Francia-Bélgica 2019 95 min.
Guion y dirección Stéphane Demoustier, basado libremente en el guion de Ulises Porra y Gonzalo Tobal Fotografía Sylvain Guers Música Carla Pallone Intérpretes Melissa Guers, Roschdy Zem, Anaïs Demoustier, Annie Mercier, Chiara Mastroianni, Pascal Garnarini Estreno en el Festival de Locarno 8 agosto 2019; en Francia 12 febrero 2020; en España 12 febrero 2021
Después de emplear a sus dos pequeños gemelos en su particular paseo poético por las calles de París en Cléo & Paul, Stéphane Demoustier fija ahora su atención en una película argentina de hace un par de años, Acusada, dirigida por Gonzalo Tobal y con Leonardo Sbaraglia y Gael García Bernal entre sus intérpretes. Pero si en aquella se planteaba un thriller judicial en toda regla donde descubrir la verdad se convertía en principal objetivo, a Demoustier le interesa más indagar sobre la cada vez mayor brecha que existe entre padres e hijos, dentro de esa nueva generación que tan apática y a menudo irresponsable nos parece y que cultiva emociones antes consideradas tan marcianas como confesarse en un amplio porcentaje de sexualidad fluida y desprejuiciada.
Plantea así a partir del juicio a una joven imputada por el homicidio de su mejor amiga una serie de dudas y sorpresas por parte de unos padres que se descubren así perdidos y ausentes en la educación y el crecimiento de una hija que ya desde el primer plano se nos aparece como completamente carente de emoción y sentimiento ante unos acontecimientos terribles que o bien le sobrepasan o la provocan cierta sensación de catarsis. Frente a las presuntas hechuras televisivas del melodrama argentino, Demoustier insiste en marcar sin estridencias ni recursos baratos ese abismo emocional entre generaciones, con unos padres que se dividen entre la responsabilidad espasmódica de un estupendo Roschdy Zem y la aparente ausencia de una madre que parece más entregada a su trabajo que al trauma de una hija a la que no sabe por dónde cogerla, una notable y elegante creación de Chiara Mastroianni.
Pero es la joven Melissa Guers quien hace el trabajo más notable, inicialmente hierática hasta romper esa catarsis que la mantiene gélida y apática, y junto a ellas una estupenda Annie Mercier como abogada defensora y la propia hermana del realizador, la popular Anaïs Demoustier, como vulnerable fiscal. No se trata aquí de averiguar la verdad de un crimen horrendo; queda manifiestamente patente desde el principio de la película que de lo que se trata es de trazar ese psicoanálisis de una joven que pertenece a un colectivo tan incomprendido como lo fuimos casi todos y todas en su momento, en esa segunda vida que experimentamos, justo después de la primera, la delicada infancia, y que a menudo marca el camino que seguimos en el resto de nuestra existencia, ya más dilatada y rutinaria.
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