Francia 2025 122 min.
Guion y dirección François Ozon, según la novela de Albert Camus Fotografía Manuel Dacosse Música Fatima Al Qadiri Intérpretes Benjamin Voisin, Rebecca Marder, Pierre Lottin, Denis Lavant, Swann Arlaud, Christophe Malavoy, Nicolas vaude, Jean-Charles Clichet, Mireille Perrier Estreno en el Festival de Venecia 2 septiembre 2025; en Francia 29 octubre 2025; en España 19 diciembre 2025
Justo un año después de estrenar la muy interesante Cuando cae el otoño, François Ozon vuelve a cumplir con la cartelera con la misma cadencia que le caracteriza, una película al año. Pero ni él ni Luchino Visconti hace casi sesenta años acertaron al poner en imagen la compleja, introvertida y psicológica novela de Albert Camus que bautizó así, con ese ambiguo título que en muchos países se ha traducido como El extraño. Lo que no se entiende es que Ozon haya seguido a rajatabla la narrativa, casi fotograma a fotograma del film precedente, con apenas algunas secuencias de su cosecha. La única visible novedad es una esmerada puesta en escena, hoy más habitual que en aquel final de la década de los sesenta, aunque el firmante fuera otro esteta confeso como Visconti. Como resultado, tenemos un film rodado en un pulcro blanco y negro, con una exótica banda sonora de Fatima Al Qadiri (La abuela, de Paco Plaza), sin tanto sudor como asomaba en aquella cinta, y un tratamiento del ambiente y la imagen muy próximo a la publicidad cosmética.
Ni siquiera se ha apartado de las líneas de diálogo, con lo que la sensación de ver esta nueva adaptación es la de estar repitiendo la de Visconti. Se echa en falta un mayor análisis psicológico del personaje, más apático y antisociable en la novela, e incluso en el film protagonizado por Marcello Mastroianni, que en este de Ozon, donde Benjamin Voisin luce más como un narcisista empedernido, incapaz de emocionarse o de empatizar con un entorno con el que no se identifica, más por puro egocentrismo que por apatía común.
Donde Mastroainni respiraba anarquía y desconfianza ante el sistema imperante, sobre todo cuando religión y sentimiento moral quedaban tan expuestos en el acervo cultural y social de la época, Voisin sólo transmite una belleza etérea e inerte basada en el narcisismo extremo. En cualquier caso, ninguna de las dos visiones parece encajar con el complejo perfil de Meursault, y así supieron valorarlo en el Festival de Venecia, donde ambas versiones participaron en su sección oficial sin arañar premio alguno.

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