viernes, 31 de mayo de 2019

LA CORRESPONSAL Un sobrio e intenso borrador de la Historia

Título original: A Private War
Reino Unido-USA 2018 110 min.
Dirección Matthew Heineman Guión Arash Amel, según el artículo “Marie Colvin’s Private War” de Marie Brenner para Vanity Fair Fotografía Robert Richardson Música H. Scott Salinas Intérpretes Rosamund Pike, Jamie Dornan, Tom Hollander, Stanley Tucci, Greg Wise, Corey Johnson, Nikki Amuka-Bird, Fady Elsayed, Faye Marsay, Raad Rawi Estreno en el festival de Toronto 7 septiembre 2018; en Estados Unidos 2 noviembre 2018; en España 31 mayo 2019

Norteamericana de nacimiento, británica de adopción, Marie Colvin fue una destacada reportera de guerra, varias veces galardonada con premios muy prestigiosos y ampliamente reconocida por su valentía y arrojo. La británica Rosamund Pike (Perdida) abandona su perfil frío y elegante para entregarse a la que es sin duda la interpretación más comprometida y sobresaliente de su carrera, quedándose injustamente a las puertas de una nominación al Oscar, probable tras la que obtuvo al Globo de Oro.
 
A las órdenes de un realizador curtido en el documental, y con la fuerza de la estilizada fotografía de Robert Richardson, habitual colaborador de prestigiosos y comprometidos cineastas como Oliver Stone, Pike aporta emoción y sentimiento a un personaje con un especial fuego interno, esa guerra privada a la que alude con más acierto y precisión su título original, con las dependencias como auténtico talón de Aquiles. Colvin se muestra alcoholizada en sus devaneos londinenses con las clases altas e intelectuales, mientras su verdadera droga constituye la necesidad de peligro y riesgo en aras a una información veraz y sincera, que revele al mundo las miserias de la guerra, las mentiras de los políticos y el sufrimiento inimaginable de la sociedad civil.
 
Una vez más el cine se erige en vehículo ideal para acercarnos emocionalmente a estas tragedias, más de lo que pueda lograrlo la televisión o el lenguaje documental. Comienza con su lesión ocular en Sri Lanka, continúa con el hallazgo de fosas comunes en Faluya (nos preguntamos por qué habiendo estado casada con un periodista de El País no se acercó también a las miserias de nuestra democracia, incapaz de paliar el dolor de miles de víctimas del franquismo) continúa con su denuncia al régimen de Saddam Hussein y termina en Homs, con las masacres de civiles perpetradas al hilo de la Primavera Árabe. Una guerra privada o interior que Colvin vive como compromiso y antesala a la historia; como ella misma asegura, con la responsabilidad de quien está escribiendo el borrador de la Historia. La fuerza de la película y de su protagonista se hace palpable de principio a fin, convirtiendo esta producción de Charlize Theron en un film necesario, por momentos irrespirable, serio, sobrio y libre de todo maniqueísmo posible.

miércoles, 29 de mayo de 2019

UTE LEMPER SALDA UNA DEUDA PENDIENTE

Ute Lemper, voz. Vana Gierig, piano. Cyril Garac, violín. Romain Lecuyer, bajo. Matthias Daneck, batería. Programa: Rendezvous with Marlene. Teatro Lope de Vega, martes 28 de mayo de 2019

En una secuencia de La vie en rose Edith Piaf, interpretada por Marion Cotillard, deja caer la silla en la que está sentada en un restaurante de Nueva York cuando Marlene Dietrich se acerca a ella para conocerla. Una diosa presentándose y el impulso nervioso obró el incidente. Es una emocionante escena que explica la merecida fascinación que ejercía la protagonista de Marruecos y Arizona en toda persona que la conocía, en la pantalla que la mimaba y en los registros sonoros que también la inmortalizaron.
 
Hace treinta años una joven Ute Lemper triunfaba en París con su particular recreación de Sally Bowles en Cabaret. La prensa se deshizo en elogios con ella, definiéndola como la sucesora de Marlene Dietrich. Avergonzada por la comparación Lemper escribió a la estrella de Holywood, que por entonces residía en París, disculpándose por la osadía, a lo que ella respondió con gratitud por teléfono. La recreación fantaseada de esa conversación sirve ahora para un espectáculo que la reina del cabaret alemán pasea por los escenarios de todo el mundo desde noviembre del año pasado. Sevilla ha tenido el privilegio de acogerlo junto a otras dos plazas españolas, La Coruña y San Sebastián, donde actúa mañana y el sábado primero de junio. La última vez que pudimos disfrutar de Ute Lemper en Sevilla fue hace nueve años en el Patio de la Diputación, y solo tres meses antes en un espectáculo de Mario Gas en este mismo escenario, el Lope de Vega.
 
Un ejercicio de nostalgia y admiración
 

La propuesta de Ute Lemper y un magnífico conjunto instrumental liderado por un habitual de su carrera, el excelente pianista de jazz Vana Gierig de cierto parecido con Simon Rattle, y con el violinista Cyril Garac aportando el grado de melancolía y melodiosidad que demanda la idea, consiste en una combinación dramática de música y palabra en inglés que debiera haber disfrutado de su traducción en subtítulos, dado el carácter no improvisado del texto. La sensualidad en forma de Siesta del fauno debussiana introdujo un clásico de la diva, Where Have All the Flowers Gone, seguida de unos parlamentos sobre la guerra y la juventud con intercalaciones de Just a Gigolo, a su vez título de su última película, junto a David Bowie, y un standard popularizado por Sinatra, One for My Baby, en representación de esos clásicos americanos que abundaron a lo largo de su carrera.
 
A partir de ahí un repaso por la vida, los amores (Piaf la cautivó y Jean Gabin la enamoró; al segundo dedicó Dejeuner du matin de Joseph Kosma y Ne me quitte pas de Brel, un clásico en el repertorio de Lemper), su condición de apátrida asqueada de los nazis, su incontinencia sexual, su compromiso con las tropas norteamericanas enviadas a la guerra y su fracaso como madre, para culminar en su otoñal y tierna relación con el irrepetible Burt Bacharach, que sirvió para terminar la función con la maravillosa What the World Needs Now Is Love.
 
En el camino no faltaron las legendarias canciones de Frederick Hollander, Falling in Love Again y Lola de la película de von Stromberg que la catapultó a la fama, El ángel azul. También desgranó unas personalísimas versiones de Blowin’ in the Wind de Dylan y por supuesto el himno Lili Marleen con el que tanto se relaciona a la estrella de Berlín Occidente, Testigo de cargo, ambas de Billy Wildery Vencedores o vencidos.
 

Combinación de respeto y personalidad
 
Lemper pagó así esta deuda de más de treinta años, impostando la voz para imitar la de Dietrich, rota, profunda, lineal y directa, y combinándolo con su propio estilo, en el que aún se aprecian ecos de su pasado punk, sus coqueteos con la vanguardia, así como el gusto por las grandes voces del jazz, modulando a discreción y con un sentido de la teatralidad excepcional. Se alzó ante nosotros como una gran dama de la canción, llenando con solo su presencia, elegantemente vestida, el escenario del Lope de Vega, aún más hermoso y exquisito que en otras ocasiones gracias al milagro y la magia de un impagable reducto del espectáculo brillante, equilibrado y sensacional que solo grandes artistas como ella son capaces de ofrecer.
 
