miércoles, 14 de junio de 2023

UNA TOSCA DESLUMBRANTE EN LO ESCÉNICO Y LO MUSICAL

2º reparto con Vanessa Goikoetxea, Mario Chang y Darío Solari.
Teatro de la Maestranza, martes 13 de junio de 2023


Resulta curioso que a veces, cuando tenemos la oportunidad de repetir título para hacer la crítica del segundo reparto, como es el caso, disfrutamos aún más con la propuesta escénico musical que vimos unos días antes por primera vez. Así, si antes vimos ocurrencias, anoche nos atraparon sus soluciones; donde observamos anacronismos, vislumbramos actualidad a través de conseguidas convenciones escénicas; y si antes encontramos forzados los paralelismos entre Pasolini y la ópera de Puccini, ahora sólo vimos poesía y sentimiento. Porque sólo así, con mucho sentimiento, un profundo conocimiento de los recursos y de los materiales teatrales y musicales, y un inusitado entusiasmo para conseguir convencer y comulgar con el público, se logra una función tan redonda como la que pudimos disfrutar anoche en el Maestranza. Queda claro de esta manera que no podemos fiarnos de las primeras impresiones, y eso que en este caso ya fueron buenas, pero quedaron algo eclipsadas por la polémica.

Los aberrantes, irrespetuosos e inadmisibles abucheos e insultos del estreno se tornaron esta vez en aplausos justo en la misma escena del escándalo y el desconcierto. Lástima que al coliseo volvieran las temidas toses, tan agresivas y molestas a su modo, porque el resto fue puro delirio. Conectamos aún más con la inteligente puesta en escena, con su magnífica concepción del teatro, preciso y meticuloso, traducido en gestos y matices que nos arrastraron hasta el punto de creernos todo lo que ocurría en escena, estremecernos con las emociones y los sentimientos de sus personajes e involucrarnos en sus alegrías y sus tragedias. Y lo que nos había parecido un único escenario, ante nuestros ojos se convirtieron en los tres de rigor, gracias al ingenioso artilugio en forma de jaula mutante y giratoria en la que consiste tan luminosa y hermosa escenografía. Definitivamente esto es buen teatro, una extraordinaria dirección de actores y toda una coreografía al servicio de la música en la que cada movimiento y cada gesto parecen bailar la excelsa música de Puccini, servida si cabe todavía mejor que el día del estreno, con una batuta pujante y comprometida sacando a relucir todo lo mejor de nuestra espléndida orquesta. Y de nuevo el coro, más coordinado aún, estremeciéndonos a todos y todas desde las alturas, invadiéndolo todo y haciéndonos olvidar que su lugar era el escenario. Viva el atrevimiento, la seguridad y la confianza en sí mismo que ha conseguido que la de Villalobos sea una Tosca diferente pero convincente e irrepetible y digna de pasearse por los mejores escenarios del mundo.


La Tosca del martes 13 fue bendecida por la suerte, o más bien por el mérito. El de Vanessa Goikoetxea, que ya protagonizó aquel Cosí fan tutte también de Villalobos, y que vivió ahora una de esas noches para el recuerdo, metiéndose a todo el público en el bolsillo merced a una voz preciosa, magníficamente entonada, con proyección holgada y un control absoluto de la respiración y los acentos, lo que se hizo patente en un Vissi d’arte largamente aplaudido y vitoreado. Pero además fue la actriz perfecta, tan convencida en su papel que nos metió a todos y todas en su piel. También convenció como cantante y como actor el tenor guatemalteco Mario Chang, quizás algo corto de proyección salvo cuando lanzaba sus rutilantes agudos, pero de voz aterciopelada y buen gusto canoro, especialmente al apianar y modular ateniéndose a las emociones. Es así como logró también el reconocimiento del público tras E lucevan le stelle. El dúo de los celos fue toda una delicia, lleno de encanto y candidez. Finalmente, el de Darío Solari fue un Scarpia perverso hasta la médula, si bien echamos en falta algo más de cuerpo y grosor en su voz, que a menudo se antojaba falta de unos graves contundentes. Pero en lo dramático no se le puede reprochar nada, también él colaboró en la magia, esa que nos hace salir del teatro tan conmovidos y felices. Y es que finalmente, después de varias reticencias a lo largo de la carrera del joven director de escena sevillano, tenemos que reconocer que quizás ésta haya sido una de las mejores funciones de ópera que hemos disfrutado en el Maestranza.

Fotografías: Guillermo Mendo
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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