Guión y dirección Jesús Ponce Fotografía David Barrio Calderón Música Juan Cantón Intérpretes Isabel Ampudia, Sebastián Haro, Mercedes Hoyos, Víctor Clavijo, Mario Ayuso, Darío Paso, Ana Cuesta, Daniel Morilla, Carlos Bernardino, Lucía Hoyos, Eduardo Trías Estreno 1 mayo 2019
Aún siendo su quinto largometraje dentro de una carrera que abarca ya casi quince años, con peajes en la televisión y en la industria argentina, Jesús Ponce no encuentra el nivel de perfección que demandan sus historias, y muy especialmente ésta que cuenta con un alto grado de sensibilidad y un cualificado nivel educativo. El director sevillano, autor de películas que nos dejaron muy buen sabor de boca, como 15 días contigo y Déjate caer, pero que también nos decepcionó con Skizo y la más reciente Todo saldrá bien, cuenta en esta ocasión una emotiva historia de amor en torno a un matrimonio tradicional condicionado por el asfixiante y anticuado, por no decir rancio, ambiente castrense.
Unos inteligentes giros de guión irán convirtiendo el drama en un ejercicio de autodescubrimiento y reeducación para el personaje masculino, que como todo en la película cuenta con una interpretación a ratos excelente de Sebastián Haro. Y es que todo funciona así, a ratos, sus diálogos, a veces ridículos, otras muy acertados; sus interpretaciones, con Isabel Ampudia llevando el peso de una historia en la que a veces se comporta como una principiante, o Mercedes Hoyos sumando otro competente trabajo de reparto a su dilatada carrera. Las avenidas de una Sevilla lluviosa se alternan con los paisajes algo decadentes de un Matalascañas de ambiente casi invernal, ilustrado con música casi permanente y a menudo impertinente, dentro de un conjunto que sirve para alertar sobre costumbres tan anquilosadas como increíblemente vigentes, en una sociedad que se pretende moderna y que sin embargo maneja cargas del pasado cada vez más presentes merced a curpúsculos de ideologías políticas trasnochadas que amenazan con devolvernos unos tiempos pasados de absoluta vergüenza.
No es sólo la falta de recursos lo que sin embargo lastra el resultado de lo que debería haber sido una magnífica película. Hay cierta falta de pericia y talento a la hora de poner en imágenes tan estupenda narración, aunque en su favor hay que destacar, además de su indiscutible valor denunciador y educativo, un adecuado ritmo que hace que el interés apenas decaiga durante su más de hora y media de duración. Como en otras ocasiones, nuestros exhibidores vuelven a condenar un producto autóctono, estrenándolo en pases imposibles y en plena Feria de Abril, lo que mengua ese posible público curioso de ver reflejada la ciudad en la que vive.
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