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

martes, 28 de mayo de 2019

LOS METALES PRECIOSOS DE LA BIG BAND DEL MANUEL CASTILLO

Concierto extraordinario de Juventudes Musicales de Sevilla. Big Band del Conservatorio Superior de Música Manuel Castillo de Sevilla. Leandro Perpiñán, director. Programa: Temas de Bob Mintzer, Count Basie, Duke Ellington, Dizzy Gillespie y Leandro Perpiñán. Teatro de la Fundación Cajasol, lunes 27 de mayo de 2019


A propósito del estreno hace unas semanas de Mula, la última película dirigida y protagonizada por Clint Eastwood, estoy repasando la filmografía completa de este clásico moderno del cine americano. Gran melómano, compositor de muchas de las bandas sonoras de sus películas y digno pianista, su pasión por el jazz es bien conocido, inmortalizado incluso en un disco imprescindible de finales del siglo pasado, After Hours, en el que comparte escenario del Carnegie Hall de Nueva York con su propio hijo Kyle y un puñado de extraordinarios músicos repasando en clave de jazz algunos de los éxitos incluidos en su filmografía, propios y ajenos. En ese paseo por su cine le ha tocado recientemente el turno a Bird, la película que lo consagró definitivamente como gran cineasta. En esta cinta de 1988 contaba la historia del legendario saxofonista Charlie Parker, amigo íntimo del trompetista Dizzy Gillespie, y sus lamentables coqueteos con las drogas. Y surge justo ahora la oportunidad de acercarnos al estilo de big band tan característico de la música popular americana, principalmente de los años cuarenta, cincuenta y sesenta del pasado siglo, de la mano de un estupendo conjunto surgido de las aulas del Conservatorio Manuel Castillo.
 
Juventudes Musicales, en una excepción a su programación generalmente clásica, y justo antes de embarcarse en su tradicional Festival de Primavera en el Salón de Carteles de la Maestranza, brindó a esta Big Band la oportunidad de exhibir ante un público menos numeroso del que merecían, los logros alcanzados en estos años de preparación y estudio. Al frente de un nutrido grupo de jóvenes talentos estuvo Leandro Perpiñán, profesor valenciano con una amplia experiencia en el jazz, en vivo y en disco. El maestro exhibió entusiasmo y un profundo orgullo ante sus alumnos, sobre los que bromeó continuamente acerca de la nota que merecían ahora que se acerca el fin de curso. Como aficionados y cultivadores del género desde nuestra tierna infancia, le ayudamos sugiriendo un merecido sobresaliente para prácticamente la totalidad de la plantilla, ante los muy satisfactorios resultados alcanzados.
 
El toque Mancini
 

Adriana Calvo
Perpiñán confeccionó un programa centrado en el estilo que hizo célebre a este tipo de formaciones fundamentalmente a finales de los cincuenta y principios de los sesenta, y aunque no seleccionó ningún tema de Henry Mancini, el popularísimo compositor flotó sobre el ambiente a través de la música de legendarios del jazz como Count Basie y Duke Ellington. Temas cortos, casi todos a ritmo de fox trot moderadamente rítmico y adecuadamente elegante, en manos de un conjunto que mantuvo una línea clásica y ordenada, con fraseos claros y juegos armónicos perfectamente recreados para lograr ese perfecto estilo americano tan identificable y gratificante, en la línea de los grandes de la época, desde el propio Mancini a Neal Hefti pasando por Billy May o Nelson Riddle.
 
El conjunto arrancó interpretando con oficio y mucha elegancia un par de composiciones de Bob Mintzer, líder de esos Yellowjackets que han visitado nuestra ciudad en varias ocasiones. Count Basie, uno de los míticos jazzistas de los cuarenta junto a Artie Shaw o Glenn Miller, protagonizó un segundo bloque con títulos como Spankly y Shiny Stockings, mientras Perpiñán ofreció su particular homenaje a Duke Ellington con composiciones propias en las que se podía adivinar la melodía del precioso Isfahan o el BIDCM que hace referencia al Boston Medical Center, original del también mítico pianista Billy Strayhorn.
 

En los solos brillaron el saxo alto de Adriana Calvo, muy meticulosa y aplicada, y el fraseo ágil y enérgico de Ignacio Botonero al tenor. Pero fue Alicia Camiña quien nos sorprendió con un sensacional solo al saxo barítono, elegantemente fraseado y con un dominio perfecto de la armonía en una estupenda recreación del Sophisticated Lady de Ellington. Fenomenal también la base rítmica del conjunto, guitarra, piano, batería y bajo, así como el resto de sus metales, sin duda preciosos a oídos incluso de los más exigentes. El concierto se cerró a ritmo de bebop en perfecto estilo, con un trepidante tema de Gillespie. Lástima que apenas durara una hora con los simpáticos comentarios de Perpiñán incluidos, y que no tuvieran más repertorio preparado, ni siquiera para la reclamada propina, aunque prometen más para una próxima cita el 4 de junio en las Noches del Carmen del propio Conservatorio.
 
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

lunes, 27 de mayo de 2019

LUIS LUGO, CON LICENCIA PARA REINTERPRETAR

Luis Lugo, piano. Programa: Nocturnos Op. 48, de Chopin; Gracias a la vida – Variaciones Rachmaninov, de Lugo; Horizon, de Vangelis (arr. Lugo); Temas con variaciones sobre Lecuona, Fantasía “Ante El Escorial de Lecuona” y Rapsodia sobre un tema de la Malagueña de Lecuona, de Lugo. La Casa de los Pianistas, domingo 26 de mayo de 2019

Los dos Nocturnos opus 48 que Chopin compuso en 1841 fueron la única propuesta de estricto repertorio clásico que ofreció el veterano pianista cubano Luis Lugo, marcando el estilo y el espíritu que habría de informar el resto del recital que dio en La Casa de los Pianistas ayer domingo de elecciones. Su perfil de pianista virtuoso y voluntarioso que combina en sus interpretaciones el marchamo clásico con el son cubano y la música popular latinoamericana, no casaba muy bien con el programa inicialmente anunciado desde la página web de la institución. Un programa exquisito que incluía piezas imperecederas como las bellísimas Variaciones Corelli de Rachmaninov, la misteriosa Sonata Op. 62 de Scriabin, la Sonata Op. 26 de Barber y el magistral Gaspard la nuit de Ravel, y que Lugo reemplazó en su totalidad para adaptarse mejor a su fórmula y lucir mejor su faceta de arreglista y compositor.
 
Una decisión que podríamos considerar falta de respeto al público congregado pero que aceptamos por el carácter absolutamente desinteresado del pianista, que según propia confesión hizo escala en Sevilla en su regreso de una gira asiática, para colaborar con el proyecto de Yolanda Sánchez y conocer lo que denominó último refugio de los pianistas y la música seria.
 
Rutina servida a rajatabla
 
Esos dos nocturnos de Chopin marcaron el estilo que habría de seguir Lugo en el resto de las páginas seleccionadas, con una amplia exposición definida por la quietud y la melancolía no exentas de ensoñación, que deriva hacia un tercio final de furia desatada al más puro estilo del virtuosismo aplicado a la demostración de fuerza y agilidad. No son las maneras que preferimos a la hora de abordar al maestro polaco, al que tan difícil es por cierto cogerle el punto. Ni afectado ni abrupto, y sin embargo Lugo se mostró lo uno y lo otro en cada extremo del Op. 48.
 
A partir de ahí todo fueron arreglos y reinterpretaciones suyas, una marca de la casa que le lleva a convertir temas y canciones populares en piezas de concierto clásico con Liszt en el espíritu y el horizonte. Un tercer movimiento del Concierto nº 2 de Rachmaninov con una pizca del segundo e interpolaciones de Gracias al vida de Violeta Parra y un tema argentino en el que se atisbó cierta falta de cohesión y naturalidad, precedió a un arreglo para piano del final de Horizon de Jon and Vangelis, siguiendo siempre la pauta mencionada.
 
Y después todo un amplio bloque dedicado a Ernesto Lecuona, buque insignia de la música cubana, sin sorpresas ni cambios de registro ni estilo, y con mucha exhibición de fuerza y dinamismo por parte del entregado y dicharachero pianista, hasta desembocar en la popular Malagueña camuflada entre arpegios, acordes desenfrenados y un fraseo abrupto no siempre suficientemente nítido. En las propinas, entre una exhibición de tímido jazz afrocubano y una versión solapada de Lágrimas negras, popularizada por Bebo Valdés, Lugo ofreció lo que más y mejor apreciamos, una espontánea reducción y recreación de la Rapsodia en Blue de Gershwin en atenta respuesta a una entusiasta espectadora.
 
