Teatro Central, miércoles 29 de octubre de 2014
Francisco Bernier se apunta un tanto abriendo el Festival de Guitarra de Sevilla a otras manifestaciones artísticas, plásticas, escénicas y musicales. Salvo por la incorporación a la plantilla instrumental de la guitarra, poca o ninguna otra relación tuvo esta manifestación de teatro, danza y música con el objeto del festival, pero la apuesta por espectáculos tan frescos y originales como éste justifican su inclusión sobradamente.
Sueña El Greco... es una propuesta del dramaturgo y director escénico cubano afincado en Canadá Royds Fuentes-Imbert, en colaboración con el compositor algecireño José María Sánchez Verdú, auténtico estandarte de la música contemporánea hecha en nuestro país, aunque resida habitualmente en Alemania; y auspiciada por la conmemoración del cuatro centenario de la muerte de El Greco. En él un sólo actor, el también cubano Eduardo Martínez, recrea a un hombre de nuestro tiempo, como San Sebastian lo fue del suyo, subyugado por el fútbol y la moda, al que el ciclo de la vida y la muerte lo conduce a una dolorosa y grotesca metamorfosis que lo sitúa en la eterna búsqueda del más allá y el sentido de la vida, para finalmente regresar convertido en otra persona, igualmente subyugado y entregado a las pasiones humanas, aunque esta vez sea en forma de procesión barroca típicamente sevillana.
Lo más fascinante del espectáculo es el esfuerzo titánico del actor no sólo para recrear esas difíciles figuras, entre cortosiones y rebuscados escorzos, sino para mantener la sincronización con una música de difícil asimilación, intrincada y sólo aparentemente anárquica. Música seleccionada y estructurada por Sánchez-Verdú con ayuda del iconoclasta director Juan García, responsable de Zahir Ensemble y la Orquesta Sinfónica Conjunta, y que pronto veremos al frente de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Un excelente trabajo en el que a pesar de sus diferentes fuentes, podemos apreciar uniformidad así como claros referentes a la escena que se nos va representando, mezclando sonoridades misteriosas e intrigantes con otras más identificables con el imaginario barroco tan afín a nuestra ciudad. A tal efecto merece destacar el extraordinario trabajo desempeñado por Zahir Ensemble, ya un referente en la materia y otro motivo de orgullo para una Sevilla en la que cada vez más florecen nuevas, variopintas y cosmopolitas formaciones musicales.
Fascinante también el impecable trabajo de iluminación, con apreciables claroscuros y un sensual uso de la luz indirecta, portada incluso por el propio performer, así como un imponente mural pintado a tiza representando uno de esos jinetes del Apocalipsis que ensombrecen nuestra muerte y con el que desde hace tanto se nos atemoriza y amenaza. Algunas personas en la sala interpretaron que ahí había motivo para la irreverencia y la provocación y abandonaron la sala haciendo gala de un expreso mal humor. Buen síntoma de que la creatividad fue por buen camino y removió algunas entrañas.
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