martes, 28 de junio de 2022

ELVIS El rey del exceso

Australia-USA 2022 159 min.
Dirección
Baz Luhrmann Guion Jeremy Doner, Sam Bromell, Baz Luhrmann y Craig Pearce Fotografía Mandy Walker Música Elliott Wheeler Intérpretes Austin Butler, Tom Hanks, Olivia DeJonge, Richard Roxburgh, Helen Thomson, David Wenham, Kelvin Harrison jr., Kodi Smit-McPhee, Dacre Montgomery, Luke Bracey Estreno en el Festival de Cannes 25 mayo 2022; en Estados Unidos y España 24 junio 2022

Nadie parece más adecuado que Baz Luhrmann para llevar a la gran pantalla la vida de Elvis Presley. Su pasión por el exceso, el brillo, el ritmo y la lentejuela así lo demuestran. La figura del legendario cantante, actor y entertainer ha sido llevada a la pantalla en muchas ocasiones. Solo un par de años después de fallecer, John Carpenter acometió la empresa para la televisión, con Kurt Russell como protagonista y Pat Hingle como el coronel Tom Parker, figura que emerge imprescindible en cada nueva adaptación de su biografía. Shelley Winters y el propio padre del protagonista, Bing Russell, asumieron los roles de sus progenitores. Más recientemente, en 2005, Jonathan Rhys Meyers se puso en la piel del homenajeado de nuevo para el medio doméstico, mientras Randy Quaid asumió el de su vampírico manager. En ambos casos y el que nos ocupa, sus responsables necesitaron más de dos horas y media para contarnos su historia. 
Pero ese no es el único exceso en la cinta del director de Moulin Rouge, que adopta su particular estilo visual y estético de un barroquismo extenuante para adentrarse fundamentalmente en esa relación que mantienen el divo y su mentor, cual Fausto y Mefistófeles que le impide al primero desarrollar su carrera como parece ser le hubiera gustado, y le arrastra a esa vorágine de excesos que malogran gran parte de sus posibilidades artísticas y sentimentales, y eso a pesar de que estamos hablando de una de las figuras más influyentes de la música y el espectáculo del pasado siglo.

Ausente de la gran pantalla desde 2013, cuando dirigió su particular versión de El gran Gatsby, Luhrmann adopta de nuevo su característico ritmo desenfrenado y una gran cantidad de recursos estéticos, con importante intervención de creativos gráficos, que se convierten así en el principal reclamo de una obra artística que prefiere distinguirse por sus logros estéticos más que los puramente dramáticos. La cinta se convierte así en un festín para los sentidos, en el que el habitual anacronismo musical característico de su autor adquiere también una relevancia importante, y donde los imposibles trajes del artista solo encuentran paragón en aquella extravagancia musical que dio a conocer al director, El amor está en el aire (Strictly Ballroom)De esta forma el conjunto pierde la posibilidad de indagar con más ahínco y un mayor interés en esa relación diabólica y esa caída a los infiernos a la que parece abocada, aunque por otro lado se agradece que no ponga el acento en las miserias de la estrella, por otro lado bien interpretada, aunque algo frío, por el joven Austin Butler, que después de un sinfín de secundarios desde niño, por fin salta al primer plano. Junto a él, Tom Hanks demuestra su grandeza poniéndose en la piel de un personaje malvado, tan insólito en él, y permitiendo que el mayor protagonismo publicitario recaiga en Butler, así como saturándose de maquillaje y postizos para encarnar al rollizo coronel.

Hubiésemos preferido un relato más comprometido y con mayores dosis de interés de lo acontecido durante el reinado de este emblemático personaje tan influido por quienes le circundaron, madre, manager y esposa principalmente, así como por los acontecimientos que sucedieron y que tanto tuvieron que ver con esa llamada pérdida de inocencia de la población norteamericana, incluidos los asesinatos de Kennedy, su hermano y, sobre todo, Martin Luther King, con cuya comunidad la película deja claro estuvo muy identificado el origen de Elvis Presley. Pero nos conformamos con esta excesiva y estéticamente creativa recreación de sus episodios biográficos más relevantes.

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