneón y orquesta junto a la Orquesta Joven de Andalucía en el Teatro Central, donde demostró también lo buen pianista que es enfrentándose a la Rapsodia en Blue de Gershwin.
Un instrumento extremadamente complejo
La versatilidad, compromiso y responsabilidad de Constantini quedaron bien marcados en esta comparecencia ante el público del Alcázar, siempre tan presto a aplaudir que no respetó la continuidad ni de la Fantasía cromática y fuga ni del Concierto de Marcello. Atacó las grandes piezas bachianas con decisión, abriendo generosamente un instrumento cuyas numerosas lengüetas se multiplican por dos para reproducir infinidad de tonos, y dotando así a cada pieza de la monumentalidad que merecen. De esta forma, Constantini se adhirió a la perfección al tono místico de Bach, haciendo alarde de un dominio técnico extremo y una minuciosa capacidad para dotar cada nota de la fuerza espiritual que la música del genio alemán atesora. Particularmente difícil resultó la célebre Chacona, donde el intérprete fue capaz de alternar grandes gestos con otros más reprimidos e intimistas. También el Concierto de Marcello disfrutó de esa dualidad expresiva, con un adagio tan deleitado como decididos y moderadamente agitados resultaron el andante y el presto que lo enmarcan.
Su lectura de Piazzolla sorprendió menos, pero gustó tanto o más, dado el toque melancólico que Constantini es capaz de alcanzar con la melodiosa y armoniosa música del compositor argentino. Extraído de Las cuatro estaciones porteñas, el Verano disfrutó en sus manos de un candor y una belleza inusitada, presente también en la Milonga del Ángel y la fugaz propina con la que el concierto excedió generosamente de su duración estándar. Una dilatación provocada en parte por la profusa elocuencia del intérprete, tan locuaz y ameno en sus explicaciones como entregado e hipnótico resultó en su forma de dialogar con el particular instrumento. Lástima que el bellísimo Oblivion tuviera que ser apeado del programa para no alargarse aún más esta experiencia tan tonificante para el público como extenuante para el excelente bandoneonista.
Fotos: ActideaArtículo publicado en El Correo de Andalucía
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