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

domingo, 26 de mayo de 2019

ALADDIN Un paso atrás en lugar de una puesta al día

USA 2019 128 min.
Dirección Guy Ritchie Guión Guy Ritchie y John August, según el original de Ron Clements, Ted Elliott, John Musker y Terry Rossio Fotografía Alan Stewart Música Alan Menken Intérpretes Mena Massoud, Naomi Scott, Will Smith, Marwan Kenzari, Billy Magnussen, Nasim Pedrad, Numan Acar, Navid Negahban, Amir Boutros, Jordan A. Nash Estreno en Estados Unidos y España 24 mayo 2019

Ya lo hemos comentado en estas páginas miles de veces, la falta de imaginación imperante en el cada vez más decepcionante cine americano, especialmente el que basa todas sus cartas en el gran espectáculo, y muy particularmente el que surge de la Disney, que en su ambición sin límites ejerce su liderazgo falto de ideas y peligrosamente doctrinario también en las sagas Star Wars y Marvel. Cabe decir lo mismo de este engendro perpetrado por Guy Ritchie, que en algún momento fue interesante y prometedor (Snatch: Cerdos y diamentes, Lock & Stock) y cada vez resulta más macarra y perdido (Barridos por la marea, Sherlock Holmes, Rey Arturo: La leyenda de Excalibur), con la salvedad de la digna Operación UNCLE.

La que en su momento fuera una de las propuestas más simpáticas y menos dañinas de Disney, su particular revisión del clásico de Las mil y una noches, Aladino y la lámpara maravillosa, se ha convertido ahora en un hortera musical, lleno de colorido e infografía, que potencia los anacronismos del original y su vocación doctrinaria conservadora para entregarnos un producto en el que la diferencia de clases y el liderazgo ejercido por designación divina, llámese monarca, emperador o sultán, lo convierten en producto muy poco recomendable en su fondo ideológico para la educación de nuestros menores en libertad e igualdad. Como producto estrictamente cinematográfico, Ritchie se empeña en insuflar ritmo y acción a partir de su particular visión del cine, es decir videoclipera como ya practicara con su ex Madonna, evidente sobre todo en sus números musicales, muy especialmente Friend Like Me, tan deudores por otro lado de ese inevitable Bollywood que tan poco nos interesa y del que esta película parece querer ser su versión occidentalizada.

La cinta resulta anodina y anacrónica y sólo eleva su interés cuando aparece en escena Will Smith, y no tanto por él como por su hilarante personaje, el Genio de la función. Por su parte, Alan Menken reafirma sus horas bajas si comparamos la gracia y el ingenio de las composiciones originales de 1992, con la ya mencionada junto a A Whole New World y Prince Ali a la cabeza, frente al escaso relieve de la única nueva canción, Speechless, ahora con la colaboración de Benj Pasek y Justin Paul, los autores de El gran Showman y letristas de La La Land. Divierte y entretiene, pero a costa de succionar nuestras neuronas, que tanta falta nos hacen para orientar nuestro futuro de manera que no influyan tanto en él los poderes fácticos que andan detrás de estos productos mainstream. En fin, máxima rentabilidad, como con La bella y la bestia y El rey león: primero animación tradicional, después teatro musical y ahora ficción parcialmente real.

Crítica de Pepe Serrano en El Correo de Andalucía

LA VIUDA Aceptable thriller sobre la soledad y la dependencia

Título original: Greta
Irlanda-USA 2019 98 min.
Dirección Neil Jordan Guión Neil Jordan y Ray Wright Fotografía Seamus McGarvey Música Javier Navarrete Intérpretes Isabelle Huppert, Chloë Grace Moretz, Maika Monroe, Stephen Rea, Colm Feore, Zawe Ashton Estreno en el Festival de Toronto 6 septiembre 2018; en Estados Unidos 1 marzo 2019; en España 24 mayo 2019

El director de Mona Lisa, Juego de lágrimas y Entrevista con el vampiro parece con este título querer recuperar el éxito que sus últimas películas, La extraña que hay en ti, Ondine y Byzantium, no le han reportado. Para eso recurre al siempre agradecido género del thriller psicológico, con psicópata acosando a la típica joven ingenua que tan buenos resultados suele dar en taquilla. Lástima que toda la primera mitad de la cinta quede desvelada sin compasión por el lamentable tráiler que no habrán podido evitar quienes asistan habitualmente a una sala de cine.

La segunda sin embargo acumula disparates en ocasiones tan irritantes que amenazan con invalidar toda la propuesta de su director por convertir una lacra social tan alarmante como es la soledad no deseada, en un desasosegante juego del gato y el ratón. Curiosamente sin embargo, cada uno de esos disparates, o al menos la mayoría, va quedando justificado de forma más o menos convincente conforme avanza su tibia pero enrevesada trama, incluido una de esas imperdonables trampas de guión que harían claudicar a más de uno y una cinéfila mínimamente exigente.

Entre los alicientes más evidentes de la cinta se encuentra por supuesto la presencia de Isabelle Huppert, que no necesita mucho para encarnar uno de esos personajes siniestros y embaucadores que tan bien se le da desde que Haneke la convirtiera en La pianista, profesión por cierto que comparte con la protagonista de esta cinta. Destaca también la joven roba planos Maika Monroe como amiga comprometida de una Chloé Grace Moretz eficaz y complaciente. Jordan por su parte consigue imprimir a la cinta de ritmo, interés y atmósfera hasta cierto punto malsana, mientras el español Javier Navarrete construye una partitura convencional para este tipo de producciones, atonal y atmosférica que ni entusiasma ni espanta, mientras juega con dos popularísimas piezas de Liszt con importante cometido en el guión, el Sueño de amor y la Rapsodia Húngara.

viernes, 24 de mayo de 2019

UN HOMBRE FIEL Relato sentimental a tres voces

Título original: L’homme fidèle
Francia 2018 75 min.
Dirección Louis Garrel Guión Louis Garrel y Jean-Claude Carrière Fotografía Irina Lubtchansky Intérpretes Louis Garrel, Laetitia Casta, Lily-Rose Melody Depp, Joseph Engel, Diane Courseille, Vladislav Galard, Bakary Sangaré, Kiara Carrière, Dali Benssalah Estreno en el Festival de Toronto 9 septiembre 2018; en Francia 26 diciembre 2018; en España 17 mayo 2019

En su segundo trabajo como director de largometrajes, Louis Garrel, a quien conocimos como actor de la mano de Bertolucci en Soñadores, parece tomar definitivamente las riendas del cine de su reconocido padre, Philippe Garrel, tomándole prestado incluso el prestigioso guionista Jean-Claude Carrière, autor junto a Garrel padre de las últimas películas de éste. Retoma además estilo y tramas que bien pueden recordar a la Nouvelle vague, con todo lo que de falta de originalidad conlleva. A pesar de ello no se puede negar que el joven actor y director va adquiriendo una personalidad propia, anclada en los tríos, como ya pudimos apreciar en Los dos amigos, y las relaciones sentimentales y románticas tratadas con cierta singularidad, incluida esa mezcla de drama y comedia que convierten sus películas en híbrido, y es que empezar con una ruptura y un entierro no parece precisamente lo más cómico.
 
Pero también es cierto que no logra esa profundidad de miras que este tipo de cuestiones requieren para ser relevantes. A pesar del premio en San Sebastián, el guión de Garrel y Carriére se queda muy en la superficie y por momentos llega a resultar tan anodino que cae en el desinterés. Narrada a tres bandas, nuestro protagonista va de una mujer a la otra con la habilidad que le indican ellas, y gracias también a la manipulación de un cuarto personaje, un niño de gesto imperturbable e inteligencia muy particular. Naturalmente el conjunto no resultaría atractivo si no lo fueran físicamente sus protagonistas, pero si además lo fueran también algo más intelectualmente, ganaría en puntos, a pesar de que la hermosa Laetitia Casta se adjudica un improbable puesto de trabajo en las altas esferas de la política francesa.
 
