lunes, 23 de diciembre de 2019

FIN DE SIGLO El amor suspendido en un hilo

Argentina 2019 84 min.
Guion y dirección Lucio Castro Fotografía Bernat Mestres Música Robert Lombardo Intérpretes Juan Barberini, Ramón Pujol, Mia Maestro, Mariano López Seoane, Helen Celia Castro-Wood Estreno en Nueva York 30 marzo 2019; en España (no en Sevilla) 13 diciembre 2019

Como tantos otros jóvenes cineastas independientes, el argentino Lucio Castro se curtió haciendo cortometrajes en Nueva York, y allí, en el seno del Festival de Nuevos Directores y Nuevos Films que se celebra en el Moma, ha presentado su ópera prima en formato de largometraje. Se trata de una romántica historia entre dos homosexuales, ambientada en Barcelona y con la relatividad del tiempo y el espacio como materia de análisis. De hecho este film estructurado en tres partes bien diferenciadas juega con el tiempo, obviando el cambio físico de sus protagonistas a pesar de haber transcurrido veinte años entre la segunda y primera parte. Un ejercicio que bien podría interpretarse como un romance al revés, el que habitualmente se experimenta en el ambiente gay, hoy bastante común en otros gracias a su importación.

Nos referimos al sexo antes de la seducción, al placer antes que el cortejo, la inversión del proceso tradicional, aquí patente a través del intercambio de los tiempos. En una tercera parte asistimos sin embargo a un tema no tan original como pretende, ya presente en un título mítico de nuestra cinematografía, La vida en un hilo de Edgar Neville. Todo ello bañado con un sentido del ritmo pausado y relajado y la recurrente tendencia a utilizar arquetipos atractivos, hombres guapos, jóvenes y sin pluma alguna. Habría que probar a hacer lo mismo con intérpretes menos agraciados y un poquito de pluma, quizás más de uno y una se llevaría una agradable sorpresa.

Todo parece indicar que se utiliza el cambio de siglo para suspender ese tiempo y espacio al que nos referimos, provocando una situación presuntamente mágica y poética. Pero a pesar de su triple tiempo y único espacio, toda su parafernalia e intención daría perfectamente para un corto, ahorrando mucho verbo inútil, reflexión obvia y contemplación de la belleza, aunque entonces todavía la vería menos gente.

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