jueves, 16 de abril de 2020

VIRUS CINEMATOGRÁFICOS

Estallido (Outbreak)
El cine ha vaticinado en muchas ocasiones lo que podría ocurrirle al Mundo en el caso de una catástrofe apocalíptica, apoyándose a menudo en pandemias como la que estamos padeciendo. Al margen de documentar algunas de las que han afectado a la Tierra o parte de ella en el pasado, como la serie de televisión La peste de Alberto Rodríguez, ambientada en la epidemia que asoló Sevilla en el siglo XVI, son las ficciones futuristas las que de forma más alarmante, y en ocasiones fascinante, han jugado con este tipo de fenómenos virulentos y letales que han convertido frecuentemente el planeta en un lugar inhabitable, o casi. Precisamente al límite del estado de alarma decretado en nuestro país quedó aplazado el estreno de la segunda parte de Un lugar tranquilo, donde una invasión de extraterrestres que se guían exclusivamente por el sonido para cazar y dar muerte a sus víctimas provoca un paisaje urbano no muy alejado del que estamos viviendo estos días de confinamiento en el que tanto evitamos el contacto con otros seres humanos. De la misma forma podemos apreciar estas similitudes en dos clásicos del cine de invasión extraterrestre, las dos versiones de La guerra de los mundos, la original de 1953 dirigida por el especialista en ciencia ficción en época de la Guerra Fría Byron Haskin, y la espeluznante e irrespirable versión que Spielberg dirigió en 2005.

Gwyneth Paltrow, víctima cero en Contagio
Pero aunque son dos películas las que de forma muy directa retratan la tragedia que estamos padeciendo ahora en tiempo real, Contagio y Estallido, hay muchas otras que reflejan en su desarrollo y ambientación similitudes mayores con esta pandemia del coronavirus. Inspirada en la gripe A que afectó al planeta a finales de la década pasada, la multiestelar película de Steven Soderbergh plantea una situación efectivamente muy similar a la que estamos experimentando, con una meningoencefalitis como resultado solo combatible con una vacuna cuya administración a la hora de descubrirse acarrea más de un problema logístico. Un cruce de causas motivadas por murciélagos y lechones se encuentra finalmente en el origen de la tragedia. Plagada también de estrellas pero más endeble, Estallido de Wolfgang Petersen planteaba a mitad de la última década del siglo pasado una epidemia inspirada en el virus Ébola pero de consecuencias más devastadoras, aunque su desarrollo se limitaba a una pequeña población y los científicos que buscaban una vacuna para erradicarla. En esta ocasión el virus lo portaba un mono proveniente de una zona de Zaire donde la enfermedad se había desarrollado treinta años antes pero no se había logrado erradicarla a pesar de así creerlo. Entre las similitudes más notables y alarmantes con el coronavirus estaba el evitar aglomeraciones públicas, especialmente en espectáculos y acontecimientos deportivos. Siguiendo la estela del cine catastrofista protagonizado por viejas glorias del cine americano, la película de producción japonesa Virus planteaba en 1980 una pandemia conocida como Gripe italiana y creada por la mano del hombre que asolaba el planeta en tan solo siete meses y dejaba supervivientes solo en las zonas habitadas a menos de diez grados centígrados de temperatura.

Una droga creada también por el hombre, en esta ocasión con el fin de aumentar la productividad de los trabajadores de una mina espacial en la tercera luna de Júpiter, provoca también en Atmósfera Cero una serie de muertes en cadena que despiertan la curiosidad del sheriff del lugar, Sean Connery, dispuesto a desentrañar la intriga y resolver los crímenes aunque sea sobrellevando la misma insolidaridad que azotaba a Gary Cooper en Solo ante el peligro. Esta epidemia a baja escala que retrata Peter Hyams en su aclamada película había sido también tratada dos años antes en la mítica Alien de Ridley Scott, esta vez con un extraterrestre sembrando el terror entre la tripulación de una nave espacial en viaje de regreso a la Tierra, y desatando reacciones en cadena similares a las que está generando la actual situación de psicosis que estamos padeciendo.