Se agradece la inmodestia de su protagonista y realizador, que no duda en sacar provecho de su evidente encanto físico para convertirlo en objetivo de los apetitos sexuales y sentimentales de sus dos compañeras de reparto, una de ellas la debutante hija de Vanessa Paradis y Johnny Depp; y sobre todo su breve duración, algo que también parece venirle de casta. En la música, a falta de Jarre, Delerue, Lai o Legrand, se agradece disfrutar del todavía activo Philippe Sarde, que aunque no aparece acreditado ilustra con su maestría y sensibilidad los devaneos románticos de este Antoine Doinel del siglo XXI que poco difiere de su referente de hace cincuenta años. Hay algún tema musical que incluso plagia al que compuso para Piratas de Polanski.

miércoles, 22 de mayo de 2019

LA ÚLTIMA LOCURA DE CLAIRE DARLING Despedida ligera de equipaje

Título original: La dernière folie de Claire Darling
Francia 2019 94 min.
Dirección Julie Bertuccelli Guión Julie Bertuccelli, Sophie Fillières, Marion Doussot y Mariette Désert, según la novela “Faith Bass Darling’s Last Garage Sale” de Lynda Rutledge Fotografía Irina Lubtchansky Música Olivier Daviaud Intérpretes Catherine Deneuve, Chiara Mastroianni, Samir Guesmi, Laure Calamy, Alice Taglioni, Johan Leysen, Olivier Rabourdin, Colomba Giovanni, Simon Thomas, Angèle Meunier-Bertuccelli Estreno en Francia 6 febrero 2019; en España 17 mayo 2019

La casualidad quiso que durante un día coincidieran en las pantallas de un mismo cine en Sevilla la película que dio a conocer internacionalmente a Catherine Deneuve, Los paraguas de Cherburgo, y ésta, la última estrenada entre nosotros, de manera que quien lo deseara podía rendirle un merecido tributo a la gran actriz francesa. Aquí coincide con su hija Chiara Mastroianni, dando vida también a su hija en la ficción, como ya hiciera hace unos años en Les bien-aimés después de coincidir también en el reparto de Un cuento de Navidad.
 
En manos de Julie Bertuccelli interpreta a una anciana en situación de desarraigo, tema fundamental y favorito en la corta filmografía de la realizadora francesa, que en Desde que Otar se marchó y en El árbol contaba también historias de sufrimiento en las que la memoria y la familia jugaba un papel decisivo. Claire Darling, el personaje creado por la escritora estadounidense Lynda Rutledge al que da vida Deneuve, fue una hermosa y elegante madre de familia muy acomodada que en la supuesta víspera de su muerte decide liberarse de equipaje vendiendo todos sus queridos enseres y de paso así exorcizar sus recuerdos. La demencia senil le sirve para vivir en un estado catárquico y enfrentarse al reencuentro con la hija a la que castigó con su extrema dureza, curando heridas y buscando la redención en un pasado lastrado por la tragedia.
 
Bertuccelli, ayudada por una fumadora empedernida Deneuve, pone en pie todo este prometedor material con atención al detalle y cariño por sus personajes, aunque el hecho de que el guión lo firmen hasta cuatro autoras nos parece exagerado e inadecuado ante el carácter tan íntimo que propone la empresa. Así las cosas la cinta se embarra intermitentemente, provocando cierto desinterés y generando alguna desidia frente a la supuestamente amarga situación existencial de sus protagonistas. Un final catárquico y metafórico no ayuda a remontar el conjunto, por mucho que disfrutemos viendo a una anciana Catherine Deneuve, no por ello tierna abuelita pues mantiene su rictus frío y antipático, conduciendo los autos de choque poco antes del referido desenlace.

martes, 21 de mayo de 2019

SOMBRA Coreografías sádicas y sangrientas

Título original: Ying
China-Hong Kong 2019 116 min.
Dirección Zhang Yimou Guión Zhang Yimou y Wei Li Fotografía Xiaoding Zhao Música Lao Zai Intérpretes Deng Chao, Sun Li, Ryan Zheng, Guan Xiaotong, Wang Qianyuan, Wang Jingchun, Hu Jun, Lei Wu Estreno en el Festival de Venecia 6 septiembre 2018; en China 30 septiembre 2018; en España 17 mayo 2019

Zhang Yimou añade a su brillante filmografía otro título memorable, que además sirve como memorándum de todo lo anterior, por cuanto combina su cine más intimista (Regreso a casa, Amor bajo el espino blanco) con su particular forma de abordar la historia y el feminismo en su país (La linterna roja, Semilla de crisantemo, ¡Vivir!) y sus espectaculares epopeyas fantásticas (La maldición de la flor dorada, La casa de las dagas voladoras, Hero), dejando a un lado su periplo internacional con títulos como Las flores de la guerra o la decididamente fallida La gran muralla.

En Sombra un guerrero lucha por su honor y el de su pueblo contra un rey perezoso y cruel para reconquistar la ciudad que les fue arrebatada en una desigual guerra librada con torpeza y desinterés. Deng Chao interpreta con convicción y sobriedad al comandante herido y ultrajado y a su sombra, un alter ego del que se vale para lograr sus propósitos; mientras Yimou conjuga la tragedia shakesperiana de traición y ambición con unas espectaculares escenas de acción perfectamente coreografiadas, dentro de un espectáculo menos colorista de lo habitual en este tipo de producciones, y en el que el carácter intimista se vislumbra también en una banda sonora étnica y muy contenida.

Adscrita el género fantástico, redunda en ese todo vale que en la mayoría de los casos invalida cualquier propuesta por imaginativa que resulte, a pesar de lo cual ofrece impactantes y muy estimulantes momentos de enorme belleza, aunque también, y hay que advertirlo, una violencia extrema en la que el sadismo y la sangre en generosas proporciones se adueñan de un conjunto que se antoja finalmente como una depuración técnica y estética del universo de Kurosawa respecto a la ambición política en la China feudal.

CASI IMPOSIBLE Tímido y agradable intento de comedia clásica

Título original: Long Shot
USA 2019 120 min.
Dirección Jonathan Levine Guión Dan Sterling y Liz Hannah Fotografía Yves Bélanger Música Marco Beltrami y Miles Hankins Intérpretes Seth Rogen, Charlize Theron, O’Shea Jackson jr., Andy Serkis, June Diane Raphael, Bob Odenkirk, Alexander Skarsgard, Ravi Patel, Lisa Kudrow Estreno en Estados Unidos 3 mayo 2019; en España 17 mayo 2019

En su nueva película como protagonista y productor, Seth Rogen (The Disaster Artist, La fiesta de las salchichas, The Interview, Juerga hasta el fin) parece jugar a dos bandos, la comedia romántica clásica americana y la comedia golfa o gamberra a la que nos tienen acostumbrados en las últimas décadas, sobre todo a raíz de la desgraciada irrupción de los Farrelly en escena.
 
Más cerca afortunadamente de lo primero que de lo segundo, para no ensuciar el buen nombre y prestigio de la siempre radiante Charlize Theron, el realizador Jonathan Levine, que empezó con buen pie en la comedia indie con títulos como 50/50 e Historia de un zombie adolescente, y ya estuvo a las órdenes de Rogen en Los tres reyes malos, gestiona con buen oficio este material cuyo título original, Trago largo, aquí hemos traducido aprovechando una de sus frases publicitarias, Unlikely but not impossible. Y lo hace intentando que surja entre Rogen y Theron la química necesaria, algo que no consigue aunque la combinación resulta simpática y amable, como el resto del conjunto.
 
