sábado, 16 de octubre de 2021

EL PLACER DE ESCUCHAR A LA BARROCA

Concierto de apertura del Curso 2021/2022 de la Universidad de Sevilla. Temporada de conciertos 2021/2022 de la Orquesta Barroca de Sevilla. Rafel Ruibérriz de Torres, flauta. Miguel Romero y Rafael Muñoz-Torrero, violines. Programa: Concierto para flauta en Re Mayor TWV 51:D2, de Telemann; Sonata Op. 5 nº 4 en Sol Mayor HWV 399, de Haendel; Suite nº 2 en Si menor BWV 1067 y Concierto para dos violines en Re menor BWV 1043, de Bach. Iglesia de la Anunciación, viernes 15 de octubre de 2021


Hace bien la Universidad de Sevilla en empezar el curso cada año de forma solemne a través de la música, y contar para ello con las formaciones orquestales que dan más relieve a la ciudad, la Sinfónica y en este caso la Barroca, a pesar de tener una orquesta propia, bien consolidada y espléndida en su género, como es la Conjunta. La orquesta fundada por Ventura Rico, que tuvo el acierto de pronunciar unas palabras de introducción y bienvenida antes del concierto, asoció en esta ocasión su arranque de temporada a esta ineludible cita académico musical auspiciada por el CICUS (Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla), y lo hizo justificando en el célebre cuadro de Watteau Peregrinación a la isla de Citerea una fiesta del placer y la sensualidad, la que en este caso proporciona la obra del contemporáneo Johann Sebastian Bach en su feliz período al servicio del Príncipe Leopoldo de Anhalt-Köthen en Leipzig. Pero como de obras maestras se trata, no solo alimentan nuestra faceta más apolínea sino que también despiertan nuestro apetito dionisiaco y promueven toda clase de emociones en nuestro espíritu, especialmente cuando se sirven de la forma en que lo hacen los integrantes de la Barroca de Sevilla.

Telemann y Haendel sirvieron de prólogo
a las dos piezas elegidas del maestro de Eisenach. Del primero eligieron un concierto para flauta que concitó el reencuentro en escena de Rafael Ruibérriz de Torres con el conjunto. Las características de la flauta travesera y las particulares condiciones acústicas de la Iglesia de la Anunciación, que ya hemos comentado en tantas otras ocasiones, provocaron que su instrumento apenas sobresaliera entre el resto del conjunto, a pesar de lo cual fuimos capaces de apreciar su dominio técnico y expresivo, su elegante discurso e indiscutible capacidad para generar brillantes ornamentaciones basadas siempre en el buen gusto, control de la respiración y fluido fraseo. Sus espléndidos diálogos con Leo Rossi al violín y las impecables prestaciones a las que hemos hecho referencia lograron un primer movimiento de aires galantes, un allegro enérgico y un largo de espíritu casi religioso, así como un desenfadado vivace final. Ya con Bach como solista no acreditado, algo muy habitual en el catálogo del maestro, Ruibérriz se hizo notar más. La orquesta se redujo, atendiendo a las indicaciones de la partitura con el rigor que les caracteriza, a dos violines, viola y continuo, un sensacional trío protagonizado por Rico al contrabajo, Mercedes Ruiz al violonchelo y Alejandro Casal al clave, que dieron relieve y cuerpo al conjunto con el ímpetu y la fuerza arrolladora que les caracteriza. Tras la solemnidad de la obertura y la vivacidad del rondeau, la sarabanda fue defendida con precisión y elegancia, mientras el doble con un majestuoso violonchelo y una flexible flauta potenció ese placer para nuestros oídos prometido, y en el badinerie Ruibérriz aportó unas preciosas y elegantísimas ornamentaciones que dieron un flamante y original aspecto a la famosa pieza. Luego en la propina la repitieron pero a orquesta completa, cosas que solo a los muy detallistas se les ocurre.

Tras una Sonata de Haendel defendida igualmente con espíritu desenfadado, con escalas en una animada cigue y un encantador passacaille, destacando ese aire majestuoso y solemne que habita generalmente en la obra del compositor, dos violinistas de la orquesta, Miguel Romero y Rafael Muñoz-Torres, se encargaron de la parte solista del celebérrimo Concierto para dos violines o Doble Concierto de Bach, demostrando por qué llevamos años considerando que ésta es una orquesta de solistas. Tan bien defendieron su parte que resultó un gozo disfrutar de su incesante diálogo, más apasionante en el expansivo largo, una fluida cantilena de la que los intérpretes supieron extraer todo su lirismo y emoción. Su alternancia con el tutti y su espíritu sofisticado lograron una impecable página en la que la conversación de los dos músicos encontró un perfecto fondo rítmico y armónico en el resto de sus compañeros y compañeras.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

No hay comentarios:

Publicar un comentario