domingo, 15 de diciembre de 2019

PRÓXIMA Otra de instinto maternal mal entendido

Título original: Proxima
Francia-Alemania 2019 107 min.
Dirección Alice Winocour Guion Jean-Stéphane Brow y Alice Winocour Fotografía Georges Lechaptois Música Ryuichi Sakamoto Intérpretes Eva Green, Matt Dillon, Lars Eidinger, Sandra Hüller, Zélie Boulant, Aleksey Fateev, Trond-Erik Vassal, Nancy Tate Estreno en el Festival de Toronto 7 septiembre 2019; en Francia 27 noviembre 2019; en España 13 diciembre 2019

No es que cupiera esperar mucho de la realizadora Alice Winocour, después de sus mediocres Augustine y El protector, donde dirigía a Diane Kruger y Matthias Schoenaerts. Tampoco su guión para la muy celebrada pero a nuestro juicio malograda e insidiosa Mustang de Deniz-Gamze Ergüven hacía esperar mucho de Próxima. Sin embargo su punto de partida resultaba tan interesante y adecuado para sustentar una lúcida reflexión sobre la igualdad en el trabajo entre hombres y mujeres y la superación de la conciliación de la vida laboral y familiar también en la mujer, que el resultado final no es sino decepcionante y recurrente.

Nos encontramos ante una astronauta vocacional y madre separada a la que ser seleccionada en una importante misión espacial, la Próxima del título, la sitúa en la diatriba de despedirse de su hija de siete años y prescindir de ella durante un largo año. Pero lo que debería ser una tesis sobre las aptitudes que a una mujer siempre le han sido negadas, su capacidad para enfrentarse en igualdad de condiciones al hombre en campos habitualmente reservados a él, se convierte en un nuevo despropósito a la hora de confundir instinto maternal con tara neurótica y casi histérica que coloca a la mujer en una posición de dependencia que al hombre se le ahorra. Cuando en esos primeros meses de entrenamiento aislada del mundo exterior y posterior cuarentena previa al lanzamiento del cohete, ella no parece tener capacidad suficiente para superar la separación, mientras sus compañeros masculinos resuelven esa diatriba con naturalidad, volvemos a trazar una línea perceptible de separación entre ambos géneros que trasciende la propia desigualdad educacional.

Parece así pretenderse corroborar la diferencia biológica sobre la que los más reaccionarios han querido siempre sustentar su teoría de la distinción de géneros, él a traer dinero a casa y ella a cuidar de la familia. Es lo malo de querer usar un lenguaje inclusivo sin tener claros los términos a utilizar. Dicho esto ya no merece analizar si Eva Green hace o no un buen trabajo, si su falta de pretensiones técnicas se alivia con su exceso de pretensiones poéticas, y ni siquiera discutir por qué en San Sebastián mereció el Gran Premio del Jurado.

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