Dirección Dani de la Torre Guion Albert Espinosa Fotografía Josu Inchaustegui Música Manuel Riveiro Intérpretes Adrián Baena, Juan del Pozo, Raúl del Pozo, David Rodríguez, Javier Casellas, Marc Martínez, Silvia Bel, Jon López, Fernando Morán, Mercedes Castro, Luisa Merelas, Laura Núñez, Covadonga Berdiñas Estreno en el Festival de Málaga 6 junio 2021; en salas 3 junio 2022
Un año ha tardado esta película en saltar del Festival de Málaga a las salas comerciales, quizás como tantas otras cintas debido a la poca confianza que suscitaba el panorama de la exhibición mientras el covid seguía más o menos vigente. Lo cierto es que su estreno estaba programado para agosto del pasado año y llega sin embargo ahora con un amplio despliegue de distribución a sus espaldas. Su director, el gallego Dani de la Torre, vuelve a acariciar al cine de género, como ya hizo en sus anteriores trabajos (El thriller con psicópata en El desconocido, gangsters y musical en La sombra de la ley) y a dejar claro la notable influencia que el cine americano comercial de los ochenta ha dejado en su impronta y la de otros cineastas de su generación. Esta vez la mirada está puesta en las aventuras adolescentes, esa época de nuestra vida en la que todo es pura transición, la libertad se siente en todo su esplendor y el mundo empieza a dejarse ver ante nuestros ojos como una gran incógnita llena de emoción y excitación que nos puede proporcionar un sinfín de nuevas experiencias y sensaciones. En ese contexto de la Torre tiene el buen juicio de saber importar hechuras de ese cine generacional ochentero, con referencias inequívocas a películas míticas como Cuenta conmigo, adaptándolas a nuestra propia idiosincrasia, de manera que no nos resulte ajeno el universo expuesto y nos resulte fácil identificarnos con personajes y situaciones.
Una jubilosa peregrinación a un monte gallego donde encontrar la flor de la magia, la esperanza y la juventud, se convierte en eje sobre el que gravitan los problemas y los deseos de un grupo de adolescentes unidos por esa amistad incondicional y a por todas que solo parece asomar cuando se tienen entre doce y catorce años. Detrás de todo el operativo está la solvencia de Albert Espinosa, que siempre deja caer en sus libros y guiones su propia experiencia con la enfermedad y la solidaridad, como bien demostró en Cuarta planta y vuelve a hacerlo ahora, logrando un tratamiento del cáncer infantil ejemplar a la vez respetuoso y demoledor, pero siempre cargado de sabiduría e inteligencia.
Lástima que en toda esta amable y bien urdida experiencia visual y emocional asomen aspectos discutibles que llevan a poner en labios de sus jóvenes protagonistas algunas frases y pensamientos improbables para su edad, o plantear persecuciones aventureras no del todo creíbles, así como dejar algunos planteamientos sin resolución, o buscar la lágrima quedándose siempre un ápice por debajo de la incontrolable emoción. Pero todo es perdonable cuando el conjunto brilla por su amabilidad, su frescura y su notable sentido de la espectacularidad. A todo ello contribuye, además del buen ejercicio del realizador, la convicción y naturalidad con la que el elenco joven aborda sus cometidos, una banda sonora bien medida para subrayar solo cuando hace falta, haciendo acopio de folclore y espectacularidad orquestal muy al estilo Hollywood, y un aprovechamiento ejemplar del imponente paisajismo en el que todo tiene lugar.
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