Bélgica-Francia-Italia 2014 95 min.
Guión y dirección Jean-Pierre y Luc Dardenne Fotografía Alain Marcoen Intérpretes Marion Cotillard, Fabrizio Rongione, Catherine Salée, Christelle Cornill, Serge Koto, Timur Magomedgadzhiev, Batiste Sornin, Olivier Gourmet, Hicham Saloui, Hassaba Halibi Estreno en España 24 octubre 2014
Desde su primera película conocida entre nosotros, Rosetta, los hermanos Dardenne se han convertido en adalides de la defensa de la clase trabajadora en Europa continental; en las islas británicas ya lo hace Ken Loach. La inmigración proveniente de aquellos países que una vez fueron colonizados por europeos y luego abandonados a su suerte, y la actual y devastadora crisis económica, han dibujado un mapa diferente de esa Europa del bienestar, la tolerancia y el respeto que nos ha acompañado durante varias décadas. La nueva película de los Dardenne aprovecha esa coyuntura para plantearnos un dilema moral que pervierte el concepto de la democracia; sobre el papel se muestra discutible pero ayudado de argumentos de guión bien urdidos, logra convencernos, motivarnos y emocionarnos. Una sociedad en la que se han perdido tantos derechos laborales, en los que caer enfermo o enferma puede suponer la pérdida del trabajo, los contratos son efímeros o se fomenta, como aquí se hace, la confrontación entre colegas y el individualismo extremo, lejos de fomentar el trabajo en equipo y la seguridad laboral. Una sociedad en la que los trabajadores se han convertido en meras marionetas con las que sufragar el ansia de riqueza y poder de unos cuantos. Sobre esa base Marion Cotillard interpreta, con tanto acierto y esfuerzo que olvidamos quién es así como cualquier atisbo de glamour sobre su condición de estrella, a una madre de familia cuyo puesto de trabajo depende de que consiga convencer a sus compañeros y compañeras de que renuncien a una miserable prima en favor de que ella mantenga su puesto. Con una claridad expositiva prístina y libre de cualquier manipulación emocional, vamos conociendo las motivaciones de cada uno y una de ellos para optar por una u otra solución. Pero sobre todo vamos compartiendo el estado de ánimo, continuamente cambiante, incluso hasta límites extremos, de la protagonista ante las muestras que va recibiendo de apoyo o no de sus colegas. Una situación dura e incómoda que no es sino resultado de la deshumanización de nuestro mundo, del sálvese quien pueda, la zancadilla y la falta absoluta de piedad y solidaridad. El elenco protagonista, aparte de una soberbia Cotillard, hace un trabajo excelente, ya se trate de no profesionales, como Timur Magomedgadzhiev, que protagoniza una de las escenas más emotivas de la película, o profesionales, como Christelle Cornill, a quien conocimos en Una casa en Córcega o Fabrizio Rongione, que da vida al entregado esposo de la protagonista, auténtico bastón de apoyo para ella, y que es un popular actor y humorista en Bélgica y ya trabajó con los Dardenne en El niño de la bicicleta, El niño y la mencionada Rosetta. La cinta se presentó en la sección oficial de Cannes y también se ha dejado ver en Valladolid. En Sydney se alzó con el premio a la mejor película.
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