sábado, 26 de marzo de 2022

ADIÓS, SEÑOR HAFFMANN Una oportunidad indecente

Título original: Adieu Monsieur Haffmann
Francia 2021 115 min.
Dirección
Fred Cavayé Guion Fred Cavayé y Sarah Kaminsky, según la obra de Jean-Philippe Daguerre Fotografía Denis Rouden Música Christophe Julien Intérpretes Daniel Auteuil, Gilles Lelouch, Sara Giraudeau, Nikolai Kinski, Anne Coesens, Mathilde Bisson Estreno en Francia 12 enero 2022


Este drama de cámara no puede ni quiere evitar confesar su origen teatral, lo que tratándose de un director especializado en thrillers de acción como Fred Cavayé (Cruzando el límite, Cuenta atrás) no deja de ser un sorprendente cambio de registro. A partir de una obra del también actor Jean-Philippe Daguerre, la película nos cuenta una estremecedora historia de egoísmo y ambición ambientada en el París ocupado de la Segunda Guerra Mundial, lo que sin duda nos recuerda los trágicos acontecimientos que se están volviendo a repetir a nuestro alrededor, y demuestra que ni machacando historias relacionadas con eventos tan dramáticos, conseguimos la concienciación de nuevas generaciones.

Un joyero judío confía su suerte a su empleado y la esposa de este, cuyos perfiles irán inteligentemente cambiando en nuestra percepción conforme avanza una trama llena de giros y sorpresas. Con un estilo visual y narrativo algo así como La trinchera infinita francesa, el personaje que el veterano y prestigioso Daniel Auteuil interpreta con elogiosa contención y rabiosa convicción, confronta su drama con la potente interpretación de la pareja antagonista, con especial énfasis en la mirada atónita y aterrada de una estupenda Sara Giraudeau, mientras el imprescindible personaje nazi de la función lo encarna un hijo de Klaus Kinski, siempre desde la tendencia camerística de toda la potente y desgarradora empresa.

Una atmósfera envolvente, pesimista y profundamente triste inunda toda la cinta, sin necesidad de cargar las tintas, confiando más en la tensión que en el impacto, así como en nuestra incomprensible capacidad para el asombro, aún a estas alturas, arrastrándonos a la inequívoca sensación de que en este planeta el hombre es su principal arma destructora.

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