Seguramente porque su cargo de presidenta de honor le obliga, la insigne pianista Elisabeth Leonskaja volvió a recalar en nuestra ciudad gracias al ciclo de música de cámara que de forma tan espléndida nos brinda Andalucía Clásica. Hemos tenido el privilegio de haber disfrutado en varias ocasiones a lo largo de los últimos años de esta especialista del piano, y muy especialmente de Schubert, con quien en formación de trío nos volvió a embelesar la pasada noche. La habíamos apreciado en concierto o en solitario, pero no recordamos haberlo hecho en conjunto camerístico. Naturalmente teniendo en cuenta su categoría no cabía esperar menos que una alta calidad en sus jóvenes acompañantes, la reconocida violinista holandesa Liza Ferschtman y el laureado violonchelista húngaro István Várdai. Un trío de lujo para poner en pie dos auténticas catedrales de la música para esta formación, solo comparables a las que compusieron Beethoven o Brahms.

Más acorde con el momento que atravesaba el compositor en su última etapa de vida, el Trío D.929 es más expresivo y torturado, sólo aliviado con puntuales signos de esperanza. Aquí Leonskaja tuvo una presencia más apreciable, con momentos de alto calado emocional y una delicadeza extraordinaria a la hora de abordar fragmentos tan sublimes como el muy melódico, elegante y melancólico andante tan popularizado en Barry Lyndon de Kubrick. Los intérpretes tuvieron aquí ocasión para mostrarse intensos y compenetrados, con Várdai poniendo el acento lírico y emotivo y la joven violinista encendiendo pasiones con su muy fogosa recreación del robusto scherzo y el delicioso y danzarín allegro final. Unas interpretaciones arrebatadoras que no sólo no decepcionaron ante la expectativa formada sino que la superaron, ampliándose con el Nocturno en si bemol mayor D.897 que tocaron como generosa propina, también de 1827, de espíritu más encantador que comprometido, salvado con idéntica excelencia.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
No hay comentarios:
Publicar un comentario