miércoles, 15 de mayo de 2024

LA PARTICULAR TERCERA VÍA DE BRAZO Y FERNÁNDEZ

Alternativas de cámara, en colaboración con Juventudes Musicales de Sevilla. Dúo Brazo y Fernández (Manu Brazo, saxofón; Pepe Fernández, piano). Programa: De inspiración barroca (Fanfarria barroca; Prelude et Allegro al estilo de Pugnani, de Kresiler; Lamento de Dido, de Purcell; Chaconne, de Vitali; Tambourin y Les Sauvages, de Rameau; Sarabanda de la Suite Inglesa nº 2, de Bach; El invierno, de Vivaldi). Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza, martes 14 de mayo de 2024


En música barroca, se denomina tercera vía a la práctica de tocar con instrumentos modernos que no son de su época, pero procurando mantener su estilo. La que podríamos considerar tercera vía del dúo de los utreranos Manu Brazo y Pepe Fernández va más allá, y lo han puesto en práctica muchas veces. Por eso cuando nos convocan, de nuevo de manos de Juventudes Musicales, sabiendo que van a tocar un determinado repertorio sometiéndolo a variaciones y arreglos de diversa índole, no nos sorprende lo que encontramos, en este caso una especie de música ligera, amable y distendida no exenta de virtuosismo pero sin la complejidad expresiva ni el exacto deleite emocional que se espera de las páginas programadas. 
Brazo y Fernández intentaron con sus convencionales arreglos resultar lo más respetuosos posible con las partituras interpretadas, sus tiempos, sus modos y ritmos. Pero en el experimento todo acabó resultando bastante melifluo y poco trascendental. También es verdad que no se pretendía otra cosa más que entretener atreviéndose a jugar con un repertorio al que el instrumento de Manu Brazo no está invitado, extendiendo así su campo de actividad. Ellos ponen además su simpatía y atractivo, por lo que el resultado acaba siendo un breve híbrido ilustrado con unas didácticas explicaciones con las que a veces los atribulados intérpretes se acaban liando un poco.

El recorrido comenzó, sólo tres días después de la nefasta celebración del Festival de Eurovisión, con Charpentier, seguido de inmediato con un popurrí de fanfarrias barrocas en las que no faltaron Haendel ni Vivaldi. El Preludio y Allegro que Fritz Kresiler compuso para violín y piano en 1905 atribuyéndolo falsamente a un tal Pugnani del siglo XVIII, no reviste especial interés, pero en manos de los dos músicos sonó al menos agradable, sometiéndose a sus continuas inflexiones y cambios de registro con comodidad y suma elasticidad. Luego se pusieron muy serios para abordar el bloque central, con un Lamento de Dido previamente recitado, que Fernández mantuvo con ritmo pausado y apesadumbrado mientras Brazo cantaba con perfecto sentido del legato y la respiración su melancólica línea melódica. También la Chacona de Tomaso Antonio Vivaldi está concebida para violín y teclado, y aunque su autor es también muy dudoso ofrece grandes oportunidades para el virtuosismo así como una progresión armónica y dinámica tan difícil de mantener tanto si se interpreta con sus instrumentos originales como si se hace de forma menos ortodoxa con el saxo. Después Fernández desgranó la Sarabanda de la Suite Inglesa nº 2 de Bach con suma atención a cada detalle y matiz, recordándonos por qué la música del compositor alemán luce tanto también al piano, y cómo éste le proporciona una plasticidad diferente y muy atractiva.


El regreso a la fiesta y la jovialidad vino representado con Rameau, de quien se interpretó un Tambourin de sus piezas para clave con efecto añadido, justamente una pandereta introducida en la caja del piano que sonaba así percutida. Con Les sauvages de Las indias galantes, también de Rameau, los intérpretes extendieron el sabor a fiesta y jolgorio, siempre manteniendo el respeto por las líneas básicas de la pieza, hasta terminar con una igualmente amable versión de El invierno de Vivaldi, más reconocible en sus líneas melódicas y efectos instrumentales, como ese pizzicato del largo que Fernández resolvió con eficacia, que en la eclosión de emociones que la pieza provoca. Un arreglo de última hora de una de las sonatas para clave de Scarlatti sirvió para poner punto y final en idéntico estilo y forma, mientras un considerable número de móviles se encargó de empañar parte de tan distendida y desprejuiciada velada.

Fotos: Guillermo Mendo

No hay comentarios:

Publicar un comentario