Charlton Heston en El último hombre vivo
(The Omega Man)
Pero hay dos películas protagonizadas por Charlton Heston que exploran de manera sorprendente, cuarenta años atrás, situaciones con las que el hombre de hoy puede sentirse ampliamente identificado. En El último hombre vivo de Boris Sagal, una de las múltiples adaptaciones que el cine ha hecho de la novela de Richard Matheson Soy leyenda, Heston deambula por un Los Angeles desolado como hoy lo están nuestras ciudades, campando a sus anchas tras una pandemia global provocada por un virus de creación humana que convierte a gran parte de la población, los que han sobrevivido, en una especie de zombies que operan solo de noche y frente a los que el protagonista ha de aprender a sobrevivir. De hecho también las películas de zombies han sido recurrentes a la hora de identificar la pandemia del coronavirus con los escenarios apocalípticos imaginados en películas como La noche de los muertos vivientes, Guerra Mundial Z o la serie Walking Dead. Otra cinta con Heston de protagonista, Hasta que el destino nos alcance, dirigida por Richard Fleischer en 1973, adelanta otro de los grandes temores de la humanidad en la actualidad, la destrucción de nuestro medio ambiente y la escasez de recursos como consecuencia del calentamiento global y el efecto invernadero, así como de una sobrepoblación que provoca la concentración del control económico, político y social en una élite muy reducida.

Nicole Kidman desconfía de las aglomeraciones en Invasión
Más que en los zombies, como apuntábamos más arriba, es en las invasiones extraterrestres donde más apreciamos similitudes entre el cine y la pandemia actual, y muy especialmente en las cuatro adaptaciones que se han hecho de la novela de Jack Finney La invasión de los ladrones de cuerpos, desde el clásico de serie B de 1956 dirigido por Don Siegel hasta la película que dirigió Oliver Hirschbiegel, Invasión, protagonizada por Nicole Kidman y Daniel Craig en 2007, pasando por La invasión de los ultracuerpos, quizás la mejor de las cuatro, con Philip Kaufman tras la cámara y Donald Sutherland, Brooke Adams, Jeff Goldblum y Veronica Cartwright, que hace un cameo en Invasión, igual que Kevin McCarthy, protagonista de la cinta de Siegel, lo hace en ésta, y la que dirigió Abel Ferrara en 1993, Ladrones de cuerpos, orientada más al cine de terror de consumo palomitero. Nos llama especialmente la atención la película del director de El HundimientoInvasión, última de estas adaptaciones, donde los primeros casos de ciudadanos y ciudadanas afectadas por síntomas insólitos son confundidos con una variante de la gripe, como tantas veces se ha identificado este coronavirus de manera tan desacertada, y donde el contacto con otros seres humanos se convierte en principal foco de expansión del problema, resultando difícil identificar quienes están infectados y quienes no, además de retratar un paisaje urbano muy enrarecido y reflejar también la inmunidad de algunas personas como posible origen para una solución, que por cierto son detenidas por unas fuerzas del orden ya condicionadas como lo son en la realidad quienes se saltan el confinamiento impuesto.

En el tintero se nos quedan naturalmente otras propuestas, algunas de alcance intelectual tan evidente como La peste de Albert Camus, llevada al cine varias veces, una de ellas en 1992, dirigida por Luis Puenzo y protagonizada por William Hurt y Sandrine Bonnaire, o Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, que en 2008 sirvió de base a la película A ciegas, dirigida por Fernando Meirelles y protagonizada por Julianne Moore y Mark Ruffalo. Y muchas más películas que plantean escenarios similares y acaban de una forma apocalíptica que esperemos en esta trágica realidad que nos abruma se queden solo en mera ficción.

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