En su segundo concierto de la presente temporada, la Conjunta apostó por la forma de cámara, vehículo indispensable para medir la calidad y el nivel de lo aprendido así como para practicar sobre el escenario con la responsabilidad de quien se sabe más desnudo que cuando siente la compañía de una nutrida representación de compañeros y compañeras. Para la ocasión volvió a ocupar el podio el director polaco Jan Milosz Zarzycki, profesor de la Universidad Fryderyk Chopin de Varsovia, tan ligada al proyecto de la Hispalense desde sus inicios, y que dirigió en 2012 el concierto de clausura de la primera temporada de esta consolidada formación juvenil.
En un principio debían medir fuerzas en igualdad violonchelos e instrumentos de viento, pero con la caída del programa de la Bachiana Brasileira nº 1 de Villa-Lobos y su sustitución por las Seis Bagatelas de Ligeti, el programa quedó desequilibrado a favor de los segundos. Ocho cellos brillaron junto a la soprano Aurora Galán, también muy ligada a esta orquesta – en 2017 protagonizó El retablo de Maese Pedro en el Maestranza – en la Bachiana nº 5, dedicada al recientemente desaparecido Emilio Galán por su doble vertiente de catedrático de la Hispalense y presidente de la Asociación de Amigos de la Ópera de Sevilla, aunque se echaron en falta algunas palabras que dieran al homenaje un mayor y más emotivo relieve. La joven soprano entonó con elegancia esta pieza mitad vocalise mitad aria, fraseando con buen gusto y equilibrio en la Cantilena y potenciando cada matiz y color de la Dansa. El conjunto instrumental cuidó cada detalla armónico y contrapuntístico, destacando el lirismo del violonchelista solista en sus largas líneas melódicas.
Nueve clarinetes, dos por cada registro y uno más contrabajo, abordaron las Tres elegías de Gavin Bryars, tan vinculado a Sevilla desde que en aquel emblemático 1992 estrenara aquí dos obras y regresara años después para presentar piezas imprescindibles de su catálogo como The Sinking of the Titanic, Jesus’ Blood Never Failed Me Yet y Writing on Water para el espectáculo de Carolyn Carson en Itálica. Incómodos silbidos en el complicado clarinete contrabajo y una interpretación en general premiosa no impidieron sin embargo que nos dejásemos cautivar por la pieza y su entregada revisión. Las muy escolásticas Bagatelas de Ligeti encontraron un buen trabajo en el quinteto de maderas y la muy competente trompa. Música insistente con continuos cambios de dinámicas, diferentes colores y disonancias diversas, que los intérpretes salvaron con nota alta y mucha expresividad. Pero donde más brilló el conjunto fue en una impecable Petite Symphonie de Gounod de tono eminentemente romántico y pastoral que los nueve intérpretes defendieron con brillantez y energía, una asombrosa capacidad para transmitir su carácter melódico y nostálgico, y una disciplina férrea que nada tiene que envidiar a los músicos profesionales. Con este nivel no extraña que tantos jóvenes españoles ocupen plazas en orquestas y proyectos europeos de similar o mayor envergadura.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
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