USA 2017 91 min.
Guión y dirección Sofia Coppola, según la novela de Thomas Cullinan y el guión de Albert Maltz e Irene Kamp Fotografía Philippe Le Sourd Música Phoenix, según el Magnificat de Monteverdi Intérpretes Colin Farrell, Nicole Kidman, Kirsten Dunst, Elle Fanning, Oona Laurence, Angourice Rice, Addison Riecke, Emma Howard Estreno en el Festival de Cannes 24 mayo 2017; en Estados Unidos 30 junio 2017; en España 18 agosto 2017
Al contrario que Sofia Coppola, bendecida en los Oscar y en Cannes desde su debut con Las vírgenes suicidas, la exitosa Lost in Translation y su particular revisión de la figura de Maria Antonieta - Nowhere y The Bling Ring gozaron de menor reconocimiento -, Don Siegel nunca gozó en su momento de tanta admiración (hoy se le considera más, como suele ocurrir), y no pasó de un realizador artesano que logró sus mayores éxitos dirigiendo a Clint Eastwood (La jungla humana, Harry el sucio o Fuga de Alcatraz, entre otras). Sin embargo el acercamiento de Coppola a la novela de Thomas Cullinan dista mucho de la que llevó a cabo Siegel hace cuarenta y cinco años, mucho más inquietante y turbadora, y desde luego considerablemente más atrevida. Igual que los años treinta del pasado siglo se caracterizaron por su picaresca frente a los muy pacatos cincuenta, el final de los sesenta y primeros setenta observan una mayor libertad sexual que esta segunda década del siglo XXI marcada por un aumento del recato y la mojigatería en la sociedad global. Si ya la película protagonizada por Eastwood y una espléndida Geraldine Page en 1971 nos parecía que no llegaba a aprovechar todo el material erótico de su base literaria, y sin embargo se nos antojaba una cinta muy atrevida y avanzada, que la censura española suavizó de esa forma siempre ridícula que le caracterizaba, lo que ha hecho la hija de Francis no tiene nombre. Ahondando en ese estilo relamido y esteticista que le acompaña, la directora muestra a un grupo de mujeres y jóvenes cursis y refinadas que visten lujosas galas en plena Guerra Civil Americana y se esfuerzan por parecer tan lánguidas como angelicales, sin que falten las niñas repelentes de costumbre. A ellas se ha de enfrentar un arrogante soldado yanqui que se presenta como presunto seductor y maltratador en potencia, aunque la también guionista se encarga de recortar tanto material dramático e información sobre los personajes que motivaciones e intenciones quedan diluidas, sucediéndose los acontecimientos de manera tan convencional como poco convincente. El buen gusto queda reflejado en soluciones como la iluminación, pero en nada contribuyen a potenciar la carga enfermiza, erótica y claustrofóbica tan presente en el material original. Y desde luego si la intención de Coppola era denunciar el machismo y enaltecer a sus heroínas, el tiro le ha salido por la culata, con estas mujeres engañadas (el título original de la novela y ambas versiones cinematográficas), sumisas y dispuestas a dejarse seducir y actuar siempre con esa dignidad sudista que tanto las mermaba como seres fuertes e independientes, lo que sí son las protagonistas de la cinta de Siegel, además de decididas.
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