viernes, 15 de febrero de 2019

GLENN MILLER RESUCITA EN LA CARTUJA

The Glenn Miller Orchestra. Ray McVay, director. Solistas: Catherine Sykes y Mark Porter, voces. Andy Potts, saxofón. Ray Wordsworth, trombón. Dave Ford, trompeta. Cartuja Center Cite, jueves 14 de febrero de 2019

Cuando América vibraba al son de Glenn Miller, Artie Shaw, Harry James, Benny Goodman, Count Basie o Xavier Cugat, la España de la dictadura se conformaba con orquestas de medio pelo con las que los más avanzados podían imaginar que bailaban como mucho el foxtrot. Las delicias de aquellos conjuntos americanos enérgicos y apabullantes las conocimos en el cine. Fue con George Sidney (Escuela de sirenas), Irving Cummings (Serenata argentina), Bruce Humberstone (Sun Valley Serenade) o Anthony Mann (Música y lágrimas) como aquellas músicas y sus creadores llegaron hasta nuestros corazones. Hoy ese revival ha calado hondo incluso en las nuevas generaciones, con asociaciones y clubs en nuestra propia ciudad que propagan el swing y aprenden a bailar con las más increíbles acrobacias que hicieron de aquel estilo toda una marca y referencia.


Se da la circunstancia de que hoy el legado cultural cinematográfico y musical americano se preserva mejor en el Reino Unido que en los propios Estados Unidos. Nadie como John Wilson recrea el genuino sonido sinfónico de las películas dramáticas y musicales de la edad de oro de Hollywood, y nadie como Ray McVay y la vertiente británica de la World Famous Glenn Miller Orchestra, que tiene también célula en su país de origen, recrea el genuino sonido del swing americano, casi como covers de las grandes formaciones que popularizaron las preciosas melodías de la época e impulsaron a los grandes crooners, entre los que se encontraba por supuesto el más extraordinario entre ellos, Frank Sinatra. A él se rinde homenaje en la gira con la que recaló anoche en el Auditorio Cartuja Center Cite, con el vocalista Mark Porter, bien timbrado pero algo escaso de potencia, entonando I’ve Got You Under My Skin de Cole Porter y New York, New York de John Kander para la película homónima de Scorsese. Woody Allen también acudió a la memoria colectiva con interpretaciones de temas utilizados en películas como Hannah y sus hermanas, en concreto You Made Me Love You, con Danny Hammerton emulando a la perfección al trompetista Harry James, y I’ve Heard That Song Before, que Catherine Sykes cantó en perfecto estilo pero insuficiente emoción.

Por el espléndido escenario de este no menos sensacional auditorio desfiló también el recuerdo de Artie Shaw y su particular versión de Begin the Beguine, Louis Amstrong y ese himno racial que es When the Saints Go Marchin’ in, o la explosión de ritmo de Louis Prima en Sing Sing Sing, que Bobby Cleall recreó excepcionalmente a la batería. Hubo espacio también para los clásicos, con una particular versión del tema principal del Concierto para piano nº 1 de Chaikovsky, que el pianista solista entonó con buen gusto y elegancia, o el Russian Patrol Song al estilo de Tex Beneke. Nada mejor que escuchar Moonlight Serenade del propio Miller en el Día de San Valentín, y mantener la llama nostálgica con Chattanooga Choo Choo, Take the A Train o el imprescindible In the Mood. La representación latina, tan importante para comprender aquella época de guerra en Europa que tanto acercó a las dos Américas, llegó de la mano de Frenesí, Perfidia, El manisero y Adiós, con Pérez Prado, Tito Puente o Cugat en un imaginario que nos hizo bailar, cantar y vibrar al son de otra época imperecedera pero irrepetible.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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