jueves, 24 de noviembre de 2022

VIAJE BOTÁNICO-NOSTÁLGICO POR LA SEVILLA DEL 29


Concierto conmemoración de la Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. José Luis Temes, dirección. Laura Hojman, pieza audiovisual. Programa: Canción árabe, de Julio Gómez; La Romería de los Cornudos, de Gustavo Pittaluga; Don Lindo de Almería, de Rodolfo Halffter; Rimas infantiles, de María Rodrigo. Teatro Lope de Vega, miércoles 23 de noviembre de 2022

José Luis Temes y en segundo término, Laura Hojman. Fotografía: Marina Casanova

Aunque quedan más de seis años para celebrar el centenario de la Exposición Iberoamericana de 1929, un revulsivo que cambió la fisonomía de la ciudad y añadió nuevos y relevantes atractivos a una urbe ya de por sí tan hermosa y distinguida, anoche el Lope de Vega puso en escena un singular concierto ilustrado con imágenes rodadas y recopiladas por la directora sevillana Laura Hojman. Detrás del evento estuvo el siempre inquieto hasta la médula director madrileño José Luis Temes, tan comprometido con la música de nuestro país (ha estrenado más de trescientas cincuenta obras españolas y publicado más de cien discos con patrimonio musical español de los últimos tres siglos), como agitador de proyectos como este o el LUZ, con el que fusiona mediometrajes de nuevo cuño con música sinfónica española conectada con el tema tratado en cada uno de ellos. Premio Nacional de Música en 2008, Temes condujo por muy buen camino este concierto, ya desde sus simpáticas, elocuentes e ilustrativas palabras de introducción.

En lo musical el evento resultó un acierto, por el interés de las páginas programadas y la excelencia de su interpretación, mientras en lo visual el trabajo de Hojman se nos antojó perezoso y rutinario. Como ya hiciera en Machado, los días azules, la directora exhibió su pasión floral, fijando su atención en la frondosa arboleda y la riqueza floral del Parque de María Luisa como en aquel título lo hiciera en los jardines del Palacio de Dueñas. Pero la parte documental fue aún más decepcionante, pues de la más que segura ingente cantidad de material gráfico de la época, especialmente el que atañe a la construcción de espacios y pabellones, apenas pudimos disfrutar de algunas escenas coyunturales y otras costumbristas que si bien motivaron nuestra sensibilidad nostálgica, nos parecieron quedarse cortas e insuficientes. Además desfilaron ante nuestros ojos inconexas y sin un tratamiento discursivo adecuado al ritmo y las inflexiones narrativas de la música.

Fotografía: Marina Casanova

Música digna de descubrimiento

Todo lo contrario pasó con la música, cuatro piezas de la época que evidenciaron una vez más la trágica fuga de cerebros, cultos e intelectuales, que sufrió este país apenas unos años después de la época visitada. Tres compositores y una compositora, todos de Madrid, que si no estuvieron directamente en la vanguardia, se acercaron, y desde luego mostraron estar muy atentos y atenta a lo que se hacía en la Europa más refinada y avanzada. Todo aquello se perdió con los cuarenta años que tendrían que venir, salvo por reducidos resquicios de resistencia, como esa Generación del 51 que tanto tuvo que ver con la influencia ejercida por autores como los convocados en este interesante y atractivo concierto. También estas particularidades contribuyeron a que disfrutáramos del espectáculo con nostalgia y una conmovedora melancolía. La Canción árabe de Julio Gómez, consuegro de Turina y practicante del nacionalismo tardo-romántico sinfónico español, es una delicada pieza que se desliza con toda la elegancia y frescura que supo imprimirle el veterano Temes al frente de la ROSS. Mucho debe al universo de Falla, del que Gustavo Pittaluga, hijo del famoso médico italiano afincado en nuestro país, era ferviente admirador, como se aprecia perfectamente en el ballet de corte neoclásico La romería de los cornudos. Pittaluga tuvo que exiliarse en México cuando estalló la Guerra Civil, y allí compuso la banda sonora de Los olvidados de Buñuel, junto a Rodolfo Halffter, autor de la siguiente página interpretada, el ballet Don Lindo de Almería, donde se dan cita acordes disonantes más comprometidos con la época y al vanguardia, en consonancia con los ballets de Dhiagilev que tanto predicamento tuvieron también en la España previa el desastre de la guerra y la dictadura. Uno de sus pasajes, la muy bien paladeada Ceremonia nupcial, estuvo ilustrado con unas maravillosas vistas aéreas de la ciudad en aquella ilusionante transición de décadas.

Un momento del ensayo, con la Plaza Nueva al fondo. Fotografía: Lolo Vasco

Los ballets de Pittaluga y Halffter fueron inmortalizados en 1996 en una grabación de la Sinfónica bajo la dirección de Antoni Ros Marbá dentro de la serie Documentos sonoros del Patrimonio Musical de Andalucía, bajo el equívoco título de La generación musical del 27. Las Rimas infantiles de María Rodrigo las grabó el propio Temes junto a la Orquesta del Real Conservatorio de Madrid hace apenas unos años, por lo que de una u otra manera los intérpretes estaban ya familiarizados con el programa. Como sus compañeros, María Rodrigo también tuvo que emigrar. Ser la primera mujer que estrenó una ópera en España no le sirvió para ser respetada y admirada por el régimen, como tampoco le sirvió a su hermana, primera mujer española licenciada en psicología. Las personas pensantes son naturalmente una amenaza para quienes quieren imponerse mediante la ignorancia y el miedo. Basadas en célebres canciones infantiles de la época (pudimos distinguir Tengo una muñeca vestida de azul y Mambrú se fue a la guerra) Rodrigo glosa estas tonadillas con un sentido del ritmo y la armonía realmente asombroso. El resultado es un entrañable ciclo de cinco piezas tan evocadoras como magistralmente orquestadas de las que el conjunto y su entusiasta director sacaron el máximo partido, siendo de nuevo uno de sus pasajes más líricos, la rima número tres, la que sirvió para disfrutar con algunas de las imágenes más evocadoras de la Sevilla del 29 y alrededores, habitada por tantos fantasmas como recuerdos.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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