sábado, 20 de febrero de 2021

PIANO APASIONADO Y CUERDA ALGO DESCARRIADA

Concierto de Juventudes Musicales de Sevilla. Aldo Mata, violonchelo. Patricia Arauzo, piano. Programa: Piezas de fantasía Op. 73, de Schumann; Sonata para Arpeggione en La menor D821, de Schubert; Sonata en La mayor, de Franck. Teatro Cajasol, sábado 20 de febrero de 2021

En una breve introducción al programa, el celebrado violonchelista y catedrático del Conservatorio Superior de Música de Sevilla
Aldo Mata, justificó la relación entre las piezas a interpretar por su carácter transcrito y la posible base literaria subyacente en cada una de ellas, olvidando destacar la estructura cíclica que caracteriza cada una de las obras, con melodías que van y vienen incluso en las aparentemente independientes piezas de fantasía que Schumann compuso para clarinete y piano. Avisó también del carácter moderno de los instrumentos elegidos para la ocasión, aunque en el caso del violonchelo procuró acercarse a la interpretación históricamente informada mediante el uso de cuerdas de tripa. Puede que ahí radicara el error, ya que el delicado fraseo y aterciopelado sonido al que nos tiene acostumbrados el excelente violonchelista, y que tan apropiado resulta para las piezas sobre el atril, apenas brilló en la obra de Schumann y especialmente en un Schubert en el que abundaron acordes chirriantes, falta de afinación y disonancias inapropiadas.

Las Fantasiestücke de Schumann fueron concebidas para evocar un clima tierno y elegíaco, que Mata acertó a plasmar a pesar del sonido seco y frecuentemente áspero que emergió de su instrumento. Más atinada estuvo una estupenda Patricia Arauzo exprimiendo el carácter rapsódico de las piezas y dialogando con fluidez con el violonchelo. Faltó sin embargo sutileza en unas miniaturas que demandan un fraseo elegante y cromático, así como una mayor emotividad que la desplegada por el profesor. No obstante ésta fue una interpretación aceptable frente a una más discutible Sonata para arpeggione de Schubert, única pieza en su catálogo que pueden apropiarse los violonchelistas, instrumento que más ha trascendido en las múltiples transcripciones realizadas a partir del obsoleto y olvidado original. Más abundaron aquí las asperezas e incómodas disonancias, además de desafinar notablemente en más de una ocasión. Sin embargo Mata alcanzó a plasmar el carácter nostálgico, el encanto de la obra y sus numerosos cambios de ánimo, gracias a una emotividad siempre trascendente y meditada, unas magníficas transiciones, y por supuesto a la magistral intervención de la pianista, en cuyos pasajes solistas brilló con arrolladora personalidad.

Tras esa sonata Schubertiana interpretada de memoria, Mata recurrió de nuevo al atril para poner en pie la mejor página del concierto, la Sonata en La mayor de Cesar Franck, original para violín aunque su versión para violonchelo suele ser muy aceptada y practicada. Aquí Mata pareció sentirse más cómodo, relajado y expansivo, logrando una interpretación memorable de la pieza, siempre con Patricia Arauzo en forma envidiable. Esta cumbre del romanticismo y de la música de cámara francobelga encontró en los profesores del Manuel Castillo unos intérpretes excepcionales que supieron transmitir toda su carga emocional apasionada y palpitante, con marcados contrastes, intensidad lírica y un desarrollo inquieto y anhelante. Para culminar rescataron la canción andaluza La Macarena de Cristóbal Oudrid, de aires populares llenos de encanto.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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