
En un principio debían medir fuerzas en igualdad violonchelos e instrumentos de viento, pero con la caída del programa de la Bachiana Brasileira nº 1 de Villa-Lobos y su sustitución por las Seis Bagatelas de Ligeti, el programa quedó desequilibrado a favor de los segundos. Ocho cellos brillaron junto a la soprano Aurora Galán, también muy ligada a esta orquesta – en 2017 protagonizó El retablo de Maese Pedro en el Maestranza – en la Bachiana nº 5, dedicada al recientemente desaparecido Emilio Galán por su doble vertiente de catedrático de la Hispalense y presidente de la Asociación de Amigos de la Ópera de Sevilla, aunque se echaron en falta algunas palabras que dieran al homenaje un mayor y más emotivo relieve. La joven soprano entonó con elegancia esta pieza mitad vocalise mitad aria, fraseando con buen gusto y equilibrio en la Cantilena y potenciando cada matiz y color de la Dansa. El conjunto instrumental cuidó cada detalla armónico y contrapuntístico, destacando el lirismo del violonchelista solista en sus largas líneas melódicas.
Nueve clarinetes, dos por cada registro y uno más contrabajo, abordaron las Tres elegías de Gavin Bryars, tan vinculado a Sevilla desde que en aquel emblemático 1992 estrenara aquí dos obras y regresara años después para presentar piezas imprescindibles de su catálogo como The Sinking of the Titanic, Jesus’ Blood Never Failed Me Yet y Writing on Water para el espectáculo de Carolyn Carson en Itálica. Incómodos silbidos en el complicado clarinete contrabajo y una interpretación en general premiosa no impidieron sin embargo que nos dejásemos cautivar por la pieza y su entregada revisión. Las muy escolásticas Bagatelas de Ligeti encontraron un buen trabajo en el quinteto de maderas y la muy competente trompa. Música insistente con continuos cambios de dinámicas, diferentes colores y disonancias diversas, que los intérpretes salvaron con nota alta y mucha expresividad. Pero donde más brilló el conjunto fue en una impecable Petite Symphonie de Gounod de tono eminentemente romántico y pastoral que los nueve intérpretes defendieron con brillantez y energía, una asombrosa capacidad para transmitir su carácter melódico y nostálgico, y una disciplina férrea que nada tiene que envidiar a los músicos profesionales. Con este nivel no extraña que tantos jóvenes españoles ocupen plazas en orquestas y proyectos europeos de similar o mayor envergadura.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
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