Las altas esferas de la política americana, con sus ridículos artífices y una candidata que reivindica el feminismo llevado con femeneidad, así como el ecologismo más básico en salvaguarda del planeta ante el cambio climático y la devastación humana, son el escenario en el que los guionistas encajan sus frases más o menos ingeniosas y sus chistes y situaciones cómicas con eficacia y talento. La ingenuidad y el buenismo de low cost se apropian finalmente de un espectáculo que se ve con agrado y cuyas dos horas pasan con agilidad.

lunes, 20 de mayo de 2019

VENGADORES: ENDGAME El "todo vale" de la magia ficción

Título original: Avengers: Endgame
USA 2019 181 min.
Dirección Anthony Russo y Joe Russo Guión Christopher Markus y Stephen McFeely, según el cómic de John Starlin basado en los personajes de Stan Lee y Jack Kirby Fotografía Trent Opaloch Música Alan Silvestri Intérpretes Robert Downey jr., Chris Evans, Mark Ruffalo, Chris Hemsworth, Scarlett Johansson, Jeremy Renner, Don Cheadle, Paul Rudd, Brie Larson, Josh Brolin, Benedict Cumberbacht, Chadwick Boseman, Karen Gillian, Tom Holland, Zoe Saldana, Evangeline Lilly, Tessa Thompson, René Russo, Elizabeth Olsen, Anthony Mackie, Tilda Swinton, Jon Favreau, Hayley Atwell, Natalie Portman, Marisa Tomei, Angela Bassett, Michelle Pfeiffer, Michael Douglas, William Hurt, Linda Cardellini, James D’Arcy, Vin Diesel, Bradley Cooper, Gwyneth Paltrow, Robert Redford, Chris Pratt, Samuel L. Jackson, Tom Hiddleston Estreno en España 25 abril 2019; en Estados Unidos 26 abril 2019

Todo es desmesurado en el cierre-visagra de la saga fantástica más ambiciosa de todos los tiempos. Esta resolución a muchas de las tramas que han sufrido los distintos superhéroes Marvel en sus respectivas películas, parece más bien un punto y aparte tras el que sin duda reaparecerán nuevas historias y más aventuras de esta otra rentabilísima franquicia de la todopoderosa Disney, sin duda la productora más ilimitadamente ambiciosa de la historia de Hollywood.

Todas las grandes estrellas del cine que en algún momento tuvieron un papel en las veintiuna películas anteriores, aparecen en esta entrega definitiva, aunque muchas de ellas sólo aparezcan brevemente. El resultado es descomunal en todos los sentidos, incluso en la generosa acogida que ha tenido por parte de crítica y público, lo que hace inexplicable que solo se hayan encargado de su guión dos escritores, cuando en muchas ocasiones la nómina de guionistas se dispara a pesar de las tramas ñoñas que se proponen. Mérito tienen Markus y McFeely para combinar tanto personaje, dar salida a tanta historia y poner en sus labios tanta frase, pues en sus tres horas de duración hay espacio para todo, drama estilo shakesperiano, acción a raudales, coreografías imposibles, etc. Y mérito tienen sus directores, que han firmado ya otras entregas de la saga, entre ellas las muy celebradas Vengadores: Infinity War y Capitán América: El soldado de invierno, además de asimilar más universo Marvel en la televisión con la serie Agente Carter que protagoniza Hayley Atwell, el amor perdido de Chris Evans en Capitán América. Dos realizadores que se curtieron en la comedia ingeniosa con Bienvenidos a Collinwood y la más zafia con Tú, yo y ahora… Dupree, y que tras varios años haciendo televisión han acabado tomando las riendas fundamentales de esta exitosa saga.

Sin embargo, y a pesar de todas estas excelencias, hay que ser muy fan de estos cómics y superhéroes para dejarse fascinar por la propuesta, recordar la fase en la que se encuentra cada personaje y seguir con interés sus peripecias y devenires. Aquí todo lo resuelve el todo vale, la convención absoluta, creer en cualquier cosa, hasta el punto de que más que ante ciencia ficción pareciera que nos encontramos ante magia ficción, con cabida para todo tipo de soluciones y explicaciones con tal de dar salida a cada reto que se le viene encima a estos sufridos y sufridas señoras de la guerra. Quienes no comulgamos con este universo nos conformamos con descubrir a cada uno y una de las mil estrellas que aparecen en pantalla, dejarnos seducir por su dirección artística, sus efectos visuales y su suntuosa banda sonora, que firma Alan Silvestri, más de treinta años después de aquel Regreso al futuro que le hizo célebre y que es objeto de muchas referencias en esta disparatada trama épico-bélica que despega de nuevo ya, con la nueva entrega de Spider-Man.

viernes, 17 de mayo de 2019

EL ESPÍRITU COMBATIVO DE ANDREAS KÖNIG

Andreas König, piano. Programa: Estudios Op. 25 nº 1 y 2 y Op. 10 nº 3, de Chopin; Miroirs, de Ravel; Reminiscencias de Don Juan, de Liszt a partir de Mozart.
La Casa de los Pianistas, jueves 16 de mayo de 2019

No nos cansamos de cantar las excelencias de un proyecto tan ilusionante como el que promueve Yolanda Sánchez en la calle Cano y Cueto, en pleno corazón histórico de Sevilla. Por eso nos extraña que tras nueve meses de su apertura La Casa de los Pianistas aún no haya encontrado su público, entre tantos melómanos que han permitido que espacios como el Maestranza, el Turina, Ingenieros o la Cartuja disfruten habitualmente de entradas considerables. Desde aquí hacemos un nuevo llamamiento para evitar que este necesario empeño languidezca y tengamos que lamentarlo cuando ya sea tarde.
 
Entre otras cosas, como su carácter docente y divulgativo o constituir un punto de encuentro entre músicos e intérpretes consagrados y primerizos, la labor de este proyecto sirve para descubrir talentos que de otra manera permanecerían ocultos a nuestros sentidos. Intérpretes que merecen la popularidad y el reconocimiento que otros disfrutan, pero que por razones coyunturales o de mera fortuna permanecen cerca del anonimato. Es el caso de Andreas Kónig, pianista alemán afincado en Madrid, que acudió a la sala Martha Argerich por segunda ocasión y volverá a actuar allí esta noche. König tuvo que compartir su talento con apenas una frustrante docena de oyentes, lo que sin menospreciar su carácter íntimo y directo, no deja de ser un desacierto para el intérprete y la ciudad. Su probada elocuencia, trabajada a lo largo de una carrera en la que simultanea conciertos y conferencias, sirvió para contextualizar e introducir las sensacionales piezas que integraron el programa que hoy repite en la misma sala y que aconsejamos apunten en sus agendas.
 
Un pianismo contundente y decidido
 
No es un pianista delicado ni ligero, todo lo contrario. Su espíritu combativo se refleja en un pianismo contundente, decidido y fuerte, que no escatima en virtuosismo, control exhaustivo de la técnica y un nivel de sensibilidad que sin resultar amanerado ni estridente, consigue conectar con el público y transmitir las intenciones y sentimientos de los autores convocados. Sin partituras, König abordó un programa exigente en el que de nuevo triunfó el maridaje entre romanticismo e impresionismo, con páginas de Chopin y Liszt que combinó con Ravel con sensibilidad pero sin sensiblerías ni cursiladas. Logró aunar a la perfección melodía y dominio técnico en los Preludios de Chopin, atacando con vigor y decisión los muy vertiginosos, juveniles y arpegiados 1 y 2 del opus 10, de los que solo podemos reprochar alguna estridencia en sus numerosos trinos, y con calidez, madurez y amplio sentido del lirismo el archipopular número 3 del opus 25.
 
