sábado, 6 de marzo de 2021

LOS ESTADOS UNIDOS CONTRA BILLIE HOLIDAY Lady Day activista

Título original: The United States vs. Billie Holiday
USA 2021 130 min.
Dirección
Lee Daniels Guion Suzan-Lori Parks y Lee Daniels, según la novela de Johann Hari Fotografía Andrew Dunn Música Kris Bowers Intérpretes Andra Day, Trevante Rhodes, Garrett Hedlund, Natasha Lyonne, Leslie Jordan, Rob Morgan, Miss Lawrence, Dusan Dukic, Erik LaRay Harvey, Da’Vine Joy Randolph, Adriane Lenox, Tyler James Williams Estreno en Estados Unidos (Internet) 26 febrero 2021; en España previsto 1 abril 2021


Si no fuera porque era el año de la Sally Bowles de Liza Minnelli, Diana Ross probablemente se hubiera hecho con un Oscar a la mejor actriz, a pesar de su escasa experiencia en el cine, por su portentosa interpretación de Billie Holiday en Lady Sings the Blues, aquí ridículamente bautizada como El ocaso de una estrella. Corría el año 1972 y han pasado casi cincuenta hasta que el cine ha vuelto a fijarse en la controvertida reina del jazz y el blues desde los treinta a los cincuenta del pasado siglo. Documentales aparte, la comparación entre estas dos cintas resulta sorprendente. A pesar de basarse en su propia autobiografía, ya desde los títulos de crédito se advierte en la cinta de Sidney J. Furie que la mayoría de los personajes son ficticios, y muchos de los capítulos están ligeramente idealizados. Así, el pretendiente de la diva, Louis McKay, parece un compendio de todos los amantes que tuvo la cantante a lo largo de su tumultuosa vida, apareciendo además idealizado como amante y comprometido compañero y protector. Mientras en la película de Lee Daniels éste solo aparece como esposo episódico y déspota, a la vez que otros compañeros son definidos como maltratadores o traidores, especialmente su coprotagonista, Trevante Rhodes, que en cierto modo asume algunas de las virtudes del personaje que en la cinta de 1972 interpretaba Billy Dee Williams.

Pero aquí no acaba la cosa, porque si la antigua se centraba en la adicción a las drogas de Billie Holiday, con una crudeza poco habitual en el cine de la época, además de su emotivo romance con el mencionado galán y su meteórica carrera al estrellato, sin olvidar su paso por la cárcel acusada de drogadicta y su prohibición de cantar en clubes neoyorquinos, la película de Daniels se centra en su obcecación por incluir siempre en sus conciertos la canción Strange Fruit, una espeluznante descripción del linchamiento al que frecuentemente era sometida la gente de color en su país, por lo que la cinta arranca con una de esas estremecedoras fotografías que jalonan la red de redes y en la que podemos ver un numeroso grupo de vándalos blancos posando frente al cadáver achicharrándose de una víctima del racismo. La persecución sistemática del gabinete Hoover a la estrella con pretexto de su adicción, nunca mostrada en pantalla con la virulencia que la interpretó Diana Ross, pero con la intención real de callarla, centra el generoso metraje de una película que no puede evitar las hechuras de un telefilm de lujo, como ya ocurriera con El mayordomo, otra de las fallidas películas del director de Precious.

Andra Day es una Billie Holiday enérgica, con rotunda personalidad y carácter extremadamente fuerte, mientras Ross dio vida a una diva más voluble e insegura, sensible y fácilmente marchitable. Las dos recurren, en las pocos paralelismos que la asocian, al mismo momento en que toma conciencia de la injusticia a la que está sometida su raza, mientras aspectos como su bisexualidad, con esa sonada relación con la protagonista de Naúfragos de Hitchcock, Tallulah Bankhead, como referente, recorren también su folletinesco y confuso metraje, en el que al menos hay que agradecer menos dosis de pudor del habitual a la hora de mostrar sexo en pantalla. Así las cosas el aspecto musical, en el que por cierto se cuela un tema de la banda sonora de Alberto Iglesias para Todo sobre mi madre, es el que menos se cuida, a pesar del considerable esfuerzo de Andra Day en imitar su estilo y timbre de voz, algo que Diana Ross relajó acertadamente en su actuación, añadiendo su estilo personal al habitual repertorio de la cantante. Impagable ver a la líder de Supremes cantar Good Morning Heartache en el Manhattan Club. No hay ninguna secuencia en esta nueva y discutible biografía que la iguale.

No hay comentarios:

Publicar un comentario