Gran Sinfónico nº 12 de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Pablo Ferrández, violonchelo. Lucas Macías, dirección. Programa: Concierto para violonchelo en La menor Op.129, de Schumann; Una vida de héroe (Ein Heldenleben) Op.40, de Strauss. Teatro de la Maestranza, miércoles 25 de junio de 2025
Muchos son los atractivos de este décimo segundo concierto de abono de la temporada que está a punto de terminar. Que el director sea Lucas Macías, quien a partir de septiembre asumirá como director artístico la responsabilidad máxima de la calidad de la orquesta; que cuente con la participación del celebrado y joven violonchelista madrileño Pablo Ferrández; y que en los atriles figure una obra que engendra afición y fascinación a partes iguales, Una vida de héroe de Strauss.
Mucho lamentamos no haber podido asistir al concierto de clausura del curso académico de la Universidad Hispalense, a cargo de esa cantera de nuevos talentos musicales que es la Sinfónica Conjunta. La falta de un calendario de temporada que avisara con suficiente antelación cada uno de los programas, provoca en muchos casos haber asumido otros compromisos ineludibles.
Nos consuela que el programa diseñado por Juan García, justo el día de su onomástica, tuviese una estructura tan similar a la de este concierto de abono de la ROSS, con pieza para violonchelista solista y poema sinfónico en torno a una figura prominente. Además, tanto las Variaciones Rococó de Chaikovski como la Sinfonía Fausto de Liszt se interpretan de seguido, como el concierto de Schumann y el poema de Strauss.
La cronología del Concierto para violonchelo de Schumann nos lleva a su composición en 1850, su estreno diez años después, con el autor ya fallecido, y su recuperación a principios del siglo XX, gracias a Pau Casals, que superó la leyenda de pieza impracticable que la atenazaba. Es ciertamente una obra compleja, tanto desde el punto de vista técnico como desde el más puramente expresivo, que invita a no dejarse engañar por su virtuosismo en perjuicio de su poético lirismo.
Ferrández arrancó con largas y elegantes frases, un sonido extremadamente depurado y una seguridad extraordinaria a la hora de matizar cada línea melódica, siempre arropado por Macías, que edificó un acompañamiento orquestal basado en el respeto y la delicadeza. El solista se hizo eco del íntimo y sosegado recogimiento de la pieza, mientras la batuta se empeñó en mostrar la lucha entre reflexiva e impetuosa del allegro inicial, con un desarrollo adecuadamente tenso y dramático.
Sin embargo, faltó algo más de esa felicidad creativa que también informa a la página, y que tampoco asomó en el adagio, amplio y meditativo, del que Ferrández supo exprimir su radiante belleza. Igualmente, echamos en falta un poco más de fuego y tempestad en el vivace final, a pesar de la agilidad del solista en sus vertiginosas escalas, un alarde de flexibilidad que no se quedó en simple retórica virtuosista.
Strauss, deslumbrante
Sea por su fuerza arrolladora, su elocuencia o simplemente porque contiene todos los ingredientes para considerarlo precursor de las bandas sonoras del Hollywood clásico, especialmente las que ilustraban películas de aventuras, teniendo en cuenta cómo la música de cine ha servido de puente entre muchos y muchas aficionadas para acercarse a la música clásica, lo cierto es que el poema sinfónico Una vida de héroe siempre ha fascinado y obsesionado a muchas y muchos melómanos.
Naturalmente, influir de esa manera exige una interpretación tan impecable y evocadora como la que Macías ofreció anoche en el Maestranza, y que sin duda repetirá hoy con idénticos óptimos resultados. El director onubense es un consumado admirador de Richard Strauss, y anoche lo demostró con una fuerza impresionante combinada con el lirismo más emocionante y unos recursos de primera calidad, una orquesta dispuesta a entenderse a las mil maravillas con quien está a punto de ejercer como su director artístico. Y si los resultados siguen por la misma senda, que lo sea por muchos años.
Una vida de héroe, metáfora en el mundo de las aventuras más exóticas de la experiencia vital de un artista obligado a luchar contra todas las adversidades, contiene pasajes tan fogosos como íntimos y recogidos. Macías supo controlarlo todo, extrayendo colores y texturas en la ROSS tan reveladores como consistentes, sin que nada resultara ni caótico ni melifluo, siguiendo la extensa narrativa con una elocuencia extraordinaria y un sentido de la espectacularidad sobresaliente.
Ayudaron en el proceso unos metales brillantes y perfectamente entonados, una percusión precisa, ni estridente ni blanda, unas maderas atentas y la siempre estimulante fuerza de la cuerda grave. Mención especial para las delicadas arpas, y sobre todo para el titánico trabajo de la concertino Alexa Farré en el pasaje que ilustra el descubrimiento del amor. Ella por sí sola es un lujo, como lo son todos y todas las integrantes de esta orquesta por la que sentimos tanto orgullo.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
No hay comentarios:
Publicar un comentario