Liszt se reveló como complemento ideal de estos preludios que el compositor polaco dedicó a él y a su pareja. Una de sus fantasías operísticas, la que compuso a partir de Don Giovanni de Mozart, sirvió en el tramo final del concierto para exhibir fuerza arrebatadora en una pieza que se considera muy exigente técnicamente, tanto como sus Estudios trascendentales. Este particular viaje por las aventuras y desventuras del conquistador sevillano se saldó con una enorme capacidad para captar nuestra atención, guiándonos con una perfecta narrativa por los infernales duelos y tormentos del protagonista, los gráciles devaneos seductores de La ci darem la mano y los aires festivos de Fin ch’han dal vino. Antes, con Ravel y sus Espejos, König logró una estupenda evocación de los inspiradores paisajes propuestos por el compositor francés. Dedicadas a algunos de los miembros del grupo vanguardista Los Apaches, entre ellos al pianista catalán Ricardo Viñes, que lo estrenó a principios del siglo XX, Miroirs es un prodigio de color y textura que Kónig defendió también con decisión, sin dejarse arrastrar por tendencias preciosistas y permitiendo concebir en el oyente todo el caudal de imágenes y sensaciones que proponen las cinco piezas que integran esta suite. Tras unas muy cromáticas Noctuelles, se atrevió con una lectura intrigante y oscura de Oiseaux tristes y un muy balanceado y melancólico viaje en Une barque sur l’ocèan. Después se mostró racial y contundente en una morosa Alborada del gracioso que permitió apreciar todos sus matices y detalles, para terminar recio y elegante con La vallée des cloches. Como propina brindó una hermosa y equilibrada recreación de Granada de la Suite Española de Albéniz. Recuerden, esta noche de nuevo con idéntico programa.
 
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

martes, 14 de mayo de 2019

TRÍO NICHT LAUFEN: SIN PRISAS EN UN ESPACIO PRIVILEGIADO

Trío Nicht Laufen: Iván Camacho, clarinete. Laura Marín Fernández, violonchelo. Rubén Acosta Millán, piano. Programa: Trío en La menor Op. 114, de Brahms; Trío en Sib Mayor Op. 11, de Beethoven; 2º movimiento del Gran Dúo Concertante para clarinete y piano Op. 48, de Weber; Requiebros, de Cassadó; Escena romántica nº 5, de Granados. La Casa de los Pianistas, lunes 13 de mayo de 2019

Cada vez son más los espacios que ofrecen a los jóvenes intérpretes la posibilidad de dar a conocer su talento y profesionalidad, añadiendo a su formación académica la imprescindible puesta en práctica de su pericia y conocimientos. La Casa de los Pianistas, dentro de una programación que la mantiene viva prácticamente los siete días de la semana y que no mucha gente se ha parado a descubrir, brinda esta oportunidad en sus ciclos dedicados a jóvenes talentos y a alumnos de los conservatorios andaluces.
 
Aún nos parece mentira que estando enclavada en un lugar tan emblemático como la Puerta de la Carne, a la entrada del Barrio de Santa Cruz, no sean más los turistas, entre otros, que aprovechen la oportunidad de relajarse un rato tras tanto ajetreo viajero escuchando las buenas propuestas de Yolanda Sánchez, su directora y artífice. Es un aliciente con el que no cuentan muchas de las grandes ciudades turísticas del mundo, y que aquí debería ir ya transformándose en un referente y no dejarlo languidecer como ocurre con tantas otras iniciativas de igual calado.
 
Integrado por dos alumnos y una alumna que se encuentran en la veintena finalizando sus estudios en el Conservatorio Manuel Castillo, el Trío Nicht Laufen, que podríamos traducir algo así como Sin prisas, presentó un programa muy exigente y complicado, con páginas excelsas de la composición camerística con el clarinete como eje central, tal como comentábamos hace dos meses a propósito del Duo Kahlo, y altas posibilidades de lucimiento para los tres instrumentos convocados, que cada uno y una procuró aprovechar en la medida de sus posibilidades. Lástima que no estuvieran a la altura en el sensacional Trío de Brahms, contemporáneo, casi estudio previo, del magnífico Quinteto. Una exhibición tosca, de líneas melódicas poco definidas, casi una amalgama de sonidos yuxtapuestos a menudo sin equilibrio ni coordinación, dieron al traste con la primera de las obras interpretadas. Las notas estuvieron ahí, pero no la expresividad ni el matiz. Afortunadamente el aire desenfadado y aparentemente ligero del Trío de Beethoven encontró mejor eco en los jóvenes intérpretes, haciendo gala de dominio técnico y cierta pericia virtuosística que bien aprovechó la violonchelista en el Adagio con espressione y los tres músicos, hábilmente conjugados, en el infatigable Tema con variazioni final.
 
En la segunda parte desgranaron fragmentos con los que confesaron haber ya experimentado en otras comparecencias anteriores, como el Andante con moto central del Gran Dúo Concertante de Carl Maria von Weber con el que Iván Camacho procuró lucir en el clarinete, manifestando un control técnico no parejo al expresivo, algo crudo y encorsetado, incluidos cambios de registro y tono puntualmente incómodos. Laura Marín desentonó en los difíciles pianissimi de Requiebros de Gaspar Cassadó, obra ciertamente difícil y compleja que halló sin embargo algunos destellos de luz y color en la joven violonchelista. Mientras, Rubén Millán, que acompañó con cierta eficiencia no exenta de individualismo en las piezas anteriores, lo que empañó la compleja combinación de timbres, ofreció una muy competente revisión del Allegro appasionato de las Escenas románticas de Granados, con un considerable aliento romántico y generoso temperamento. No cabe duda de que juntos o por separado están preparados para enfrentarse con dignidad a repertorios amplios en espacios íntimos y reducidos, y que el esfuerzo y la práctica irán limando sin prisas asperezas y dificultades; en ello confiamos.
 
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

domingo, 12 de mayo de 2019

EL INCREÍBLE FINDE MENGUANTE Curiosa propuesta con referente pero sin rumbo cierto

España 2019 93 min.
Guión y dirección Jon Mikel Caballero Fotografía Tânia de Fonseca Música Luis Hernáiz Intérpretes Iria del Río, Adam Quintero, Nadia de Santiago, Jimmy Castro, Adrián Expósito, Irene Ruiz, Luis Tosar Estreno en el Festival de Málaga 18 marzo 2019; en salas comerciales 10 mayo 2019

Atrapado en el tiempo fue a principios de los noventa una divertida, original y entretenida comedia romántica que con el paso del tiempo se fue convirtiendo en eso que llaman película de culto. Su falta de pretensiones y su franqueza argumental contribuyeron sobremanera a esa distinción que solo otorga el paso de los años. A su sombra han sido varias las cintas que han intentado emular su éxito, o aprovechar su singularidad, la última de la cuales es este debut en el largometraje del joven realizador navarro Jon Mikel Caballero.

Ya en sus dos cortometrajes previos, Cenizo e Hibernación, ha demostrado su particular querencia por la ciencia ficción, que aquí aplica a un particular análisis generacional a través de las increíbles vivencias de una treintañera que emprende un fin de semana rural junto a su novio y otras dos parejas. Con un par de soluciones estéticas que marcan agradablemente su propuesta, esta joven atrapada en el tiempo vive en un bucle temporal y sentimental que parece denunciar lo deprisa que pasa nuestra vida, especialmente cuando cumplimos cierta edad y nos limitamos a cumplir las directrices que nos han marcado para llevar una existencia correcta y sin altibajos perceptibles. Aparentemente asistimos, como en aquel film protagonizado por Bill Murray, a una trama romántica en la que conservar el amor y la pareja se convierte en máxima prioridad; pero en el fondo parece que se nos quiera hablar de algo más trascendente, de buscar respuestas a una vida demasiado impuesta y predecible, e incluso de cierta desmotivación en una generación que disfruta de comodidades impensables en el pasado y sin embargo gravita ante la incerteza de un futuro poco estimulante.

Caballero procura jugar bien sus cartas, pero al contrario que su ilustre referente, naufraga a la hora de mostrar con naturalidad y convicción una serie de situaciones que lastran en su repetición y sus pretensiones un producto que podría haber suscitado más interés y simpatía en su hipnótico planteamiento si su rumbo y sentido hubiesen estado más definidos. En el reparto, todos jóvenes de experimentado bagaje, destacamos la presencia de Nadia de Santiago, la inolvidable Ali del sevillano Paco R. Baños, y la voz y la imagen de Luis Tosar, más congelada que la del resto de sus compañeros y compañeras.

