XXV Noches en los Jardines del Real Alcázar. Manu Brazo, saxofón. Pepe Fernández, piano. Claudia Gallardo,violín. Rosa Gª Varela, violonchelo. Programa:
Una historia de España (piezas de Tomás Luis de Victoria, Juan Vásquez,
Soutullo y Vert, Amadeo Vives, Albéniz y Falla). Sábado 14 de septiembre de
2024
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Foto: Luis Pascual |
Como cada año,
septiembre es mes de arranques y cierres,
y ayer sábado le tocó el turno a las Noches del Alcázar, que cerró un verano
plagado de conciertos al aire libre, hasta
setenta y cinco que prácticamente han llenado de público y de buena música el
Jardín del Cenador de la Alcoba. El privilegio de cerrar estos tres meses de cálidos
encuentros lo han tenido los y las jóvenes integrantes del conjunto Kumpania, los utreranos Manu Brazo y Pepe Fernández, bien
conocidos de estas páginas, donde siempre nos hemos hecho eco de su buen hacer
y su elegante estilo, y las habituales colaboradoras de sus proyectos, como son
Rosa García Varela y Claudia Gallardo,
esta última además responsable si no de todos, la mayoría de arreglos a los que
someten sus partituras para adaptarlas a la singular composición de su propuesta.
Todos y todas han
brillado en otras ocasiones, a dúo, en tríos o en solitario, y volvieron a
hacerlo anoche en un concierto tan
amable como distendido, ideal para cerrar como merecen estas noches
estivales que ahora dan paso a la programación habitual de nuestra ciudad. El
programa diseñado para la ocasión nos invitó a recorrer la fuerza de la música española desde el Renacimiento hasta
principios del siglo XX, con una pieza por siglo, y siempre con el respeto
preciso que permite una formación en la que se integra un instrumento tan poco adecuado
para dicho repertorio como el saxo, y sin embargo tan bien integrado en estas primorosas adaptaciones de Gallardo, a
la sazón violinista del conjunto.
Libres de todo
prejuicio, el recorrido arrancó con Tomás Luis de Victoria y su motete O Magnum misterium, convertido para la
ocasión en pieza de corte espiritual y
relajado que nos evocó a aquellas películas, especialmente de los primeros
setenta, que ilustraban la época a partir de sus raíces musicales pero adaptándolas a la sensibilidad del público
contemporáneo. Así lo hicieron compositores como Georges Delerue o Ennio
Morricone, y así lo sentimos en la resplandeciente
recreación que con una complicidad absoluta extrajeron los y las cuatro
intérpretes.
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Foto: Actidea |
La popularidad de De los álamos vengo, madre de Juan
Vásquez, es tanta que admite todo tipo
de versiones, por lo que la ofrecida por Kumpania no nos pareció ni
estridente ni especialmente estimulante, simplemente
correcta. Más interesante sin embargo resultó su particular visión de La música nocturna de las calles de Madrid
de Boccherini, con especial énfasis en
la percusión ejercida por Pepe Fernández a partir del piano intervenido,
rasgueo de guitarra incluido. Con sus numerosas y populares melodías alternadas
entre las cuatro voces, el resultado fue tan aseado como afortunado.
De la misma forma
brilló Bella enamorada, de la
zarzuela El último romántico de
Soutullo y Vert, con intervenciones sedosas, fluidas y seguras de Varela al
chelo, ideal para homenajear a Alfredo
Kraus, cuando se cumplen veinticinco años de su desaparición. Muy trabajado
a nivel de re-orquestación y adaptación, resultó la selección en forma de suite
ofrecida de Bohemios de Amadeo Vives.
Especialmente inspirado sonó su famoso
vals.
Pero lo más emotivo y sentimental llegó de la mano
de Albéniz y su Evocación de la suite
Iberia. Aquí lucieron
fundamentalmente las formas relajadas y
reflexivas de Fernández, arropadas en sostenido por el resto, y con
especial hincapié en el tono nostálgico
y evocador, valga la redundancia, de una pieza que así interpretada es
capaz de despertar nuestra emoción más sincera.
No tanto brilló Granada, de la Suite española del mismo autor, aunque debido a su popularidad y
bella melodía, hizo las delicias del público. Para terminar el programa, una
selección con los motivos más recordados de El
sombrero de tres picos, coronó la
elegancia y la delicadeza, sin estridencias ni fueras de tono, del
conjunto, que terminó con otra acertada evocación, la del también utrerano
Bambino y su célebre versión rumbera de Procuro
olvidarte, donde Fernández demostró dominar también el son cubano
jazzístico, y Brazo por supuesto su control
del fraseo y la respiración, así como buen gusto al modular.
Artículo publicado en
El Correo de Andalucía