LOS HERMANOS SISTERS Simpatía por el Diablo

Título original: Les frères Sisters
Francia-España-Rumanía-Bélgica-USA 2018 121 min.
Dirección Jacques Audiard Guión Jacques Audiard y Thomas Bidegain, según la novela de Patrick DeWitt Fotografía Benoït Debie Música Alexandre Desplat Intérpretes Joaquin Phoenix, John C. Reilly, Jake Gyllenhaal, Riz Ahmed, Rebecca Root, Carol Kane, Philip Rosch, Allison Tolman, Rutger Hauer Estreno en el Festival de Venecia 2 septiembre 2018; en Francia 19 septiembre 2018; en España 10 mayo 2019

Cuando un director como Jacques Audiard, que ha abordado muchos géneros a lo largo de su carrera desde Mira a los hombres caer hasta Deephan, pasando por Un héroe muy discreto, Lee mis labios, De latir mi corazón se ha parado, De óxido y hueso y el imprescindible drama carcelario Un profeta, se interesa por un western es porque posiblemente ha encontrado en él materia para analizar una realidad o, en este caso, una idiosincrasia muy concreta. Parece que lo haya hecho en la novela de Patrick DeWitt, y con la ayuda de su fiel guionista Thomas Bidegain, que ya tiene experiencia en esto de retratar cowboys, aunque fueran modernos, en la muy interesante Mi hija, mi hermana, que escribió y dirigió hace un par de años, ha dado forma a un retrato cínico, agudo y certero del país que más simpatías, animadversión y desconcierto ocasiona, Estados Unidos.

Una historia de pioneros, de pistoleros y buscadores de oro, y de soñadores que alguna vez pensaron que otro régimen era posible en la tierra de las oportunidades. Un sueño que hoy ha naufragado definitivamente con un maníaco como Trump en la presidencia. Las hermosísimas tierras de Arkansas, Oregon y California, costa de Frisco incluida, son el paisaje encontrado en Almería y Navarra en el que dos hermanos asesinos a sueldo buscan a un hombre de bien, un científico que atesora una fórmula para encontrar oro, con el que pretende una utopía social que podría haberle dado la vuelta al capitalismo a ultranza que hoy impera en América del Norte. Un retrato a dos bandas que no escatima en violencia y tiene la desvergüenza de mostrar a sus pistoleros como seres que despiertan nuestra simpatía, a pesar de sus execrables crímenes. La misma simpatía que nos origina un país en el que todo es mastodóntico y espectacular, su gente desacomplejada y con la comedia en la sangre, y sus aires de libertad a pesar de todo inmarchitables, pero que todos sabemos es el epicentro y origen de muchos de los males que aquejan al planeta.

Como cantaban los Rolling y más tarde Guns ‘n Roses, pura Sympathy for the Devil, que en realidad se traduce como compasión, que también nos vale. Retrato a dos bandas porque se centra por un lado en estos dos hermanos que se quieren y protegen, protagonizan escenas de pura ternura y buscan cada uno a su modo un futuro mejor. Y por otro en el buscador de oro y su investigador, atraídos por un sentido de la comunidad y la solidaridad que pocas veces habíamos visto en la cultura americana, más centrada en el individuo que en la comunidad. Sólo en contadas ocasiones, por ejemplo en la célebre ¡Qué bello es vivir! habíamos visto en pantalla yanqui una apología tal de la justicia social, y pocos son los escritores, Steinbeck entre ellos, que lo han abordado y han dado así sentido a su trabajo, muchas veces para acabar mal parados.

Audiard se vale del excelente trabajo de sus actores, de la magnífica fotografía y de una eficiente banda sonora de Desplat, además de un atinado montaje y una meticulosa puesta en escena, para contarnos esta historia de violencia, camaradería y frustración que busca referencias en Eastwood y Tarantino y acaba con un sonado homenaje al más insigne de cuantos directores han abordado el western clásico, John Ford, recuperación incluida de una de las musas contraculturales del cine, el teatro y la moda de los setenta, Carol Kane. El talento del realizador le ha valido el premio al mejor director en Venecia y el César en esa categoría, además de en las de mejor fotografía, sonido y diseño de producción.

sábado, 11 de mayo de 2019

EL BAILARÍN Esmerada aunque irregular semblanza de un gran artista

Título original: The White Crow
Reino Unido 2018 127 min.
Dirección Ralph Fiennes Guión David Hare, según el libro “Rudolf Nureyev: The Life” de Julie Kavanagh Fotografía Mike Eley Música Ilan Eshkeri Intérpretes Oleg Ivenko, Ralph Fiennes, Louis Hofmann, Adèle Exarchopoulos, Sergei Polunin, Olivier Rabourdin, Raphaël Personnaz, Chulpan Khanatova, Zach Avery Estreno en Reino Unido 22 marzo 2019; en España 1 mayo 2019

Ralph Fiennes continúa buscando su espacio como director de cine y que se le respete y considere como tal. Tras debutar adaptando a Shakespeare en Coriolanus y fijarse en Dickens para trazar un retrato humano del autor de Historia de dos ciudades en La mujer invisible, mantiene su querencia por personajes reales y carismáticos del arte universal. Esta vez le ha tocado el turno al que quizás sea considerado como bailarín más popular de todos los tiempos, con perdón para Nijinski. Nos referimos a Rudolf Nureyev, icónico protagonista de la danza clásica del siglo XX y de un notable episodio de la Guerra Fría, cuando aprovechando una gira por París y presionado por la represión que ante su rebeldía pretendía ejercer el aparato burocrático soviético, pidió asilo político y desertó de su país. En torno a este dramático y esperanzador episodio Fiennes traza su particular semblanza del artista, con ayuda del libro de Julie Kavanagh en que se basa, y de un guión al que se le habría podido exigir más teniendo en cuenta que lo firma el autor de los de Las horas y El lector.

Un retrato bien escenificado, incluso respetando las texturas fotográficas de principios de los sesenta en los que se ambienta, para entre otras cosas poder combinar imagen documental y ficticia con la mayor naturalidad que recordamos jamás en una película. Y un retrato en el que se nota que el actor y director ha puesto cariño y empeño, incluso reservándose el papel del carismático profesor de baile Aleksandr Pushkin, con todos sus diálogos hablados en ruso, ignoramos si con la pronunciación justa, aunque da perfectamente el pego. Centrado en los felices días pasados en la capital de Francia, días de descubrimiento, de paseos por el Louvre buscando la inspiración en los grandes creadores de arte, y de camaradería con gente cosmopolita y libre tan alejada del sistema popular y represor del partido, Fiennes busca a través del flashback las claves de una personalidad singular, rebelde y distinguida, en su vida gris como niño, con colores apagados y pantalla panorámica, y en sus recuerdos como alumno contestatario y en continuo desacuerdo con el diseño del plan de vida concebido para él.

Lástima que en el camino la narración sufra altibajos que hacen que el interés no siempre sea el mismo, y que algunas ráfagas de su personalidad pertenezcan más al terreno de la impostura que al de un fiel y convincente retrato psicológico. En favor de Fiennes podemos añadir que su trabajo no está por debajo de los que realizó Herbert Ross, considerado un maestro en la materia gracias a películas como Paso decisivo, en el que tenía un papel relevante Mikhail Barishnikov, o su particular revisión de la vida de Nijinsky con George de la Peña. El buen trabajo del actor y bailarín Oleg Ivenko poniendo en pie incluso sensacionales coreografías al ritmo de Minkus o Chaikóvski, y un tramo final que recupera el estilo de las cintas de acción y suspense propios de la época, contribuyen a dar calidad a este nada desdeñable film que el protagonista de El paciente inglés presentó con ocasión del Festival de Cine Europeo en nuestra ciudad, Sevilla.

viernes, 10 de mayo de 2019

LA PRIMERA CITA Un drama hermoso y necesario lastrado por formas algo toscas

España 2018 104 min.
Guión y dirección Jesús Ponce Fotografía David Barrio Calderón Música Juan Cantón Intérpretes Isabel Ampudia, Sebastián Haro, Mercedes Hoyos, Víctor Clavijo, Mario Ayuso, Darío Paso, Ana Cuesta, Daniel Morilla, Carlos Bernardino, Lucía Hoyos, Eduardo Trías Estreno 1 mayo 2019

Aún siendo su quinto largometraje dentro de una carrera que abarca ya casi quince años, con peajes en la televisión y en la industria argentina, Jesús Ponce no encuentra el nivel de perfección que demandan sus historias, y muy especialmente ésta que cuenta con un alto grado de sensibilidad y un cualificado nivel educativo. El director sevillano, autor de películas que nos dejaron muy buen sabor de boca, como 15 días contigo y Déjate caer, pero que también nos decepcionó con Skizo y la más reciente Todo saldrá bien, cuenta en esta ocasión una emotiva historia de amor en torno a un matrimonio tradicional condicionado por el asfixiante y anticuado, por no decir rancio, ambiente castrense.

Unos inteligentes giros de guión irán convirtiendo el drama en un ejercicio de autodescubrimiento y reeducación para el personaje masculino, que como todo en la película cuenta con una interpretación a ratos excelente de Sebastián Haro. Y es que todo funciona así, a ratos, sus diálogos, a veces ridículos, otras muy acertados; sus interpretaciones, con Isabel Ampudia llevando el peso de una historia en la que a veces se comporta como una principiante, o Mercedes Hoyos sumando otro competente trabajo de reparto a su dilatada carrera. Las avenidas de una Sevilla lluviosa se alternan con los paisajes algo decadentes de un Matalascañas de ambiente casi invernal, ilustrado con música casi permanente y a menudo impertinente, dentro de un conjunto que sirve para alertar sobre costumbres tan anquilosadas como increíblemente vigentes, en una sociedad que se pretende moderna y que sin embargo maneja cargas del pasado cada vez más presentes merced a curpúsculos de ideologías políticas trasnochadas que amenazan con devolvernos unos tiempos pasados de absoluta vergüenza.

No es sólo la falta de recursos lo que sin embargo lastra el resultado de lo que debería haber sido una magnífica película. Hay cierta falta de pericia y talento a la hora de poner en imágenes tan estupenda narración, aunque en su favor hay que destacar, además de su indiscutible valor denunciador y educativo, un adecuado ritmo que hace que el interés apenas decaiga durante su más de hora y media de duración. Como en otras ocasiones, nuestros exhibidores vuelven a condenar un producto autóctono, estrenándolo en pases imposibles y en plena Feria de Abril, lo que mengua ese posible público curioso de ver reflejada la ciudad en la que vive.

APOTEOSIS ROMÁNTICA DE LA ROSS

12º concierto de abono de la XXIX Temporada de conciertos de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Maxim Rysanov, viola. Rossen Milanov, director. Programa: Fragmentos del Satiricón, de Fernando Buide del Real; Harold en Italia Op. 16, de Berlioz; Sinfonía Manfredo Op. 58, de Chaikóvksi. Teatro de la Maestranza, jueves 9 de mayo de 2019

Tras el magnífico sabor de boca que parece dejó la mezzo canadiense Wallis Giunta en el programa anterior, y que por motivos ajenos a nuestra voluntad no pudimos reseñar en estas páginas, la ROSS abordó un año más su intervención en plena Feria de ¿Abril? con unas prestaciones sobresalientes, la ayuda inestimable de una batuta decidida y fuerte como fue la del director búlgaro formado en Estados Unidos Rossen Milanov, y la brillante intervención del reconocido violista británico de origen ucraniano Maxim Rysanov. Aunque el aforo fuera limitado dadas las circunstancias, y el programa demasiado exigente para los sufridos y sufridas integrantes de la orquesta en tan señaladas fechas, aplaudimos la iniciativa de programar conciertos también en feria y contribuir así a fomentar el carácter cosmopolita de una ciudad a menudo acusada de todo lo contrario.

Carácter eminentemente romántico de la propuesta

Nada más y nada menos que Lord Byron fue el protagonista en esta ocasión de guiarnos por una singular aventura musical y literaria, que partió de Italia y tuvo como eje de sus propias vivencias a la capital del Guadalquivir, en la voz del tenor reconvertido en narrador Eugenio Jiménez. Y de Italia partió el particular viaje, con una composición de reciente cuño del joven gallego Fernando Buide del Real, presente en la sala, que pretendía evocar el Satiricón de Petronio, y de paso el de Fellini, pero que en realidad nos transportó a otros paisajes sonoros. No se trataba de emular a Rota, pero la sensación fue una vez más la de encontrarnos ante uno de esos jóvenes talentos que han crecido a la sombra de la música cinematográfica, con reminiscencias del Goldenthal de aventuras espaciales como Sphere o Final Fantasy en los pentagramas. El resultado fue una partitura aseada y bien construida, de sugerente orquestación pero escaso relieve, que se consume con la misma facilidad que un cruasán de crema.

Ni Harold en Italia es un concierto para viola ni Manfredo una sinfonía. Ambas son partituras híbridas enmarcables quizás en lo que conocemos como poemas sinfónicos, de carácter concertante el primero y por supuesto sinfónico el segundo. Dos obras que se conjugan y combinan a la perfección, trazando uno de los programas más coherentes de la temporada. Con Lord Byron en el ojo de la inspiración en los dos casos, y con el compositor francés como protagonista de ambas empresas, aunque fuera Chaikóvski quien finalmente se hiciera cargo de la segunda, sin renunciar a seguir las pautas de Berlioz, la cita fue sin duda una apoteosis romántica, dado el carácter trágico y épico que, especialmente en el caso del autor ruso, desplegó una orquesta espléndida dirigida por una batuta sobresaliente, que no dudó en explotar el carácter más ardiente de las partituras sin por ello resultar grotesco ni exagerado.

Maxim Rysanov, una voz con autoridad

Uno de los grandes triunfadores de la velada fue el virtuoso violista Maxim Rysanov, que incorporó al héroe byroniano con altivez melancólica y una sutileza digna de los mayores elogios, como evidenció en la exposición de la idea fija, que meció como si fuera una nana, y en los pasajes más delicados, en los que el instrumento sonó como un fascinante y evocador hilo metálico capaz de suscitar en el oyente las emociones más sinceras. La orquesta acompañó envolviendo y dialogando con finura y elegancia, ataviada con colores pastel y emergiendo con fuerza en los pasajes más estremecedores, pasando del sombrío misterio de la introducción a la efervescente sobreexcitación del final a través de la inmensidad espiritual de la marcha de los peregrinos y los amables ecos campesinos de la serenata montañesa del tercer movimiento.

Milanov por su parte se empleó a fondo en una inolvidable recreación de la Sinfonía Manfredo de Chaikóvski. Mientras la inmensa mayoría de los humanos nos afanamos en dejar alguna huella en esta efímera vida a la que tanta importancia damos, menospreciando el hecho de que simplemente somos mortales, a algunos, por mucho que sufrieran en vida, les habría bastado crear una obra tan sintomática e irrepetible como ésta para pasar a la posteridad. Chaikóvski sin duda generó muchas más. La energía apabullante con la que el director abordó la página, y la contundente respuesta que recibió de todas y cada una de las secciones de la orquesta, convirtieron ésta en una interpretación antológica, que dejó exhaustos y exhaustas a público e intérpretes, y una sensación global de trascendencia espiritual que nos hizo olvidar con justicia los hermosos paseos por el Real de la Feria que abandonamos momentáneamente para entregarnos al Arte con mayúsculas.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía